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A life of lies por ardnas

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Era un nuevo día en la vida de Harry Potter.

El azabache abrió lentamente sus ojos esmeralda para darse cuenta que estaba acostado en el suelo y no en su cama, después de unos segundos de confusión recordó lo ocurrido esa noche y el mago que había encontrado, se colocó las gafas y miró hacia su cama encontrando al hombre todavía dormido, observó su reloj de muñeca y vio que era bastante temprano, sus tíos y primo no se levantarían en un rato.

Se levantó y salió de la habitación, fue directo a la cocina y preparó un desayuno sencillo, algunos huevos con un poco de tocino y un poco de fruta picada, no sabía cuánto llevaba el hombre sin comer o que había estado comiendo, pero estaba seguro de que una comida bien sazonada no le haría mal.

Subió los platos con comida y una jarra con agua a su habitación, justo al entrar vio como la nariz del hombre se agitaba oliendo la comida en un mero gesto canino, se rio por lo bajo mientras el desconocido despertaba y le imploraba con la mirada que le diera un poco de alimento.

Harry sumamente conmovido (y empático también) se apresuró a entregarle la comida que llevaba y miró con tristeza al hombre abalanzarse sobre los recipientes, parecía que no hubiera comido en años y pudo notar que seguía teniendo ciertos gestos caninos.

El Gryffindor espero pacientemente a que el hombre terminara de comer (lo cual fue rápido) y después se empinara la jarra de agua como si llevara años sin beber tan siquiera un poco, el hombre se relamió los restos y luego miró a Harry.

— ¿Estas mejor?—preguntó Harry tratando desesperadamente de terminar con el silencio incómodo.

—Sí, muchas gracias, no había tenido una comida como esta en años—habló con voz apagada pero tranquila.

—Soy Harry Potter—vio que el hombre no parecía asombrado ni emocionado por esa información, es más, parecía completamente ignorante de esta, aunque parecía hacer alguna clase de esfuerzo mental— ¿y tú eres?

—Soy Sirius Black, no sé porque pero tu nombre me suena de alguna parte, es como si ya te conociera de antes—dijo rascándose la cabeza—bueno, seguro que lo recordaré después.

—No recuerdo haberte conocido antes—dijo Harry—pero no importa, eres un animago ¿verdad? ¿Cómo fue que terminaste aquí? ¿Y porque estabas herido cuando te encontré?

—Sí, soy animago, aunque uno ilegal.

— ¿Uno ilegal?

—El ministerio vigila mucho a aquellos que se convierten en animagos, es peligroso intentarlo porque puede tener consecuencias fatales, me volví animago cuando estaba en Hogwarts aunque no recuerdo porque lo hice, mi cabeza está hecha un lio—dijo esto último frotándose las sienes.

— ¿Recuerdas dónde estabas antes de llegar aquí?

El hombre sufrió un escalofrió—Desgraciadamente lo recuerdo, estaba con los Dementores.

— ¿Dementores?, ¿Qué es eso?

—Los Dementores son criaturas horribles, seres inmundos que te absorben la paz, la esperanza y la alegría con solo tenerlos cerca, te dejan solo con tus pensamientos y recuerdos más desagradables.

— ¿Qué hacías en un lugar como ese?

—No sé—dijo frustrado el hombre mientras se tomaba la cabeza con fuerza—es decir, no recuerdo en si haber estado con ellos, pero sé que lo estuve por cómo me siento, solo un Dementor me había hecho sentir tan mal antes, ¿tienes chocolate?

— ¿Chocolate?

—Sí, ayuda a deshacerse de las sensaciones que te da un Dementor, me siento mejor que antes porque me alejé de ellos, pero me ayudaría un poco.

—No lo sé, ahora veo, creo que tengo algunas ranas de chocolate entre mis cosas.

—Te lo agradecería mucho.

Mientras Harry buscaba bajo su cama Sirius volvió a preguntar— ¿Tu asistes a Hogwarts?

—Si—dijo sacando dos ranas de chocolate—Acabo de terminar mi segundo curso, hace tres días que volví a la casa de mis tíos.

— ¿Tus tíos?

—Si—dijo con tristeza— mis padres fueron asesinados cuando yo era muy pequeño, ellos eran magos pero aparentemente no tenían más familia que lo fuera, así que mis tíos muggles me cuidan desde entonces.

—Oh, lo siento mucho—dijo culpable por sacar un tema como ese.

—No lo sabias—dijo entregándole las ranas de chocolate, Sirius las mordió y al instante sintió un súbito calor recorrerle todo el cuerpo.

—Justo lo que necesitaba—dijo sonriendo—ahora cuéntame más de ti, quiero conocer a quien me ha ayudado.

—Bueno...

Y así comenzó una amena platica donde se contaron de todo, Harry descubrió que Sirius había sido un Gryffindor al igual que él, que tenía un hermano menor llamado Regulus, que sus padres se llamaban Orion y Walburga Black, que tuvo tres mejores amigos en Hogwarts cuyos nombres no recordaba (tampoco sus apariencias) pero si sus apodos: Lunático, Colagusano y Cornamenta, que se habían autonombrado los Merodeadores y que vivían para hacer a Minnie (la profesora McGonagall) vieja antes de tiempo.

Le contó acerca de un fabuloso mapa que habían inventado, en este venían todos los lugares y pasadizos de Hogwarts además de que podía ubicar a cualquier persona, fantasma o animal (siempre y cuando tuviera un nombre) que estuviera dentro del castillo, dijo que se llamaba “El Mapa del Merodeador”. Le habló sobre todas las bromas que hacía con sus amigos y su sueño de ser auror (recordaba vagamente haber empezado la formación para ello), además le reveló el secreto para pasar a través del Sauce Boxeador y que la casa de los gritos no estaba encantada (lo que hacia los ruidos era otra cosa, pero no recordaba que).

Estuvieron así un buen rato hasta que escuchó los gritos de su tía Petunia.

— ¿YA ESTÁS LEVANTADO? TIENES QUE HACER EL DESAYUNO

—SI TÍA PETUNIA, AHORA BAJO

Sirius gruñó—Yo me estaba divirtiendo, tu tía es una aguafiestas.

—Aun así tengo que bajar Sirius, si mi tía viene y te ve me meteré en problemas, ¿estarás bien si te dejo un rato solo?

—Descuida, soy un niño grande—bromeó alegremente.

—Vuelvo al rato.

Harry tuvo que pasar un buen rato soportando a sus tíos hasta que estos le permitieron volver a su habitación, regresó con una buena porción de comida que metió en una bolsa y escondió dentro de su camisa (la ropa gigante de Dudley servía para algo después de todo), cuando llegó Sirius estaba acariciando a Hedwig.

—Te traje de comer Sirius.

—Muchas gracias, muero de hambre—dijo mordiendo una pierna de pollo.

—Mientras terminas de comer hare mis deberes, debo aprovechar ahora que mis tíos no están, apenas ayer pude sacar los libros del baúl sin que se diera cuenta.

Harry comenzó con la terea de transfiguración que les había dejado la profesora McGonagall, había tenido unos cuantos problemas hasta que Sirius se acercó a ayudarle, había dicho que esa era su materia estrella cuando asistió a Hogwarts, después de saber que era un animago no le quedaba ninguna duda de eso.

Pasó una tarde muy amena con la compañía de Sirius pero desgraciadamente tuvo que terminar, por la noche hablaron de lo riesgoso que resultaba si alguno de sus tíos decidía hacerle una visita sorpresa, así que Harry llevó al animago a una casa abandonada que había a tres cuadras de la de sus tíos, la dueña se había mudado cuando él tenía ocho años pero no había querido venderla, supuso que sería un buen lugar para que Sirius se quedara, de paso dejó sus cosas de Hogwarts ahí, así terminaría sus deberes más a gusto.

Se despidió de Sirius prometiendo regresar la noche siguiente para hablar y darle de comer, aunque este dijo que podía encargarse de conseguir su propia comida, Harry se recostó sobre su cama y suspiró alegremente.

—Por primera vez no estoy solo en Privet Drive


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