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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Quiero agradecer a quienes leen esta historia y tienen paciencia con esta pobre alma en desgracia a la que se le hizo tarde actualizar hoy, me disculpo por la tardanza, hoy tuve más cosas que hacer que se llevaron mi tiempo pero aquí estoy ya antes de que el lunes temine (al menos en mi país). Muchas gracias por su apoyo.

Como nota adicional, quiero informar para tú sabes quien que este cap tiene interacción Milo x Camus antes de llegar al final, puedes omitirlo puesto que es después de una escena entre Aspros y Paradox, para que puedas disfrutar del capítulo sin complicaciones. Siendo esto todo, los dejo con la lectura que ojalá les guste, muchas gracias :)

Capítulo XVIII.


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Serían las tres de la tarde cuando el elegante coche se detenía frente a la casona de fina estructura donde los Géminis residían, el mayor del grupo descendió para ayudar a su esposa y los cocheros ayudaron cortésmente a los gemelos a bajar. La familia se despidió agradecida de Orfeo y Faraoh y los vieron alejarse por la calle luego de esto todos entraron a su hogar. Aspros y Paradox lo hacían con renovada alegría y calma, mientras que Saga notaba que Kanon estaba apesadumbrado y se le veía hasta asustado.


El gemelo mayor comprendió a su igual pues él se sentía como el otro al saber que el día de marcharse con Aioros se acercaba, lo más probable para Saga era que Kanon no se haya sentido cómodo con su prometido, o que no congeniaron y eso hacía la presión de casarse aún más atormentadora para él.


Saga recordaba que entre su hermano y él había una conversación pendiente, por eso cuando sus padres se fueron a su habitación, tomó del brazo al menor cuando éste se disponía a marcharse a su pieza.


—¿Saga? —le preguntó extrañado volteando a mirarlo con la tristeza brillando en sus verdes ojos.


—Kanon, ¿qué pasó con el joven Radamanthys? Desde que los llamaron al despacho del señor Inferno te noto extraño —le dijo visiblemente preocupado.


Kanon se dio del todo la vuelta para encarar a su gemelo, Saga le soltó con lentitud y el menor suspiró con los ojos acuosos. Kanon sabía que Saga era la única persona en esos momentos en la que podía confiar, necesitaba contarle a alguien lo que ocurrió cuando estuvo solo con Radamanthys, estaba demasiado asustado de que esa acción fuera un error.


—Saga… Necesito hablar con alguien, quiero sacarme este angustia que siento —sollozó asustando más al otro joven.


—Hermano, ¿qué ha pasado? Sabes que cuentas conmigo para cualquier cosa, nunca traicionaría tu confianza —le animó recibiendo un asentimiento por parte del menor.


—Te lo contaré pero no aquí, vamos a mi habitación.


—Está bien, vamos —asintió con decisión.


Ambos se encaminaron a la pieza de Kanon para poder conversar sin ser escuchados por sus padres que podían aparecer en cualquier momento.


Cuando llegaron, entraron a la habitación de la que Kanon cerró bien la puerta antes de dirigirse a Saga.


—Kanon me preocupa tu estado, dime por favor que te ocurrió. ¿Acaso el joven Radamanthys te dijo o hizo algo?


—Saga, Saga creo que cometí una enorme impertinencia…


El de cabellos más oscuros estaba sentado sobre la cama de su hermano, Kanon se acercó al mayor sentándose en el suelo para poder acomodar su cabeza en las piernas de Saga y así que él le acariciara el cabello como solía hacerlo cuando deseaba consolarlo.


—¿Pero por qué dices eso? —susurró con voz calma, comenzando a acariciar la melena ajena con dulzura.


—Me avergüenza tanto decirlo pero es necesario, si me lo callo siento que voy a ahogarme —Kanon alzó su cabeza para ver a los ojos a Saga—. Hermano, cuando estuve con ese joven en el salón del piano, él… él me… —trataba de decir pero el llanto se apoderó de sus emociones.


—¿Qué? ¿Qué te hizo ese hombre, hermanito? —se desesperó por querer saber lo que le pasó a su gemelo, tenía miedo de escuchar que ese rubio le hubiera hecho algún daño. Se deslizó de la cama para hincarse en el suelo a la misma altura que Kanon.


Mirar a su hermano menor en ese estado le rompía el corazón, lo que Saga menos quería era que Kanon sufriera, pero ahora era impotente al no poder hacer nada para aliviar su tristeza.


—El joven Radamanthys me besó… —dijo limpiándose las lágrimas. Lo ojos del mayor se agrandaron de golpe.


Ninguno de ellos había sido besado antes, eran tan inexpertos ante temas de romance y contacto que todo lo relacionado a ello les abrumaba. Besar no era malo, dejarse abrazar por otra persona tampoco lo era pero a ellos nos les habían explicado nada. Todo era tan nuevo y desconocido.


—¿Te ha forzado? —le preguntó molesto pensando que el rubio se hubo aprovechado de su hermano.


—N-no lo sé… Comenzamos a hablar de si yo no había tenido pareja antes y de que tendría que complacerlo cuando quisiera besarme, y en un momento dado simplemente me acorraló entre él y la pared y me besó. Yo no supe que hacer Saga, tengo miedo de que el dejar que me besara lo haga pensar que soy un fácil…


La pesadumbre de Kanon era palpable para Saga pero a pesar de todo, en los libros que había leído conocía que el contacto provocado por un beso era el inicio de algo más, quizás su hermano tenía miedo porque fue la primera vez que experimentaba eso que él mismo tanto deseaba, y de una manera inesperada.


—Oh Kanon, no debes asustarte por eso, no has hecho nada malo —le dijo más tranquilo alzando el rostro del menor—. Besar es algo por lo que todos pasan en algún momento de su vida, es normal y tarde o temprano tendrías que hacerlo y que mejor que con el hombre con el que vas a casarte —sonrió conciliador, logrando que Kanon dejara de llorar.


—¿D-de verdad, Saga? ¿No es malo?


—En lo absoluto, aunque hubiera sido mejor que tu primer beso fuera de un modo romántico e inolvidable. Quizás lo hubiese sido si el amor estuviera presente, pero a ti y a mi se nos quitó la oportunidad de conocer a una buena persona y enamorarnos mutuamente —suspiró resignado bajando la mirada.


—Lamento haberte recordado todo esto hermano… —suspiró triste.


—No tienes de que disculparte Kanon, el hecho de que no lo hablemos no quiere decir que no ocurrirá.


Los dos se hicieron mutua compañía en silencio. Lamentándose por el destino que se avecinaba como una tormenta, cuyo poder los arrastraría sin remedio a circunstancias desconocidas, solamente podían prepararse para toda la vorágine de cosas por las que sin siquiera esperarlo iban a pasar una vez que estuvieran con aquellos hombres que hubieron comprado su libertad.


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En la lujosa habitación del hijo mayor de los Inferno, unos dedos acariciaban tenuemente los tersos labios de éste. Radamanthys rebobinada una y otra vez el momento en que besó a Kanon, ahí recostado en su amplia cama con el brazo izquierdo sirviéndole como soporte a su cabeza, y la mano derecha yendo de un lado a otro de su propia boca, deseaba repetir el contacto. Ansiaba volver a tener al gemelo menor preso en sus brazos, sentirle temblar y lo que más le hizo desear al joven de largos cabellos azules: su inocencia e inexperiencia, de las que estaba más que decidido a adueñarse a como fuera.


No iba a decirlo abiertamente frente a sus padres o hermanos pero la verdad es que desde que lo vio entrar por la puerta del jardín Kanon capturó su atención y no era para menos. Radamanthys se quedó perplejo al verlo, si bien era el reflejo fiel de su hermano mayor, Kanon tenía un brillo especial en sus ojos del que Saga carecía. Era como si escondiera una fiera en su interior y era verdad.


Kanon Géminis a pesar de la crianza que sus padres les dieron a él y a Saga, era de ese tipo de personas que reclaman por sus derecho, esos que no se dejan pisotear sin antes reprochar y ciertamente a Rada le agradaba eso puesto que significaba que el joven tenía valentía, voluntad y raciocinio. Un joven hombre que siguiera sus propios ideales y que defendiera su postura, eso era lo que al final lo había convencido de aceptar desposarlo. Eso y la belleza extraordinaria de la que Kanon era poseedor.


El rubio rememoró los movimientos de su prometido, eran delicados, suaves y elegantes dignos de alguien con una formación impecable y dedicada y a su criterio mil veces mejor que el de una doncella acaudalada. También el tono de su voz, Kanon hablaba bajo casi susurrando con su voz aterciopelada que sin ser intencional, coqueteaba a sus tímpanos haciéndolo más imposible de olvidar. Radamanthys recordaba el calor del cuerpo tembloroso del gemelo entre sus brazos, la suavidad de su rostro y sus manos, los bellos ojos verdes grandes y expresivos y el sedoso y brillante cabellos largo de tonalidad mar de arena blanca.


Sí, definitivamente quedó fascinado ante tanta fineza, deseando apoderarse nuevamente de la fresca y virginal boca de labios rosa y acorazonados de Kanon.


—El que no haya amor no significa que no pueda divertirme contigo… Kanon, hermoso Kanon… —suspiró impaciente de que llegara el momento de poseer a ese bello joven, de enseñarle y moldearlo a su gusto.


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Paradox miraba nerviosa como Aspros iba y venía por la habitación que compartían. El hombre se devanaba los sesos pensando si traería consecuencias el que le confesara a Aioros que Saga era un doncel. Con Hades todo fue muy bueno en cuanto a ese tema por parte de Kanon, puesto que el azabache y su esposa se mostraron muy emocionados y felices al saber que su yerno podía darle hijos a su hijo, pero con el castaño no sabía lo que podría pasar. Sentía que se estaba arriesgando a que Aioros al saber sobre el don del mayor de los hermanos lo rechazara y anulara el matrimonio que ya estaba a la vuelta de la esquina.


—¿Y si no acepta a Saga? ¿Qué haremos? —cuestionó a su mujer con impaciencia, deteniéndose frente a ella.


—Tendremos que correr el riesgo Aspros, debes decirle sobre la condición de nuestro hijo. No podemos permitir que lo lastime si se entera después de que se hayan casado, o peor aún, que lo embarace a la edad que tiene. Saga está muy joven y su vida podría estar en riesgo. Debes decirle —le dijo seria poniéndose de pie.


Paradox consideraba que era mejor decirle a Sagittarius la verdad sobre el don del gemelo, y si el hombre lo rechazaba sería porque en realidad no le convenía a Saga como esposo.


—Está bien… Tienes razón estamos condenando a nuestros hijos a un futuro que no quieren, al menos podemos ser justos encontrando a quienes los cuiden de verdad ya que nosotros hemos sido incapaces. Iré ahora mismo a la casa de Kardia para hablar con el joven Aioros, será lo que tenga que ser —dijo al mismo tiempo en que se ponía su abrigo.


—Es lo mejor cariño, el señor Hades dijo que es mejor que él sepa que Saga no es como los demás, y si lo acepta con esto ayudará a cuidarlo. Ve con cuidado.


—Volveré pronto…


El hombre se acercó a dejar un beso rápido sobre los rosados labios de su esposa, acto seguido salió de la habitación para abandonar la casa con la intención de ir a la de su amigo abogado y hablar con el prometido de su hijo mayor.


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Milo y Camus habían pasado una tarde bastante amena juntos, conocieron mucha cosas interesantes y maravillosas del contrario, haciendo crecer aún más los sentimientos que albergaban el uno al otro.


El francés al principio se mostraba bastante tímido y reticente a abrirse a su acompañante, pero así como aseveró Dégel antes de dejarlos solos, cuando hubo entrado en confianza Camus hizo sabedor a Milo de muchas cosas suyas, como por ejemplo sus pasatiempos aparte de la lectura y el violín, su comida favorita, la época del año que más le gustaba e incluso lo que pensaba sobre seguir los pasos de su padre como abogado. Claro que el peli-azul no se quedó atrás y también se abrió al galo, contándole cosas de su vida así como la amistad que tenía desde pequeño con los hermanos Géminis a quienes Camus no conocía más allá de sus nombres pues no había tenido la oportunidad de tratarlos personalmente.


—Entonces por eso mi papá ayuda al suyo con los documentos —pronunció Camus meditando lo que Milo le había contado.


Al hablar de Kanon y Saga al griego no se le escapó comentarle a su visitante los acontecimientos que giraban en la vida de los gemelos. Camus se mostró triste por imaginar lo que los hermanos tendrían que estar pasando al saber que iban a casarse con hombres que no conocían, alejándose de su casa y sus padres. Él consideraba que de estar en el lugar de esos jóvenes no podría soportarlo de ningún modo.

Notas finales:

De nuevo gracias a quienes leen y a quienes me dejan algún comentario, se los agradezco mucho. Hasta el siguiente lunes, sigan bell@s ;)


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