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Un cambio en el corazón por valgyaled

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Notas del capitulo:

Hola! 

Vuelvo por aquí. Les traigo un nuevo capítulo. 

Espero que les guste, besos <3

Había llegado el día del examen. Entró en el aula. Todos los alumnos estaban muy nerviosos, aprovechando los últimos momentos antes del examen para repasar. Menos uno. No podría creer lo que veía.

Shinobu estaba besándose con un chico. Le tenía agarrado del cuello de la camisa y movía sus labios ferozmente sobre los del otro muchacho. Al separarse, el otro chico estaba completamente sonrojado. Mientras que Shinobu pronunció un pequeño “meh”.

Seguía sin asimilar que aquel niño había cambiado tanto. ¿Habría alguna razón? Decidió dejar de pensar en ello y repartió los exámenes.

—Son las once y media, tenéis hasta las doce y veinte. El examen dura aproximadamente 50 minutos.

Se sentó en la silla y comenzó a ordenar las hojas de su escritorio. Echó un vistazo a sus alumnos, todos estaban bastante concentrados. Menos él. Shinobu estaba con la espalda apoyada completamente sobre el respaldo de la silla y las piernas subidas sobre la mesa. Pero ¿dónde se creía que estaba?

Se acerco a la mesa donde estaba el rubio. Seguía igual. Incluso había cerrado los ojos.

—¿Qué crees que haces? Fuiste tu quien me dijiste que ibas a hacer el examen, pienso contártelo como a cualquiera de tus compañeros.

El rubio abrió los ojos divertido.

—Ya lo sé, estoy descansando, viejo. Ahora me pondré a hacerlo, no te preocupes —contestó relajado.

—Te quedan veinte minutos, sino te pones ya no te dará tiempo.

—Sisi.

—Mira, haz lo que quieras. Pero en mi clase no vas a estar sentado así, baja los pies de la mesa.

—De acuerdo —aceptó.

Miyagi volvió a su mesa. Quedaban diez minutos. Shinobu acababa de empezar a hacer el examen. El profesor estaba seguro de que no le daría tiempo.

—El examen ha acabado. Por favor acercaos a mi mesa e id dejándolo —mencionó mientras recogía sus pertenencias de la mesa.

—Aquí tienes, viejo —dijo divertido siendo el primero en dejar el examen sobre la mesa.

Miyagi se quedó gratamente sorprendido. No era posible que ese niño hubiese terminado el examen en diez minutos. Encima lo dejaba todo chulesco.

 

Miyagi llegó a su casa pronto. Dejó el maletín que siempre llevaba a clase sobre la mesa del salón, no sin antes coger los exámenes de hoy, y se tumbó en el sofá con un boli rojo preparado para corregir algunos.

—¿En serio? —murmuró sin poder creer algunas respuestas que leía. Sus alumnos eran inútiles.

—Otro suspenso —dijo dejando el examen en el montón de los que había corregido. Cogió el siguiente, que resultaba ser de Shinobu.

—A ver el niñito…

Acababa de terminar de corregir el examen y no podía creer lo que veía. Shinobu tenía un diez. Un jodido diez y no había estado en ninguna de sus clases.

—Que interesante… —murmuró mientras sonreía y dejaba el examen en su correspondiente montón.

 

Al día siguiente, Miyagi tocó la puerta del despacho del director. Le había llamado esta mañana, mientras acababa de corregir los exámenes, porque tenía que comentarle algo.

—Adelante.

—Buenos días Sr. Takatsuki —saludó al entrar. Efectivamente, ese hombre era el padre de Shinobu.

—Siéntate, Miyagi.

—¿Qué ocurre, señor director?

—Me han informado que se va a hacer un concurso de literatura internacional este año. Cada país tendrá un representante y muchas universidades de Japón competirán porque uno de sus estudiantes represente el país. La universidad cuyo estudiante represente Japón ganará mucho prestigio, es una oportunidad única.

El profesor escuchaba atentamente, incitando al director a continuar.

—Había pensado en hacer una competición en la universidad, y quien gane será el estudiante que mandaremos para representarnos. Necesitamos el mejor nivel para poder competir con las mejores universidades de Japón.

—Me parece una buena idea, señor.

—Puede apuntarse quien quiera. Cuanto más estudiantes haya, mejor. La competición es buena para que cada uno saque lo mejor de sí —comentó ante la atenta mirada del profesor. — Igualmente, Kamijou y usted conocen mejor que nadie a sus estudiantes. Por ello, pueden recomendar a los mejores.

—Permítame la pregunta, sr.director. Pero ¿los estudiantes que ganan con todo esto? —preguntó— quiero decir, la universidad gana prestigio. Pero ¿los estudiantes?

—Esa es la mejor parte —sonrió— el estudiante que gane la competición internacional recibirá una beca para terminar sus estudios fuera. Con todo pagado —aclaró ante la sorprendida mirada del profesor. Era muy buen premio, la verdad.

 

—He oído que me has mandado llamar viejo. ¿Qué quieres? —preguntó el rubio ante la pensativa expresión de su profesor.

—Siéntate, Shinobu —señaló la silla que estaba enfrente de su escritorio— no sé si tu padre te habrá comentado ya lo del concurso literario.

—No me ha comentado nada.

—Van a hacer un concurso de literatura internacional. Tu padre quiere hacer una competición en la universidad para decidir a qué estudiante mandar como representación de nuestra universidad y que este compita por ser el representante de Japón.

—Y… ¿por qué me cuentas esto?

—Mi compañero Kamijou y yo vamos a recomendar algunos estudiantes para participar en el concurso de la universidad. Y yo había pensado en recomendarte —aclaró ante la sorprendida mirada del más joven.

—¿Cómo? ¿Por qué querría yo participar en algo así? —enfureció ante la propuesta del más mayor— Además…, ¿qué tendría qué hacer?

—Le hemos propuesto a tu padre un taller de literatura como actividad extraescolar de ayuda para los estudiantes que quieran participar en el concurso.

—¿Eso significa que tendría que pasar tiempo contigo después de clases? —murmuró pensativo— ¡no me da la gana! Además, ¿por qué querría participar yo en algo así?

El profesor se acarició la sien frustrado. Tanto odio sentía el chico por él que no podía pasar ni un poco de tiempo junto a su compañía.

—El premio para aquel estudiante que gane la competición internacional de literatura es una beca para estudiar fuera en el país que el ganador elija, con todo pagado.

Tras unos segundos de silencio, el más joven abrió los ojos tras haber meditado.

—Eso significa que si gano podré largarme de aquí y no tener que volver a verte nunca más.

—Exacto.

—De acuerdo. Me apunto a ese dichoso concurso de literatura.


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