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50. La caída de Leo (30) por dayanstyle

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Leo Moon jaló la cabeza hacia atrás mientras montaba su caballo de una manera totalmente masculina que hacía que todo lo que Hyuk pudiera hacer, era quedarse ahí y babear por el hombre. Él quería estar en ese caballo con Leo. Quería ser el caballo y dejar que Leo tomara las riendas.

Era algo que había estado anhelando desde  hace algunos semanas. Hyuk veía a Leo desde lejos y le daba rápidas miradas al hombre cada vez que la oportunidad se presentaba.

Mientras Leo se acercaba, Hyuk contuvo el aliento, esperando, deseando, necesitando. Rezó porque Leo llegara junto a él y le diera una de esas sonrisas premiadas. Esperaba que Leo desmontara de su caballo y jalara a Hyuk a sus brazos.

Mientras Leo se acercaba, Hyuk sintió que su ingle se tensaba. Quería, quería desesperadamente.

Leo detuvo su caballo, desmontó y jaló a Hyuk a sus poderosos brazos, depositando un beso en sus labios tan fuerte que Hyuk temía que sus labios se partieran en dos. El hombre lo dominaba, tomando el control en sus manos y mostrando a Hyuk cuán dominante realmente era.

Los pulmones de Hyuk comenzaron a arder, pero se negó a retirarse del beso. No quería apartarse. Temía que si se retiraba, Leo se llevara sus dulces labios con él y cabalgara hacia el atardecer.

 

—He esperado a alguien como tú toda mi vida —Leo gruñó en la boca de Hyuk.

—Estoy aquí, niño grande —dijo Hyuk y luego envolvió sus brazos alrededor del cuello de Leo, el hombre lo jaló más cerca, y profundizó el beso.

El caballo relinchó y Hyuk sintió que su pene se engrosaba cuando Leo metió su lengua profundamente en la boca de Hyuk. Quería que Leo lo acostara en la hierba suave y le hiciera el amor.

—Llévame —rogó Hyuk sin aliento. —Llévame lejos contigo.

Leo pasó las manos sobre la cabeza de Hyuk, agarrando un puñado de cabello y jalando la cabeza de Hyuk hacia atrás. Hyuk gimió cuando el dolor explotó con placer. — Más duro.

Leo metió la pierna entre las de Hyuk, frotando su pene. Hyuk siseó cuando sus bolas se aplastaron a largo de la fuerte pierna de Leo. —¡Sí! —Echó la cabeza hacia atrás mientras Leo mordía su cuello.

»—¡Dios, sí! —Su pene explotó en sus pantalones mientras Hyuk gritaba el nombre de Leo.

—¿Qué infiernos sucede aquí?

 

Hyuk parpadeó cuando lentamente abrió los ojos, la imagen de Leo lentamente desapareció ante una conocida y no bienvenida presencia. Una ola de decepción se apoderó de él cuando se dio cuenta que estaba en su propia cama. Solo.

Había sido sólo un sueño.

 

Él gimió cuando sintió y olió el semen que había terminado sobre su abdomen una vez más. Parecía que todas las noches estaba teniendo el mismo sueño y no estaba más cerca de conseguir que Leo se fijara en él que el que consiguiera que en su sueño Leo lo jodiera.

Hyuk no estaba seguro de si debía reír o llorar ante ese pensamiento. Era una locura que siguiera ofreciéndose al hombre que obviamente no lo quería. Pero Hyuk no era capaz de dejarlo. Su cuerpo respondía al gruñido del oso cada vez que el hombre estaba cerca. Se estaba volviendo loco de deseo y haciendo que se preguntara si era realmente una locura.

—Nada —Hyuk gritó hacia la puerta, al reconocer la voz de su hermano Hyukjin—. ¡Aléjate!

—Entonces deja de gritar el maldito nombre de Leo. Hyuk se calmó.

«Oh, Dios...»

 

¿Había gritado el nombre del oso mayor? ¿Quién más lo había oído? Ni siquiera quería pensar en la posibilidad de que Leo lo hubiera oído pidiéndole que lo jodiera en su sueño. Era bastante vergonzoso que Hyuk se arrojara al hombre a diario mientras estaba despierto.

Jalando la colcha, Hyuk se levantó de la cama y se dirigió hacia el baño. No sólo tenía que lavar el esperma de su cuerpo, tenía que estar listo para otro día de ser ignorado mientras trabajaba junto a Leo en el rancho. No estaba seguro de cuánto más de esto podía soportar.

«Una cosa a la vez en esta temprana mañana, como limpiarme».

 

Hyuk había contemplado acorralar a Leo y exigirle respuestas, pero por la manera en que el gran oso, reaccionaba cuando Hyuk se acercaba demasiado, sabía que no sería fácil.

Después de ducharse y vestirse, Hyuk bajó las escaleras. Vio a Leo sentado ante la mesa con sus hermanos y sus  parejas. El  hombre  parecía  muy  interesado  en  su  pan tostado. Hyuk sabía que el pan tostado no era interesante, así que debió de haber oído a Hyuk llegar y estaba haciendo su habitual rutina de evasión.

Hyuk quería gritar.

 

—Necesito que te encargues del rancho hoy, Leo —dijo Pá, mientras tomaba una taza de café del mostrador y se sentaba—. Tengo que ir a reunirme con Jongin esta mañana.

—¿Está todo bien? —Hoon preguntó y luego llevó el tenedor con pancakes a la boca. Hyuk nunca había visto hombres comer de la forma en que los Moon comían. Todos y cada uno de ellos comían como si estuvieran entrando en hibernación y tuvieran que acumular calorías, tantas como pudieran.

Era una maravilla que ninguno de ellos pesaran cuatrocientos kilos.

—Todo está bien —respondió Pá y luego tomó un sorbo de su café.

Hyuk se sentó al lado de Leo, la única silla disponible en la mesa y tomó el plato de pancakes, sirviéndose algunos en su plato. Él no tenía tanta hambre, pero tenía que hacer algo para pasar el tiempo antes de ir a trabajar. Mover los pancakes alrededor de su plato con el tenedor era tan bueno como cualquier otra cosa.

—Él sólo quiere hablar de los recién llegados a la villa. Los que se están quedando en el lugar de Manchester —Pá le dijo a Leo.

—¿Es verdad que Cory es un shifter búfalo? —Chansung, uno de los hermanos Moon, preguntó.

 

Hyuk detuvo el tenedor a mitad de camino  de  la boca. ¿Un shifter búfalo? ¿Había tal cosa? Estaba empezando a ver que había más que osos y lobos que podrían cambiar de hombre a bestia y al revés. Jinwoon le había dicho que él era un fey. Sea lo que fuera. Y Hyukjin le había dicho que Changbum era un vampiro.

Los ojos de Hyuk se habían abierto a un mundo más amplio a su alrededor y le gustaba. Le gustaba el hecho de que no todo el mundo fuera humano. Hacía la vida mucho más interesante y un poco atemorizante. No quería conocer a uno de los no-humanos malos. Ya había visto lo que los osos y lobos eran capaces de hacer cuando la lucha estalló hace unas semanas en el rancho. Los lobos que podían convertirse en hombres habían atacado el rancho Moon, tratando de matar a cada  oso de la casa. Changbum, el compañero de Hyukjin, había aparecido justo en la sala de estar,  alejando  a  HyeSung  de  los  lobos malos. Entonces, la lucha estuvo en marcha. Más lobos aparecieron, pero a Hyuk le dijeron que eran lobos buenos.

Era todo tan confuso, pero le había enseñado a Hyuk que había buenos y malos, incluso en este bizarro mundo.

Pá echó hacia atrás su silla, rascándose la barba de tres días que había empezado a formarse en su barbilla. —Es verdad hijo.

Doo Joon dio un silbido. —Aun no los he conocido, pero he oído que son muy, muy grandes.

Hyuk había visto a uno de ellos en el granero la noche en que la lucha había estallado. Y era muy muy grande. Al menos, el que vio en el granero lo era.

Él llevo el tenedor con los pancakes a la boca, escuchando a Pá decirles a todos acerca de las nuevos shifter en el pueblo. No dolía saber la verdad sobre todos, especialmente si Hyuk estaba planeando hacer de la Villa Kim su hogar. Pero si Leo seguía evitándolo como la peste, Hyuk podría considerar seguir adelante.

Pero él realmente no quería hacerlo. Aparte de que Leo erar caliente, a Hyuk le gustaba este pequeño pueblo. Le gustaba la familia de los osos. Eran un grupo de chicos grandes y Hyuk no quería irse.

—No estoy muy seguro del resto de los hombres, pero por lo poco que Jongin me ha dicho, no todos son búfalos —Pá les informó.

—¿Y él te dirá algo más sobre ellos? —Leo preguntó mientras tomaba más salchichas del plato. Hyuk se asombró de la cantidad de comida que Leo ya había comido. El hombre debía de tener un pozo sin fondo. Cuando Hyuk había entrado en la cocina, Leo estaba con una pila de pancakes y huevos revueltos. Ahora él estaba comiendo salchichas como si se estuviera muriendo de hambre.

Sus ojos parpadearon viendo la grande, bronceada y con cicatrices mano de Leo y Hyuk podía sentir su cara calentarse al recordar el sueño. Lo que no daría por sentir esa mano en cualquier parte de su cuerpo.

Aunque en el pene de Hyuk sería su primera opción.

 

Pá sacudió la cabeza y luego tomó un sorbo de su café. — Me dijo que no era asunto de nadie, a menos que ellos quisieran compartir.

—Bueno, sería bueno saber por si nos encontramos con uno de ellos en su forma animal. —Leo terminó su desayuno y tomó su taza de café, tomando un trago largo antes de que sus ojos vieran a Hyuk.

Hyuk sonrió abiertamente hacia él, lanzándole un seductor guiño.

 

Leo rápidamente apartó la mirada y se puso de pie, llevando sus platos al fregadero.

Grrr.

 

—Esa es una de las cosas que voy a hablar con Jongin —dijo Pá entrelazando los dedos y metiéndolos detrás de la cabeza—. El rancho Manchester no está muy   lejos  de aquí. Quiero una advertencia razonable si uno de ellos va a estar en mi tierra.

—Puedes decirle a Jongin que si no nos da una advertencia razonable, entonces lo que suceda no es culpa nuestra —dijo Leo antes de caminar hacia la puerta de la cocina y salir, dejando a Hyuk duro como el infierno y sintiéndose abatido.

—Hombre —dijo Lee Joon mientras se reclinaba en su silla, lanzando su brazo sobre el respaldo de la silla de su pareja—. Leo no solo cayó del árbol gruñón. Es la pandilla de todo el maldito bosque.

—Déjalo en paz —advirtió Pá y luego deslizó sus ojos grises hacia Hyuk—. ¿Por qué no vas a ayudar a Leo?

Hyuk se levantó, llevando sus platos al fregadero y luego salió. Sonrió al ver las vacas. Le gustaban las vacas. Hyuk nunca había visto una antes de llegar al rancho y se encontró que eran las más dulces criaturas.

—Buenos días —les gritó y luego se apresuró a llegar junto a Leo. Su aliento se quedó atrapado en su garganta cuando Leo subió a su caballo. El sueño de Hyuk cobraba vida ante sus ojos, sólo que sabía que Leo no iba a desmontar y besarlo, profesándole su amor. ¿Y eso no apestaba?

» —Pá me dijo que trabajara contigo hoy.

—Ve a buscar a Hoon —dijo Leo mientras tomaba las riendas.

Hyuk entrecerró los ojos mientras señalaba hacia Leo y luego al establo. —Me  ensillas  un caballo,   señor Gruñón. Trabajaré contigo, te guste o no.

Una  ceja  arqueada   indicaba   la  sorpresa  de Leo. — ¿Acabas de ordenarme que ensille un caballo para ti?

 

Hyuk entró en el establo, sin esperar a ver lo que iba a hacer el aguafiestas. Miró a su alrededor y viendo un pequeña cuarto en el fondo del establo se dirigió hacia allá. Nunca había montado un caballo antes, pero estaba seguro de que no era tan malditamente difícil.

Hyuk vio unas pocas monturas en la pequeña habitación y tomó la más pequeña. Maldición, si la cosa aun así no era pesada. La cargó a pesar de que le costó un poco de esfuerzo y echó un vistazo a los caballos que tenía para elegir.

No le gustaban sus opciones. Todos parecían demasiado grandes para él incluso para tratar de ensillarlo. Uno de ellos lo veía con recelo, como si se preguntara si Hyuk sería tan estúpido como para intentarlo.

—¿Hay pequeños por aquí? —se preguntó mientras caminaba por la hilera de caballerizas, empezaba a sentir como si hubiera perdido el tiempo viniendo aquí. Finalmente llegó en donde estaba un caballo negro que no era tan grande como los otros. Dejó la silla abajo y abrió la puerta, sonriéndole al bonito caballo.

» —¿Vas a dejar que te monte?

El caballo hizo un sonido extraño y levantó la cabeza como asintiendo.

 

»—Tomaré eso como un sí. — Hyuk dio un paso atrás y saludó con la mano al caballo dentro de la caballeriza—. Necesito ponerte la silla de montar, así que tienes que salir.

—No te muevas.

 

Hyuk vio hacia atrás para ver a Leo de pie en la gran puerta del establo, los ojos fijos en el caballo que Hyuk estaba tratando de sacar de la caballeriza para colocarle la silla de montar.

—¿Por qué? —preguntó, mirando de Leo al caballo, y luego de nuevo al loco oso. ¿Estaría Leo enojado porque Hyuk decidió tratar de montar un caballo sin ayuda de nadie?

Los ojos grises de Leo nunca se apartaban del caballo. — Debido a que acabas de abrir la caballeriza del Hell Raiser.

Hyuk se giró hacia el caballo negro, preguntándose de lo que Leo estaba hablando. El caballo parecía tan inofensivo como una mosca. Leo estaba hablando como si Hyuk acabara de abrir la puerta al infierno. —¿Hell Raiser? ¿Por qué lo llamaron así? —El caballo no parecía un Hell Raiser. Él se parecía más a un Ed, o una belleza Negro.

Leo se movió cautelosamente hacia Hyuk, con los ojos aún fijos en el caballo. —Muévete lentamente, Hyuk. No hagas ningún movimiento brusco.

¿El hombre estaba loco? El caballo no estaba haciendo nada malo. Estaba allí de pie, mirando a Hyuk como si estuviera esperando ser ensillado.

Hyuk sacudió la cabeza con decisión, rehusándose a dejar el caballo porque Leo desaprobaba que Hyuk tomara el asunto en sus propias manos. —No va a hacerme daño. —Hyuk se agachó y agarró la silla de montar, en dirección hacia el caballo—. Ya que no vas a salir, voy a tener que entrar.

—Hyuk —Leo gritó, pero ya era demasiado tarde. El caballo se echó hacia atrás, haciendo un ruido loco mientras sus ojos se veían salvajes. Hyuk dejó caer la silla de montar cuando Leo se convirtió en un oso, corriendo directamente hacia Hyuk y el caballo negro.

—¡No te lo comerás! —Hyuk le gritó a Leo, lanzando sus manos como si pudiera detener a Leo cuando el oso se levantó sobre sus patas traseras y le rugió al caballo—. Lo estás asustando, Leo.

El caballo retrocedió, pero aun así subió sus patas delanteras, casi como si alejara la advertencia de Leo. Hyuk levantó las manos hacia Hell Raiser —y ciertamente no pensaba que fuera un nombre apropiado para tan gentil criatura— haciendo su mejor esfuerzo para calmar al caballo.

—Wow, niño, tranquilo. El grande y malo oso no te va a comer. Lo prometo. —Hyuk se giró hacia Leo, viéndolo fijamente—. ¿Eres tú, Leo?

Leo estaba todavía en sus patas traseras, pero dio un paso hacia atrás y luego cayó sobre sus cuatro patas. Él gruñó, dando un bajo rugido y luego dio un paso atrás. Hell Raiser también bajó sus patas, pero permaneció en su caballeriza.

»—Ahora, ambos cálmense. —Hyuk levantó la mano y la pasó por la nariz del caballo—. No creo que montarte en este momento sea una idea tan buena. El oso malo te asustó, ¿no es así?

El caballo relinchó y sacudió la cabeza de un lado a otro.

 

»—Bueno, incluso si él no te asusta, aun así voy a renunciar a montarte. — Hyuk se apartó y cerró la caballeriza. Metió la mano en la cubeta que estaba en el suelo y sacó una zanahoria, alimentando a Hell Raiser mientras le daba unas palmaditas en la nariz.

—Bueno, seré maldito.

 

Hyuk vio hacia la entrada del establo para ver a casi toda la familia de pie en el umbral. Él sonrió mientras tomaba otra zanahoria de la cubeta y alimentaba al caballo. —¿Qué es lo que todos están viendo?

Pá dio un paso hacia adelante, moviendo la cabeza con incredulidad. —Hijo, nadie puede acercarse a ese caballo sin sufrir una lesión. Lo compré sólo hace un par de semanas y es el más maldito caballo que he encontrado en mucho tiempo. Y tú estás justo frente a su caballeriza.

—Él no es malo —dijo Hyuk y luego se dio la vuelta, rascando el hocico de Hell Raiser—. ¿Lo eres, niño?

—Seguro de tienes una habilidad especial con los animales. —Hoon se rio—. Nunca antes he conocido a alguien que hablara con las vacas.

—Ellas  también  tienen  sentimientos  —señaló  Hyuk—. Ahora, ¿puedo montar a caballo hoy?

 

Hyuk oyó a Leo gruñir, pero ignoró al oso. Iba a aprender a montar o iba a ensillar cada maldito caballo del establo y aprender por sí mismo.

 

 

 

Jongin saludó a Eric en la silla frente a él. Su rostro era sombrío mientras estaba sentado detrás de  su escritorio. Eric sabía que un Alpha sombrío nunca era una buena cosa.

 

—Te pedí que vinieras hoy para hablar sobre los nuevos shifter en el pueblo, pero parece que tenemos otros asuntos que discutir.

Eric se recargó en la silla  viendo  cauteloso  al Alpha. —Adelante.

—Tuve la visita de Papá Pitufo hoy.

Eric se echó a reír. Jongin amaba jugar con la gente, con los líderes en particular. Parecía tener una maldita subida de adrenalina con sus locuras. Kiseop, que era a quien Jongin se refería, era el líder de los elf de las sombras y su piel era realmente azul. —¿Y qué quiere Kiseop?

Jongin se recostó en su silla, subiendo sus botas arriba en el escritorio y acariciando su labio inferior. —Se volvió blanco.

Los ojos de Eric se abrieron mientras se inclinaba hacia adelante, apoyando los brazos en los muslos. —¿Dilo de nuevo?

—Lo sé, es raro, ¿eh? Pero al parecer, cuando un elfo de las sombras pasa los quinientos años, pierde su pigmentación azul. Y te advierto, no es un Keebler elf feliz.

Se lo podía imaginar, pero Eric sabía que había más en la historia de Jongin de lo que estaba diciendo. Estaba en sus ojos grises. —¿Y? —le preguntó.

—Y yo te respeto, Eric.

«Oh, Jesús»El hombre iba a poner una bomba en su regazo.

Eric podía verlo ahora. —¿Y?

 

—Y los elfos del bosque están en un alboroto porque no tienen líder. Kiseop ha tenido que evitar que algunos de los elfos del bosque traten de unirse a su tribu. Están desesperados, Eric.

Eric se aclaró la garganta, pasando una mano por su cabello. —Por mucho que quiero ayudar a otros —y tú lo tienes claro—, no creo que pueda llevar a toda una tribu de elfos del bosque a mi rancho. Es sólo que no tengo lugar.

Cuando Jongin le dio a Eric una tensa sonrisa, sabía que estaba hundido.

—No quiero que lleves a los elfos a tu casa. Quiero que les envíes un líder temporal.

—¡No voy a enviar a HyeSung! —Eric rugió antes de pensarlo mejor. No iba a enviar a su pareja de regreso con esos inmorales bastardos. Habían tratado de apartar a  YooGeun  de HyeSung. ¿Qué tribu en su sano juicio intentaría separar a un padre de su cachorro? No había manera de que Eric siquiera fuera a considerar el enviar a su pareja. Por mucho que respetara al Alpha, eso iba demasiado lejos. Él no lo haría.

—No a HyeSung —respondió Jongin, sus párpados abiertos apenas una fracción.

Ahora Eric estaba realmente confundido. —¿Jinwoon? — Eso no sería una buena elección. Jinwoon era un buen tipo, pero no era un líder.

Jongin se rio, el sonido causó un frío estremecimiento que corrió por la espalda de Eric. —Difícilmente.

¿Realmente Eric quería saber? Había una razón para que Jongin le hubiera mencionado esto a Eric, pero él estaba sentado ahí confundido. —Entonces, ¿quién?

—Leo.

 

«Oh, demonios».

 

 

 

Leo estaba enojado y   sorprendido al mismo tiempo. Estaba enojado porque Hyuk había puesto en peligro su vida, entrando en la caballeriza de Hell Raiser. El caballo era tan intratable que incluso Leo era cauteloso con la maldita bestia. El caballo ya había tratado de darle una patada en dos ocasiones. Si no hubiera sido tan rápido, el maldito caballo le habría roto un buen número de sus huesos.

No es que él no pudiera cambiar y sanarlos, pero joder si no le hubiera dolido. El caballo se agitaba cada vez que alguien se acercaba a él. Y su muy humana pareja había entrado en la caballeriza, como si Hell Raiser fuera Buster, su tranquilo caballo cuarto de milla y trató de ensillar a la maldita bestia.

¿El chico estaba loco?

 

«Esa era una posibilidad»Leo sabía a ciencia cierta que Hyuk no pensaba como los demás. Pero no creía que el hombre fuera un suicida. Hyuk era un hombre delgado, no podría pesar más de setenta kilos, empapado y con piedras en los bolsillos y había actuado como si Hell Raiser fuera la más gentil criatura en la tierra.

También le sorprendió cómo Hell Raiser se serenó cuando Hyuk comenzó a acariciar al maldito caballo. El semental negro se comía la atención. No sólo se inclinó hacia la mano de Hyuk, que le causó a Leo un jodido aneurisma, sino que también se había comido las zanahorias. Estaba desconcertado y sorprendido al mismo tiempo. Nunca había visto a nadie que pudiera domar al más salvaje de los animales y Leo no estaba seguro de que le gustara. Hell Raiser podría golpear a Hyuk en cualquier momento y su pareja podría morir entre las pezuñas del caballo.

—¿Estás enojado conmigo? —Hyuk preguntó seriamente mientras caminaba a Buster por el establo, completamente ensillado.

Después de conseguir algo de maldita ropa, Leo había aceptado enseñar a Hyuk a montar. Si no lo hacía, tenía la sensación de que Hyuk trataría de aprender solo. Y Leo sabía que era de esperar que sucediera un desastre. Un ataque coronario al día era más que suficiente. Así que la única manera de mantener a salvo a Hyuk era enseñarle al hombre cómo montar.

—No estoy feliz, Hyuk —admitió mientras se acercaba a Warrior, odiando la triste mirada en el rostro de su pareja. Leo podría lanzar un ataque contra Hyuk, pero él no era un completo idiota. No quería que su pareja se viera tan infeliz. Eso llegaba a un profundo lugar en Leo. Un lugar que no estaba seguro de querer examinar.

—Hell Raiser pudo haberte lastimado seriamente, o algo peor. — Y era lo peor a lo que Leo temía, a la muerte. Hyuk realmente parecía que no tenía idea de en cuánto peligro había estado adentro de la caballeriza.

Pensaba que Hell Raiser era solo un maldito caballo más y no el engendro de Satanás como todo el mundo sabía que era.

Leo dudaba que el hombre fuera a durar mucho más tiempo en el rancho y él no podía entender si estaba contento o triste por eso. Había tantas cosas que les podían pasar a los humanos. Hyuk también lo era. —¿Hyuk? —Leo se dio la vuelta en un círculo cuando perdió de vista a su pareja—.   ¿En donde infiernos estás? —Leo se dio la vuelta otra vez y luego se agachó para mirar debajo del vientre del caballo. Vio unas piernas en jeans que salían de un chiquero en el otro extremo del establo. Leo cerró los ojos y apoyó la cabeza contra el costado de su caballo.

Hyuk estaba volviéndolo loco.

 

—Hyuk, ¿qué estás haciendo?

 

Cuando no recibió respuesta, Leo caminó alrededor de su caballo y hacia el chiquero, Hyuk estaba  medio acostado. Leo se detuvo en el borde del chiquero y se asomó por la barandilla superior. Hyuk estaba inclinado sobre la barandilla inferior acostado en el suelo de paja, a medio camino del interior del chiquero.

Oh infiernos, estaba arrullando suavemente a un montón de cerditos, mientras pasaba sus dedos por el lomo. Lo sorprendentemente era que la cerda madre estaba ahí acostada. En la experiencia de Leo, las cerdas madres con cerditos nuevos no dejaban que nadie se acercara a ellos.

—¿Puedo tener uno, Leo?

 

El entusiasmo y la esperanza en la voz de Hyuk lo cortaron hasta el hueso. Leo estaba sorprendido por la sensación. Él sabía que tenía que decir que no. Tenía que decir que no. Los cerdos eran para carne. No eran mascotas. Pero la súplica en los ojos de color gris claro viéndolo despojó a Leo de cualquier pensamiento inteligente. Se encontró asintiendo a pesar de que sabía que no era una buena idea.

Ya sea que Leo quisiera admitirlo abiertamente o no, Hyuk estaba recorriendo el camino hacia su corazón. ¿Cómo? No estaba seguro. Pero podía sentir las suaves emociones luchar por salir a la superficie y Leo se sentía impotente para detenerlo.

 

»—¿En serio?

El aliento se le quedó atorado en la garganta a Leo ante la radiante sonrisa que Hyuk le dio. Estaba tan ocupado absorbiendo eso que no estaba preparado para que Hyuk saltara y lo abrazara. Leo torpemente le dio unas palmaditas en la espalda a Hyuk y trató de ignorar lo bien que Hyuk se sentía en sus brazos.

En especial no quería pensar en cómo los saltos de Hyuk hicieron que su pene se endureciera bajo sus jeans. Cada vez que Hyuk saltaba, rozaba a Leo. Eso lo estaba volviendo loco.

«Malditos cerditos».

 

—Está bien, elige uno y le diré a Pá que es tuyo. —Leo no podía creer que estaba haciendo eso. Eso era  tan…no- Leo. Estaba cediendo ante su pareja solo porque Hyuk se veía impactante cuando le sonrió a Leo.

Hyuk se giró con un pequeño grito feliz. Leo rodó los ojos cuando Hyuk cayó al suelo y se deslizó de nuevo bajo la más baja de las barandillas. Cuando empezó a hablar con los pequeños bichos, Leo había tenido suficiente. Eran animales de granja por el amor de Dios. No se les hablaba.

—¿Puedo tener este, Leo? —Hyuk preguntó mientras sostenía uno de los cerditos en el aire.

Leo ni siquiera lo miró. Simplemente no podía. —Escoge el que más te guste, Hyuk.

—¡Sí!

 

Leo parpadeó cuando Hyuk se deslizó de nuevo por debajo de la barandilla, acunando un pequeño cerdito rosa contra su pecho. «Oh Dios mío», había tomado al más pequeño de la camada. El maldito cerdito no podía pesar más de un kilo o kilo y medio en el mejor de los casos. Era de color rosa de la cabeza a los pies, excepto por su cola sacacorchos y un parche en un ojo, que eran tan negro como la noche.

—¿No es adorable?

—Sí. —Leo hizo una mueca mientras miraba a su alrededor, para ver si alguno de los miembros de su familia estaban escuchando, sobre todo uno de los gemelos. Se burlarían hasta el fin de los tiempos si lo escuchaban en estos momentos—. Adorable.

—Voy a mostrárselo a Hyukjin.

 

Leo se quedó con la boca abierta mientras veía a Hyuk correr fuera del establo con el maldito cerdo apretado contra su pecho. ¿Qué infiernos sucedió con lo de aprender a montar en el maldito caballo?

 

Continuara...

 


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