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128. Huyendo de la Navidad (21) por dayanstyle

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Notas del capitulo:

solo tengo que decir... Lo siento por tardarme taaaanto, mi trabajo me consume mucho pero tengo un tiempito libre y voy a poner manos a la obra....

—Oh, Dios mío. —Han Gyeom daba vueltas, mirando todas las decoraciones de Navidad que colgaban, no sólo de las farolas, sino en la ventana de cada tienda por la que pasaba. —¿No te encanta esta época del año?

—Casi tanto como una endodoncia —, se quejó Hwi Chan. —Agotas todas tus tarjetas de crédito, compras regalos para las personas con las que apenas hablas el resto del año, y todo se ha acabado en una mañana. Es como un decepcionante orgasmo.

—No voy a dejar que me amargues las fiestas, con tu depresión navideña. —Corrió a la ventana de la panadería y empujó su nariz contra el frío vidrio. Había tartas, magdalenas, pequeños pastelitos en sabores variados, todos decorados en colores festivos para Navidad.

Su diente dulce, se activó y sólo tenía que tener uno de esas tartas de chocolate. —Vamos, gruñón. —Agarró la mano de Hwi Chan y lo arrastró a la tienda. Tan pronto como entró, inhaló el maravilloso aroma de café recién hecho y de los productos horneados.

La tienda estaba abarrotada, mientras trataba de abrirse camino hacia el mostrador, con Hwi Chan detrás de él, gruñendo todo el camino. Sabía que a su novio no le gustaba la Navidad. Hacía dos años, en la víspera del día de Navidad, su madre tuvo un ataque al corazón y murió. Comprensiblemente, su muerte había absorbido la alegría navideña de Hwi Chan.

Pero él estaba decidido a ayudarlo a recuperar esa alegría.

Esta era absolutamente su época del año favorita, y Hwi Chan entraría en el espíritu. Se aseguraría de eso. —¿No huele maravilloso aquí dentro?

—Huele a levadura, azúcar, y alguien está usando demasiado perfume.

Gimió. Al parecer, recuperar el espíritu navideño de Hwi Chan, iba a ser más difícil de lo que pensaba. Dio un apretón al brazo de su amante y le dio una suave sonrisa. —Vamos, al menos te tiene que gustar el olor de la pastelería.

 

Hwi Chan se encogió de hombros. —Supongo. —Miró a su alrededor, y podía decir que no quería estar allí, y mucho menos lidiar con la multitud de personas a su alrededor.

En verdad, sentía lástima por Hwi Chan. El chico era el hombre más dulce que conocía, y odiaba verlo tan huraño. Hacía sólo un mes que estaban juntos, pero fue el mejor mes de su vida. Hwi Chan lo hacía reír, y era atento y cariñoso. Esta era la primera vez que lo había visto tan deprimido desde que habían comenzado a salir, y tenía que encontrar una manera de animar a Hwi Chan.

Vio que había una bandeja de muestras gratis, sobre el mostrador. Se abrió paso y tomó dos vasos de papel, volviendo de nuevo junto a Hwi Chan, para darle uno.

—¿Qué es esto? —Preguntó Hwi Chan.

—No tengo ni idea. —Era chocolate, y tenía una pinta deliciosa, de modo que se llevó la pequeña muestra a la boca. El sabor explotó en su lengua. El brownie estaba divino.

    —Huele a caca de perro. —Hwi Chan olió la taza y arrugó la nariz.          

Rodando los ojos, le arrebató el vaso a Hwi Chan y se comió su muestra. Mientras masticaba, miró a su alrededor en la tienda. En realidad, no habían venido al pueblo a comprar nada. Los dos vivían y trabajaban en el Rancho Moon, y la paga era decente, pero Hwi Chan y él estaban ahorrando, para poder mudarse del rancho y tener su propio hogar.

Iban muy escasos de dinero, pero todavía quería conseguir un regalo para su amante.

Su madre pensaba que se estaba moviendo demasiado rápido con esta relación, pero él no lo creía. Había sido amor a primera vista, y sabía que Hwi Chan era para él.

Por otra parte, tenía la mala costumbre de enamorarse demasiado fácilmente. Era algún tipo de defecto en él. En la universidad, había pensado que su compañero de cuarto era para él, hasta que había encontrado a Chase chupándole la polla a otro chico. Después, pensó que Ted era el único, pero este le dio la patada, por un tipo que trabajaba en la tienda de dulces.

 

 

Pero sabía que esta vez era real. Tenía que serlo. Había sentido una profunda conexión con Hwi Chan, tan pronto como sus ojos se encontraron.

—¿Podemos salir de aquí? —Hwi Chan se frotó los brazos, mirando a las personas a su alrededor. —Me está dando urticaria, toda esta alegría navideña.

Soltando un profundo suspiro, tomó la mano de Hwi Chan y salió con él al exterior. No podía quejarse porque este quisiera irse. Las multitudes también lo molestaban. Pero tenía que encontrar algo que pusiera una sonrisa en la cara de Hwi Chan.

Sólo que no sabía qué podía hacer feliz al hombre –aparte de saltarse las navidades.

Pensó en llevar a Hwi Chan a la cafetería, pero el lugar estaría tan lleno como la panadería. Parecía que todos los residentes de Villa Kim estaban en la ciudad hoy.

Tomados de la mano, se detuvieron en la esquina y esperaron a que la luz cambiara. Una gran camioneta pasó junto a ellos, metiendo la rueda en un bache lleno de agua helada. Hwi Chan y él, quedaron empapados de los pies a la cabeza.

 

—¡Maldito idiota! —Extendió los brazos, sin creer que alguien pudiera ser tan bastardo. Giró la cabeza y vio que Hwi Chan también parecía una rata ahogada.

Tenían que volver al rancho y sacarse la ropa mojada, antes de que atraparan una neumonía. El problema era, que Lee Joon Moon y su novio, Mir, los habían llevado al pueblo. No tenía ni idea de dónde estaban los dos en este momento.

Hwi Chan comenzó a tiritar. Cuando habló, le castañetearon los dientes. —Es-to es por lo que de-deberíamos habernos quedado en casa h-hoy.

La camioneta retrocedió, y luego se detuvo. El frío helado lo caló hasta los huesos. Se estremeció, cuando agarró la mano helada de Hwi Chan, preparado para decirle al conductor que desapareciera.

El tipo rodeó la camioneta y se quedó mirando, boquiabierto. Reconoció al hombre. Estuvo en el rancho el día anterior, hablando con Pa Moon en el granero. Jae Han. Así era como Pa había dicho que se llamaba.

Jae Han era alto, y llevaba una barba recortada. Tenía el pelo oscuro y labios sensuales, que parecían hechos para besar.

Secretamente admitió que el hombre era caliente. Pero en ese momento, estaba demasiado enojado como para importarle lo hermoso que era. —¿Por qué infiernos ibas conduciendo tan rápido? —Lo reprochó.

—¿Por qué estaban parados, tan cerca de la calle? —Jae Han respondió. —Sólo... suban a la camioneta, para no morir congelados.

—¿Te parecemos unos completos idiotas? —Respondió. — Preferiría convertirme en una estalactita, antes que meterme en la camioneta de un extraño.

—Me estoy congelando. —Hwi Chan le agarró con más fuerza la mano. El hombre temblaba como loco.

—Podemos entrar, en una de las tiendas. —Arrastró a Hwi Chan hacia la tienda de dulces, pero antes de que incluso entraran, vio a través de la ventana cuán lleno estaba.

Mierda.

Tiró de Hwi Chan calle abajo, corriendo hacia el restaurante. Entraron y se detuvieron bajo la explosión de calor en la puerta. Deseó tener una muda de ropa, pero el calor se sentía fantástico.

 

La puerta se abrió detrás de ellos. Una ráfaga de viento robó la poca calidez que había encontrado. Se giró para ver quién estaba detrás suyo, luego estrechó los ojos cuando vio que era Jae Han. — ¿Aún no has hecho bastante? ¿Ahora decidiste perseguirnos?

—Estoy tratando de disculparme —, dijo Jae Han. —Y ver qué puedo hacer, para hacer las paces con los dos.

—Puedes irte a la mierda —, respondió. Sintió a Hwi Chan tensarse a su lado, justo cuando Jae Han inclinó la cabeza hacia un lado. Los dos se miraron, de una forma extraña.

Entonces Jae Han volvió sus ojos gris verdosos hacia él. Había una mirada extraña en ellos mientras se acercaba, olfateándolo mientras que él retrocedía. —Ahora, eso es espeluznante.

Cuando miró a Hwi Chan, vio que su novio se había puesto pálido. ¿Qué estaba ocurriendo? 

—Hwi Chan, ¿qué pasa?

 

Este emitió un chillido y huyó hacia los aseos. Él se quedó allí, completamente confundido, luego Jae Han desapareció, también, persiguiendo a Hwi Chan.

—¡No te atrevas a tocarlo! —Corrió tras Jae Han, mientras que los clientes en el restaurante se giraban para mirarlo. Irrumpió en el cuarto de baño, para encontrar a Hwi Chan acorralado en la pared junto a los lavabos, Jae Han parado a un pie de distancia de él.

—¿Qué demonios está pasando? —Demandó. Empujó a Jae Han y se posicionó delante de su compañero.

No es que pudiera vencer a Jae Han, si fuera necesario. Medía sólo 1.67 cm, y pesaba como un dólar de diez, empapado. Era tan flaco como un alfiler, pero que le cuelguen si iba a permitir que este bicho raro le hiciera cualquier cosa a Hwi Chan.

Hwi Chan era del mismo tamaño que él, pero un centímetro más bajo, y tal vez cuatro kilos más pesado. Ninguno de los dos eran luchadores.

Jae Han se alzó sobre ellos. Debía medir al menos 1.90 cm. Los miraba fijamente, mientras se rascaba la barba. —¿No es todo esto una mierda?

 

Frunció el ceño. —¿De qué estás hablando?

—Sabes de lo que estoy hablando. —Jae Han se veía tan confundido, como él se sentía. Continuó mirándolos, como si fueran extraterrestres o algo así. No tenía un buen presentimiento sobre esto. Con suerte, si Jae Han intentaba algo, sus gritos traerían ayuda. Sólo rezaba por no llegar a eso.

—No, no lo sé — aseguró.

—Estaba hablando con tu amigo. —Jae Han se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared, con la mirada fija en Hwi Chan. —Sé que lo oliste, también.

—¿Olió el qué? —Estaba frustrado, con tanto misterio. ¿De qué infiernos estaba hablando Jae Han? El tipo le sonreía, con un destello de picardía en sus ojos.

—Ya que los dos están juntos, asumo que sabes sobre los de nuestra especie —  Jae Han dijo.

Hwi Chan se movió ligeramente por detrás de él. —E-él no sabe.

Jae Han arqueó una de sus cejas. —¿En serio?

Se volvió hacia Hwi Chan. —¿Saber sobre qué? ¿Qué quiere decir con nuestra especie?

Sacudió la cabeza hacia atrás, cuando Jae Han se apartó de la pared, caminando hacia ellos. La esquina de su boca se curvaba hacia arriba, en la sonrisa más sexy y seductora que había visto jamás.

Su corazón latió salvajemente, cuando Jae Han se acercó. Sexy o no, le asestaría un golpe al tipo en la nariz, si intentaba algo.

Jae Han olisqueó de nuevo. ¿Era algún extraño fetiche que tenía? 

—Que ambos me pertenecen.

Dio un paso atrás. —¡Has perdido la maldita cabeza!

Agarró la mano de Hwi Chan, listo para salir como un rayo de allí, pero Jae Han bloqueó la salida, colocando una mano en la puerta. 

—Necesitamos hablar, y nadie va a salir de aquí, hasta que dejemos las cosas claras.

—Mírame—Empujó a Jae Han, pero no se movió. —Esto es secuestro. —Entrecerró los ojos. —Llamaré a la policía y haré que te arresten.

Jae Han se rió. —No interferirán, pequeño humano.

Un escalofrío le recorrió la espina dorsal, y no tenía nada que ver con su ropa mojada, ni por sentirse atrapado en el baño. 

—¿Qué es lo que acabas de decir?

—No lo hagas. —Hwi Chan soltó su mano y dio un paso delante de él. —Así no.

—¿De qué están hablando?—Estaba sufriendo una migraña, tratando de entender qué pasaba. Obviamente, había algún secreto entre Jae Han y Hwi Chan, y él quería saber de qué se trataba.

—No en un baño público—, dijo Hwi Chan, arrugando la nariz. — Hablaremos en tu camioneta.

—¿Haremos qué? —Miró incrédulo a Hwi Chan. —¿Te has vuelto loco? No vamos a ir a ningún lado con él. —Miró hacia atrás, a Jae Han. —Me llamaste humano.

Jae Han sonrió burlonamente. —Te llamé pequeño humano.

 

—No aquí —dijo Hwi Chan en un tono más firme. Cuando fue hacia la puerta, para su sorpresa, Jae Han se apartó del camino.

Miró con cautela a Jae Han, mientras salía del aseo de los hombres. Cuando fue por primera vez al rancho, en busca de trabajo, Pa Moon se sentó con él y le explicó sobre los shifters. Se quedó completamente desconcertado, y Pa dijo que la única razón por la que se lo había dicho, era porque vería osos vagando por ahí. Pa no quería que se asustara.

Había pensado que el hombre tenía algún tornillo suelto. Hacía un mes que estaba en el rancho y aún no había visto a un oso vagando por ahí cerca. O Pa estaba demente o había estado tomándole el pelo.

Pero ahora no estaba tan seguro.

¿Era Jae Han un shifter oso? No quería creer todas esas tonterías, pero Jae Han había dicho humano.

No estaba seguro de qué creer, mientras cruzaban el restaurante. Tal vez podría llamar a Pa y preguntarle qué infiernos estaba pasando. Sacó su teléfono móvil e hizo una mueca, cuando vio que estaba empapado. No había manera de que pudiera llamar a Pa ahora.

 

 

La camioneta azul oscura de Jae Han, estaba estacionada justo frente al restaurante, y por el humo que salía del tubo de escape, sabía que el motor aún estaba encendido. Jae Han abrió la puerta del pasajero y Hwi Chan entró directamente. Él no era tan confiado. Miró a Jae Han. —Intenta algo y me aseguraré de que Eirc Moon vengue nuestras muertes.

—Gracioso, porque ahí es donde vamos. —Jae Han le hizo señas, para que entrara en la camioneta. Antes de cerrar la puerta, añadió, —Los llevaré al rancho.

 

Han Gyeom hizo que Hwi Chan se sentara en el medio, alegando que quería estar cerca de la puerta, en caso de que tuvieran que saltar.

No le preocupaba Jae Han. Estaba preocupado por Han Gyeom. 

Su compañero iba a ponerse furioso, cuando descubriera que había estado ocultándole un secreto.

Y era la madre de todos los secretos. Sabía que tarde o temprano, tendría que decirle a Han Gyeom que era un shifter impala, y que eran compañeros, pero así no era como quería hacerlo. Estaban juntos hacía sólo unas semanas, y todavía estaba conociendo a Han Gyeom. No estaba seguro de si este se daría la vuelta y se alejaría, o si sería comprensivo con toda la situación.

Miró de reojo a Jae Han. Maldición, si el hombre no era la representación de la masculinidad. Aun así, nunca había escuchado que alguien tuviera dos compañeros antes. Todavía seguía impactado, porque Jae Han fuera suyo. Esto era un completo desastre.

Después miró a Han Gyeom e hizo una mueca. Oh, su humano estaba enojado. Han Gyeom tenía el ceño fruncido y las manos cerradas en puños en su regazo. Nunca lo había visto tan enojado.

Jae Han toqueteó los botones en el panel de control y el aire de la calefacción salió aún más caliente. Pero él seguía temblando, cuando se sentó entre ellos. Una parte se debía al frío, y otra parte al miedo a lo que estaba a punto de ocurrir.

 

Han Gyeom era humano, pero Jae Han era una pantera. Olió `gato´ tan pronto como el tipo dio un paso fuera de la camioneta, en esa esquina. Su aroma salvaje y masculino con un toque ahumado lo envolvió, filtrándose en sus pulmones.

Nadie habló en todo el viaje, y permanecieron en silencio, cuando Jae Han entró al rancho. Eirc Moon había construido una casa detrás de la suya, para aquellos que necesitaban un lugar para quedarse. Pa tenía un gran corazón, y se había sentido cómodo en su presencia, en cuanto se conocieron.

En este momento, Han Gyeom y él, eran los únicos que residían en la gran cabaña, pero eso estaba a punto de cambiar.

Como si supiera a dónde iba, Jae Han se detuvo detrás de la casa de los Moon junto a la cabaña. Han Gyeom prácticamente saltó de la camioneta, luego se giró y lo sacó a él también.

 

—No sé lo que está pasando, —dijo Han Gyeom, —pero tienes algunas explicaciones que darme.

Se encogió, ante la ira en el tono de Han Gyeom. Los impalas no eran conocidos por ser valientes, y quería correr y esconderse, en lugar de hablar con sus compañeros.

Jae Han salió y los siguió. Estuvo tentado a volverse y comerse con los ojos al hombre sexy, pero tan enojado como Han Gyeom estaba, no quería tentar a su suerte.

Le sorprendió que no saliera humo de las fosas nasales de este.

Su compañero soltó su mano, cuando entraron a la cabaña. Siendo el gallina que era, corrió a la habitación que compartía con Han Gyeom, para conseguir ropa seca.

—No te atrevas a huir —gritó Han Gyeom detrás de él.

—No estoy huyendo—se defendió. —Me estoy poniendo ropa seca.

La excusa pareció calmar a Han Gyeom. No lo siguió, lo que le dio tiempo para estar a solas y tomar una profunda respiración. Cerró la puerta de la habitación y se puso a pasear frente a la cómoda, preguntándose si Han Gyeom lo echaría de patitas a la acera, cuando descubriera que le había estado ocultando cosas.

 

Maldita sea. Debería haberle dicho la verdad. Ni siquiera sabía por qué no lo hizo. Hacía un mes que estaban juntos, y había tenido numerosas oportunidades para confesar su verdadera relación, pero cada vez que pensaba en decirle a Han Gyeom la verdad, al final se acobardaba.

Rápidamente se cambió a unos pantalones de deporte y una camiseta, después se puso unos calcetines antes de salir de la habitación. Respiró profundamente, buscando confianza, y luego se dirigió a la sala de estar.

Han Gyeom, obviamente se había cambiado en el cuarto de lavado, porque llevaba unos jeans y una camisa diferente, y estaba descalzo. Jae Han simplemente estaba allí de pie, mirando a su alrededor. Lo miró cuando entró. —¿Cuánto tiempo llevas con Han Gyeom?

 

Debían haberse presentado, mientras había estado en el cuarto. Sabía a ciencia cierta, que Jae Han no había sabido antes el nombre de su compañero. La única razón por la que sabían el de Jae Han, era porque Pa lo había mencionado la mañana anterior.

—Unas semanas—Se cruzó de brazos y luego los descruzó, dejando los brazos caídos a los costados. No estaba seguro de sí debería sentarse o permanecer de pie. La presencia de Jae Han era dominante, y tenía que admitir, que estaba un poco nervioso por tener al hombre en su sala de estar.

Han Gyeom se sentó en el sillón reclinable, retorciéndose los dedos. 

—Ahora, ¿a alguno le importaría decirme lo que está pasando, o piensan continuar con la conversación superficial?

Jae Han lo miró. —Deberías haberle dicho.

Levantó las manos, completamente frustrado. 

—Ya está hecho, ¿podrías dejar de señalarlo? Jae Han se rió. —Tienes ímpetu, impala.      

Han Gyeom giró bruscamente la cabeza. Lo miró con confusión en sus ojos verdes. —¿Eres un impala? —La confusión en su mirada se hizo más profunda. —Pero pensé, que sólo existían los shifters oso.

Una gran carcajada retumbó en la garganta de Jae Han. 

—Difícilmente.

Se quedó allí, atontado. ¿Cómo sabía Han Gyeom sobre los shifter oso? Hasta donde sabía, Han Gyeom ignoraba el mundo no humano. No estaba seguro de sí debería sentirse aliviado o más preocupado. Si Han Gyeom sabía, tal vez no se enojaría mucho porque no le había contado que eran compañeros.

Lo dudaba, pero un hombre siempre podía tener esperanzas.

Jae Han se sentó en el sofá. Hwi Chan se sintió ridículo siendo el único de pie, por lo que se sentó en el extremo opuesto. 

—Jae Han es una pantera.

A Han Gyeom comenzó a temblarle el párpado del ojo derecho. 

—¿Repítelo de nuevo?

 

—¿Cómo sabes sobre los shifters? —Preguntó Jae Han.

—Pa me dijo. —Han Gyeom miró a los dos. —Dijo que no quería que me asustara si veía un oso, y no quería tener que esconder quiénes eran, porque estaba aquí. —Han Gyeom se veía un poco asustado.

Sus manos seguían entrelazadas en su regazo, y se sentó con una tensa postura. —Honestamente, pensé que Pa no se había tomado su medicación. Esto no puede ser real.

Se levantó de un salto del sillón reclinable y se rodeó el torso con sus brazos, mirándolos como si Jae Han y él, fueran a atacarlo en cualquier momento.

Era demasiado esperar que Han Gyeom no enloqueciera.

 

 

continuará....

Notas finales:

dejenme rws.... porfisss.... sorry por tardarme tanto T_T


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