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50. La caída de Leo (30) por dayanstyle

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Leo se detuvo en la pequeña aldea, preguntándose cómo infiernos iba a organizar a la tribu. De lo que Jongin le había dicho por teléfono antes de que dejara el rancho, los elf del bosque estaban causando nada más que caos, con los elf de las sombras y cualquier otra criatura paranormal que se presentaba.

No estaba seguro de lo receptivo que iban a estar con un shifter oso llegando para organizarlos. Y cuanto más pensaba acerca de lo que podría suceder, más se alegraba de haber dejado a Hyuk cuidado por su familia. Sólo el pensar en alguien intentando lastimar a su pareja hacía que el oso de Leo quisiera arrancarle la garganta a alguien.

Leo estacionó la camioneta, ya extrañaba a Hyuk. Esta no era su casa y Leo haría el mejor trabajo que pudiera, pero extrañaba al eufórico hombre. Nunca pensó que vería el día en que anhelara a un chico que no paraba de hablar y que chasqueaba los dedos y hacía que Leo saltara.

Dioses, realmente se estaba convirtiendo en un bobo y ni siquiera había dormido con el tipo.

Leo salió de la camioneta, metió las llaves en el bolsillo y luego caminó alrededor hacia el remolque de caballos, abriendo la puerta y sacando a Warrior. No había manera de que estuviera viviendo aquí sin un caballo para montar.

Vio algunos de los elf del bosque salir de sus chozas, mirándolo con curiosidad. Leo observó cómo uno de ellos  se acercó a él, con las manos escondidas detrás de su espalda. Al instante se puso en alerta.

—Déjame ver tus manos, elf. —No era una petición y Leo gruñó las palabras amenazadoramente. Tenía que establecer desde el principio quién estaba a cargo aquí.

El hombre extendió las manos delante de su cuerpo, pero veía a Leo. —Elven, no elf. ¿Me veo de un metro de altura? Un elf es una criatura pequeña, que yo, ciertamente, no soy. Puedes referirte a nosotros como fey si lo deseas. ¡Somos Elven o fey, pero no elf!

Este hombre estaba pidiendo que palmeara su culo y Leo ni siquiera había estado ahí cinco malditos minutos. La hostilidad que salía del hombre podría haber sido cortada con un cuchillo mientras Leo llevaba a Warrior hacia el árbol más cercano y lo ataba.

—¿Quién está a cargo aquí? —Quería saber qué pensaban acerca de que él estuviera a cargo. Se le dio un trabajo que hacer y Leo malditamente iba tratar  de hacerlo. Sólo rezaba como el infierno que Kiseop encontrara un remplazo pronto. Podría decir que esto no iba a ser un día de campo.

—Yo —el hombre gruñó las palabras—. ¿Quién eres y por qué estás descargando en mi pueblo? ¿Su pueblo?

 

—Kiseop me envió.

 

La pequeña mierda se quedó en silencio, con los ojos recorriendo a Leo como si fuera la escoria en la parte inferior del desnudo pie del hombre. —No es uno de nuestros mayores. Él no tiene derecho a pedir que vengas aquí. Ni siquiera es un elven del bosque. Él es de la sombra.

 

« Y la política comienza».

 

Leo abrió la boca para darle al hombre elven un pedazo de entendimiento cuando oyó pequeños chillidos procedentes de la parte trasera de su camioneta. Alejándose del elven, Leo se detuvo cuando llegó a la puerta trasera y escuchó con atención.

—Silencio, Bacon, o nos sorprenderán.

 

Leo tomó el borde de la lona y la levantó, gruñendo cuando vio a Hyuk entre las bolsas de su equipaje, Bacon presionado con fuerza entre sus brazos. —¿Qué estás haciendo aquí, Hyuk?

Hyuk abrió la boca y vio la cama de la camioneta. — Esta no es mi cama.

—No me digas —bufó Leo dejando la lona y colocando las manos en sus caderas. Eso le impidió tratar de estrangular a Hyuk—. Te dije que te quedaras con mi familia, Hyuk. No tengo ni idea de cómo estos elf van a actuar.

—Elven —corrigió el hombre de pie cerca de Leo—. ¿Y por qué íbamos a hacer daño a un humano? Él no ha hecho nada para ofender. Fue la pareja de tu padre quien mató a nuestro líder. ¿Cómo se atreve Kiseop a enviar a alguien de la familia del asesino para que nos guíe?

Leo se acercó a Hyuk, listo para proteger a su pareja si este tipo intentaba algo. Estaba bastante seguro de que podría tomar al hombre, pero él era un oso y había un montón de elf.

—Si lastimas a mi pareja, no vivirás lo suficiente para lamentarlo —amenazó Leo.

—Wow —dijo Hyuk mientras se empujaba desde la cama de la camioneta, sosteniendo a Bacon—. ¿Soy tu pareja y no me lo dijiste?

Hyuk sonaba enojado y Leo no estaba de humor para hacer frente a un elf furioso y una pareja molesta al mismo tiempo. —Discutiremos eso más adelante, Hyuk.

—Oh, amigo, es mejor que creas que lo haremos. —Hyuk se giró hacia el elf, las líneas de ira de su rostro se suavizaron—. Soy Hyuk, ¿quién eres tú?

—Me llamo Han Bin.

—Tú eres... ¿qué? —Hyuk preguntó, viéndose confundido como el infierno.

—No, H-A-N  B-I-N

—Oh. —Hyuk parpadeó un par de veces hacia el hombre y Leo sabía que su pareja seguía sin entender. La mirada era adorable, a pesar de que Leo estaba enojado con su pareja. El hombre solo no podía evitar ponerse en peligro. La idea de amarrar a Hyuk le llegó a la mente, pero Leo tenía la sensación de que el hombre de alguna manera encontraría una forma de salir de sus ataduras.

 

El hombre de cabello rubio oscuro iba a ser la caída de Leo.

—¿Tienen un baño? —Hyuk preguntó, viendo rápidamente a su alrededor—. Ha sido un largo viaje.

—Por ahí. —Han Bin señaló una letrina.

 

Hyuk empujó a Bacon a los brazos de Leo y luego se fue al otro lado de la aldea. Leo gruñó y siguió a su pareja. No le gustaba que Hyuk se alejara de él cuando él no sabía si estos hombres eran hostiles o no. Y por la manera en la que Han Bin estaba actuando, estaba empezando a pensar que tendría que meter a Hyuk en su bolsillo para mantener al hombre a salvo.

 

Hyuk sostenía una pequeña botella de líquido azul entre sus labios y se frotaba vigorosamente las manos mientras salía de la letrina. Leo arqueó una ceja hacia el chico. Hyuk rodó los ojos y terminó de frotarse las manos y luego guardó la pequeña botella en el bolsillo de sus pantalones.

—No hay lavabo para lavarse las manos —murmuró Hyuk—. ¿Sabes que es antihigiénico? No estaría seguro de estrecharle la mano a alguien si fuera tú. Podrían llenarse de gérmenes y luego si te frotas la mano en la cara... —Hyuk se estremeció—. La gente no es consciente de la frecuencia con que se tocan la cara. Solo no toques a nadie.

Leo sacudió rápidamente la cabeza mientras su pareja se quejaba de las insalubres condiciones, pero tomó al cerdito de nuevo en sus brazos. Hyuk incluso empezó a cantarle a la maldita cosa, la besó en la cabeza y luego se dirigió hacia la camioneta.

¿Y pensaba que el cuarto de baño era antihigiénico?

—Yo estaría feliz de llevar al cerdito a la vivienda para cocinar si así lo desean —dijo Han Bin.

Leo se congeló por un momento al oír esas palabras y luego corrió tras Hyuk. Podía ver a dónde iría esta conversación y esta vez tuvo miedo por el elf del bosque.

—¿En serio? —Hyuk dijo mientras empezaba a entregarle el cerdito, Han Bin extendió los brazos, tratando de alcanzar a Bacon—. Eso sería muy agradable. Necesita un poco de leche.

—¿Leche? —Han Bin preguntó lentamente, viéndose un poco sorprendido y bajando lentamente las manos.

—Sí —dijo Hyuk con un guiño y una sonrisa—. Tiene que comer cada pocas horas. Es sólo un bebé.

 

Leo se detuvo y cerró la boca cuando vio la expresión de confusión en Han Bin. «No lo digas,no lo digas», rezó, esperando que Han Bin   mantuviera la boca cerrada. Hyuk iba a explotar.

—Estoy confundido —dijo Han Bin. Lo iba a decir.

»—Si lo vamos a preparar para la cena, ¿por qué habríamos de darle de beber leche?

«¡Demonios! Él lo dijo».

 

Hyuk respiró hondo y escondió a Bacon contra su pecho, mirando a Han Bin como si fuera el mismo diablo. —Yo nunca me comería a Bacon. Es sólo un bebé. Eres un bárbaro. ¿Por qué te comerías a un bebé? ¡Deberías de estar encerrado!

Leo se quedó con la boca abierta cuando Hyuk le dio una patada a Han Bin en la espinilla y luego se dio la vuelta y se marchó. Sí, Hyuk había explotado. Estaba sorprendido de que Han Bin siguiera de pie, aunque estaba saltando alrededor, frotándose la espinilla.

—Él está loco.

 

Leo entrecerró los ojos al hombre. Se podría decir que Hyuk era un poco extraño, pero nadie tenía el derecho de llamar a su pareja loco. —Su nombre es Hyuk, y no está loco. — Leo no podía creer las palabras que salían de su boca, pero él no podía hacer nada para evitarlas—. Ama a Bacon y la primera persona que siquiera piense en cocinar al cerdito tendrá que responder ante mí.

—¿Quién demonios eres? —Han Bin bufó mientras bajaba la pierna hasta el suelo—. No necesitamos forasteros aquí. Debes irte.

—Sí, esa no es una opción, niño elf. —Wow, él no iba a ganar amigos de esa manera—. Jongin me envió a llevar sus atrasados traseros al siglo actual. Le gustaría que lo hiciera sin derramamiento de sangre. Yo no soy tan exigente.

 

 

 

Hyuk se sentó en la puerta trasera de la camioneta, acunando a Bacon en su pecho. Mantuvo su rostro escondido con el cabello y el cerdito para que nadie viera las lágrimas en sus ojos. Él no sabía lo que lo enojó, que alguien quisiera comerse a su precioso cerdito o que Leo supiera que eran pareja y nunca dijera nada.

Hyuk no era estúpido. Él sabía lo que  eran  las parejas. Había visto a los hombres de la casa Moon, incluyendo a su propio hermano. Veía cómo eran las cosas entre parejas, la cercanía y el amor que  compartían. Quería  lo mismo. Y lo quería con Leo.

En un principio, Hyuk había hecho a un lado la naturaleza áspera de Leo, sabiendo que el hombre no estaba acostumbrado a alguien como él. No había mucha gente. Hyukjin siempre dijo que Hyuk era un gusto adquirido. A alguna gente le gustaba y a algunas personas no.

Había pequeñas cosas que Leo hacía, como darle a Bacon, que hacía que Hyuk creyera que  le  agradaba  a Leo. Ahora, él no estaba tan seguro.

El hombre no había dicho nada acerca de que ellos eran pareja.

Hyuk sollozó cuando el dolor lo abrumó. No había un centímetro de su cuerpo que no doliera. Hyuk se preguntaba cuánto dolor podía tolerar una persona antes de renunciar.

Levantó la cabeza y vio hacia donde Leo estaba hablando con Han Bin. Su  pareja. Su  grande y  hermosa y mentirosa pareja. Bueno, Leo realmente no le había mentido. Él solo no le había dicho la verdad. Una mentira por omisión seguía siendo una mentira.

Pero al menos la verdad había llegado finalmente y Hyuk sabía que las cosas que él había querido, había soñado, nunca iban a suceder. Leo claramente no lo quería como una pareja quería a otra pareja.

«Bien».

 

Hyuk captó el mensaje fuerte y claro. Tenía que salir del pueblo y regresar al rancho en la primera oportunidad. Y a partir de ahí, quién sabe. Quizás iría a buscar algún lugar en el pueblo. Quizás Baekho le permitiría alquilar la habitación del restaurante. Y eso asumiendo que Baekho aceptara a su mascota.

Hyuk abrazó a Bacon, necesitaba sentir que alguien lo quería. Seguro como la mierda, Leo no lo hacía. Hyuk se preguntó por qué el chico incluso hablaba con él. Y entonces se sintió aún peor cuando se dio cuenta de que la única razón de que Leo hablaba con él era porque él lo presionaba. Leo había intentado de mil maneras diferentes evitarlo. Hyuk no se había dado por aludido.

Lo captó ahora.

Niño, ahora lo entendía.

 

Eso era algo que Hyuk nunca creía olvidar, no de nuevo. Leo no lo quería, aunque sabía que eran amigos. No es de extrañar que Leo siempre estuviera tratando de empujarlo hacia otra persona. El hombre apenas podía permanecer en la misma habitación que él.

Hyuk se limpió con la manga los ojos húmedos y luego se echó hacia atrás para tomar la bolsa que había preparado cuando tenía idílicos sueños de correr hacia el atardecer con Leo. Se colgó la correa de la bolsa sobre su hombro y se deslizó hasta el borde de la cama de la camioneta, saltando hacia abajo.

Tenía que haber una forma de salir de este lugar olvidado de Dios. Hyuk comenzó a caminar por un camino de tierra y luego se detuvo cuando una camioneta llegaba a la aldea y se dirigía hacia él. No estaba seguro de quién era, así que se dio la vuelta y se dirigió hacia donde estaba Leo. Por más que no quisiera depender de la ayuda del oso, no era tan estúpido como para estar con extraños en este lugar desconocido.

Leo giró la cabeza hacia Hyuk y luego vio más allá hacia la camioneta que se acercaba. Por un momento, una nube negra obstruía la vista del oso, pero luego las nubes se despejaron y una mirada confusa sustituyó su expresión.

—¿Qué están haciendo aquí? —Leo preguntó mientras caminaba pasando a Hyuk.

—¿Sabes quiénes son? —Hyuk preguntó mientras veía la camioneta que se  acercaba.

—Si. Conozco a Gong Chan y Jin Young de cuando  ayudaron a Junho con un pequeño problema. Pero no conozco al hombre de cabello negro sentado en una orilla. Ve con Warrior, Hyuk. — Leo señaló hacia su caballo que estaba atado a un árbol a unos seis metros de distancia.

—Pero…

 

Leo apretó la mandíbula, y luego se pasó la mano por la cabeza, suspirando. —¡Por favor!

A Hyuk no le gustaba que lo relegaran al lugar donde estaba el caballo, pero podía ver la preocupación en los ojos grises de Leo. Si no se acabara de enterar de que Leo era su pareja y que le había ocultado esa información, Hyuk realmente pensaría que al hombre le importaba.

 

Hyuk rodó los ojos. —Bien.

—Gracias.

—Como sea —gruñó mientras acomodaba a Bacon bajo su brazo y se dirigía hacia el caballo. Pero una vez que Leo le dio la espalda, Hyuk caminó de regreso hacia  los  recién llegados. Estaba bastante seguro de que Leo podría hacerse cargo de cualquiera que tratara de lastimarlo. El hombre era un oso después de todo.

¿Qué podría vencer a un oso?

 

Caminó hacia el otro lado de la camioneta de Leo y se agachó, viéndolos.

—Jin Young, Gong Chan —dijo Leo mientras los hombres bajaban de la camioneta—. ¿Qué les trae por aquí?

El tipo al que Leo llamó Gong Chan y el desconocido de cabello negro se acercaron al hombre pequeño al que Leo le dijo Jin Young, como si lo protegieran. Hyuk rodó los ojos. «Como si alguien pudiera vencer a mi oso».

Hyuk se mordió el labio inferior al recordar que Leo no era su oso. El hombre había dejado muy claro que no quería nada con Hyuk.

—Jongin llamó a Changjo y pidió curanderos —dijo Gong Chan—. Nos dijo que los elf no tenían sanador.

—Elven —Han Bin corrigió acaloradamente al hombre—. ¿Por qué los shifter no pueden decirlo correctamente?

Hyuk se acercó a la camioneta de Leo y se sentó en el suelo, colocando a Bacon en su regazo mientras le acariciaba la cabeza al cerdito y escuchaba.

—¿Dónde descargamos? —Gong Chan preguntó.

—¿Han Bin? —Leo giró la mirada hacia el hombre elven.

—Sólo tenemos dos viviendas disponibles. Los hombres tendrán que trabajar en hacer los arreglos de vida —respondió Han Bin y luego señaló las dos chozas cercanas, atrás de la camioneta de Leo—. Voy a ir a buscar a Kiseop y ver por qué el elven de las sombras invitó shifters a nuestro pueblo.

Han Bin se marchó hecho una furia, con los labios tan delgados que los bordes se habían vuelto blanco. Sus manos eran puños y movía sus brazos fuertemente hacia atrás y adelante mientras el fey se dirigía al bosque. Hyuk tenía curiosidad acerca de adónde iba el hombre, pero regresó su atención hacia los cuatro hombres que estaban en el otro lado de la camioneta.

—Leo, él es mi pareja, el Doctor Cha Baro.

 

Hyuk cerró los ojos ante la palabra pareja. Parecía que todo el mundo tenía una. Entonces, ¿por qué lo negaba su pareja? Hyuk no podía entenderlo. ¿Sería que no  lo amaba? Sabía que podía ser un dolor en el culo, pero no creía   ser tan malo.

—Creo que vamos a tomar la cabaña de la derecha — dijo el doctor y luego se dirigió hacia la parte trasera de su camioneta.

—Una vez que se acomoden, caballeros, vengan  a verme. Tenemos que hablar de lo que hay que hacer por aquí y los problemas que los elves del bosque han tenido —dijo Leo.

Hyuk apoyó la espalda contra la puerta de la camioneta y se deslizó hasta su parte inferior, preguntándose dónde iba a dormir. Era dolorosamente obvio que Leo no lo quería cerca. Podía dejar el pueblo, pero estaba oscureciendo y Hyuk no estaba a favor de caminar en el tono negro de la noche.

Se rio para sus adentros. Cuando él y su hermano llegaron a la villa Kim, Hyukjin lo había molestado acerca de los osos que salen de los bosques. Hyuk no tenía ni una maldita idea en ese momento que uno estaba predestinado para él.

Dios, en qué jodido lio estaba.

 

—No estás con Warrior, Hyuk.

 

Hyuk levantó la vista para ver a Leo junto a él. Se encogió de hombros mientras sus dedos se deslizaban suavemente por la espalda de Bacon. —Estoy a salvo, ¿no es así? —murmuró mientras se ponía de pie—. Soy más que capaz de cuidar de mí mismo, Leo. No necesito un oso que lo haga por mí. He estado cuidando de mí mismo por mucho tiempo. — Hyuk rodeó la camioneta y vio la cabaña en la que los otros estaban descargando, así que se dirigió a la otra.

—Hyuk.

 

Hyuk ignoró a Leo mientras caminaba hacia  la choza. No creía que tuviera nada de qué hablar. El oso no lo quería. Él entendió eso. Leo no tenía por qué seguir recordándole ese hecho.

Hyuk entró en la choza, viendo a su alrededor. Estaba amueblada con modestia, con sólo una cama que estaba establecida cerca del suelo y una pequeña mesa de madera. La pequeña mesa auxiliar parecía tallada a mano y hecha no solo de madera sino que tenía pequeñas ramas entrelazadas en el acabado.

Se sentó en el borde de la cama, preguntándose si podría pedir a uno de los hombres elven si tenían ropa de cama extra. Él no quería destapar a Leo mientras dormía en la misma cama con el imbécil gruñón.

Hyuk bajó la vista hacia abajo a sus pies cuando Leo entró por la puerta con su equipaje, colocándolo en la pared del fondo. Hyuk dejó que la bolsa se deslizara de su hombro y la dejó a sus pies. Observó a Leo llevar todo adentro, sin decir una palabra. Era malditamente incómodo.

—Voy a ver lo que tienen de comer —comentó Leo cuando trajo lo último de sus cosas adentro.

Hyuk asintió, esperando que Leo se fuera. Una vez que estuvo solo, Hyuk agarró su bolso y lo puso cerca de las pertenencias de Leo y lo usó como almohada cuando se acurrucó en el suelo de tierra, metiendo a Bacon en el hueco de sus brazos.

—Por lo menos tú me quieres, ¿verdad, muchacho? — Hyuk le preguntó al cerdito. Bacon hizo un pequeño bufido y se metió más profundo contra el cuerpo de Hyuk.

»—También te amo. —Hyuk se limpió las lágrimas que caían de nuevo y se giró de espaldas a la puerta y cerró los ojos, diciéndose a sí mismo que se iría con la primera luz.

No había manera de que fuera a quedarse  para ver lo que no podía tener. Y Leo Moon había sido alguien al que había querido desesperadamente.

Lástima que Leo no lo había querido ni siquiera un poco.

 

 

Continuara....

 


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