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130. Corazón de Oro (23) por dayanstyle

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Ji Sung no quería admitirlo, pero la actitud dominante de Chen Le lo excitaba. Cuantas más prendas se quitaba, más se endurecía su polla.

Normalmente, si alguien empezaba a darle órdenes, Ji Sung se preparaba para largarse. Pero la agresividad de Chen Le hacía que su polla filtrara un flujo constante de pre semen. Ahora más que nunca Ji Sung necesitaba esa botella de agua porque parecía que se hubiera comido el desierto entero.

Ji Sung quería ir a por la botella que dejó sobre su cómoda esta madrugada, pero no podía hacer que sus pies se movieran. Toda su atención estaba en las manos de Chen Le, en la ropa que se estaba quitando, y en la piel digna de adoración que revelaba.

—Sugeriría que te quites esa ropa. —Le advirtió Chen Le mientras se quitaba los jeans y la ropa interior. Su polla saltó libre, la cabeza hinchada y goteando pre semen.                                       

Ahora Ji Sung tenía otra parte del cuerpo en la que fijarse. Alcanzó su camisa, pero simplemente tiró de ella, incapaz de hacer que su cerebro recordara la función básica de quitarse una camisa.

—Como quieras. —Chen Le caminó hacia la cama ~ más como un paseo con una seguridad engreída. Ji Sung pensó que Chen Le iría todo rudo con él, pero fue gentil mientras ayudaba a Ji Sung a deshacerse de ella, cuidadoso con su hombro herido.

La frialdad de la habitación acarició la piel de Ji Sung, pero las manos de Chen Le estaban calientes mientras las deslizaba por su pecho.

—Hermoso.

Chen Le curvó un brazo alrededor de la cintura de Ji Sung, atrayéndolo hacia él hasta que sus pechos chocaron y sus pollas se tocaron. El agujero de Ji Sung se apretó con fuerza cuando Chen Le lo miró, hambre y necesidad en sus ojos. Cuando Chen Le bajó la cabeza, Ji Sung contuvo la respiración, lamiéndose los labios antes de que la lengua de Chen Le invadiera su boca. Gemidos hicieron eco en la habitación cuando Ji Sung agarró los bíceps de Chen Le, presionándose con más fuerza en su cuerpo, desesperado por acercarse lo más posible.

 

 

Entonces Chen Le hizo algo inesperado. Golpeó el culo de Ji Sung. Duro. Tomado desprevenido, Ji Sung gritó. La palmada picó. Ji Sung se alejó, mirando con enojo a Chen Le. —¿En serio me has dado un azote?

Una sonrisa perversa se perfiló en los labios de Chen Le. —No se te ocurra mentir y decir que no lo disfrutaste.

Ji Sung estaba asombrado de haberlo disfrutado, pero su vena obstinada sería su muerte y no le permitiría admitir lo mucho que Chen Le quería que lo hiciera de nuevo. —Golpéame otra vez y…

Chen Le interrumpió la amenaza de Ji Sung con un beso electrizante mientras lo guiaba a la cama. Ji Sung quería pelear contra su atracción, quería mandar a Chen Le al infierno, pero su cuerpo no cooperaba. Se tensó con una necesidad desesperada cuando Chen Le lo ayudó a deslizarse más lejos en la cama. Lástima que le dolía el hombro. El dolor hizo que moverse fuera mucho más difícil. Ji Sung luchó por acercarse a las almohadas, pero Chen Le ayudó, levantando a Ji Sung y colocándolo contra ellas con facilidad.

Chen Le se cernió sobre él, estrechando los ojos.            

—Estabas coqueteando con otro hombre. Por eso debería azotar tu culo hasta que no puedas sentarte.

La idea de que Chen Le inclinara a Ji Sung sobre sus rodillas y azotara su culo tenía la polla de Ji Sung goteando. Pero estaba enojado con Chen Le por haberle ocultado un secreto tan grande. —Sabías desde el principio que éramos compañeros y no me lo dijiste. Es tu culpa.

Chen Le mostró sus colmillos. —Entonces planeo rectificarlo. Voy a reclamarte, Ji Sung. Estoy a punto de unirte a mí. No tienes excusas ahora. Yo soy el único hombre con el que coquetearás. ¿Lo tienes?

—Ya te lo dije —dijo Ji Sung desafiante—, no eres mi jefe.

Ji Sung gritó cuando Chen Le mordió uno de sus pezones, y luego lo lamió para aliviar el dolor. Mordió el otro pezón, ronroneando ruidosamente. La polla de Ji Sung se sacudió ante el sonido mientras reprimía su gemido.

—No creas que no voy disfrutar de una seductora tortura, Ji Sung. — Chen Le descendió por el cuerpo de Ji Sung y mordisqueó su costado. No fue un mordisco duro, pero aun así, su piel picaba.

 

 

Pero era su lengua la que torturó a Ji Sung. Quería sentirla lamiendo su polla, que chupara sus pelotas, y bañara su agujero.

Le dio una palmada a Chen Le en el hombro. —Para.

¿Estás loco? ¡No te atrevas a decirle que se detenga!

Chen Le miró a Ji Sung con perverso humor en sus ojos oscuros. —No voy a detenerme hasta que seas mío.

Hasta que seas mío. Su mirada siguió cada movimiento de Chen Le mientras lamía un camino hacia la cadera de Ji Sung, besando su piel, antes de que se moviera a la otra cadera, e hiciera lo mismo.

¿Cómo sería pertenecer a Chen Le?

El pecho de Ji Sung se apretó con añoranza y su corazón se llenó de soledad. Más que nada quería dejar ir su ira, su orgullo y sus maneras obstinadas, aprovechar el momento y reír como solía hacerlo, pero se había aferrado a esas emociones durante tanto tiempo que Ji Sung no estaba seguro de saber cómo hacerlo.

Chen Le lo sacó de sus pensamientos cuando se burló de la cabeza

de su polla con su lengua. Una lamida y Ji Sung sintió que le flojeaban las rodillas. Su respiración se entrecortó y sus ojos se ensancharon cuando miró hacia abajo y vio... maldita sea si Chen Le no se veía jodidamente sexi arrodillado entre sus piernas.

—¿Te gusta ser torturado? —Chen Le pasó su lengua por la cabeza de la polla de Ji Sung—. ¿Te gusta cómo te excito?

¿Chen Le estaba bromeando? Excitarlo ni siquiera comenzaba a describirlo. Ji Sung estaba tan al borde, que Chen Le estaba sosteniendo un cartucho de dinamita en su mano, y Ji Sung temía que explotara incluso antes de que comenzaran.

Por favor, no dejes que me venga demasiado pronto.

Chen Le se movió a su izquierda y metió la mano en la mesita de noche. Ji Sung pensó que sacaría una botella de lubricante, y Chen Le lo hizo, pero también sacó un vibrador.

Oh, infiernos. A su compañero le gustaba el sexo kinky.

 

 

El agujero de Ji Sung se apretó cuando Chen Le regresó a su lado. — Creo que te gusta ser torturado, pero eres demasiado terco para reconocerlo. ¿Alguna vez has tenido un vibrador en tu culo?

—Uh, ¿cuándo metiste eso en mi cajón?

—Puse algunas cosas allí antes de irme a la cafetería. Un chico puede hacerse ilusiones, y definitivamente tenía esperanzas.

Ji Sung se sintió aturdido y su respiración se volvió irregular. Sus piernas se extendieron por instinto mientras su mente le gritaba que bajara la velocidad, que pensara en esto, que se detuviera antes de cagarla y no hubiera vuelta atrás.

Las relaciones nunca funcionaban para él. Arruinaría esto. Ji Sung no tenía dudas de ello. Todo lo que tocaba se hacía mierda. Incluso fue culpa suya que sus padres murieran. Pero tan mal como quería correr, Ji Sung permaneció allí tumbado, esperando en agonía que Chen Le sacudiera su mundo.

Para su sorpresa, Chen Le dio un suave beso en la cara interna de ambos  muslos.   Ji Sung se estremeció y sus dedos se curvaron, aferrándose a la ropa de cama. La anticipación lo estaba matando.

—Abre más las piernas, cariño.

Ji Sung plantó sus pies y dobló las rodillas, dejándolas caer a los lados. Un siseo se escapó de sus labios cuando Chen Le lubricó su agujero, burlándose del anillo de músculos con los dedos, dejando que la punta de uno entrara en el culo de Ji Sung.

Soltó un pequeño gimoteo cuando Chen Le deslizó su dedo más adentro.

—Lento y constante es tu castigo, Ji Sung.

—Bastardo. —Gruñó Ji Sung. Trató de incorporarse, pero una pizca de dolor en su hombro lo detuvo.

—Muévete y todo se detiene. Te lo prometo. —Chen Le torció su dedo, rozando la próstata de Ji Sung. Ji Sung se retorció, empujando su trasero hacia abajo, tratando de que ese dedo fuera más profundo.

 

 

—No te muevas. —Chen Le lo sacó, luego metió dos dedos dentro de Ji Sung. ¿Cómo diablos se suponía que Ji Sung se quedara quieto cuando Chen Le le estaba haciendo perder la maldita cabeza?

—Aprenderás a escucharme. —Chen Le giró su muñeca, haciendo tijera con sus dedos, y rozó la próstata de Ji Sung otra vez.

—P-por favor. —Oh, joder. Había sido reducido a la mendicidad—.

Por favor, haz algo antes de que me vuelva loco.

Chen Le curvó sus dedos alrededor de la base de la polla de Ji Sung, apretando fuertemente. —No te vas a venir. Eres mío para hacer lo que me plazca, y me complace ver cómo te rindes, ver derrumbarse ese muro tuyo.

Ji Sung cerró los ojos, respirando profundamente mientras intentaba desesperadamente calmar su acalorado cuerpo. —¿Por qué me estás haciendo esto?

—Porque —Chen Le se movió hacia arriba en la cama, sus dedos

todavía incrustados en el culo de Ji Sung—, fuiste a otro hombre en busca  de placer. —Sonó francamente enojado—. Y porque, por mucho que

quieras negarlo, estás disfrutando esto, Ji Sung.

Odiaba que Chen Le tuviera razón. —Yo... no lo haré de nuevo. — Ji Sung prometió—. Lo juro. Ahora, por favor, jódeme.

Nunca en la vida Ji Sung había estado tan desesperado por una polla. Se sentía desquiciado, listo para darle a Chen Le lo que quisiera siempre y cuando lo jodiera como si no hubiera mañana.

Pero Chen Le conocía a Ji Sung demasiado bien, y eso lo perturbaba. La lenta y seductora tortura estaba matándolo, pero tampoco quería que terminara.

—Me encargaré de tu ansioso culo cuando esté listo, y no antes. — Chen Le introdujo otro dedo dentro de Ji Sung—. Estás muy confundido pensando que tienes algo que decir en esto, que tienes el control aquí. Estoy a punto de demostrarte cuan impotente eres en realidad, y que escucharme tiene sus recompensas.

Poco sabía Chen Le ~ o siquiera él ~ que estaba despertando un lado kinky en Ji Sung que ni siquiera sabía que tenía. Si este era su castigo por ser un malcriado, entonces sería un malcriado.

 

 

Ji Sung gimió cuando Chen Le apartó su mano. Su agujero se sintió vacío, pero ahora sabía que suplicar no lo llevaría a ningún lado.

—Jódete.

Chen Le soltó una risita baja y seductora. El sexi sonido calentó a Ji Sung y fue directamente a su polla. Su cuerpo cubierto de sudor se estremeció, sus piernas temblaron, y su culo se apretó cuando Chen Le lubricó el vibrador antes de encenderlo.

Zumbó mientras Chen Le jugueteaba con el dolorido agujero de Ji Sung con el extremo. Ji Sung se mordió el labio inferior con tanta fuerza que extrajo sangre. Mantuvo el brazo herido a su lado, clavando las uñas en las sábanas cuando la cabeza del vibrador lo violó.

—Relájate.

Ji Sung no se había dado cuenta de lo tenso que estaba hasta que Chen Le se lo dijo. —No-no puedo.

Y aquí Ji Sung había creído que era un amante experimentado.

Comparado con lo que Chen Le le estaba haciendo, no sabía una mierda. Sus encuentros sexuales siempre habían sido rápidos y desorganizados. No hubo abrazos. No hubo palabras cariñosas, ni ningún tipo de promesas.

¿Y juguetes? Ji Sung nunca pensó en usarlos en el dormitorio antes, nunca pensó en tener un vibrador dentro de su culo. Ahora que lo había experimentado, no había vuelta atrás al sexo vainilla. Chen Le estaba volteando su mundo del revés, los muros que Ji Sung había levantado para mantener a todos lejos se desmoronaban ladrillo a ladrillo. Ser vulnerable era aterrador, y Ji Sung odiaba estar a merced de otra persona, sin embargo, al mismo tiempo, no tenía la fuerza para detener a Chen Le.

Y no quería que Chen Le se detuviera.

Ji Sung siempre se había sentido tan solo, incluso antes de la muerte de sus padres. Sólo tenía un amigo, pero la peor parte era, que ni siquiera era tan cercano a Stan. Ji Sung nunca dejó entrar a nadie, nunca se permitió abrirse a una sola persona. Ni siquiera a Hae Chan. Era cercano a su hermano, pero nunca había dejado que viera el dolor con el que vivía.

 

 

Sin embargo, Chen Le estaba cambiando todo eso.

Empujó el vibrador hasta el fondo, haciendo que Ji Sung gritara. Chen Le aplastó sus labios sobre los de Ji Sung, devorándolo mientras un ronroneo profundo retumbaba en su pecho. Pero el bastardo todavía sostenía la base de la polla de Ji Sung, impidiéndole venirse.

—Eres jodidamente malvado. —Gruñó Ji Sung contra los labios de Chen Le.

—Te estoy dando una lección, gatito. —Chen Le mordisqueó el labio inferior de Ji Sung—. Vuelves a pensar en seducir a otro hombre y te torturaré por días antes de que te permita venirte.

Chen Le apartó los dedos. La espalda de Ji Sung se arqueó mientras gritaba, su esperma saliendo disparado en gruesas cintas. Se desplomó en la cama, tan drenado que ni siquiera registró el dolor en su hombro.

—Estoy lejos de terminar contigo. —Chen Le retiró el vibrador, lo

apagó, y luego lo arrojó a un lado. Se deslizó por la cama hasta que se instaló entre las piernas de Ji Sung.

Ji Sung se sentía como si lo hubieran pasado por un colador, ¿y Chen Le no había terminado con él? Había subestimado seriamente a este hombre. Pero tal y como prometió, continuó torturándolo. Separó las nalgas de Ji Sung y empujó su rostro en la raja del culo, introduciendo después su lengua dentro del agujero todavía tembloroso de Ji Sung.

Oh. ¡Dios mío!

Ji Sung nunca había recibido un beso negro antes, y el placer que le azotó hizo que le temblaran las piernas y su polla volviera a la vida.

Las uñas de Chen Le se clavaron en los muslos de Ji Sung mientras comía el agujero, luego se movió más arriba para bañar sus bolas con saliva. Ji Sung estaba enloqueciendo. Estaba perdiendo la mente y necesitaba descender, para detener la sensación de caída libre. Agarró el cabello de Chen Le, tirando del sedoso cabello, sacudiendo su cabeza hacia adelante y hacia atrás mientras balbuceaba. Ji Sung no tenía idea de lo que estaba diciendo, tampoco. Pero Chen Le apartó sus manos, haciendo que Ji Sung agarrara las sábanas.

 

 

—Por favor. —La garganta de Ji Sung estaba tan seca que sus palabras salieron en un gruñido—. Chúpame la polla. Por favor, chupa mi polla. No puedo soportarlo más.

Chen Le deslizó la lengua por un lado de la polla de Ji Sung. Tomó la cabeza en su boca y lamió el pre semen antes de alejarse.

—¡No! —Ji Sung golpeó sus puños contra el colchón—. No te detengas.

Por favor, no te detengas.

—¿Quién tiene el control?

—¡Tú! —Siseó Ji Sung mientras Chen Le se burlaba de su polla con la punta de su lengua.

—¿Por qué te estoy torturando, Ji Sung?

—Porque —gimoteó Ji Sung—, coqueteé con otro hombre.

Chen Le gruñó mientras se ponía de rodillas. —¿Sabes cuánto deseo cazar a ese bastardo y arrancarle el corazón?

Ji Sung vio ahora que había cruzado la línea, había llevado a la pantera de Chen Le al borde de matar a alguien. Le gustaba presionar botones, pero Ji Sung sabía cuándo retroceder. —Lo siento.

Chen Le cayó hacia adelante, sus manos a cada lado de la cabeza de Ji Sung. Sus bocas estaban tan cerca que el aliento de Chen Le rozaba los labios de Ji Sung.

—Soy un tipo bastante relajado, pero serme infiel es una de las cosas que me harán matar, Ji Sung. Harías bien en recordar eso.

La dominación de Chen Le, su sello de propiedad incendió la sangre Ji Sung. Ningún hombre había tratado de dominar a Ji Sung antes, y amó cuán seguro y controlado se sintió.

¿Se lo admitiría a Chen Le? Ni en un millón de años.

—No eres mi jefe.

Chen Le le mostró los colmillos una vez más. —No puedes cerrar esa boca tuya, ¿verdad?

Ji Sung lo desafió con la mirada. —¿Vas a castigarme?

 

 

Chen Le se rio. —Lo disfrutarías demasiado. —Retrocedió y empujó las piernas de Ji Sung hacia su pecho. Chen Le se movió más cerca hasta que la cabeza de su polla tocó el agujero de Ji Sung, pero no lo penetró.

—¡De acuerdo, bien! —Ji Sung dio una palmada al musculoso pecho de Chen Le—. Eres el jefe. Lo juro. Ahora jódeme.

—Lo dices porque quieres mi polla en tu culo. Algo me dice que cuando llegue la mañana, estará de vuelta tu bocaza de listillo.

Ji Sung probablemente lo haría.

Chen Le movió sus caderas hacia adelante una pulgada, y la cabeza de su polla presionó fuertemente contra el agujero de Ji Sung. —Juro que eres el jefe, imbécil.

Con un gruñido, Chen Le movió sus caderas hacia atrás.

—Está bien, está bien. —Ji Sung clavó sus dedos en los bíceps de Chen Le—. Lo siento. No quise llamarte imbécil.

—Sí, lo querías. —Chen Le sonrió y Ji Sung quería borrar de un puñetazo esa expresión de su cara.

—Bien, sí lo quería.

—¿Ves lo que está pasando aquí, gatito?

—Estás tratando de romperme.

Chen Le negó. —Nunca haría eso. No quiero un compañero roto. Pero quiero que comprendas quién está a cargo. Tu actitud y tu irritante boca no son aceptables. Me encargaré de tu ira, Ji Sung. Trataremos con ello hasta que lo dejes ir, pero no toleraré la grosería.

Lágrimas picaron en los ojos de Ji Sung. Volteó la cabeza, enojado como el infierno de que a Chen Le le importara tanto. Por qué eso lo enojaba, Ji Sung no tenía ni idea.

Su enojo se evaporó cuando Chen Le introdujo su polla su culo hasta que estaba enterrado hasta la empuñadura. Ji Sung echó la cabeza hacia atrás y gritó antes de que Chen Le comenzara un ritmo frenético. Ji Sung se aferró a los bíceps de Chen Le mientras envolvía las piernas alrededor de la cintura del hombre, levantando su culo más alto de modo que Chen Le pudiera ir más profundo.

 

 

—¡Oh, joder! —Ji Sung trató de seguir el ritmo, pero el dolor en su hombro lo detuvo. Todo lo que podía hacer era permanecer allí y soportar las embestidas. Chen Le casi dobla a Ji Sung por la mitad por un beso ~ un beso descuidado, chocando los dientes que dejó a Ji Sung sin aliento y ansiando ser completa y totalmente dominado.

Mío. —Chen Le ronroneó en la boca de Ji Sung.

Ji Sung chupó la lengua de Chen Le mientras su polla casi lo partía en dos, rozando su próstata con cada golpe. La tensión se construyó demasiado rápido, electrificando el cuerpo de Ji Sung cuando Chen Le rompió el beso y lamió a lo largo de su hombro ileso. Entonces Chen Le hundió sus colmillos en la carne de Ji Sung. El orgasmo lo desgarró. Su mundo se ladeó cuando su pecho se contrajo, y sintió como si Chen Le estuviera allí dentro de su corazón.

Chen Le liberó sus colmillos, lamió la mordida y luego enterró la cara en el cuello de Ji Sung mientras su polla palpitaba fuertemente en su culo. Embistió unas pocas veces más antes de correrse dentro de Ji Sung. Ji Sung siseó cuando Chen Le salió de él. Su agujero estaba dolorido y su cuerpo deliciosamente maltratado cuando Chen Le se acomodó a su lado.

—¿Cómo está tu hombro?

La risa retumbó en la garganta de Ji Sung antes de salir libre.

—¿Acabas de torturarme y ahora te preocupas por mi herida? Chen Le rozó la parte posterior de sus nudillos sobre la mejilla de

Ji Sung. —Sólo nos he dado un inmenso placer que debería haberte dejado en coma. Ahora, ¿cómo está tu hombro?

—Un poco dolorido, pero nada que no pueda manejar. —Ji Sung se volvió hacia su lado y se acurrucó más cerca de Chen Le. Por esta noche, cedería a lo que realmente deseaba.

Ser sostenido y olvidar su enojo y auto desprecio.

Chen Le tiró de Ji Sung hasta que estaba prácticamente debajo de él, luego apoyó la mejilla contra el costado de su cabeza.

—Será mejor que me dejes saber si el dolor se vuelve insoportable.

Con una sonrisa que Chen Le no pudo ver, Ji Sung dijo: —No eres mi jefe.

 

 continuará..

 

 


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