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A life of lies por ardnas

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Harry y Draco seguían en la enfermería, Ron, Blaise, Theodore, Fred, George, Cedric, Daphne y Astoria (que apenas se enteró de lo ocurrido corrió a verlos) fueron corridos de la enfermería por la señora Pomfrey, alegando que sus pacientes necesitaban descansar, Harry se quejaba de que lo hubiera hecho, necesitaba tanto un abrazo, Harry esta vez sí vio el brillo dorado en su antebrazo, le preocupaba lo que eso pudiera significar.

Ahora mismo estaba sentado en la camilla que tenía a un inconsciente Draco, había puesto la cabeza del rubio sobre sus piernas y acariciaba los blancos cabellos esperando que despertara, que estuviera bien, de repente, comenzó a oír una serie de gritos que se acercaban cada vez más rápido.

—... ¡ES MI HIJO! ¡NO PUEDE PROHIBIRME VERLO!

— No le estoy prohibiendo nada señor Malfoy, pero su hijo necesita descansar. Su visita no va a hacerle bien.

— ¿QUÉ NO VA A HACERLE BIEN? ¡LE ASEGURO QUE NECESITA DE SU PADRE AHORA MISMO!

La puerta se abrió con un gran estruendo, por ella entró un muy furioso Lucius Malfoy que corrió hasta donde estaba su hijo, le dio una mirada al Potter que podría helarle la sangre peor que un Dementor y le arrebató a su pequeño de los brazos, comenzando a acunarlo mientras le susurraba a su hijo palabras de cariño, palabras que Harry apenas podía oír.

El Potter nunca pensó que tendría esa escena frente a sus ojos. Lucius Malfoy estaba cargando a su hijo como si fuera alguna clase de princesa delicada, le acariciaba las mejillas con una sonrisa dulce y revolvía sus cabellos de la misma forma, los ojos del Malfoy estaban de un color plata líquido, muy diferente al usual gris que portaban, puede que fuera su imaginación pero le parecía que el cabello del hombre resplandecía mientras susurraba al menor palabras tiernas y cariñosas, además de que esa mirada era inconfundible para Harry, amor, estaba claro que el Malfoy amaba a su único hijo.

Una punzada de celos inundó a Harry, desde que era pequeño había deseado que lo miraran de esa forma, a veces soñaba que su padre venía a abrazarlo mientras estaba dormido y lo arrullaba como el Malfoy hacía en ese momento con su hijo.

Sentía celos de Draco, porque tenía un padre que lo amara y cuidara, sentía celos de Ron, porque tenía lo mismo, incluso sintió celos de Seamus y Dean, cuando vio como los respectivos padres de cada uno los esperaban con calurosos abrazos en el andén nueve y tres cuartos, sentía celos de sus amigos cada vez que recibían algo de sus padres, sentía celos de sus amigos cada vez que los veía ser abrazados por ellos, sentía celos de ellos cada vez que hablaban de cómo sus padres los castigaban o reprendían.

Cuanto quisiera el tener a alguien que lo guiara y corrigiera cuando se equivocara, alguien que le diera consejos y le repitiera cuanto lo amaba a pesar de que fuera un niño testarudo, quería lo que hace más de una década Voldemort le había quitado. Quería a sus padres.

Entonces vio al Malfoy mayor tensarse y a Draco despertar de golpe, en la puerta estaba el profesor Lupin que parecía haber corrido como si hubiera visto al diablo en persona, su cabello parecía estar mucho más veteado de plata que la última vez que lo vio, sus ojos brillaban en un dorado puro y parecía acercarse con algo de reticencia a ambos rubios mientras olfateaba el lugar.

Los ojos del Malfoy mayor estaban cada vez más plata, antes solo había tenido una leve tonalidad y muchas líneas que dividían su iris con ese color, pero ahora sus irises estaban completamente rodeados de ese color plata puro y su cabello destilaba un brillo casi celestial. Mientras que en el Malfoy menor su cabello comenzaba a emanar un aura color plata y sus ojos adquirían pequeños, casi insignificantes, matices dorados.

Cuando el Lupin estuvo frente a los rubios, el Malfoy mayor bajó a su hijo y lo puso en el suelo, Draco abrazó al profesor antes de tomar la mano de Harry y jalarlo fuera de la enfermería, el de ojos esmeraldas alcanzó a ver como el Malfoy mayor besaba al Lupin.

Harry estaba muy confundido, mientras más se alejaban de la enfermería Draco volvía a la normalidad, además de que estaba seguro de haber oído unos ruidos extraños antes de que salieran, como gruñidos. Draco se sujetaba la cabeza con las manos, como si le doliera, probablemente eso ocurría.

De repente, Draco perdió el equilibrio, estaba completamente normal pero se había caído al suelo y se sobaba la cabeza — ¿Estás bien, Draco? — le preguntó acuclillándose a su lado. El rubio asintió a las palabras del otro y se levantó con la ayuda de Harry, pero no quiso que este le ayudara a caminar. — Testarudo.

Vieron a Ron doblar la esquina del pasillo y dirigirse hacia ellos, Harry notó que el pelirrojo se agarraba el antebrazo izquierdo por sobre las mangas de la túnica, ¿podría ser que Ron también tuviera un tatuaje como el suyo?

Draco comenzó a caminar cuando Ron casi estaba frente a ellos, solo pudo andar un par de pasos antes de que perdiera el equilibrio y se desplomara hacia atrás, afortunadamente Ron ya estaba lo bastante cerca y trató de evitar que Draco cayera, desafortunadamente ambos terminaron en el suelo, Ron encima de Draco.

El rubio se encontraba en una posición un tanto incomoda, nunca había tenido a un chico tan cerca debido a su condición como mago fértil, solamente a su padre y es que el rubio mayor era muy sobreprotector, en especial si consideraba que era parte criatura, pero eso no era importante ahora.  Draco se encontraba acostado con la espalda pegada al suelo debido a su caída, las piernas semi dobladas y abiertas, se sobaba la cabeza por el golpe que se había dado al caer.

Volteó a ver al pelirrojo y se sonrojó por la posición en la que estaba. Ronald Weasley se encontraba con ambas rodillas apoyadas en el suelo, el problema era que dicho suelo donde las apoyaba estaba entre sus piernas abiertas, el pelirrojo apoyaba sus manos a cada lado de su cuerpo, muy cerca de su cabeza, podía ver los ojos azules ajenos muy cerca de los suyos grises.

El pelirrojo también estaba sonrojado, Draco lo observó por unos segundos y después inhaló, después de retener el aire por la sorpresa, captó un olor agradable y volvió a inhalar, el olor provenía del pelirrojo, no le sorprendía, había descubierto que por su peculiar olfato todas las personas tenían un olor para el.

Draco sabía que era un licántropo, no uno completo pero licántropo al fin y al cabo, a él no le lastimaba la plata, pero si le producía cierta irritación cuando su exposición a ella era muy prolongada, él no se transformaba con la Luna Llena, pero su cuerpo se contorsionaba de dolor durante esta, además de que sus ojos se volvían de color dorado y comenzaba a desprender un aura que atraía al género masculino, su padre decía que era porque además de tener genes licántropos por ser Malfoy tenía sangre Veela, que por eso no era un hombre lobo completamente, de la misma forma que no era en su totalidad un chico Veela, todo era muy confuso.

El punto era que sus genes licántropos le daban muchas ventajas, como el ser más veloz, la audición aumentada, mejores reflejos y el que más problemas le había dado: su olfato. Era genial poder oler todas las cosas, pero al mismo tiempo problemático, aunque le servía para identificar en quien podía confiar.

Su padre olía a vino fino, excepto cuando estaba cerca de su “madre” Narcissa, entonces el olor se mezclaba con alguna especie de fruta pútrida, Narcissa olía a fango apestoso, su padrino Severus olía a frutilla y melaza, siempre que no estuviera rodeado de pociones, Theo olía a las fresas que tanto le gustaban, Blaise olía a una mezcla de mandarinas y limón, Daphne olía a Naranjilla, Astoria olía a frambuesas y cerezas, el profesor Lupin a chocolate, Harry olía a melaza y jugo cítrico, hasta ahora no había olido a Ron.

Acercó su nariz al cuello del pelirrojo e inhaló fuertemente, quería saber a qué olía el menor de los varones Weasley, era curioso, olía a una mezcla de campo, comida casera y alguna clase de hierba fresca, este último olor venia del pelirrojo cabello, Draco sintió como su lobo interno se acurrucaba placenteramente, complacido por alguna razón, lástima que su Veela no estuviera tan relajado, su veela interno se retorcía de dolor, y de anhelo, escuchaba como la criatura gritaba dentro de él.

— “¡ÉL ES! ¡ÉL ES! ¡NO SEAS IDIOTA Y DISELO! ¡ÉL TE PERTENECE!”

Draco estaba mareándose, después de todo su lobo se había unido al Veela.

— “Solo él te merece, solo él NOS MERECE, ¡Él es nuestro y no lo dejaremos ir! ¡NO PUEDES DEJARLO IR!

Ron lo ayudó a levantarse, pero estaba tan aturdido que no lo había notado, el pelirrojo lo había sentado en el suelo, lo recargó contra la pared mientras se arrodillaba a su lado de la misma forma que Harry, ambos le echaban aire en la cara, Ron no notó (pero Harry sí) cuando los ojos del Slytherin se llenaron de matices tanto dorados como plateados, y no tuvo tiempo de reaccionar cuando el Malfoy lo tomó de la camisa y lo besó bruscamente en los labios.

Harry observaba muy sorprendido, como Draco besaba a un shockeado Ron, el pelirrojo no estaba correspondiendo al beso, no al menos hasta que el rubio comenzó a desprender un aura plateada, entonces el pelirrojo sentó al otro en sus piernas y correspondió al beso sujetando las caderas del Sly, de vez en cuando ambos gemían en medio del beso (claro que para Harry esos sonidos no tenían nombre).

El Potter supo que debía detenerlos cuando vio la mano de su mejor amigo adentrarse en la ropa de su ex enemigo y que esos sonidos extraños (gemidos y jadeos) aumentaban de volumen, agradeció tener su varita en la mano y pronunció un hechizo sencillo:

— Aguamenti — dijo apuntando a ambos chicos.

Un gran chorro de agua salió de la varita impactando al Gry y al Sly, sacándolos de su burbuja, un asustado Ron empujó a Draco y salió corriendo con rumbo desconocido, mientras un muy molesto Draco gruñía por la interrupción, se levantó y caminó en sentido contrario a Ron, maldiciendo a Harry por lo bajo.

Y nuestro Gryffindor restante solamente se dio la vuelta, tratando de encontrar a Ron para saber lo que había pasado.

— En la enfermería —

Unos muy alterados Lucius y Remus se vestían lo más rápido que podían, es decir, ambos habían ido por el mismo motivo, comprobar que Draco estaba bien, no entendían como habían acabado teniendo sexo en la enfermería.

El Lupin se vestía cuidadosamente, su parte trasera estaba muy adolorida, sino fuera porque estaba tan avergonzado de lo que había hecho ya estaría gritándole al Malfoy lo bestia que era, el rubio platinado no estaba en mejores condiciones, acababa de hacer con ese andrajoso hombre lo que no había hecho con Narcissa desde que había nacido Draco, gimió en voz baja, acababa de serle infiel a su esposa, puede que los Malfoy fueran muchas cosas, pero se les había educado para siempre respetar a su pareja, y él había ignorado esa enseñanza hace no menos de cinco minutos.

Su Veela le estaba gritando — “¡DEJA DE PENSAR EN ESA BASURA! ¡TIENES UN TESORO A TU LADO! ¡NO DEJES QUE SE VAYA! ¡NO DEJES QUE SE VAYA! ¡ÉL ES NUESTRO!”

Remus abrió la puerta de la enfermería, estremeciéndose por los estruendosos gritos de su lobo, gritos que no solo le exigían, le rogaban lastimeramente que volviera con el Malfoy, el Lupin apenas dio unos pasos cuando se desplomó directo al suelo, siendo atrapado por los brazos del rubio, ambos hombres sintieron como sus criaturas internas gemían extasiadas por la cercanía, como les pedían más, se les nublaba la vista, iban a hacerlo de nuevo, lo sentían, pero el Lupin fue más fuerte.

Remus se separó del Malfoy y salió corriendo, haciendo todo lo posible por ignorar los gemidos lastimeros de su lobo. El Lupin dijo a la nada en medio de lágrimas y sollozos:

— Lo siento Lunático, Lucius nunca ha sido para mí, lo amo tanto pero él solamente ha jugado conmigo.


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