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"Cadenas de Oro" por darkness la reyna siniestra

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Notas del capitulo:

Lamento infinitamente la tardanza en actualizar, pero hoy vengo con dos caps, espero les agrade, muchas gracias por leer. Un saludo ^^

Capítulo XXIII.


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En el primer piso de la casona Escorpio, Dégel y Kardia se encontraban en la búsqueda de sus hijos, pero no obtenían ninguna respuesta de los menores a los llamados que les hacían, al final de tanto uno de los dos hombres se dirigió al otro.


—¿Dónde crees qué estén metidos? —dijo Dégel volviendo del jardín donde no encontró ni rastro de los jóvenes.


—No lo… —iba a responder que no sabía, pero al voltear hacia las escaleras los vio bajando— ¡Ah! Mira, ahí vienen. Milo, ¿dónde estaban? Dégel ya se estaba preocupando —rió al ver la cara del peli-verde.


—Oye, claro que no —se defendió—, es que pensé que Camus se había ido sólo a casa.


—No se preocupe señor Dégel, el joven Camus me ha comentado que le gusta la literatura así que lo he llevado a la biblioteca, hemos estado ahí desde casi dos horas.


—Oh vaya, me alegro que se la hayan pasado bien. ¿Ves Kardia? Te dije que cuando mi hijo entra en confianza, es otra persona —dijo a su amigo al mismo tiempo que se acercaba al inicio de la escalera.


Finalmente los más jóvenes llegaron junto a sus padres. Minutos después los cuatro se despidieron en la entrada de la casa, donde los residentes vieron partir el coche de los visitantes.


Cuando se hubieron ido, Milo suspiró siendo esto notado por Kardia que sonrió al imaginar los motivos de su hijo para aquella acción, se sintió feliz por él y esperaba que en un futuro cercano él y el hijo de su amigo pudieran conocerse y tratarse mucho más.


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La puerta principal de la mansión Sagittarius fue tocada, Shaina se apresuró a atender algo nerviosa de pensar que podría tratarse nuevamente de Shura, pero se pudo tranquilizar cuando vio al mejor amigo de Aioria con una sonrisa calma viéndola desde afuera.


—Hola Shaina, buenas noches —saludó el atractivo hombre de cabellos y ojos azules con su inconfundible acento italiano—. Aioria mandó a buscarme pidiéndome venir lo más pronto que pudiera, espero él esté bien.


La muchacha al ser también de nacionalidad italiana, congeniaba bastante bien con el joven que además de ser amigo de los dueños de la casa, era uno de los pocos médicos especializados en atender a nada más y nada menos que a hombres donceles, además de ser el hijo del doctor de cabecera de la familia Manigoldo Cánceri.


—Oh Giovanni, que bueno que seas tú —respondió aliviada dejándole pasar para luego cerrar la puerta. Aunque lo que ella dijo le causó curiosidad al joven hombre.


—¿Por qué lo dices así? ¿Qué ha pasado, todo está bien? —se preocupó él.


Giovanni sabía que Aioros estaba fuera por algunos días, y antes de irse le pidió a él y a su padre que estuvieran al pendiente de Aioria y por lo tanto, sentía la necesidad de proteger al de cabellos castaños claros.


Shaina iba a comentarle lo ocurrido a Giovanni pero no hubo necesidad cuando Aioria apareció.


—Déjame a mí contártelo —se acercó el menor con una sonrisa a donde los italianos estaban, pronto saludó a su visitante—. Gracias por venir amigo, en verdad necesito hablar con alguien…


—Discúlpame por no haber venido antes, he estado ayudando a papá con algunos pacientes, él tampoco ha podido venir a echarte un ojo por el exceso de trabajo —le despeinó el cabello en un gesto cariñoso, con una sonrisa traviesa en sus bonitos labios.


Aioria sentía el suave contacto de la mano sobre su cabeza con los ojos cerrados, casi haciendo un puchero de niño pequeño. Cuando el otro le dejó en paz, habló con falsa indignación.


—Oye, ya no soy un niño, no necesito que me cuiden.


El mayor carcajeó divertido.


—Oh, está bien. Pero Aioros nos pidió de favor que estuviésemos al pendiente de ti. Aioria, te considero mi hermano menor y me preocupo por ti, igual mis padres que los estiman mucho.


—Gracias Giova… —suspiró para pronto sonreirle agradecido— Shaina, podrías por favor traernos algo de beber aquí a la sala —pidió a la joven.


Shaina asintió sonriente.


—Claro que sí joven, en este momento les traigo algo.


—Muchas gracias.


Ella se marchó a cumplir con lo pedido, mientras que los muchachos tomaban asiento en los cómodos sofás de la sala principal.


—Algo interesante pasó, lo noté por el alivio de Shaina al verme a mí —empezó serio el médico, poniendo nervioso al oji-verde.


—Sí, sí pasó algo hoy casi al medio día. Giovanni, Shura vino a reclamarme como su esposo… —dijo con una mezcla de sentimientos convertidas en una expresión de pesadumbre.


Los ojos azules se agrandaron con asombro, pero en cuestión de segundo un brillo de molestia apareció en las orbes añiles, volviendo la mirada del mediterráneo afilada y amenazante.


—¿Qué es lo que trama ese tipo ahora…? —susurró.


Su familia estaba enterada de la mala relación que los Capricornio y lo Sagittarius tenían, por eso le había molestado tanto el hecho de saber que el español se hubo atrevido a demandar a Aioria a pertenecerle. ¿¡Con qué derecho se le ocurría hacer algo así!? Giovanni Cánceri no entendía nada.


El rostro de Aioria mostró pesar al ver a Giovanni a los ojos, preocupándolo mucho más y haciéndolo pensar que Shura le hubo hecho o dicho algo malo.


—Lo que me dijo fue que antes de venir le mandó a Aioros un carta. Al principio me asusté porque pocos somos los que sabemos la ubicación exacta de mi hermano, pero dijo que no le importaba él, sino yo…


—Pero, ¿para qué te quiere como su esposo? No comprendo —estaba confundido.


—Lo hace para poner a Aioros contra la espada y la pared. Es decir que mi hermano debe permitirle desposarme, o de lo contrario va a destruir el legado de nuestro padres —Aioria cerró los ojos con fuerza presa de la impotencia y el coraje que le daba ser incapaz de luchar contra el de cabellos negros y sus intenciones aún desconocida para él.


Giovanni meditaba las palabras del menor, tratando de encontrar la lógica en todo aquello. Cuando iba a decir algo, Shaina llegaba cargando una bandeja donde llevaba dos tazas de café.


—Disculpen la interrupción —se disculpó colocando al mismo tiempo las tazas sobre la pequeña mesa al centro de la sala—, he traído café.


—Muchas gracias Shaina —dijo el oji-verde un poco apesadumbrado.


—Te lo agradezco —sonrió el peli-azul.


La joven asintió para pronto retirarse llevándose consigo la charola, dejando a ambos solos nuevamente. Aioria suspiró mirando la taza de humeante líquido desde su lugar.


—Aioria, Shura no puede manipularte así. ¿Cómo pretende destruir la industria que tu padre creo? —le dijo con confusión.


—Por medio de Aioros… Giovanni yo no puedo permitir que nada le pase a mi hermano por culpa mía. Si yo puedo evitar que él tenga problemas que se pueden prevenir, lo voy a hacer sin dudar —respondió determinante.


—¿A-a qué te refieres? —al italiano algo en esa determinación no le había gustado.


—Es que yo —hizo una pausa para darse valor a continuar—. Yo acepté ser desposado por Shura a cambio de que dejara a Aioros y a la empresa de mi familia en paz.


Giovanni no pudo hacer más que suspirar apesadumbrado, negando con la cabeza.


—Ay Aioria… Ahora sí Aioros me va a matar… —miró al otro con resignación, no quería imaginarse como se iba a poner el castaño cuando supiera lo que pasó en su ausencia.


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Padres e hijos se encontraban en la mesa del comedor, los menores acababan de terminar su cena y se levantaban para recoger la mesa y lavar los trastos sucios, ante la atenta mirada de Aspros que miraba a Kanon con un dejo de culpa.


Kardia tenía razón al recriminarle por no haberle preguntado a Kanon como fue su cercanía con Radamanthys Inferno. Ahora se sentía como un insensible por no tomar a sus hijos en cuenta. Además de eso, también estaba el anuncio que le tenía que hacer saber a Saga sobre que Aioros iba a pasar a buscarlo a las once de la mañana del día siguiente. Consideró que ahora que el gemelo terminó de cenar tranquilamente, podía darle las indicaciones para su cita.


—Saga —llamó con calma, el nombrado volteó a mirarlo deteniéndose de lo que hacía.


—Dime, padre —respondió atento.


—Hijo —se aclaró la garganta ganándose la mirada confundida de Paradox—, hoy fui a la casa de Kardia y hablé un poco con el joven Aioros —un escalofrío recorrió la espalda de Saga al escuchar el nombre—. Me pidió autorización para venir a buscarte mañana a las once, quiere pasar tiempo contigo para que se conozcan de mejor modo, él no desea que lo sientas como un extraño a la hora de que partan.


El hermoso rostro del gemelo mayor se llenó de una innegable tristeza pero no quiso decir nada. Ya estaba cansado de intentar luchar contra la corriente de ese destino sellado en su futuro a fuerza de las decisiones que otros tomaban por él. Kanon escuchaba todo desde la habitación de limpieza al lado del comedor sintiendo la impotencia quemarle en las venas. Aioros no le inspiraba ninguna confianza, no consentía seguro dejar que Saga estuviera a solas con él, deseaba poder ayudar a su hermano pero no se le ocurría que podía hacer.


Paradox por su parte se mostraba impresionada por las palabras de su esposo, desde que hubo llegado de la casa del abogado, lo llamó directamente para cenar, aún no pudieron hablar de como había salido todo sobre la verdad que Aspros iba a confesarle a Aioros de Saga. Pero la dama con facilidad pudo intuir que si el castaño había pedido el permiso para estar con su hijo, entonces aceptó de buena manera que Saga fuese un doncel con la capacidad de darle hijos en un futuro.


Sin embargo en la mujer se formaron emociones contradictorias porque si bien le alegraba que Aioros no haya rechazado a Saga. También le preocupaba en sobre manera que tratara de dejarlo en estado. Ella consideraba que los gemelos aún eran demasiado jóvenes y frágiles para embarazarse y de corazón esperaba que los futuros esposos de los menores fueran pacientes con ellos y no los obligaran a entregarse.


Estaba decidida a hacer hablar a su marido, necesitaba saber detalle a detalle de lo que el hombre habló con el CEO.


—Padre… ¿Es necesario que vaya solo con él? —preguntó Saga en un vano intento de evitar esa salida.


—Hijo esto será bueno para ti y para Aioros, pueden conocerse y quizás hasta tengan cosas en común. Lo mejor que puedes hacer es ser amable y honesto, hablale de tus gustos, tus anhelos, cosas por el estilo. Se nota que Aioros está muy interesado y se preocupa mucho por ti.


El gemelo suspiró ya sin ninguna esperanza. Creía que era ya bastante inútil tratar de convencer a su padre pero siempre lo intentaba sólo para que sus ilusiones fueran pisoteadas y sus oportunidades de escape negadas, ya no había nada que hacer más que resignarse.


—Está bien padre… Será como tú quieras.


Sin más palabra que esa el gemelo mayor se marchó a la habitación de limpieza donde estaba Kanon con la mirada baja, apoyado en una pared.


Al menor los pasos rápidos de su hermano lo pusieron en alerta, levantó la vista para ver como Saga mantenía la mano derecha sobre su boca, acallando así los sollozos que luchaban por salir de su garganta. Las claras lágrimas corrían ya por sus mejillas de porcelana mientras que su cuerpo se sacudía en espasmos provocados por el mismo llanto.


—No, Saga… —susurró el de cabellos más claros antes de ir a envolver a su igual entre sus brazos.


El otro se dejó invadir por el calor de su hermano, sintiendo en ese contacto la empatía que tenía ante su situación, el apoyo y su compañía. Un abrazo que trataba de contenerlo y decirle sin palabras que él estaba a su lado.

Notas finales:

Gracias por leer, nos vamos al cap 24


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