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"De cangrejo, a mi doncella" por darkness la reyna siniestra

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Capítulo 11. “Caballeros en aprietos”


 


- 🌸 -


Serían las ocho con treinta minutos cuando Piscis, Sagitario y Cáncer llegaban a Rodorio y en vista de que la jaiba no había desayunado aún, Afrodita sugirió pasar a algún local para que Death comiera algo antes de comenzar con las compras.


—¿Y qué propones? —indagó la chica mirando con aburrimiento al sueco.


—No lo sé, ¿qué es lo que normalmente desayunas? —le cuestionó mirando a todos lados buscando un local que le llamara la atención.


Afrodita no era ningún despistado y al estar en su búsqueda, de prisa se dio cuenta de que muchos de los hombres que pululaban cerca de ellos veían bastante a Deathmask, algo que lo puso en alerta a él y a Aioros porque de lejos se notaban las intensiones de esas miradas.


—¿Te has dado cuenta? —preguntó el arquero con disimulo al de Piscis.


—Estaría tan ciego como el Dragón sino… —le respondió con la mirada afilada.


Dita pensó que lo mejor era no perder a Deathmask de vista por eso volteó para verle pero con asombro descubrió que su amigo no estaba cerca de ellos.


—¡Y Death! —exclamó con los ojos bien abiertos, girándose a Aioros.


—No lo sé —respondió éste nervioso—, estaba aquí hace un momento —comenzó a buscarla con la mirada por todos lados.


—Maldición Aioros, hay que encontrarlo, no vaya a ser que me lo secuestren y lo quieran vender a un prostíbulo. ¡O algo peor! —dijo lleno de pánico imaginando todos los escenarios posibles donde la ahora italiana era subastada, vendida y posteriormente explotada, Aioros negó entornando los ojos al escuchar las ideas fatalistas de Afrodita.


—No exageres Afro, Death como hombre es bastante fuerte, como mujer no creo que vaya a defraudarnos tampoco —sin esperar respuesta del menor, empezó a caminar sin dejar de buscar con la mirada algún indicio de la crustácea perdida.


- 🌸 -


Death por su parte no sabía del estrés que sus acompañantes estaban atravesando por su causa, notó que Dita y Aioros estaban conversando de algo que no logró comprender y a lo que de igual modo le restó importancia. En ese momento decidió alejarse un poco de ellos y entonces algo hubo llamado su atención, un delicioso olor dulce que lo hipnotizó hasta llevarlo a la fuente de la que salía. Encontrando un pequeño pero acogedor lugar con unas pocas mesas de madera afuera. Una amable mujer que colocaba pequeños floreros sobre las rústicas mesas le vio acercarse a paso lento y distraído. Aquella mujer no muy mayor ni tampoco tan joven le sonrió con calidez antes de articular palabra, y dirigirse a Masky.


—Muy buenos días, preciosa jovencita —saludó la alegre mujer dejando el último florero en una mesa cerca de la entrada.


Death pareció confundido hasta que recordó su apariencia, se le olvidó por un momento que no lucía como un hombre ahora y un poco más repuesto respondió al saludo.


—Ehh..., buenos días. Disculpe, ¿ese delicioso aroma proviene de este lugar? —preguntó sintiendo el olor mucho más fuerte que antes.


—Oh —la mujer respiró profundo para responderle con una orgullosa sonrisa—, por supuesto que sí mi niña, es el dulce olor de una buena crêpe*caliente con mermelada de frutos rojos y crema de leche. ¿Deseas probar?


Los ojos azules brillaron ante la mención de aquello, para Death sonaba realmente delicioso y si sabía como olía debía ser muy bueno en verdad.


—Me encantaría, gracias —respondió con su suave voz, y una sonrisa de verdadera gratitud.


—Bien, toma asiento en la mesa que más te agrade, volveré pronto con tu pedido —asintió con una sonrisa antes de ir al interior del local, dejando la puerta abierta.


Desde el exterior Deathmask podía ver más mesas ya decoradas con la misma sencillez de las de afuera. Pero prefirió quedarse en esas de la entrada ya que la mañana estaba fresca y agradable.


- 🌸 -


—¿Adónde se pudo meter ese tonto? Por los dioses no pude haberlo perdido, Athena me va a destituir de mi rango por su culpa…


Esas y muchas otras quejas más eran lo que Aioros escuchaba unos pasos atrás de él ya más que cansado al mismo tiempo que doblaban por una esquina. Habían preguntado a las personas y comerciantes si vieron pasar a una hermosa chica de cabellos azules pero nadie dijo haberla visto. Por eso, Afrodita estaba entrando en un estado de angustia bastante grande, a un paso de la histeria.


Seguía su camino sin dejar de buscar, y en una de esas fue que el arquero echara una nueva mirada por el entorno que pudo divisar una cabellera añil en un pequeño local con temas franceses. Sin duda era Deathmask quien muy sacada de la pena parecía estar comiendo algo sentada a una mesa exterior protegida del sol por un pintoresco tejado corto.


—¡Dita, deja eso! —lo jaló para sacarlo de sus pesares y que mirara lo mismo que él— Mira allá está Deathmask, parece que encontró un buen lugar para desayunar —concluyó con toda la calma del mundo. Le alegraba saber que el cangrejo estaba bien.


Pero Afrodita en lugar de aliviarse, se indignó.


—¡Cangrejo desgraciado, uno muriéndose de angustia y él como si nada comiendo crepas! —dijo notando lo que se vendía en aquel local— Ahora verá —terminó amenazante para ir a grandes zancadas a donde la chica estaba terminando su comida.


Aioros no pudo detenerlo, ni intentar siquiera. Se limitó a suspirar con una mano sobre su rostro en señal de cansancio. Ahora conocía de Dita que perdía con facilidad los estribos cuando se trataba de Cáncer, se encaminó a donde el sueco iba pero con mayor calma que el otro.


—Estuvo delicioso… —sonrió Death con satisfacción sin imaginar lo que se le aproximaba.


—¡Deathmask de Cáncer! —exclamó Dita llegando por fin a su lado asustándolo, golpeando la mesa donde estaba, logrando que los platos, cubiertos y la taza saltaran— ¡Pedazo de desconsiderado, te largas y nos dejas tirados preocupados por ti! —lo señaló con un dedo tembloroso.


La jaiba se recuperó de la impresión que su amigo le causara y como una forma de desquite le dijo sin amedrentarse:


—Dita, ya que estás aquí has el favor de pagar la cuenta, toma —le dijo dándole de lo más fresca un pequeño ticket donde estaba lo consumido y el precio de lo mismo, haciendo una cuenta de lo que se iba a pagar.


En ese momento Aioros llegaba con ellos, presenciando la mirada entrecerrada del sueco que veía a Death con ganas de asesinarlo. El castaño rió negando al ver la interacción del par.


—Si no fueras mi amigo… —la miró feo al mismo tiempo que le arrebata el trozo de papel de los dedos, pero a la joven no le importó.


—Oh vamos —se puso de pie de la silla—, tenía hambre. Recuerda que por el gato no pude comer, y ustedes parecían bastante entretenidos hablando de algo que yo no entendía y que al parecer ni me iban a decir —se cruzó de brazos en actitud resentida.


Aioros le habló antes de que Dita le dejara ir todos los improperios que hervían por salir de su boca.


—Discúlpanos Deathmask, es que notamos que las personas te veían con demasiada atención cuando llegamos, recuerda que hemos venido contigo para cuidar que nadie quiera acercarse a ti con malas intenciones —le sonrió, por algún motivo esa sonrisa le pareció linda a Death.


Al notar lo que estaba pensando, agrandó los ojos incrédula del rumbo que su mente estaba tomando, sacudió sus ideas y respondió al mayor con suavidad en su voz pero cargada de un sentimiento de pesar.


—Te lo agradezco pero no olvides que yo también soy un caballero dorado… —le dijo volteando la mirada algo incómodo.


Aioros pareció comprender que a Death le afectaba de algún modo que se le considerara débil. Pensó que le había ofendido al decirle que estaban con él para que nada malo le pasara sabiendo que podría defenderse de ser necesario.


Sin darse cuenta, Deathmask actuaba bastante diferente con Aioros que con el resto de sus camaradas. Quien lo analizara bien podría considerar que era porque Cáncer tenía cierto respeto por Sagitario y en gran medida era verdad. Pero también había algo más, algo que Death no había descubierto aún.


—Death, lamento si te ofendí, yo sé que eres fuerte y puedes hacerle frente a lo que sea si te lo propones. No fue mi intención hacerte pensar que no te creo capaz de algo.


El castaño se le acercó a la muchacha, ésta suspiró negando con quietud.


—No te disculpes Aioros, ya estoy bastante acostumbrado a ser considerado como el más débil de la orden —exhaló con hastío—. No es tu culpa…


Death se dio la vuelta para alejarse a donde estaba Dita, pero el sorpresivo agarre de la fuerte mano masculina sobre su ahora frágil muñeca derecha, le hizo voltear de nuevo con rostro interrogante al griego.


—Aún así Deathmask, quiero que sepas que yo si creo que eres realmente fuerte… —le regaló una sonrisa de calidez que sin saberlo calentó el brindado interior del italiano.


—Te lo agradezco… —y sonrió, con una gratitud pocas veces vista pero que aumentaba la belleza de sus facciones.


Aioros quedó sorprendido y por lo mismo soltó a la menor que se alejó con rumbo a donde Dita se encontraba terminando de pagar la cuenta.


- 🌸 -


El entrenamiento era arduo, el resto de caballeros ya estaba dándolo todo en el coliseo bajo el sol de la mañana. Shion supervisaba todo y Athena estaba a su lado pero sin prestar mucha atención, aún pensaba lo que decía el libro de Sasha sobre lo que podría pasar con Deathmask. La inquietud de la muchacha no pasaba desapercibida por el lemuriano.


—¿Ocurre algo, Athena? La noto preocupada —le hizo saber en tono bajo.


—¿Ah? Oh pues, aún estoy preocupada por lo de Death… —respondió taciturna con la mirada fija en la arena.


—¿Habrá un tiempo límite para qué descubra como volver a la normalidad? —Shion indagó con duda.


—Supongo que sí… debe decirlo en el libro, se me pasó por alto buscar ese detalle Shion —expresó con angustia.


—No se estrese mi señora, hasta alguien como Deathmask tiene que ser capaz de comprender lo que puede regresarlo a su forma original —alentó el hombre, Athena asintió.


—Pero de todas formas quiero estar preparada por si esto no sale como esperamos. Shion te encargo la supervisión de lo caballeros, iré a buscar más respuestas.


—Como ordene usted, Athena.


Shion se quedó sólo en el palco mirando los entrenamientos de los santos de oro, en lo que Athena se retiraba con disimulo a la cámara principal donde había quedado el libro en el que el ariano mayor encontrara la información que buscaba desde la noche anterior.


- 🌸 -


En la arena podían observarse algunas parejas de guerreros que combatían cuerpo a cuerpo. Entre ellos el santo de Leo y el de Escorpio quienes deban y esquivaban golpes del contrario al mismo tiempo que una inusual conversación iniciaba.


—Oye… Aioria. ¿Cómo… cómo te fue ayer… con la muñeca nueva? —articuló la pregunta con dificultad pues debía moverse para evitar los golpes del león.


Aioria pudo escuchar la interrogante de su amigo, frunció el ceño al escuchar el motel con el que Milo se refirió a Deathmask y sin poder evitarlo dio al otro una patada cargada con el doble de su fuerza y que Milo no fue capaz de evitar, siendo arrojado un par de metros atrás.


El de Leo simplemente sonrió, no se arrepentía de nada, e incluso le parecía un castigo justo para calmar las ansias que el escorpiano mostrara desde que Death despertó con su nuevo cuerpo. Con calma fue hasta el otro para ayudarlo a levantarse.


—Lo siento compañero —sonrió tendiéndole la mano.


Milo con una mueca de dolor, le sonrió también apenas, agarrando la mano que el castaño claro le ofrecía.


—Cu-cuanta agresividad… —siguió tentando con el dolor latente en su abdomen donde recibió el impacto— ¿Ahora defiendes a tu chica? —se mofó.


Aioria entornó los ojos con fastidio.


—Basta Milo, ya te lo dijeron respeta a Deathmask —le dijo bastante serio, el de cabellos largos rió irónico.


—Calma, calma —alzó las manos como evitando un conflicto—. Tomemos un descanso mira, los demás también lo han hecho.


—Bien pero no se te ocurra decir algo irrespetuoso de Cáncer.


Milo miró a otro lado con malicia.


—Vamos a sentarnos en las graderías, hay algo que quiero preguntarte.


—¿No se tratará sobre la estadía de Death en mi casa, verdad?


—No, es algo más referente a tu hermano. Aunque ahora que lo mencionas, ¿dónde están Aioros, Afrodita y Death? Pensé que estarían aquí, quería que la jaiba fuera mi oponente —sonrió con lascivia.


—Aioros llegó a Leo esta mañana seguido de Afrodita que según iba a llevar a Deathmask a Rodorio por pedido de Athena, mi hermano fue con ellos.


—¿Sabes para qué han ido al pueblo?


—Para comprarle a Death ropas y cosas de mujer… —se alzó de hombros— Ahora, dime eso referente a Aioros que quieres saber —los ojos de Milo miraron incrédulos a Leo ante lo que dijo, negó dejando eso de lado.


—Claro, pero acomodémonos primero gatito —Milo caminaba a las graderías y ante la intriga, el león lo siguió.


Ambos llegaron a un sitio donde no había tanta afluencia de caballeros, ahí los griegos se sentaron para seguir con su conversación.


—Bien, ¿qué pasa con Aioros?


—Quiero que me ayudes a saber si tu querido hermano está interesado en Death, pero como hombre —le soltó sin anestesia, los ojos de Leo se agrandaron y en su pecho algo pareció activarse.


—¿De qué estás hablando, bicho? —le miró totalmente incrédulo— Aioros ni se acerca a Deathmask para sentirse atraído por él —aseveró ahora ceñudo.


—Han salido de misión más de una vez, ¿verdad? —le vio y una sonrisa torcida apareció en sus labios.


—¿Qué es lo que sabes? —entrecerró los ojos.


—¿Yo? —fingió demencia— Nada, sólo que hoy que Aioros pasó por mi casa hizo un comentario que me dejó pensando.


—¿Tú, pensando? Eso es grande… —Aioria se burló, Milo le vio mal pero aún así siguió con lo suyo.


Milo haciendo gala de la facilidad de comunicación que posee, hizo conocedor a Aioria de la conversación que mantuvo con el arquero más temprano, sin omitir lo que Aioros dijo sobre extrañar a Deathmask como el hombre que era, cosa que ahora también producía ciertas dudas en Leo.


Aunque el mismo Aioria no quisiera aceptar que la nueva apariencia del crustáceo le atraía, el pensar que su hermano mayor guardara sentimientos para el italiano desde mucho antes de lo que estaba pasando, le llenaba de cierta molestia porque él tenía la intención de conocer a la ahora canceriana de mejor manera y quizás si ésta correspondía a sus avances, comenzar a pretenderla y así que incluso Death se quedara como mujer.


Pero ahora todo cambiaba al saber que Aioros sentía algo por el cuarto santo como lo que era.


Estuvieron hablando un rato más hasta que Shion indicó que siguieran con el entrenamiento, retomando su encuentro y dejando la conversación para más tarde quizás en el templo del bicho.


- 🌸 -


En Rodorio por mientras se podía ver a tres personas sin saber donde y que buscar en específico. Death, Dita y Aioros estaban dentro de una tienda de ropa femenina, los tres veían para diferentes lados con las mejillas teñidas de carmín, ¿el motivo? No se fijaron antes de entrar que era una tienda de ropa íntima femenina.


Su bochorno era producto de ver muchas piezas de lencería desde la más discreta a la más exótica, llenándolos de incomodidad, en especial por la mirada de la vendedora que atendía el lugar, a quien al ver a una mujer con semejante rostro y figura junto con dos hombre tremendamente atractivos con cuerpos de infarto, se le iluminaron los ojos. Por eso con una expresión de completo éxtasis la joven muchacha se acercó con la intensión de atenderlos.


—¡Muy buenos días! —dijo con voz sospechosa la chica, asustando a los tres santos de Athena—, ¿en qué puedo ayudarlos? —les interrogó con una enorme sonrisa.


—Ehh… —Aioros no sabía que decir, estaba bastante apenado de estar viendo toda esa ropa interior.


—B-buen día —Dita carraspeó para aclararse la garganta y responderle a la joven—, verá, ya que estamos aquí… —volteó a ver a Death— Puedes aprovechar y comprar algo de ropa interior —sugirió con inocencia.


Los ojos de Cáncer miraban nerviosos a Dita sin saber muy bien que cosa debía comprar, algunas prendas lucían bastante incómodas, y otras no entendía a donde diablos iban, no quería equivocarse pero, ¿qué elegir?


—Pescado, yo no tengo la más remota idea de lo que usa una mujer… —le dijo en un susurro con la cabeza baja.


Dita se llevó la mano derecha a la cara con frustración y vergüenza, pero al parecer la vendedora pudo escuchar el predicamento del cangrejo.


—Pero linda, ¿cómo no vas a saber lo que usas? —rió divertida— Quizás tu novio pueda ayudarte diciéndote lo que le gusta verte usar… —concluyó la descarada y poco discreta chica, guiñándole un ojo a Aioros que ahora sí estaba rojo como un tomate.


Death no era la excepción de aquello y al escuchar lo que la muchacha sugirió levantó la mirada de golpe con los ojos bien abiertos y una actitud de espanto y sorpresa.


—¿¡Mi qué…!? —soltó casi en un chillido la canceriana.


Dita por su parte se hallaba ofendísimo por no haber sido considerado por la vendedora de buenas a primeras como la pareja de Death, se estaba preguntando en sus adentro y muy molesto sí él estaba pintado ahí o qué.


—D-disculpe pero ella y yo… —quería decir Aioros pero Death le interrumpió.


—¡Escucha niña, haznos un favor y sólo consigue algo que pueda cubrir bien esto —dijo alzando los pechos con sus manos—, y algo que pueda usar debajo de la falda! ¡Ve! —ordenó fuera de sí, sacando a relucir quien era en verdad, la molestia se dejaba sentir en la energía de su cosmos que se sentía densa y diabólica, su paciencia se había ido a Italia.


La chica se fue volando a cumplir con la petición, sintiendo que de seguir metiéndose donde no debía, no volvería a ver la luz del sol.


- 🌸 -


Minutos después los tres salían de esa endemoniada tienda con un par de bolsas, ni los años de entrenamiento ni las numerosas batallas libradas los habían preparado para esa experiencia tan estresante.


—Estúpida tienda, estúpida mocosa, estúpidos calzones maldita sea… —Deathmask refunfuñaba molesta.


—Ya no te enojes Death, al menos ya terminó… —suspiró aliviado el arquero.


—No puedo creer que ese chica no me tomara lo suficientemente en serio para pensar que tu novio era yo, es increíble —continuaba Afrodita todo indignado y cruzado de brazos con una mirada rencorosa.


—Olvídate de eso —Death se detuvo en seco para voltear a ver al de cabellos celestes—, esa mocosa es una atrevida, estuve a un pelo de mandarla al Yomotzu —negó frustrada—, en serio odio esto.


—Mejor vayamos a una tienda decente donde puedas comprar algo cómodo para que vistas mientras estés así, vamos —Aioros tomó a Dita y a Death de las muñecas y se encaminó a un nueva tienda está vez asegurándose de no encontrarse con cosas extrañas.


Los más jóvenes no dijeron nada, simplemente se dejaron arrastrar por el centauro calle abajo.


- 🌸 -


Finalmente las horas de la mañana pasaron de prisa en especial para los tres dorados que iban y venían de tienda en tienda. Ahora se encontraban tomando un refresco en una especie de cafetería, ya que el calor del sol era mayor al medio día.


A un lado de ellos se notaban bastantes paquetes y bolsas de diferentes tiendas, grandes y pequeñas llenas de lo que una guerrera de Athena podía necesitar.


—Creo que esto es todo —Death se notaba aburrida y cansada.


Y no era para menos, al pobre le tocó probarse diversidad de prendas entre vestidos, faldas, pantalones, camisas, zapatos y demás cosas que en su vida pensó llegar a usar pero que sin embargo ahora serían parte de su rutina diaria por tiempo indefinido.


Y aunque los otros dos decían no saber nada de moda femenina, entre ambos le hubieron armado muchos conjuntos preciosos que fueron celebrados por las vendedoras que los atendieron. Y al ver la aprobación de esas chicas, Death pensaba que estaban bien y aceptó comprarlos.


—Imagino que ya se ha acabado el dinero que dio Athena para esto —Aioros más que preguntar, afirmó aquello para pronto beber de su vaso.


—No —el sueco contestó separándose de su bebida—, aún nos queda lo suficiente para ir a almorzar. Ya es medo día y no se ustedes pero tengo hambre.


—Bien, entonces opino que vayamos a comer algo decente —expresó la fémina terminándose el contenido de su vaso.


—Me parece bien —apoyó Sagitario.


—Bien en ese caso, vamos a buscar comida —Dita dejó el pago por el consumo en una pequeña bandeja al centro de la mesa.


Los otros dos al ver lo que tendrían que cargar suspiraron con hartazgo. Aún así se las ingeniaron entre los tres para acomodar las compras y emprender la marcha con destino a algún restaurante para almorzar.


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