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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del fanfic:

Esta es una nueva historia que esteré actualizando todos los lunes, en horas de la mañana o tarde según sea el caso en mi país. Espero de corazón que les agrade y si no es ese el caso. Pueden sientanse libres de dejarme saber sus valiosas opiniones en un review, eso me ayuda mucho a saber en lo que nocesito mejorar para poder traerles a ustedes lectores bellos, buenas historias.

 

Ni Saint Saiya ni ninguno de sus personajes me pertenecen, todos son autoria del señor Masami Kurumada y asociados, yo solamente los utilizo para dar vida a este fanfic y no gano ningún lucro económico por ello, más el de darles a ustedes un ratito de lectura con cariño.

Notas del capitulo:

Muchas gracias a los que leen y a los que lleguen a dejarme conocer su opinión en un review. Disfruten la lectura. :)

Capítulo I.

 

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Se vivía en tiempos complicados, de esos donde la vida no es de uno sino de los padres. Estos pueden llegar a ser realmente crueles con aquellos hijos a los que ven como mercancía para obtener riqueza, estatus, o una vida acomodada. Todo a costa del sufrimiento de jóvenes a los que se les arrebataba la oportunidad de enamorarse, de sentir, de ser felices.

La familia Géminis había sido tiempo atrás gente de gran estatus entre los apellidos de alta alcurnia de la época, mas ahora después de casi tres décadas se declaraba penosamente en la ruina. El apellido había caído por los suelos después de perder sus riquezas por culpa de malas decisiones e inversiones de los miembros pasados de ese núcleo, y ahora quienes pagarían aquellos errores serían un par de hermosos jóvenes gemelos de largos cabellos azules rebeldes como las olas del mar, piel cremosa y delicada y bellos ojos verdes como esmeraldas.

El mayor de aquella pareja llevaba por nombre Saga, él aventajaba a su hermano Kanon por cinco minutos, ambos eran muy unidos, se confiaban todo y se apoyaban en cualquier situación fuera mala o buena, pero ahora ellos habiendo cumplido los 18 años de edad, casi siempre eran malas. Los muchachos a su corta edad ya eran conscientes de los problemas económicos que atravesaban sus padres, su madre una mujer educada de porte elegante y siempre preocupada por cuidar de su familia, se encargaba con frecuencia de recalcar su angustia y su preocupación por el destino de sus hijos a su esposo, pues comprendía que no tenían los medios necesarios para que los menores vivieran como se lo merecían.

El atardecer ya comenzaba a asomarse por las ventanas de la casona de los Géminis, una mujer de cabellos celestinos atados en una coleta alta, hablaba con exasperación dentro del estudio que el jefe de hogar utilizaba para examinar documentos importantes o incluso, hacer uno que otro negocio con algún socio o conocido en días pasados. Pero ahora no se trataba de nada de eso, y era más bien escuchar a su esposa opinando de lo que lo aquejaba quitándole el sueño por las noches, mientras en su cabeza una migraña amenazaba por aparecer.

—¡Hasta cuando vamos a vivir de esta forma, Aspros! Estoy preocupada por el bienestar de mis hijos, no podemos darles todo lo que se merecen, ¿y cuando no estemos nosotros, qué va a ser de ellos? —sollozó frustrada.

Aspros miraba por la ventana de la habitación que daba a un bello jardín, suspiró estresado. Él también estaba preocupado de su situación, había hecho lo posible por tener algo de dinero pero las opciones se acababan y el peso iba en aumento con la pena de su mujer por no saber como asegurar un buen futuro para sus gemelos amados.

El atractivo hombre sólo podía ver hacia el frente con la esperanza de encontrar una salida a su mal estado económico, al igual que Paradox él deseaba más que nada que a sus pequeños nada les faltara pero desgraciadamente todo se fue complicando conforme el tiempo pasaba.

La vista de Aspros se posó de pronto en una figura delgada aunque fuerte que salía desde la puerta del pasillo que lleva al jardín, era su hijo Saga que llevaba un libro en sus manos y caminaba sin dejar de leer el ejemplar de tapa azul real. Quizás el joven buscaba en las afueras la frescura de la tarde para poder perderse en el mar de letras a gusto. Aspros sonrió, sus hijos eran muy diferentes a la mayoría de jóvenes de su edad, eran cultos y muy inteligentes, además de que les atraían muchos temas como el arte, la geografía y la matemática, la poesía y la gramática. Todo eso combinado con la enorme belleza masculina de la que eran dueños los gemelos, los convertía fácilmente en excelentes partidos para cualquiera que pudiera seguirles el paso o por el contrario, que pudiera hacer que alguno de ellos fueron parte de algo.

Este pensamiento hizo al hombre fruncir el entrecejo, una idea se estaba gestando en su cabeza y podría ser la solución a sus problemas. Internamente se cuestionó el por qué no lo había pensado antes, sus hijos tenían la edad adecuada para ello, era una salida estupenda a su forma de ver, sólo hacía falta que buscara personas de buena posición y gran poder entre los empresarios para hacerles aquella propuesta que borbollaba fervientemente imparable ahora en su cerebro.

—Paradox, voy a salir —avisó sin mayor expresión que la que siempre tenía al informar aquello.

—¿Adónde vas? —quiso saber la aburrida dama mirando a su marido de soslayo.

—Tengo planes —respondió resuelto colocándose su saco negro—, cuida a nuestro hijos, no tardaré.

Siendo aquella su última palabra, Aspros abandonó la habitación donde Paradox al verse sola, exhaló cansina mirando la puerta ahora cerrada por la que su hombre salió.

—Nuestros hijos son buenos Aspros, no necesitan que los cuide —susurró con desgano.

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—Algún día me gustaría conocer a alguien que me haga sentir como la protagonista de esta historia —sonrió Saga con añoranza al mismo tiempo en que cerraba su libro no sin antes colocar una hoja seca entre medio de las páginas donde estaba la que leyó hace algunos segundos.

El hermoso joven suspiró tranquilo, su ojos verdes se cerraron y su rostro se alzó para sentir la brisa que la tarde regalaba a ese jardín colorido donde podía deleitarse escuchando el canto de las aves varias que por ahí abundaban.

A pesar de los múltiples problemas que conocía que atravesaba su familia, él y su hermano trataban de ver el lado bueno entre tanto conflicto, comprendía que el dinero era importante pero no creía que fuera tan importante como la voluntad y la libertad de un individuo. Para alguien de su edad sería ridículo pero lo que Saga más deseaba en el mundo era poder sentir aquello que sólo en sus libros conocía: amor. Quería sentir que era amar y ser amado, no pedía más que poder conocer en carne propia ese sentimiento que había llevado a tantas mentes brillantes a escribir esas maravillosas historias donde pasaba sumergido la mayor parte del tiempo, ansiaba saber como se sentía besar, o que lo besasen con dulzura y romanticismo, ser tratado con cuidado y protección.

Para cualquiera sonaría absurdo que un joven hombre tuviera tales fantasías, por eso Saga soñaba en secreto con aquello que su corazón anhelaba.

—En algún lugar está esa persona a la que amaré y me amará. Sólo es cuestión de esperar —sonrió una vez más ahora abrazando el libro contra su pecho.

La idea de Saga era romántica y ficticia, muy diferente de lo que le esperaba en realidad…

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La armónica melodía de las teclas del viejo piano llenaban la sala principal, lo dedos largos y elegante danzaban sobre aquellas piezas de madera mientras la mente se perdía en la dulzura de las notas que parecían hechizar al hermoso pianista. Kanon se dejaba llevar sintiendo como cada tonada reflejaba la angustia de su triste corazón. A pesar de que siempre su hermano estaba pendiente de él, sentía un gran pesar pero no comprendía el por qué de ese sentimiento de vacío, era como si algo le faltara y no era riqueza material, pero no sabía realmente lo que era.

Dejó de tocar abruptamente, los dedos blancos se despegaron de las teclas y fueron directo a sus azules cabellos, donde las falanges se enredaron en las suaves hebras aguardando la desesperación del bello joven que aguantaba como podía las ganas de llorar.

—Presiento que algo va a ocurrir pero no sé lo que es... Este maldito sentimiento de tristeza no me deja en paz, siento un enorme vacío pero, ¿de qué..?

Kanon alzó la cabeza, y se quedó viendo con pesar el exterior del salón por el amplio ventanal enmarcado con cortinas de satén color perla.

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La campanilla de la puerta principal resonó por toda la casa, siendo atendida prontamente por una de las empleadas que al abrir y ver de quien se trataba, hizo un asentimiento de cabeza en forma de saludo.

—Buenas tardes, señor Géminis —saludó la joven.

—Buenas tardes. ¿Está Kardia? —quiso saber el peli-azul mirando a la chica con un dejo de impaciencia.

—Si señor, se encuentra en su estudio.

—¿Sabes si está solo?

—Usted es la primera persona en venir a verlo hoy, así que es lo más probable señor.

—Perfecto —sonrió—, llevame con Kardia por favor.

—Por supuesto, por favor sigame —pidió la joven luego de cerrar la puerta.

Aspros siguió a la chica hasta el estudio de Kardia Escorpio, uno de sus mejores amigos desde la infancia.

Cuando estuvieron frente a la puerta de aquella habitación la joven tocó sutilmente, recibiendo un "adelante" por parte del hombre dentro, ella abrió la puerta y se asomó lo suficiente para que Kardia la escuchara.

—Señor Kardia, el señor Géminis ha venido a verlo.

Al escuchar esto Kardia alzó su vista de los documentos que revisaba para ver hacia la puerta donde la joven se asomaba.

—¿Aspros? —se puso de pie de su silla dejando los papeles sobre la mesa— Hazlo pasar por favor Sasha.

—Como usted diga —asintió ella, alejándose de la puerta para hablarle al hombre que esperaba afuera—, pase adelante, señor Géminis —Sasha abrió del todo la puerta para que Aspros entrara.

El hombre así lo hizo cerrando la puerta tras de si al ingresar, la joven se fue dejando a ambos solos.

—Amigo mío, me da gusto verte —sonrió Kardia al ver entrar a Aspros, ambos se dieron la mano en un gesto de fraternidad—. ¿Qué te trae por aquí?

Kardia ofreció asiento a su amigo, éste aceptó el ofrecimiento y tomó lugar frente al escritorio, mientras tanto, el dueño de casa iba en dirección a una esquina de la habitación donde habían bebidas varias para ofrecer un trago a su visitante y de paso, aquello servía como excusa para descansar un momento de los documentos que estaba revisando.

—Kardia, tú que sabes quienes son los más adinerados hombres actualmente. ¿Podrías decirme de algunos que estén solteros y busquen una pareja?

Kardia puso un rostro interrogante por el cuestionamiento de su amigo en el momento en que le ofrecía un vaso con whisky, mismo que fue aceptado.

—¿Hmmm? ¿Por qué quieres saber eso, mi amigo? —cuestionó antes de darle un trago a su vaso, los hielos bailaron dentro del cristal.

—Kardia, te tengo demasiada confianza… —sorbió de su vaso para darse valor ante lo que iba a decir— Estamos en la ruina, Paradox está preocupada por nuestro estado actual, nos hemos quedado sin un quinto y he caído en la absoluta desesperación… —se llevó la mano derecha al rostro con frustración.

Los ojos de Escorpio se abrieron de par en par, sabía que la situación de Aspros era complicada pero nunca se llegó a imaginar que fuera tan terrible como para declararse en ruina.

—Amigo, no creí que… —carraspeó incómodo, no quería hacer sentir peor al mayor— ¿Por qué quieres saber quien pueda estar en busca de una pareja?

—Por qué... —inició con la voz temblorosa— estoy dispuesto a casar a Saga y a Kanon con alguien que tenga dinero y poder para asegurarles un buen futuro a los dos, uno que no les puedo dar —sentenció con la tristeza brillando en sus ojos.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leer, si creen que me lo merezco, o simplemente desean hacerme alguna observación o sugerencia, son bienvenidos los reviews. Sigan bell@s y nos leemos hasta el próximo lunes ;)


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