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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Un enorme saludo, les deseo que estén teniendo un buen inicio de semana. Aquí traígo el capítulo 19 de este fic, deseando como siempre que sea de su agrado. Gracias a los que me regalan sus lecturas y a quienes me regalan sus comentarios.

Capítulo XIX.


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Los dos jóvenes seguían conversando sobre los gemelos, Camus miraba apesadumbrado a su acompañante y no se equivocaba. Milo al igual que él, pensaba que no podría cargar con algo similar a lo que pasaban sus amigos, pero comprendía que no había una forma de ayudarlos.


—Así es —asintió a lo que el menor había dicho—, a decir verdad me preocupa mucho que Saga se vaya lejos.


—Es natural, también me preocupara si uno de mis amigos estuviera viviendo eso. ¿Pero el joven Saga ya conoció a su prometido, verdad?


—Sí, se conocieron ayer en la noche y Aioros lo aceptó casi de inmediato. Pero por otro lado aún falta encontrar un partido para Kanon… —suspiró.


Milo desconocía por completo que su padre y Aspros tenían a Hades Inferno interesado en que su hijo mayor eligiera a Kanon para desposarlo, así como también el que Géminis e Inferno se habían reunido ese día, y acordaron todo para la próxima unión de los interesados en una semana.


—¿Aún no se ha presentado alguien para el joven Kanon? —la pesadumbre de Milo se había contagiado a Camus.


—No sabría decirle si sí o si no joven Camus, aunque yo desearía que no. Realmente ambos son mis mejores amigos y los quiero como si fueran mis hermanos, lo que menos quiero es que sufran, desearía que no los alejaran de mí.


—Es usted un joven muy noble —se sonrojó volteando la mirada tímida hacia el frente para que el otro no le mirara—. Se puede ver que en verdad los quiere y se preocupa por ellos.


Milo sonrió al ver a Camus y notar sus tersas mejillas enrojecidas aunque quisiera cubrir su perfil con su largo cabello.


—Cuando siento cariño o amor joven Camus, lo hago con verdad y mucha intensidad.


La mirada de espejos turquesa reflejó la hermosa faz de quien estaba al frente con determinación. Camus volteó a ver a su interlocutor veloz sin importarle que viera lo rojizo de su rostro. Los labios franceses entre abiertos, tan tiernos y suaves a la vista eran el paisaje más hermoso que los ojos griegos podían estar apreciando.


Milo nunca pensó llegar a tener a ese muchacho bello como una ilusión ahí a su lado, tan cerca, tan real. Y Camus no podía sentirse más feliz y nervioso a la vez de estar al lado de ese chico que lo hizo bajar la guardia y permitirse fantasear con él aunque sea de lejos.


Pero ambos a pesar de sentirse atraídos y genuinamente interesados, no creían ser suficiente para el contrario, se sentían indignos uno del otro por lo que en lo que pareciera un acuerdo mutuo que en sus pechos palpitaba en secreto, se negarían a decir algo por ahora al menos. Luego quizás al conocerse un poco más tendrían el valor de confesarse lo que cada quien ignoraba: el sentir ajeno.


Camus finalmente sólo pudo sonreír con añoranza, contagiando a Milo que le veía con un enorme cariño. Ambos suspiraron en armonía y siguieron conversando de diversas cosas, deseando que Dégel no saliera nunca del estudio de Kardia para que ellos pudieran seguir ahí juntos en el jardín y la calma de una tarde que poco a poco empezaría a morir.


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En la habitación de Minos se llevaba a cabo una conversación entre éste y Aiacos que hablaban muertos de curiosidad por saber como fue el tiempo que Radamanthys estuvo con Kanon y si habían logrado entenderse o al menos el rubio no lo hubo arruinado todo.


—Estoy completamente seguro de que Rada se mostró tal cual es… —decía Minos negando con la cara seria.


Aiacos sentado en un sofá frente a la cama donde estaba el otro, respondió con duda:


—¿Tú crees? Por eso quería ir a ver que todo estuviera bien pero tú no me lo permitiste cuando estábamos en la biblioteca —se molestó al recordar aquello, Minos chasqueó la lengua con hastío.


—¿Y qué querías que hiciera? Quizá si ibas, hubiera sido peor. ¡Maldita sea! ¿Por qué Radamanthys tiene que ser tan hermético? —suspiró sonoramente.


—Podemos ir a su habitación y hacer que nos diga como le fue —fue la sencilla respuesta que dio Aiacos encogiéndose de hombros.


—Maldito idiota, no hay más que pensar él es demasiado bestia, quizás hizo sentir mal al joven Kanon. Mejor hubiera sido que papá me casara a mí con él —se llevó la mano derecha a la cara sin ser consciente de lo que había dicho.


Aiacos abrió con desmesura los ojos cuando escuchó lo que su hermano dijo. ¿Acaso a Minos le había gustado tanto Kanon Géminis?


—¿Te ha gustado el joven Kanon, Minos? —le preguntó incrédulo y sorprendido en partes iguales.


Minos retiró la mano de su rostro para verlo con fastidio por ser víctima de una pregunta cuya respuesta era demasiado obvia para él.


—Por supuesto Aiacos, dime tú. ¿A quién con el cerebro cuerdo no podría gustarle semejante ángel?


—Bueno, tienes razón… A mí de igual manera me agradó mucho, pero el joven Saga también tiene algo que atrapa —suspiró logrando que ahora Minos lo mirara sorprendido.


—¿Es en serio, Aiacos? —cuestionó con los ojos bien abiertos. El menor asintió un poco cohibido — Vaya, mira que bien guardado te lo tenías.


—Fue sin querer —se defendió con un tenue rojo en las mejillas—, a pesar de que los conocimos hoy ambos tienen algo que hace que quieras estar con ellos.


—En eso tienes razón es que quizás sea porque son más jóvenes que nosotros y además, porque no están corrompidos por lo banal que hay afuera. Sus padres han hecho un buen trabajo protegiéndolos pero… Realmente deseo que ni el prometido de Saga, ni Radamanthys vayan a romper esa pureza que irradian sin ser conscientes de ello.


—Es verdad pero ya vez como es Rada, después de como ha estado el último tiempo, no creo que al joven Kanon le augure nada bueno con nuestro hermano… —dijo con una expresión triste en el rostro. Una que Minos identificó como pesadumbre.


—Radamanthys sería un auténtico idiota si lastima a Kanon. Y todo por ese maldito prostituto barato que lo engatusó con artimañas absurdas.


Aiacos asintió, ambos siguieron en la habitación del peli-plata pensando en lo que el futuro cercano podría traer a sus vidas.


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Después de dejar la carta destinada a Aioria en la oficina postal, Aioros quiso meditar en calma y soledad lo que iba a hacer con el nuevo problema que se le ponía en el camino. Justo ahora que estaba tratando de poner en orden algunos aspectos de su vida, Shura venía a recordarle su molesta existencia amenazándolo con destruir lo que con trabajo y sacrificio sus padres habían construido con esfuerzo para que a él y a su hermano no les faltara nada. Estaba frustrado, lo único bueno de todo aquello era Saga; ese joven lo había enamorado desde que estrechó su mano de alabastro, aunque Aioros estaba bastante consciente de que no lo expresó de la manera correcta y por ello el peli-azul se sintió incómodo ocasionándole un sentimiento de culpa.


—Aguanta hermano, pronto estaré a tu lado para que Shura no te haga daño… Pronto…


Sin más que pudiera hacer Aioros se dirigió a la casa de Kardia, con la idea de descansar un poco de todas las emociones que vivió ese día. Sin imaginar que una enorme verdad sería revelada para él en poco tiempo.


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Dégel examinaba una última vez los papeles que Saga tendría que firmar para poder ser legalmente esposo de Aioros Sagittarius, ningún error podía ser pasado por alto ya que de eso dependía la legitimidad de todo el proceso para evitar futuros problemas con el matrimonio del que serían parte. Luego de un largo rato de silencio, el de nacionalidad francesa liberó un sonoro suspiro de cansancio, quitándose los lentes para masajear sus ojos violetas.


—¿Cansado? —preguntó Kardia con una sonrisa, dejando los papeles que él mismo revisaba para ver a su amigo y colega frente a él al otro del amplio escritorio.


—No, no es eso amigo —miró al peli-azul—. ¿Sabes? Me cuesta un poco aceptar que tu amigo Aspros pueda hacer esto con sus hijos.


Kardia comprendió a lo que se refería Dégel, él mismo tenía un hijo de 17 años el cual era su adoración y orgullo, el peli-verde sentía que no podía opinar sobre las acciones de otras familias pero aún así la idea de casar a Camus con un hombre rico le era chocante. No se imaginaba lo que el menor llegaría a sentir de estar en esa situación tan desesperada, pero lo más seguro era que terminaría odiándolo por venderlo así.


—Lo sé Dégel, al principio traté de hacerle entrar en razón pero estaba tan desesperado. Realmente él y su esposa se preocupan por lo que pueda pasar con Kanon y Saga cuando ellos no estén en este mundo, porque no pueden dejarles nada de lo que sus antecesores les dejaron a ellos. La familia quedó en ruina desde que el tío de Aspros, Caín invirtió el dinero de manera equivocada dejando a Abel con lo necesario para vivir, como por ejemplo la casa en la que residen en la actualidad.


—En verdad que ese hombre los dejó embaucados —soltó Dégel con una cara de angustia.


—Exactamente… La intención de mi amigo no es mala, pero tal parece que no se ha molestado en tomar en cuenta lo que sus hijos quieren o como se sienten.


—No puedo opinar de la vida de ese hombre desde mi realidad, pero si alguna vez llego a esa situación, usar a Camus como moneda de cambio no estará nunca entre mis opciones.


—Espero que no amigo, yo al igual que tú no tendría el corazón para obligar a Milo a vivir atado a alguien que no pueda amar.


Dégel asintió con el rostro serio, era verdad su realidad y la de Aspros eran distintas y por lo tanto no podía juzgar, porque aunque no conociera al mayor de los peli-azules personalmente sabía que el hombre tenía razones de mucho peso para llegar a aquel extremo, y una de esas era el bienestar de sus hijos, pensando con equivocación que lo material era lo único que los muchachos necesitarían para ser felices.


Ambos abogados suspiraron, Kardia pudo escuchar como sonaba la campana de la puerta principal desde su lugar, Dégel al escucharlo también, dijo a su amigo:


—¿Esperas a alguien? —volvía a colocarse su gafas con calma.


—No realmente —le restó importancia—, quizás sea alguna carta, en todo caso Sasha vendrá a decirme lo que sucede.


—En eso tienes razón —concedió retomando los papeles de nuevo—. Bien acabemos con esto mira, estas son las hojas que llevarán tu firma —le extendió tres hojas escritas a mano que el otro tomó para revisar—, estas dos que tengo yo son los términos y acuerdos entre Aioros Sagittarius y Aspros Géminis, aquí sólo basta tu sello y la firma del joven Saga junto con la de su padre.


—Comprendo, aquí tengo lo que Aioros debe firmar y lo de los testigos. Debo sellarlos y eso sería todo.


—Muy bien, el papeleo ya está hecho. No se te olvide hacer una copia.


—No te preocupes, es lo primero que haré mañana temprano, el día se acerca y debo mantener en orden los documentos que Aioros se llevará y los que guardaré yo como respaldo.


—Bien.


Los dos hombres acomodaban, firmaban y sellaban los papeles restantes cuando unos delicados toques en la puerta del estudio los distrajeron. Kardia habló a la persona que estuviese afuera.


—Pase.


Al escuchar la indicación, Sasha se dejó ver en el marco de la puerta.


—Con su permiso —asintió cortés—. Señor Kardia, el señor Géminis a pedido ver al joven Sagittarius.


Dégel y Kardia se miraron mutuamente con desconcierto por la petición hecha por Aspros.


—¿Busca a Aioros? —Kardia estaba extrañado, ¿sería qué Aspros pensaba anular el matrimonio de su hijo?


—Sí señor —asintió la chica.


El peli-azul no imaginaba para qué Aspros quería ver a Aioros, pero pronto recordó que cuando él llegó Milo le comunicó que el castaño había salido a dejar una carta para su hermano y la verdad era que no sabía si su visitante estaba de vuelta en la casa.


 

Notas finales:

Si hay alguien por aquí que sega mi fic "Gema gitana" recordarles que mañana se viene el cap 8. De nuevo muchas gracias por leer y en esta historia nos leemos el próximo lunes. Sigan bell@s y que tengan una feliz semana ;)


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