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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Hoy es lunes y ya vine yo para regalarles un nuevo capítulo de esta historia que ha gustado mucho más de lo que me esperé. Quiero darles infinitas gracias a cada bella persona que lee y está al pendiente de cada actualización, deseo de corazón que está entrega y los caps futuros sigan siendo de su agrado.

También darles enormes gracias a

Hikari White 17

IreZeru

Gracias por regalarme sus comentarios en el capítulo anterior. Espero disfruten este cap.

Capítulo XV.


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Unos pasos lentos se escuchaban provocando un eco casi fantasmal desde uno de los muchos pasillos de ese elegante sitio. Un joven hombre de no más de 26 años, de atractiva pero seria apariencia tenía como intención llegar a su estudio pues meditaba sobre el último movimiento que había realizado en contra de su enemigo público número uno. Sí, a esas horas lo más seguro es que ya tuviera su carta en las manos e incluso, que ya estuviera enterado de sus exigencias.


Había sido un poco difícil conocer el paradero de Aioros con exactitud en esos momentos, pero eso fue algo que el dinero pudo resolver sin mayor problema, pudiendo hacerle llegar su amenaza con éxito desde el día anterior.


Una vez estuvo en su destino, se acomodó en la fina silla forrada con cuero al otro lado del escritorio de caoba, meditando en ese deseo que llevaba desde algún corto tiempo.


—Si eres un hombre inteligente Aioros, aceptarás que Aioria sea mío…


Shura Capricornio suspiró mientras cerraba sus verdes ojos para poder imaginarse al joven de ojos verdes y cabellos castaños claros que respondía al nombre de Aioria. Recordaba que cuando lo conoció éste era apenas un niño de siete años y en aquel entonces ya tan lejano, no le pareció nada del otro mundo el niño era muy lindo pero jamás el joven de negros cabellos imaginó que al crecer, el menor de los Sagittarius se fuera a convertir en una verdadera belleza y no contento con esto también en su mayor deseo apasionado.


Estaba consciente de que Aioria era seis años menor que él aún así, Shura lo amaba y lo quería a su lado pero también quería causarle molestia a Aioros pues al tomar el mando de la empresa de Sisífo, se empecinó en acaparar el mercado con el vino por sobre la industria del tabaco de la que en la actualidad con trabajo y esfuerzo era el heredero y representante. Pero bueno, eso era punto y aparte y lo que Shura ansiaba era poner a Aioros contra la espada y la pared para vengarse por hacer de menos a su familia y además, quitarle lo que más amaba: a su hermano menor.


Ahora sólo era cuestión de esperar a que Aioros regresara del lugar a donde estaba, o que respondiera su carta. Lo que pasara primero, Shura estaba dispuesto a esperar con paciencia mientras preparaba estrategias que le permitieran de una forma o de otra, hacerse del apuesto joven griego de ojos verdes.


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En otra parte de Grecia…


—¿Qué piensas hacer? ¿Vas a volver a tu región? —Milo le miraba preocupado.


Si Aioros decidía marcharse antes de que pudiera firmar el acta nupcial con Saga, todo el trámite tendría que posponerse y los papeles volver a hacerse con las modificaciones de fechas, lo que lo volvería más complejo y tardado.


Aioros por su parte tomó lugar en el sofá que antes ocupara y negó, arrugando el papel entre su mano derecha con total frustración.


—No, esperaré a que todo aquí esté listo para llevarme a Saga conmigo y volver definitivamente —miró al menor—. Con Shura no se pude tener una pelea a medias, y me sería imposible volver aquí si me voy ahora, lo único que puedo hacer es escribirle a mi hermano para que tenga cuidado con los negocios y con su seguridad, sólo debo esperar tres días y estaré con él.


El castaño se puso en pie con la intención de volver a su habitación para redactar una carta de carácter urgente con destino a Aioria, Shura estaba realmente equivocado si creía que una simple amenaza iba a hacer que le entregara a su hermano en bandeja de plata. Eso si que no.


Milo asintió a lo dicho por el mayor sin saber como reconfortarlo. No había pasado por algo como lo que Aioros estaba viviendo y en verdad que le gustaría ser de más utilidad para el otro, pero por el momento lo único que podía hacer era darle su espacio.


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En la mansión Inferno, más específicamente en el estudio de Hades, los dos matrimonios habían expuesto los acuerdos y ambas partes estaban conformes con ellos, así que decidieron que lo mejor era comunicar la decisión final a los jóvenes involucrados en el ya confirmado compromiso.


—Habrá que llamar a nuestros hijos para comunicarles las buenas nuevas. ¿No creen? —sonrió Pandora poniéndose en pie de su asiento con la intención de llamar a una de las maid a su servicio.


—Por supuesto que sí, señora Inferno —asintió Aspros con formalidad.


—En ese caso —intervino Hades—, Pandora encargará a alguien que vaya a llamarles, estarán aquí en poco tiempo. Mientras ustedes siéntanse cómodos.


El de cabellos negros ofreció una taza de café a la pareja de cabellos azules. Hace poco una joven empleada hubo llevado una tetera, tazas, azúcar y galletas de avena para degustar y era hasta ahora que acababa el tema del matrimonio que podían disfrutar de un buen café caliente.


—Se lo agradecemos mucho, señor Inferno —dijo la dama, tomando la taza con elegancia.


Pandora por otro lado, había salido del estudio con una campanilla en la mano, misma que hizo sonar atrayendo la atención de Euridice que acudió al llamado de su señora casi de inmediato.


—¿Señora? —asintió.


—Euridice, por favor ve a buscar al joven Kanon y a Radamanthys y diles que les solicitamos en el estudio. Gracias —pidió.


—Como usted diga, mi señora. Con permiso —asintió de nuevo antes de darse la vuelta y retirarse a cumplir con la petición.


Pandora regresó al interior de la habitación cerrando tras de sí para pronto, recibir una humeante taza de café de manos de su esposo. Ella con una dulce sonrisa y una inclinación elegante, tomó la porcelana y agradeció a su marido el gesto, uniéndose así al momento de calma que estaban teniendo.


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Saga, Aiacos y Minos habían vuelto a la sala hace algunos minutos atrás pero ninguno de los tres vio rastro del gemelo menor ni del rubio. Saga quiso ir a buscar a su hermano pero los otros dos le dijeron que posiblemente seguían en el salón del piano a donde iban cuando ellos subieron a la biblioteca y lo más seguro era que se estaban conociendo y si alguno llegaba, podría estropear el momento que estarían teniendo. Esto hizo pensar al Géminis que lo mejor sería que esperara ahí sentado a su igual. Minos mandó a pedir algo de comer y ahora los tres jóvenes conversaban y comían en lo que esperaban a que la pareja hiciera acto de presencia.


—Yo sólo espero que Rada se haya comportado —decía Aiacos pensativo, comiendo una pera.


—Confía en tu hermano mayor, él es quien nos da el ejemplo. ¿O no? —contestó Minos con tono burlesco.


—Si aún no han vuelto, a lo mejor es que si se han comunicado bien —opinó Saga reflexivo.


El peli-plata iba a contestarle algo pero Euridice interrumpió el momento.


—Disculpen por interrumpirlos jóvenes, ¿podrían decirme por favor donde se encuentran el joven Radamanthys y el joven Kanon? —pidió la chica con calma.


—Más temprano iban al salón del piano, puede que todavía estén ahí —respondió el peli-violeta.


—Se los agradezco mucho. Con su permiso.


La muchacha se fue en dirección a donde le habían indicado, dejando de nuevo a los tres chicos con su conversación.


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—No tienes porqué ponerte así.


Radamanthys miraba a Kanon con frialdad, el menor tenía la cabeza gacha y su flequillo le cubría los ojos que parecían querer liberar algunas lágrimas, mismas que el peli-azul contenía como podía.


—Es que no sé si haya sido correcto… Aún no sabemos si en verdad nuestros padres van a comprometernos, quizás fue muy impertinente besarnos antes de saber el rumbo de nuestras vidas.


—Créeme, van a comprometernos, no has hecho nada malo sólo ha sido un simple beso. No has matado a nadie, ni has perdido tu pureza —soltó con un deje de hartazgo.


Kanon no quiso seguir alegando nada, al rubio parecía no importarle su angustia y era mejor que tratara por su propia cuenta de controlar sus emociones y buscar que lo que acababa de pasar no le afectara ya. No deseaba causar el enojo del oji-melado era nada más que nunca hizo nada como aquello y en verdad no lograba decidir si el contacto fue bueno o malo.


La escena se cubrió de un pesado silencio, Radamanthys se alejó del peli-azul para ir hacia el piano y apoyarse con una mano encima de la superficie, esto bajo la triste mirada del gemelo menor. En ese momento unos golpes en la puerta de la habitación se escucharon para liberarlos del denso silencio en tensión en el que se habían hundido.


Radamanthys fue a paso calmo a la puerta para abrirla encontrándose con Euridice.


—Euridice… —nombró a la muchacha intuyendo que su presencia no era casualidad.


—Joven, ¿de casualidad el joven Kanon está con usted? —indagó ella con cautela.


Radamanthys miró por el rabillo del ojo al menor que mantenía la cabeza gacha a un lado atrás de la puerta. Pronto volvió la mirada a la rubia.


—Él está aquí conmigo. ¿Pasa algo?


—Sí joven, la señora Pandora me encargó decirles que ambos deben ir al estudio del señor —comunicó y el rubio suspiró con derrota.


—Bien, en este momento vamos para allá, gracias.


—De nada joven, con su permiso.


La chica se alejó de la puerta para retomar sus actividades, el Inferno cerró de nuevo para comunicar lo que acababan de decirle al de ojos verdes.


—Tus padres y los míos han terminado de hablar y nos quieren en el estudio ahora.


Los ojos de Kanon se agrandaron brillantes de preocupación, enfocando al rubio en un rápido movimiento de su cabeza, alzándola para ver al otro. Radamanthys suspiró simplemente y se acercó al joven para tomarlo con suavidad de la muñeca izquierda, llevándolo así con él al exterior con rumbo al estudio de su padre donde los cuatro adultos los esperaban.


Los dos caminaban de regreso a la sala, al llegar encontraron a Saga, Minos y Aiacos acomodados en los elegantes sillones. Pero para el gemelo mayor no pasó desapercibido el nerviosismo incómodo de su hermano y por ello se levantó de su sitio para ir hacia el otro.


—Kanon, ¿cómo… cómo te fue? —Saga no estaba muy seguro de que creer al ver a su igual más pálido de lo normal.


—Hermano, si tienes paciencia hablaremos cuando haya tiempo, ahora él y yo debemos reunirnos con nuestros padres —le regaló una leve sonrisa con tintes de tristeza.


Saga se preocupó al ver el semblante de Kanon y su voz susurrante y trémula. El mayor sentía que algo había pasado y miró de reojo a Radamanthys que se hubo adelantado hasta la salida de la estancia sin decir ni escuchar de sus hermanos. Sin muchas opciones, el de cabellos más oscuros apretó las manos del otro con comprensión, asintió y le dejó marchar tras el rubio que al tenerle cerca de nuevo volvió a tomarlo con delicadeza de la muñeca para llevarlo al estudio de Hades donde sus futuros se entrelazarían.


 

Notas finales:

De nuevo muchas gracias por leer, sigan bell@s y hasta el siguiente lunes ;)


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