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A life of lies por ardnas

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— Lo siento — se apresuró Colin a disculparse.

Había estado leyendo un libro acerca del último hechizo que el profesor Lupin les mostró, el castaño era usualmente bueno con la parte práctica de DCAO, pero la teoría le resultaba muy complicada.

Nunca había leído tanto como en los últimos días, pero los conceptos de DCAO se escapaban de su mente, y gracias a su nuevo hábito de leer incluso en los pasillos, terminó chocando con alguien, haciendo caer a ambos junto con todo lo que llevaban.

Colin gimió por su mala suerte al observar la corbata verde y plateada, de todas las personas con las que podía haber chocado, tenía que ser un Slytherin, obviamente su disculpa no sería muy bienvenida. Al alzar la mirada completamente para enfrentarse a su destino, se encontró con un chico de piel oscura, cabello negro y ojos caramelo, que le sonrió con aire tranquilizador.

— Descuida, yo tampoco estaba mirando, aunque deberías tener más cuidado, la próxima vez puede que no choques con algo o alguien amigable.

El Slytherin miró con indiferencia el desastre a su alrededor, incluyendo el frasco de tinta que se había derramado sobre su uniforme, comenzó a recoger sus libros mientras le hablaba a un pasmado Colin.

— Últimamente es como si mi cabeza se escapara de mi cuerpo, tengo tanto en que pensar… — puso todos sus libros apilados a un lado y comenzó a ordenar los de Colin —… pero en fin, supongo que eso no te interesa, aunque definitivamente, ambos debemos ver por donde caminamos, solo para evitar percances.

Colin aún no salía de su aturdimiento cuando sintió como el Slytherin le ayudaba a levantarse y le entregaba sus libros.

Una pregunta lo sacó de su aturdimiento — ¿Tienes problemas con DCAO? Soy muy bueno en la materia, podría ayudarte si quieres.

— Soy nacido muggle — dijo preparándose para la explosión de desprecio.

El moreno ni siquiera se inmutó —. Y yo soy sangre pura, si quieres mi ayuda veme en la biblioteca después de la cena, estaré ahí hasta el toque de queda.

Un grito se escuchó entonces —. ¡¡¡BLAISE!!! ¡¡¡LLEGAREMOS TARDE A HERBOLOGÍA POR TU CULPA!!!

El Slytherin suspiró frustrado antes de responder —. ¡¡Ya voy Draco!! — Recogió sus libros y acarició la cabellera castaña de Colin, no sin dedicarle al Gryffindor una sonrisa coqueta antes de irse.

Colin se sonrojó mientras veía al Slytherin marcharse, lo cierto es que no podía salir al completo de su asombro, había escuchado rumores acerca de Blaise Zabini, el Slytherin que era absolutamente amable con todos, sin importar tu casa, apellido, condición social, estado de sangre… decían que si te ganabas el desprecio de ese Slytherin en particular, significaba que eras idiota.

Colin no había creído los rumores, pero ya tenía la prueba frente a sus ojos.

— ¿Los toposoplos te siguen molestando?

Se giró para mirar a su amiga Luna acercarse, era una chica muy linda, con su cabello rubio casi platinado y sus ojos azules que brillaban con sorpresa permanente, era una Ravenclaw de su curso que sufría acoso por los miembros de su casa, Colin admitió que Luna era algo excéntrica, pero no era mala.

— Estoy bien, Luna. Pero parece que acabo de conocer a Blaise Zabini.

A la rubia le brillaron los ojos.

— Oh él es muy amable, me ayudó a encontrar mis libros cuando Cho Chang los tiró desde la torre de astronomía.

Colin tuvo una sensación amarga en el pecho al escuchar las palabras de su amiga.

— Dijo que me ayudaría con DCAO ¿tal vez quieras venir también?

— No, no, no — la rubia declinó ligeramente —. La quimera es amigable pero posesiva, no verá con buenos ojos que llegue sin ser invitada.

La Ravenclaw se retiró a su siguiente clase, ignorando completamente el estado de confusión y ligero temor que había provocado en su amigo.

***En algún lugar que no es Hogwarts***

— ¿Sucede algo, Remus?

El castaño miró a quien le había preguntado y se acurrucó aún más en sus brazos —. No pasa nada, Fenrir.

Todos los que conocían el secreto de Remus sabían que Fenrir Greyback lo había mordido, y que Remus lo odiaba por eso… o al menos eso creían.

Remus había aprendido hace mucho tiempo que no se podía juzgar a nadie por su apariencia, ni por lo que tus conocidos pensaran de ellos, se sentía muy avergonzado de haber hecho caso a los prejuicios de su padre cuando era niño.

Tenía 3 años cuando vio por primera vez a Fenrir Greyback, después de todas las historias de terror que su padre le había contado sobre los hombres lobo, había estado horrorizado de ver uno, pero Fenrir había sido amable, lo cual confundió a Remus.

A los 4 años, Remus estuvo a punto de morir por una maldición pérdida durante un disturbio en el callejón Diagon, si bien la maldición tenía un contra hechizo, casi nadie sobrevivía porque tenía un tiempo limitado para ser lanzado, Remus no habría llegado a San Mungo con vida.

Pero Fenrir estaba ahí.

El hombre lobo conocía la maldición a pesar de su nula educación mágica, era una de las que más le lanzaban cuando lo identificaban como licántropo, y al conocerla tan bien, sabía que en los hombres lobo tardaba incluso 3 veces más en hacer efecto, por lo cual ignoró el remordimiento de morder a un niño tan joven, en favor de mantenerlo con vida.

Remus se despertó 2 días después, sin secuelas de la maldición que le habían lanzado, pero con su madre llorando de forma inconsolable y su padre maldiciendo por todo lo alto a los hombres lobo.

El Lupin estaba devastado al enterarse de su nueva condición, años de escuchar hablar a su padre de los “terribles monstruos” que eran los hombres lobo, y la mirada de miedo en el rostro de su madre realmente causaron estragos.

No mucho después de que regresaran a su casa, un hombre lobo comenzó a merodear por los alrededores, Remus hizo todo lo posible por evitarlo, no salía de su casa por nada del mundo, se alejaba de puertas y ventanas, intentaba estar siempre con su padre o su madre (tanto como ambos permitían su cercanía).

Pero un día su madre fue a visitar a unas amigas y su padre tuvo que salir por una urgencia, al haberlo dejado solo, Remus se quedó a merced del hombre lobo… y fue lo mejor que pudo haberle pasado.

El pequeño de cuatro años recibió una disculpa del hombre lobo, y descubrió un nuevo amigo, Fenrir era divertido, algo caótico, sí, pero también una de las mejores personas que Remus había conocido, no se parecía en nada a los salvajes hombres lobo de los que hablaba su padre.

Ese mismo día Fenrir lo llevó a conocer su manada, la había amado, había chicos y chicas de todas las edades, aunque eran menores que Fenrir y mayores que el mismo Remus, escuchó cientos de historias sobre como la mordida de Fenrir les había salvado la vida, sobre como habían decidido que lo seguirían a donde fuera y el excelente alfa que era.

Remus había vuelto a su casa ansioso por contarle todo a sus padres, cuando escuchó como planeaban capturar y asesinar a Fenrir por haberlo mordido, supo en ese momento que debía quedarse callado, sabía que la intención de sus padres no era mala, ellos pensaban que Fenrir lo había mordido por malicia, no para salvarle la vida, decidió que Fenrir sería su secreto.

Y nunca se arrepintió de ello.

Cada vez que sus padres salían de casa, Remus visitaba la manada de Fenrir, escapando de toda la presión que suponían los incontables esfuerzos de su padre por encontrar una cura para la licantropía, Fenrir le había enseñado como minimizar los efectos de la transformación, aceptando a su lobo, fue Fenrir quien le contó sobre los animagos y Remus se encargó de sembrar esa idea en la mente de sus amigos.

Remus siempre seguiría a Fenrir, pues hace mucho tiempo dejó de sentirse como un Lupin.

Porque Remus era el cachorro de Fenrir Greyback.

***En algún otro lugar que tampoco es Hogwarts***

— ¿Dónde estoy?

Un pelinegro se puso la mano sobre la cabeza, su visión estaba borrosa, tenía una migraña muy potente.

Una mano le ayudó a sentarse y acercó un vial a su boca —. Bebe con cuidado — ordenó suavemente una familiar voz femenina.

Sin ninguna otra opción, el hombre ingirió la poción de gusto amargo, su visión se aclaró instantáneamente y la migraña menguó un poco, se encontró con un par de ojos caramelo que lo miraban con preocupación, parpadeó al reconocer a la mujer.

— ¿Charlotte?

La mujer le sonrió y le acarició el rostro —. Descansa Reg, lo vas a necesitar, al igual que los gemelos.

— ¿Fabian y Gideon? ¿Dónde están? — El hombre quiso levantarse.

La mano de la mujer lo detuvo —. Los veras más tarde, ahora descansa.

— Pero…

— Tan terco como siempre, bebe esto — ella forzó una poción para dormir sin sueños en su garganta y el mundo se desvaneció alrededor del hombre.

***En la casa de los gritos (ya volvimos a Hogwarts)***

— Hey Sirius — dijo quitándose la capa de invisibilidad. El animago le había hablado mucho sobre las travesuras que hicieron con ella.

El mayor estaba sentado en el suelo, hojeando el álbum que Hagrid le había regalado, con aire confundido.

Después de muchos días intentándolo, por fin había logrado encontrar un momento para visitar a Sirius, como pudo se escapó de Ron mientras este dormía, no podía darle explicaciones en este momento.

— Hola cachorro — lo saludó rápidamente — estaba viendo las fotos en un intento de recordar algo más. Pero encontré algo que no entiendo — le mostró una foto de su madre y su padre en su boda — ¿ella quién es?

— Lily Potter antes Evans, mi mamá.

Sirius frunció el ceño —. No puedo creer que Cornamenta dejara a Quejicus por la pelirroja.

Harry se quedó sin habla, el asunto de los dementores olvidado — ¿A que te refieres?

— No había podido recordarlo hasta ahora, pero tu padre fue novio de Quejicus durante gran parte de Hogwarts. Cornamenta se le declaró a finales de segundo y Snape lo aceptó a mitad de tercer año, fue poco después que Lu, motivado por el éxito de Cornamenta, decidió cortejar a Lunático.

Harry, tratando de mantener la calma ante esa horrorosa información, respiró hondo antes de hablar:

— No tiene sentido, Dumbledore me dijo que fueron rivales en Hogwarts, y la profesora McGonagall que apenas mi padre conoció a mi madre le declaró su amor.

— Eso es cierto, cuando James conoció a Lily pensó que ella era su pelirroja destinada.

— ¿Pelirroja destinada?

Sirius se rio — A los Potter les gusta decir que están “malditos”, pero en realidad solo son particularidades que se repiten en cada generación: parecerse a su padre pero tener los ojos de su madre, poseer una ceguera terrible, cabello indomable que nada mágico ni muggle puede controlar, ser un imán para los problemas, y por supuesto, todos los varones Potter desde hace más de 15 generaciones, se han casado con una pelirroja.

Sirius enumeró las características señalando dos fotos en el álbum, su padre y su abuelo, suponía Harry.

— Cuando Cornamenta conoció a Lily, ella le atrajo instantáneamente, James pensó que ella sería la pelirroja con la que algún día se casaría, por lo que empezó a cortejarla desde que iniciamos Hogwarts.

Sirius se encogió de hombros restándole importancia, para después mirar las fotos de James y Lily en el álbum y fruncir el ceño molesto, incluso gruñó.

— Cuando Lily llegó a Hogwarts venía muy bien acompañada por su mejor amigo Severus Snape. — Solamente la sorpresa evitó que Harry armara un escándalo —. Ellos vivían en el mismo barrio y Quejicus fue quien le habló de la magia, a pesar de que la pelirroja fuera Gryffindor y el Slytherin siguieron siendo amigos, pero Severus estaba enamorado de Lily, fue por eso que él y tú padre se volvieron rivales. Ambos peleaban por el amor de la misma chica, al menos por un tiempo.

Sirius le dio tiempo a Harry para que analizara esa información, pero antes de que el chico pudiera decir algo Sirius continuó.

Cornamenta hacía de todo para que la pelirroja le prestara un mínimo de atención, pero cuando todos creíamos que ella por fin lo había aceptado, por lo menos como amigo, botaba todas las esperanzas de Cornamenta con unas pocas y casi crueles palabras.

Casi terminando nuestro primer año se hartó de como la pelirroja lo trataba y comenzó a ignorarla, irónicamente ella comenzó a perseguirlo a él. Cornamenta con el tiempo descubrió que le gustaba cierto Slytherin de cabello grasiento y comenzó a molestarlo aún más que cuando estaba loco por Lily, en un desesperado intento de llamar su atención, hasta que en tercero decidió ser más directo y declarársele a Snape.

— Es una broma...— intentó auto convencerse.

— No lo es. Me acuerdo perfectamente porque es una de las memorias que recientemente volvieron a mi mente. Cornamenta estaba muy nervioso, se revolvía el pelo a cada rato y se acomodaba los lentes más veces en cinco minutos que en una semana, ni yo ni Remus sabíamos que tenía, él no nos había dicho que le atraía Quejicus, solo sabíamos que estaba actuando muy extraño desde que había dejado de perseguir a Lily.

— Mundo retrospectivo: On —

Se podía ver a un James Potter sumamente alterado, ese era el último día que estarían en Hogwarts por ese curso, ya había terminado su equipaje y había recibido muy buenas notas, siendo su asignatura estrella transformaciones, pero el de ojos avellana se veía muy intranquilo.

— ¿Qué te ocurre Cornamenta?

— Nada Sirius, nada.

— Definitivamente le ocurre algo. — Habló Remus. — El solamente deja de llamarte Canuto cuando tiene una de sus crisis.

Pero por más que lo intentaron, no pudieron lograr que el Potter les contara la razón de su actitud.

— En el Gran Comedor —

El banquete de fin de curso acababa de comenzar, Gryffindor había ganado la copa de las casas y todos comían animadamente, después de todo era la última comida que tendrían en Hogwarts por ese curso, excepto los de último año, para ellos sí que sería la última de todas, James Potter se removía incomodo en su asiento mientras terminaba su postre, ignorando olímpicamente a la pelirroja sentada frente a él.

— ¡Potter! ¡Potter! ¿Me estas oyendo Potter?

— Déjalo Evans — le habló Remus — ni a nosotros nos dice porque esta así.

Cuando el tiempo para comer postres terminó, James dio un largo trago a su bebida antes de levantarse y caminar hacia la mesa de Slytherin, bajo la curiosa y precavida mirada de todos, pues no era ningún secreto la aversión del Potter hacia la casa de las serpientes, y menos de un Slytherin en específico, hacia el que caminaba en esos momentos.

De nariz ganchuda, piel cetrina y cabello negro (aunque en esos momentos estaba rosa) sobre los hombros, Severus Snape miraba al Gryffindor con toda la furia que podía albergar, era fin de curso ¡ERA EL MALDITO FIN DE CURSO! ¿NO PODÍA DEJAR DE MOLESTARLO SIQUIERA ESE DIA?

— ¿Qué quieres Potter? — preguntó el ahora pelirrosa reuniendo cada gramo de la poca dignidad que le quedaba, después de todo, cada vez que los merodeadores le hacían una de sus acostumbradas bromas, sus compañeros de casa siempre se burlaban, al menos la mayoría de ellos.

— ¿Qué, que quiero? Solo dos cosas. Numero uno: arreglarlo — dijo mientras apuntaba su varita al cabello de Snape y recitaba en un murmullo algún hechizo, después pasó sus manos por la cabellera del Sly y esta volvió a su habitual color negro.

Severus no sabía porque no lo había detenido, bueno, la verdad sí que lo sabía, no sentía que Potter quisiera hacerle una broma, normalmente cuando quería se le notaba en la mirada, un brillo malicioso y juguetón en sus orbes avellana, pero esta vez sus ojos brillaban de pena y disculpa, algo muy inusual que lo dejó helado, a tal grado que no evitó esa caricia en su cabello.

— Y numero dos: te quiero a ti, Severus — dijo tomando el cetrino rostro entre sus manos e inclinándose para depositar un suave beso en sus labios.

Oficialmente, el mundo estaba loco. ¡¡¿James Potter acababa de besar a nada más y nada menos que Severus Snape?!! Algo muy extraño estaba ocurriendo ahí.

Al principio el Sly había estado tan impresionado por las palabras de su enemigo que no pudo reaccionar cuando este lo beso, pero en cuanto fue consciente de lo que ocurría lo empujó rápidamente levantándose en el proceso, para después gritarle con toda la furia que tenía.

— ¿QUÉ RAYOS TE OCURRE POTTER? TUS ESTÚPIDAS BROMAS VAN CADA VEZ MÁS LEJOS.

¿Una broma? Bueno, era algo pesada, pero tenía sentido.

— No es ninguna broma, Severus. Realmente te quiero a ti. Y la única razón por la que te he estado molestando desde un tiempo para acá es porque quería llamar tu atención, aunque fuera solo para que me atacaras.

Ok, esto ya era preocupante, no solo James Potter parecía hablar enserio, sino que era masoquista a más no poder. Ni el mismo Snape se lo creía. Por tal razón que comenzara a revisar al Gry.

— ¿Te sientes bien Potter? ¿Te has dado un golpe mientras volabas en tu escoba de quidditch?

— No me he golpeado nada, Severus — dijo tomando las manos del Sly y acercándolas a sus labios para besarlas, el Snape enrojeció —. Como ya te dije. Te quiero a ti.

— ¡BASTA DE BROMAS POTTER! — Gritó alejándose varios pasos hacia atrás. — Creo que ya tienes bastantes formas de fastidiarme, no necesitas una más.

James pareció repentinamente furioso — ¡Que no es una maldita broma! ¡Llevo desde hace un tiempo sin poder sacarte de mi cabeza! ¡No sé cómo, ni tampoco porque! ¡Pero no me interesa saberlo! ¡ME GUSTAS SNAPE!

Nuevamente un silencio sepulcral llenó el Gran Comedor.

— Estás loco — dijo girándose para ir hacia su mesa.

— Solo por ti, Sev. — El Snape se detuvo en seco al oír el diminutivo. — Y no importa que no me creas. Haré de todo para ganarme tu corazón, vas a ser mío Severus Snape.

Y el Potter salió del Gran Comedor dejando a todo el mundo con la palabra en la boca.

— Mundo retrospectivo: Off —

— Y bueno, fue un gran Shock para todos, en todo el tiempo que llevaba de conocer a Cornamenta no me hubiera imaginado que a él le llegaría a gustar Quejicus, aunque cuando le dabas una oportunidad no era tan malo.

Sirius estaba riéndose a carcajada limpia después de contar su anécdota, pero Harry simplemente no lo podía creer, ¿su padre había sido novio de Severus Snape?

— ¿Por eso me odia tanto? ¿Por qué mi padre lo dejó?

— ¿Te odia?

— En las clases de pociones… siempre se la pasa insultándome, dándome preguntas de cursos superiores para que no las conteste y quede como tonto, no hace nada cuando los Slytherin lanzan cosas a mi caldero, me culpa por todo lo malo que pasa en el aula y en Hogwarts.

Sirius frunció el ceño —. Eso no suena como Quejicus, el odia a las personas que se ensañan con aquellos que están involucrados en situaciones fuera de su control, su padre lo golpeaba por tener magia, me resulta difícil de creer que te haga eso.

Harry lo miró sorprendido —. El profesor Snape… ¿fue golpeado por tener magia?

Sirius asintió —. Al principio no quiso decírnoslo, pero cuando James fue a su casa durante las vacaciones, y vio de primera mano como Tobías Snape golpeaba a su hijo, bueno… Quejicus no pudo negarlo más.

Harry tragó saliva, tomó la capa de invisibilidad y se fue sin decir nada, tenía mucho que pensar y asimilar, el asunto de los dementores no volvió a pasar por su mente esa noche.


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