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I'll Never Love Again por dark-angel

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Notas del capitulo:

Siento tardar y siento que no esté corregido el capitulo, acabo de terminar de escribirlo y lo publico, quizás más tarde lo edite pero confesaré que aunque el fanfic no es realmente emotivo me hace llorar cada vez que escribo algo. A partir del próximo cap aparece RK900, aunque confesaré que estoy muy tentada a eliminarlo directamente de la escena y hacerlo un Convin puramente, pero ya puse el otro tag así que nada. 
Todos los caps tendrán intermedios describiendo el secuestro, no sé que tan explicita seré, de serlo lo advertiré antes; claramente la violación no la redactaré, no me siento en condiciones para siquiera intentarlo.

Decidí quitar directamente de la escena a Gav mientras Connor espera a Hank la primera vez y poner el encuentro del café como posterior, ya que la entrevista, esa situación y el club Eden suceden el mismo día y me parecía muy cargado para Gavin.

Actualmente, 2038.

Gavin había escuchado que la copia de su ex muerto estaba paseando por los bares en busca del maldito Teniente Anderson, cómo si no fuera suficiente que lo atormentara estando en el recinto había sido asignado también a aquella figura paterna que destrozó lo poco que le quedaba. No es que quisiera ser mezquino y decir que el hombre no merecía un compañero o alguien que lo ayudara a volver a ser moderadamente “persona” otra vez, solo que no creía que se lo mereciera (andar con una copia de Dmitry). El caso al que fueron asignados era uno de los tantos encontrados últimamente, robots que deciden revelarse ante sus dueños y terminan matándolos, era escalofriante como aquello que supuestamente estaba diseñado para cuidarte era capaz de masacrarte; demasiado humano, si alguien le preguntaba. Al parecer el androide era útil y encontraron al agresor (¿o víctima?), siendo arrastrado al recinto para ser interrogado. Mientras el androide era encerrado en el cuarto de interrogación, observó como “Connor” seguía a Hank como un maldito cachorro perdido, se sintió enfermo. Chris vino no mucho más tarde, comentando sobre el descubrimiento de la pareja y de cómo estaba ansioso de ver el desarrollo a través del interrogatorio; por alguna razón la curiosidad le pico (llámese su instinto masoquista). ¿Acaso Connor haría el interrogatorio? ¿Eso sería capaz de sacar la información requerido o sólo sería un espectador más? Algo morboso se revolvió en sus entregadas por querer verlo intentar hacer algo tan cruel como desatar emociones para obtener la verdad; ¿sería siquiera capaz de hacerlo? Antes de darse cuenta Gavin Reed había ingresado en el pequeño cuarto donde susodicho se encontraba observando a Anderson intentar conseguir la verdad del androide restante.

Gavin se posó contra una de las paredes, para tener mejor visión de todo, apenas unos centímetros por delante de Connor para poder verlo de reojo. Era entretenido saber que su atención poco se situaba en la verdadera razón por la cual debería de estar allí presenciando el interrogatorio. Contrariamente, y para nada inesperado, su atención sólo parecía centrarse en el androide y evaluar cualquier, pequeña o grande, pisca de “humanidad” latente que pudiera tener. ¿Por qué de entre todos los malditos androides que se desviaban el que se parecía a su difunto prometido tenía que ser el que tuviera un puto palo en el culo? Gran pregunta. Apenas reaccionó cuando Hank volvió a ingresar al cuarto donde estaban ellos, derrotado por no poder obtener ni una palabra del acusado y pareciendo querer irse lo más rápido posible del lugar para beber su peso en alcohol. Entonces tuvo la lucidez de hablar antes de pensar, soltando algo tan cruel que casi sonó hueco a sus propios oídos:

— Podrías forzarle un poco… si total no es humano —Se sintió enfermo de sólo insinuar torturar a alguien para obtener una confesión, aun así, su rostro no demostró el mal que su mente guardaba y casi parecía estar burlándose de la situación. Anderson hizo una mueca leve, Chris, por otro lado, lo miró atónito como si simplemente insinuarlo fuera demasiado para su pobre mente inocente. Joder, que sólo quería que se negaran, ni sabía porque lo dijo. No, lo sabía, estaba esperando que Connor afirmara aquello y lo permitiera para saber que esto realmente era una maldita pesadilla de la cual parecía imposible despertar, para su desgracia (o no), él dijo todo lo contrario.

— Los Androides no sienten dolor, sólo lo dañará y así no hablará —Casi faltaría que se encogiera de hombros ante su tono tan monótono e insignificante, como si simplemente no importara nada lo que realmente hicieran, si no fuera porque sólo lo dañarían y de nada serviría; ¿y si pudiera sentir dolor él lo permitiría? Gavin masticó su mejilla interna, evitando preguntar aquello que se plantó profundamente en su mente; no hubo suerte, él continuó—. Además, los desviados tienden a autodestruirse en situaciones de mucho estrés —Oh, que cualidad tan pintoresca. Bien hecho Kamski, has creado bombas de tiempo caminantes, bravo hermano.

— Correcto, listillo. ¿Entonces qué hacemos? —Su tono fue burlón pese a que realmente esperaba otro tipo de reacción. Se separó de la pared, descruzando sus brazos que en algún momento se juntaron, dejándolos caer a sus lados sin saber realmente que querer hacer con ellos. Se obligó a mirarlo, nunca desviar sus ojos de aquellos tan iguales y diferentes de Dmitry. La respuesta que recibió no fue para nada grata: “Lo podría interrogar yo”, sí claro, vamos, demuestra que tan deshumanizado estás. Se rio, no lo pudo evitar, mientras volvía a su lugar y veía como Hank lo permitía. ¿Es que acaso todos habían perdido la poca cordura que mantenían? ¿Era el único que se daba cuenta cuan mal estaba todo esto? ¿Cuán retorcido? Al parecer sí.

Connor era, por decirlo de forma errónea y simple, bipolar. Jamás vio a alguien cambiar tan rápido de táctica y mantenerse al día, era enfermizo, sintió ganas de vomitar y huir de allí sólo de escucharlo. Se obligó a cerrar sus ojos mientras escuchaba como empujaba a la maldita cosa hasta el límite y luego se hacía su amigo, como si fuera normal. Ese tipo de manipulación estaba mal, a un grado que ni podía llegar a comprender, y escucharlo de la voz que una vez fue de su amante era aterrador. ¿Acaso alguna vez Dmi había sido capaz de hacer ese juego? Sí, había manipulado más de una vez a Gav para que hiciera lo que quería, pero él lo sabía, era parte de estar enamorados y su juego; porque haría lo que fuera por él. ¿Pero esto? No tenía punto de comparación. Y sin contar la forma en que sus facciones se adaptaban para mejorar su acto, no había nada humano allí pero casi una imitación perfecta que le daba escalofrío. Jamás se sintió tan tentado a tomar su arma y matar a esa cosa. Y las mentiras, dios, fueron la peor parte cuando le dijo que no lo destruirían y todos sabían, hasta el maldito androide interrogado, que era mentira y aun así sonó tan verdadero; una promesa de salvación que jamás llegaría. De alguna forma, se sintió caer en un agujero profundo en el cual ya no sentía ni escuchaba nada hasta que se terminó con una maldición de Anderson. Tragó en seco y no se dio cuenta cuan estresado estaba hasta que la confesión llegó y este maldito acto terminó. Sus hombros se desplomaron, sus brazos abrazaron la parte media de su torso y observó a Hank salir primero para ser seguido por Chris. Respiró, lento y deliberadamente profundo en intento de borrar la voz retumbante en su cabeza.

Todo se fue al demonio en un abrir y cerrar de ojos. No recuerda que pasó correctamente pero sí que Connor, mostrando jodida amabilidad y quizás “humanidad” solicitó que Chris no tocara al androide que estaba al borde de un colapso y temeroso de ser tocado por otro humano, como su dueño, que podría herirlo. Claro, su parte racional puede entender el alcance del miedo de este y más que nada, puede simpatizar; tampoco quiso él, durante años, que otro hombre lo tocara y aun hoy es difícil cuando recuerda lo que las manos de ellos pueden hacer a su cuerpo. Aun así, el posible ataque hostil de este era seguro, sabía cómo actuaría él en su lugar y sabía que ocurriría si no se intervenía. Claro, él se puso del lado de su trabajo, el androide de Cyberlife se puso del lado de su “gente”, intentando de que no sea tocado y transportado sin este estrés añadido. ¿Pero qué garantía había de que no los atacaría cuando lo dejaran sólo para ir tras ellos a la celda pertinente? ¿Cómo sabían si ellos podrían controlarlo considerando que era más fuerte y rápido que ellos? Sin contar que no sentían dolor, técnicamente, sinceramente Reed dudaba de ello. Por alguna razón terminó apuntando a Connor con su arma, ni sabe que le dijo, sólo que realmente quería que todo esto terminara y Hank le dio la oportunidad. Estuvo tan tentado de dispararle al androide en espera de que misericordioso sea el teniente y acabara con su propia y patética vida. No sucedió, ni sabe que hizo luego, sólo se disoció tanto que la siguiente vez que tiene control de su cuerpo está en su casa mirando el suelo fijamente.

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Hace 12 años, 2026.

Lo primero que sabe cuándo se despierta, es que no está en su hogar y lo sabe simplemente porque no huele el aroma tan reconocido de su amante. Lo segundo que nota es el terrible dolor de cabeza, le hace sentir náuseas y querer arrancarse los ojos de su lugar, necesidad de gritar y a la vez de sofocar todo el sonido sordo que se filtra en sus odios. Lo tercero que nota, es que su mejilla está aplastada contra el frío y riguroso suelo, está húmero y no hace falta ser un genio para saber que claramente no estaba donde debería. Lo último que viene a su mente es la llamada telefónica a Elijah asegurándole que este fin de semana irían a comer a su casa, mientras salía de su turno matutino en la comisaría, apenas habiéndose cambiado su uniforme debido a que tenía que ir a una cita con Dmitry y ya iba tarde. Claramente nunca llegó. Abrir sus ojos era una tarea demasiado rigurosa, parecía costar cada onza de fuerza que tenía en su cuerpo y no era mucha, considerando que sentía todas sus extremidades pesadas. Ahora que lo pensaba, ¿sus mano y pies estaban atados o sólo era la sensación de pesadez? No, definitivamente lo estaban. Con su corazón en su garganta, separó lentamente sus parpados y su vista se enfocó en la oscuridad misma; con dichos en función sus oídos dejaron de sofocarlo tan arduamente y pudo definir el suave goteo tras suyo. Hace memoria intentando de recordar cómo llegó allí, tarda en darse cuenta que la picazón que sintió en su cuello definitivamente no fue un mosquito, sino que había sido drogado. Ahora estaba lento, aturdido y definitivamente secuestrado. ¿A quién rayos había cabreado esta vez?

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Actualmente, 2038.

No llegó a ir a la cama cuando su móvil sonó con el aviso de una escena de crimen donde era solicitado. Dudó, tambaleándose brevemente al levantarse, en realmente acudir, pero decido que quizás hoy podría ser su maldito día de suerte. No lo fue, nunca lo era. Llegó al Club Edén, donde prostituían malditos androides, en serio, ¿en qué demonios se había metido su hermano para creer que esto estaba bien? Enfermizo. Joder, últimamente era su palabra favorita. Él sabía la clase de cosas enfermas que la gente podría hacer en esos lugares, simplemente porque podían y porque pagan por ello; como si tuvieran el maldito derecho de destrozar todo y satisfacer sus perversidades sólo por tener dinero. La escena era simple, un hombre que había sido ahorcado hasta la puerta, un androide muerto. Un nene de dos años podría afirmar que faltaba un cómplice, si ella estaba muerta y él también, claramente hacía falta un tercero en la ecuación. No tuvo mucho tiempo para indagar o investigar cuando Hank, borracho, atravesó la puerta con Connor a cuestas.

— Pero mira que tenemos aquí, el teniente Anderson y su mascota de plástico, ¿Qué coño hacen aquí? —Burlarse era la mejor defensa, aunque no pudo mantener realmente su mirada en el androide. Si fuera sólo Hank, le diría lo que descubrió de sólo mirar, cooperarían en la investigación, le diría de trabajar juntos y no sería un maldito imbécil, pero joder, no era sólo él y debía de acostumbrarse al doppelganger.

— Nos asignan en todos los casos donde hay Androides.

— Ah, ¿sí? Pues pierden el tiempo, es sólo un pervertido que mordió más de lo que podía masticar —Era mezquino de su parte no decirles sobre la pieza faltante, supuso que si Connor era tan especial como se hacía mostrar lo descubriría por su cuenta. La broma, de igual modo, fue de mal gusto, pero necesaria para él. Hank dijo que echaría un vistazo de igual modo, cosa que le hizo fruncir su ceño sin poder evitarlo, sintiendo desplazado y herido. Lo atacó, porque era su forma de cubrirse, burlándose de las adicciones del hombre y luego chocando al androide. No era su idea hacerlo, pero no pudo evitarlo, una parte de él anhelaba casi de forma enfermiza el calor que su amante perdió; sólo que él tampoco lo tenía, ese pequeño roce fue tan frío y macizo que le recordó tan firmemente que esto era una maldita broma. Ni siquiera se detuvo a decir nada más, tomó sus malditas cosas, pidió un taxi y se fue directo a su casa dejando a Chris atrás sin otra palabra. Tropezó por su hogar, a ciegas cayó en su sofá, demasiado rígido y solitario, antes de desmayarse en un quiebre emocional. Primero vino la necesidad de gritar, cual tragó mordiéndose la lengua hasta que esta sangró y luego las lágrimas que produjeron un leve apagón en su cerebro; con el palpitar de su cabeza la negrura lo reclamó.

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Hace 12 años, 2026.

Intenta levantarse, consiguiendo rodar hasta estar de espalda y mirar el techo, alto y oscuro, apenas vislumbra lo que seguramente era una lámpara. Vuelve a girar hasta estar boca abajo, sus labios rozan el mugroso suelo, resopla, sintiendo los pequeños pedazos de algo pegarse en sus resecos labios y contrae su cuerpo (como si fuera un gusano) hasta poder sentarse en sus rodillas y piernas. El movimiento es muy lento, lo marea y cae dos veces hasta de lograr apoyar su trasero contra sus pies y mirar su entorno mejor; el cuarto es pequeño, lo suficiente para parecer un deposito o despensa. Intenta filtrar los sonidos de su entorno, descubrir si puede oír a alguien cerca suyo, pero no hay nada. Las opciones son limitadas y se acortan más mientras sus brazos se queden tras suyo; él sabe que no es tan flexible como quiere creer, pero lo intenta de todas maneras, pasando sus brazos por debajo de sus muslos (sentándose ahora con sus piernas extendidas) y flexionando su cuerpo hacia delante para llegar al final de estas. Su suerte es que es corto, pero su mala suerte es que la posición en la que se encuentra le obliga a dislocarse su hombro para terminar el acto; muerde su hombro contrario mientras tironea más y más hasta que suave clic llega junto a las cálidas lágrimas. Un jadeo retumba en el lugar mientras tomaba rápidas y cortas respiraciones para estabilizar el dolor sordo que siente. Ahora teniendo sus manos frente a sí podría desatar la cuerda de sus piernas, esa era la idea y por el momento el plan va bien. Demasiad suerte, dirían.

Se levanta del lugar tropezando, sus manos no han podido ser liberadas, aunque intentó morder la cuerda, demasiado gruesa y bien atada. Se encamina hacia la puerta, dudoso se apoya contra ella intentando de descubrir si alguien se encuentra del otro lado; no hay sonido más que el suave goteo dentro de su propia prisión y su respiración muy mal disimulada. La puerta se abrió cuando movió la manija, y él sabía que era demasiado fácil, joder, era demasiado fácil. Pero la adrenalina comenzaba a correr por sus venas y se sentía invencible, así que hizo lo más estúpido que pudo haber hecho y salió del cuarto, caminó con su cuerpo pegado a la pared e intentó estar alerta a todo; no lo vio venir, o sí, pero fue demasiado arrogante para creer que podría suceder.

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Actualmente, 2038.

Gavin no recuerda haberse despertado o siquiera ir a la oficina, todo es simplemente demasiado confuso en su mente. No es anormal en él esta clase de episodios donde hacía todo casi automático, sin estar presente, su cuerpo moviéndose como si fuera una maldita máquina; pero confesará que nunca fueron tantos en tan poco tiempo como desde que apareció Connor. Dicho, estaba en la sala de descanso preparando el café que le llevaría a Hank cuando decidiera llegar al lugar, para variar, y no puedo evitar exigirle que le hiciera uno a él también. Lo insultó, lo denigró y esperó realmente una reacción negativa; un golpe, un algo, pero nunca llegó. Informó que sólo recibía órdenes de Hank y no puedo evitar sentir la rabia crecer en su estómago al punto que chocó con el cuerpo del androide, tomándolo de la camisa e intentando alzarlo el suelo, gruñendo, por la traición y dolor que sentía. Fue apaciguado por dicho, que apenas tuvo su maldito LED girando el amarillo un segundo antes de patrocinarlo, tratándolo como un maldito niño que necesitaba consuelo. Gavin maldijo en voz alta, lo empujó y luego se perdió en el baño de hombres donde sacó su frustración dañándose a sí mismo.

Clavó sus uñas en su piel, al menos en la poca que quedaba propia; apretó sus huesos con su brazo cibernético apretujó al punto de marcarse, moretones florecieron con facilidad, y sintió la terrible necesidad de hacer crujir sus propios huesos en espera de hacerlo sentir otra clase de dolor que no fuera el sofocante que lo arrastraba hacia abajo y lo dejaba sin aire, pero sin matarlo del todo. Quería que todo despareciera, pero a la voz de Connor se filtra en su traicionero cerebro y repite la frase como una burla completa; cómo si Dmitry fuera a engañarlo con Anderson, como si ni para él fuera lo suficientemente importante para mirarlo. Y dios, no lo era, porque la voz de su amante diciéndole cuanto lo odiaba lo siguió maliciosamente. Pero estaba bien, se repitió, porque se lo merecía; el dolor físico, el dolor emocional y el que hasta la maldita copia de su prometido lo odiara era parte de su castigo y lo sabía, dios, lo sabía. No por ello era mejor.

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Hace 12 años, 2026.

La risa maniática de alguien resuena en los pasillos, siente su corazón latir en sus odios mientras apresura su caminar. No escucha pasos, pareciera que un fantasma lo acosa, y quizás no estaba tan lejos como creía aquella afirmación. La habitación giraba aun, por la droga que tenía en su sistema, y sus pasos seguían siendo torpes y lentos; era inocente creer que podría escapar. Apenas se da cuenta cuando ese alguien se precipita tras suyo, tomando su cabello con sus grandes y grasos manos para tirarlo hacia atrás; todo su cuero cabelludo grita por compasión y sus piernas se tambalean intentando mantenerlo recto, tontamente. La brutalidad con la que es tironeado hacia atrás y luego arrojado contra la pared paralela hace que todos sus huesos crujan; cae suelo como una marioneta sin cuerdas y salvajemente busca con sus ojos desenfocados al percutor de tal daño. El hombre podría tener simplemente cincuenta o sesenta años, regordete y musculoso, los tatuajes cubren su rostro y la descuidada barba sólo acentúa –de mala manera- su porte de criminal. Al parecer él es su secuestrador y no tiene ni puta idea quién es realmente. Vagamente puede recordar esas marcas de algún lugar, pero no puede poner el dedo en él, sus manos rápidamente intentan estabilizarlo y sus piernas flácidas ponerlo en pie, Gavin no se dejará pisotear, luchará. El hombre ríe con más fuerza y dice algo en idioma que es demasiado extraño para descifrar; quizás sólo es su cerebro lento y tonto que no lo entiende. La mano vuelve a él, sujetando su antebrazo derecho con fuerza y tironeándolo por el pasillo, clava sus talones en el suelo y tironeó contrariamente, la voz murmura algo demasiado suave y escalofriante; no necesita saber que dice para saber que no es bueno. La mano vuelve a su cabeza pese a que él intentó esquivarla y su cabello se enreda otra vez en sus dedos, tiró, bruscamente, antes de sacudir la cabeza del policía y golpearla con una fuerza brutal contra la pared. El negro llena su visión junto al estallido de colores tras sus parpados y el pitido constante vuelve a sus oídos alertándole lo mal que fue salir de allí. La conciencia se pierde más rápido de lo deseado, sintiendo su cuerpo ser tomado y arrastrado mientras lo demás se disocia fácilmente de la realidad, cuando sus ojos puedan volver abrir sabía que no sería para ver el cielo otra vez.

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Actualmente, 2038.

Lo siguientes días son demasiado mecánico para él comprender que está sucediendo a su alrededor. Las maquinas sienten, las maquinas son “ellos” y no “eso”. Ellos desean libertad, humanidad, sentimientos, una vida. Luchan, exigen y los humanos temen ser arrebatados de aquello que creyeron ser únicos; no pueden soportarlo, la revolución llega junto a una pequeña batalla intencional o no de ambos bandos. La cantidad de crímenes de desviados aumenta drásticamente junto a la de odio hacia los androides; el recinto jamás estuvo tan lleno de trabajo como estos días y cada vez es más difícil cuando todos comienzan a pelearse por sus propios ideales y temores. Gavin intenta alejarse de todo, no quiere tener nada que ver con esta mierda y definitivamente le da igual si hoy los androides pueden sentir o no, le da jodidamente igual si ellos los van a todos o no, mientras él está en medio de la lista de muertes estará bien. El problema es que el pequeño desgraciado del doble de su amante parece resuelto a parar con esto, como si tuviera derecho a detener la creación de una nueva vida porque lo ve inhumano, horroroso, incorrecto. Su idea era mantenerse a raya, dios, cómo quería hacerlo, pero nunca puede.

Encontró a Connor intentando de ingresar a la sala de prueba, pese a que su caso había sido tomado por el FBI hacía sólo unos minutos. No importa que mostrara amabilidad y burla, que intentara de desviar su atención, él sabía que no estaba tramando nada bueno y realmente, por primera vez en su patética vida, tenía razón. Enfrentó al desgraciado, con tantas ganas de pegarle un tiro y acabar con su mísera, quizás, una vez muerto podría tener el valor de volarse su propio cerebro. Pero perdió, porque era débil y humano y no importaba que su puto brazo fuera de androide y su pierna, para dar mejores golpes e igualar momentáneamente la balanza; no podía realmente dañarlo, no sonando como Dmitry, no mirándolo con esos ojos y rogándole en silencio que creyera en él. Se lo debía y se dejó vencer. Para cuando despertó, el desgraciado se había ido a intentar acabar con la revolución y no importaba mucho más. Gavin rezó, por primera vez desde nunca, a cualquier deidad que lo quisiera escuchar, que no le permitiera cumplir su objetivo. Porque quizás, si los androides ganaban Connor se volvería más “humano” y quizás, sólo quizás, podría arreglar lo que rompió hace tantos años. Quizás podría redimirse y hacer que Dmitry no lo odie más, tenerlo a su lado otra vez, quizás podría volver a respirar sin sentir que sus pulmones tienen clavos o despertar sin creer que está en el mismo infierno donde jamás podrá salir. Y quizás, si Connor falla, él podrá también volver a ser humano otra vez… pero quizás él no tendrá esa suerte de probarlo.


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