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107. Wei (11) por dayanstyle

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—¡Maldición!—Gyu Jin cerró su mano de golpe contra el volante. Él estaba casi en la carretera principal, pero no podía obligarse a marcharse. Llevó su coche a un lado de la carretera mientras la culpa por lo que él no debería sentir comenzó a desgastarle. —Soy un maldito masoquista —dijo sin humor. —No puedo creer que incluso esté pensando en volver allí. Mientras divagaba, Gyu Jin volvió a la carretera e hizo una U. —No hagas esto —se advirtió mientras conducía de vuelta a la pequeña ciudad. —Ah, realmente vas a hacerlo. Cuando él te engañe, no tendrás a nadie a quien culpar salvo a ti mismo por hacer este estúpido movimiento.

 

 Gyu Jin sabía que tener un compañero era diferente a tener un novio o un amante, y deseaba que las cosas cambiaran, pero el dolor por la traición de Nick todavía estaba revolviendo su estómago y apretando su corazón. Gyu Jin se sentía demasiado tierno, demasiado vulnerable, y en este momento, no confiaba en los hombres. No estaba seguro de que volviera a hacerlo otra  vez. De todos modos, allí estaba él, conduciendo de vuelta por el camino a la angustia. Gyu Jin había llegado a las afueras cuando paro el coche. Miró fijamente a la ciudad y entonces vio un lobo de pie en medio de la carretera. Sólo estaba allí de pie, mirándole fijamente. Y luego el lobo comenzó a trotar hacia él. Se paró junto a su puerta, gimoteando. Joder. El lobo era tan malditamente grande que Gyu Jin tuvo el impuso de subir su ventana y alejarse a toda velocidad.

 

 —Si tú piensas que voy a dejarte conducir en esa forma, estás muy equivocado. —Gyu Jin rio nerviosamente mientras miraba hacia Wei. Solo podía ser Wei que había venido tras él. Eso esperaba. Era Wei, o Gyu Jin estaba hablando con un animal salvaje que era más que probable que le arrancara la garganta si salía del coche. —Tú eres Wei, ¿verdad? El lobo saltó arriba, colocando sus patas sobe el marco de la ventana abierta. El gato de Gyu Jin comenzó a ronronear, pero Gyu Jin no sería convencido tan fácilmente. Su lado animal era conducido por puro instinto. El hombre, sin embargo no. 

   —Me quedaré para ver hacia dónde va esto. Pero no te equivoques, Wei. Puedo alejarme fácilmente si las cosas se vuelven sospechosas. El lobo se dejó caer sobre sus cuatro patas y comenzó a ir hacia la ciudad. Gyu Jin condujo hasta llegar a la taberna y luego estacionó. Antes de que pudiera salir del coche, un hombre totalmente desnudo apareció en su puerta. Él vio una gruesa polla colgando. Wei se agachó, impidiéndole la agradable visión. —¿Eso significa que no estas marchándote?—Wei descansó sus fuertes brazos sobre el marco de la ventanilla abierta, pero Gyu Jin todavía estaba pensando en la polla del hombre. Tuvo que parpadear un poco para deshacerse de la imagen. Podría tener miedo de confiar otra vez, pero un encuentro sexual no estaba fuera del menú.

 

—Solo dime dónde puedo conseguir un cuarto. Estoy agotado por la conducción y no puedo ver con claridad. Como si fuera capaz de leer la mente de Gyu Jin, un lado de la boca de Wei se curvo en una sonrisa, sus ojos azules ardiendo. Raspó sus dientes sobre su labio superior mientras asentía. —¿Estás seguro que quieres quedarte  en un motel? No vivo muy lejos de aquí. La invitación hizo que la polla de Gyu Jin saltara. Su cabeza pulsaba por la falta de sueño, sus ojos quemaban y los cables de su cerebro tenían que haberse cruzado porque estaba considerando seriamente la oferta. 

 

—¿Por… por qué haría eso? Cortésmente, Wei abrió la puerta del coche y le ofreció la mano a Gyu Jin. De nuevo Gyu Jin estaba atontado por el tamaño del lobo. Wei tenía que ser unos cuantos centímetros más alto, y que le condenaran si su cuerpo no era sólido. —Somos compañeros y sabes que estás a salvo conmigo —Wei dio un vistazo a su alrededor. —Y estar aquí desnudo no le hace ningún favor a mi polla. Hacía frío fuera, pero si Wei estaba experimentando algún encogimiento, Gyu Jin solo se preguntaba cómo de grande realmente era cuando estaba totalmente erguida.    

 

Deja de pensar en sexo. Estas cansado y tienes que dormir. No puedes confiar en él. No puedes confiar en ningún tipo. Wei tiró de su mano. —Estoy aparcado dos coches más abajo. Vamos, gatito. —No me llames así. —Gyu Jin apartó su mano, pero no se movió. Era como si una mano invisible lo mantuviera petrificado. Él encorvo sus hombros contra el frío, dudando sobre qué hacer. —Lo prometo, solo dormir. —Wei fue a una camioneta color plata y abrió la puerta. Su compañero sacó una bolsa y la puso sobre la lona negra que tapaba la caja de la camioneta. Gyu Jin no tenía ni idea de lo que Wei  hacía hasta que vio a Wei sacar ropa y vestirse. El hombre llevaba una bolsa de viaje. Una vez vestido, Wei se inclinó detrás del asiento y salió con un par de botas muy grandes. Después de atarlas, se colocó sobre el asiento y arrancó el camión. —¿Vienes? 

Gyu Jin sacudió su cabeza. —Solo muéstrame dónde está el motel. Él no era lo bastante idiota como para irse a casa con un extraño, compañero o no. El destino podría haber pensado que ellos serían perfectos juntos, pero eso no significaba que podía confiar en Wei. —Vale —Wei levantó sus manos mientras una fría ráfaga de viento se arremolinaba alrededor de Gyu Jin, haciéndole temblar. —Te mostraré dónde está. —Iremos en coches separados. Gyu Jin subió en su coche y encendió la calefacción al máximo. La puerta del vehículo había estado abierta todo el tiempo y ahora tenía tanto frío que temblaba. Siguió a Wei hasta el otro extremo de la ciudad y aparcó al lado de su compañero delante de un motel. Wei estaba en su puerta antes de que Gyu Jin tuviera tiempo de apagar el motor. 

—Solo necesitaba que me mostraras dónde era. —Y yo solo tengo que asegurarme de que estás en tu cuarto a salvo — Wei soltó el agarre y Gyu Jin se escapó. Él condujo a Gyu Jin a la oficina de recepción, sosteniendo la puerta mientras Gyu Jin entraba.    

Había un pequeño mostrador delante de ellos y un sofá a la izquierda. También había altas plantas en macetas por todas partes, como si el bosque detrás del motel hubiera invadido este cuarto. Wei colocó su mano sobre el timbre mientras Gyu Jin echaba un vistazo hacia el reloj de cuco colgado en la pared. Eran más de las tres de la mañana. La puerta detrás del escritorio estaba abierta de par en par. Gyu Jin vio la luz blanca de un televisor encendido antes de que un hombre apareciera en el cuarto. 

—¡Eh! Wei. ¿Qué te trae por aquí? —Los ojos cansados del tipo se fijaron en Gyu Jin y el hombre sonrió abiertamente. —No importa. Tengo mi respuesta. El calor de la vergüenza se arrastró a lo largo de las mejillas y orejas de Gyu Jin. Comenzó a decirle al tipo que no era lo que el hombre pensaba, pero estaba demasiado cansado para incluso preocuparse. Gyu Jin había descansado sus brazos sobre el alto mostrador, listo para posar su cabeza justo cuando el olor a lobo llego hasta él. ¿Eran todos lobos en esta ciudad?  —Mi compañero necesita una de las especiales para una semana, Gus. —El lugar está en venta, Wei. Le dije a Changjo que corriera la voz. Estoy haciéndome demasiado viejo y estoy listo para irme a un lugar algo más cálido —el hombre canoso dijo.—Solo te lo digo para que lo vayas rumiando. —Se lo haré saber a todos —Wei dijo. —Pero por ahora, solo cogeré una especial para la semana. 

Asintiendo, Gus arrastró los pies detrás del mostrador y agarró una tarjeta llave. —Tienes suerte. Solo tengo un cuarto libre. —No puedo permitirme estar una semana —Gyu Jin discutió. Su dinero se agotaría demasiado rápido, y no estaba dispuesto a llamar a su familia para un préstamo. —Factúramelo a mí, Gus. El hombre asintió. —Puedo hacerlo. —No, no puedes —Gyu Jin le dijo a Gus. Se giró hacia Wei. —No puedo dejarte pagar.    

—Entonces ven a quedarte conmigo —Wei dijo mientras aceptaba la tarjeta llave de Gus. Agitándola hacia Gyu Jin. —Sin compromiso. Te ves como si estuvieras a punto de caerte en cualquier momento. Solo coge la tarjeta y consigue algo de sueño. Discutiremos la semántica más tarde. —Si no vas a coger la habitación, solo deja la tarjeta sobre el mostrador —Gus dijo mientras volvió arrastrando los pies al cuarto detrás del mostrador. —Vamos —Wei se dirigió a la puerta. —Te ayudaré a meter tus cosas en el cuarto. —¿Qué es una especial? —Gyu Jin preguntó mientras se apresuraba detrás de Wei.—Significa que la habitación viene con una pequeña cocina. —

Wei abrió la puerta trasera del coche de Gyu Jin y agarró la bolsa de lona. —¿Eres siempre tan insistente? —Gyu Jin golpeó el botón y cerró el coche. Era la única cosa buena que tenía. Sus padres se lo habían comprado después de que se graduara en el instituto, diciendo que lo necesitaría para la universidad. Universidad. Gyu Jin nunca había ido. Había conocido a Nick antes de que pudiera matricularse en cualquier universidad. Empujó el pensamiento a un lado mientras seguía a Wei. Su compañero se paró delante de la habitación 108 y deslizó la tarjeta en la ranura. Una luz verde parpadeó durante un segundo, y luego Wei abrió la puerta.

 

Gyu Jin dio un paso dentro y estuvo agradecido de que el cuarto estuviera un poco caliente. No tomaría mucho tiempo para calentarlo hasta una temperatura agradable. Dieron un paso hacia la pequeña cocina, que incluía sillas y una pequeña mesa. Había armarios encima del fregadero y una pequeña cocina. Una arcada separaba la cocina del dormitorio. La cama era grande, y había un largo aparador con una televisión colocada sobre él. Una puerta estaba al lado del aparador, Gyu Jin asumió que conducía al cuarto de baño. Gyu Jin se concentró en la cama, y la visión hizo que su cuerpo se quejara aún más. Wei dejó la maleta de Gyu Jin en el suelo junto al aparador y echó un vistazo alrededor. Fue al termostato de la pared y giró la rueda, luego tiró las mantas de la cama hacía atrás.

   —¿Te gusta? Gyu Jin se acercó y se dejó caer de cara sobre el colchón. Wei se rió suavemente, y luego los pies de Gyu Jin fueron levantados. Su compañero le estaba quitando los zapatos. Gyu Jin se apartó y cogió su pie. —Puedo hacer eso Wei se había puesto una Henley cuando se había vestido, y el material azul oscuro se estiraba sobre su impresionante pecho. Los pensamientos de cómo el hombre se vería desnudo regresaron, y Gyu Jin tuvo que flexionar su cuerpo para ocultar su floreciente erección. Eso no le hizo ningún bien. Wei olió el aire, y las puntas de sus colmillos empezaron a empujar su labio superior. —¿Por qué luchas conmigo?—preguntó mientras continuaba quitándole los zapatos a Gyu Jin. Wei comenzó a masajearle los pies. —Somos compañeros.

 Dios, sus manos se sentían tan bien trabajando sobre los doloridos pies de Gyu Jin. Si Wei continuaba, Gyu Jin estaría dormido en segundos.  —Estoy demasiado cansado para pensar. —Gyu Jin mintió. No quería hablar de su relación fracasada con Nick. El dolor todavía era demasiado crudo. Solo abrir el recuerdo de lo idiota que había sido durante los dos últimos años hacía que su estómago se retorciera.

 Era tan patético por haberse quedado durante tanto tiempo, y Gyu Jin estaría condenado si revelaba su estupidez a alguien. Sus ojos se ensancharon cuando Wei avanzó lentamente sobre la cama. Gyu Jin comenzó a protestar cuando su compañero le abrazo en cucharita. —Entonces vamos a conseguir algo de sueño. —Realmente eres insistente. —Solo quiero sostener a mi compañero —Wei dijo. Gyu Jin miró fijamente la arcada, una corriente de pánico se disparó a través de él mientras los fuertes brazos de Wei le llevaban más cerca. Prácticamente estaba metido debajo del hombre. Su corazón galopaba en su pecho mientras esperaba que el shifter hiciera algún tipo de movimiento Pero no lo hizo. Todo lo que Wei hizo fue estar allí sosteniendo a Gyu Jin.

Poco a poco, Gyu Jin lentamente se fue relajando.  Se puso rígido de nuevo cuando Wei pateó sus botas y tiró las mantas sobre ellos, pero el tipo simplemente se estaba instalando. Con lo cansado que Gyu Jin estaba, sus parpados comenzaron a cerrarse. Él tenía una montaña de músculo rodeándole, produciendo una sensación extraña de seguridad y alegría. Gyu Jin no confiaba en esos sentimientos, y no se permitiría caer en las falsas esperanzas de haber encontrado a alguien que no lo apartaría. El destino solo era una hembra cruel, abofeteándole con otro hombre. Tan pronto como consiguiera suficiente sueño, Gyu Jin saldría de la ciudad, dejando a Wei en su espejo retrovisor. 

Wei despertó cuando su ingle vibró. Le tomó un segundo recordar dónde estaba antes de que sacara su teléfono del bolsillo delantero. Gyu Jin estaba acurrucado debajo de Wei, todavía profundamente dormido. Se movió despacio para no despertar a su compañero. —¿Sí? —susurró al teléfono.—Te necesito en la taberna —dijo Young Bin al otro lado. —Bit-to se cayó en la cocina y se golpeó la cabeza bastante fuerte. Parece loco, pero se niega a ir al hospital. Wei frotó su ojo derecho con la palma de la mano. Nunca había conocido a nadie tan torpe, y no estaba seguro sobre lo que hacer con  Bit-to. —Estoy en camino. Metió su teléfono de nuevo en el bolsillo, Wei intentó escabullirse de la cama. La última cosa que quería hacer era marcharse, pero su otra pareja le necesitaba. 

—¿Qué problema hay? —Gyu Jin se giró y se sentó, estirando sus brazos sobre su cabeza. La mirada de Wei cayó en el trozo de piel revelado entre la camisa de Gyu Jin y los pantalones. El shifter gato tenía unos abdominales impresionantes. Eran rígidos, bien definidos, y Wei quería lamer aquella piel hasta que su compañero pidiera ser jodido. —Hay un problema en la taberna —Wei encontró su botas en el suelo y metió sus pies en ellas. —Necesito que vengas conmigo. 

No sólo Wei sentía en su interior que Gyu Jin no planificaba quedarse, sino que el gato tenía que conocer a su compañero humano. No estaba seguro de que fuera una idea sabia considerando que Gyu Jin estaba en contra de toda la cosa de los compañeros, además Bit-to le había mantenido a distancia. ¿Apartaría también a Gyu Jin?  Wei tenía un trabajo que hacer. Sus dos compañeros parecían tener problemas profundamente arraigados.

Wei también tenía los suyos propios. Incluso aunque hubieran pasado décadas desde que el viejo alfa gobernara su manada, los efectos de Jihoon eran duraderos. El alfa anterior a Changjo había sido ferozmente cruel, y Wei todavía recordaba todo lo que Jihoon le había hecho a él y a otros lobos. Tomando un profundo aliento, Wei se obligó a apartar esos recuerdos. Gyu Jin no se había movido, ni había intentado recuperar sus zapatos. —Te prepararé el desayuno —dijo, colgando la zanahoria delante de Gyu Jin. Finalmente, su compañero salió de la cama y se puso los zapatos. No estaba seguro de cuál era el problema de Gyu Jin, pero Wei pensaba averiguarlo. Igual que pensaba decirle a Bit-to que ellos eran compañeros y averiguar lo que su otro compañero estaba ocultando.

 Sip, definitivamente tenía el trabajo perfecto para él.   

continuará....

Notas finales:

rw


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