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130. Corazón de Oro (23) por dayanstyle

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—Esto tiene que ser un sueño. No, no. Esto es una pesadilla y despertaré en cualquier momento.

—¿Puedes dejar de ser tan dramático? —Bufó Travis—. La mierda entre nosotros no era tan mala.

—¿Qué maldita vida estás recordando? —preguntó Ji Sung—. Seguro como el infierno que no es la nuestra si piensas que las cosas entre nosotros no estaban tan mal. Convertiste los últimos cinco años de mi vida en un infierno.

Chen Le había ido a correr con sus hermanos, y dijo que la casa estaba protegida por los centinelas, así que Ji Sung no tenía nada de qué preocuparse. Una lástima que su teléfono no hubiera estado protegido, también. ¿Por qué demonios no había bloqueado el número de su tío?

—Todo es un poco confuso —dijo Travis—. Desde que estoy sobrio, he estado pensando en mis sobrinos.

—Oh, no —dijo Ji Sung—. Tú no estás llamando para ver cómo estoy. Ese no es tu estilo. Quieres algo.

—Los quiero de nuevo en mi vida.

Ji Sung se sentó allí mirando por la ventana delantera. El frente cálido que había llegado esta mañana se había ido y la nieve había comenzado a caer al atardecer. Esperaba que Chen Le no estuviera fuera demasiado tiempo. Era una locura, pero Ji Sung echaba de menos al idiota.

—¿Para hacer qué, gritarme y pedirme dinero? —Debería colgar. Hablar con Travis sólo le daría a Ji Sung una úlcera. Nunca le contó a Hae Chan que sufría de ellas cuando vivían con Travis. Hae Chan siempre tenía suficiente mierda de la que preocuparse. Tampoco le había dicho a su hermano sobre la depresión que a veces lo atormentó durante ese tiempo.

 

Ji Sung había hecho un maldito buen trabajo al ocultar quién era realmente ~ a veces incluso de sí mismo. ¿Y ahora Travis quería volver a su vida? Ji Sung sintió la depresión y las úlceras tratando de regresar. No, no podría pasar por eso de nuevo, no importa la razón por la que Travis quería hacer las paces.

—No quiero dinero de ti, Ji Sungy.

El pecho de Ji Sung se contrajo. Travis solía llamarlo así cuando Ji Sung era pequeño, antes de que su tío se convirtiera en un gilipollas alcohólico. Se le hizo un nudo en la garganta, pero se negó a llorar. No le iba a dar a Travis una maldita lágrima.

Ji Sung podría estar tratando de cambiar, o más exactamente, volver a quien solía ser antes de que la ira se apoderara de él, pero no había cambiado tanto, no lo suficiente como para encontrar el perdón en su corazón por lo que su tío les había hecho pasar a él y a Hae Chan.

—Arruinaste esa confianza, Travis. Nos trataste a mí y a Hae Chan como si fuéramos mierda bajo tu zapato, ¿y quieres reconciliarte ahora?

—Quiero compensar lo que he hecho. Mi hermana habría querido que lo hiciera.

Ji Sung estalló en ira. —¡No te atrevas a mencionar a mi madre!

—De acuerdo, lo siento.

Ji Sung frunció el ceño. Normalmente, a estas alturas Travis estaría gritándole a Ji Sung, pero estaba tratando de mantener la calma, e incluso sonaba arrepentido. Ese no era el Travis que conocía. —¿Qué estás tramando, viejo?

—Maldita sea, Ji Sung. No estoy tramando nada. Sólo quiero que empecemos de cero. ¿Es eso pedir demasiado?

—Tu hermana nos echó a patadas a mí y a Hae Chan. ¿Te lo contó? Y si lo sabías, ¿cómo demonios puedes tener el valor de llamarme? —A pesar de lo duro que luchó contra ellas, las lágrimas brotaron de los ojos de Ji Sung—. Si tú o Gloria quieren honrar la memoria de mi madre, no vuelvan a llamar de nuevo.

 

Ji Sung colgó y arrojó el teléfono, gritando de frustración y rabia pura. Miró a su alrededor en busca de algo que romper, pero no quería destrozar nada de la casa de Chen Le.

Entonces se levantó y se lio a patadas con el árbol. Lo pateó hasta que estaba tirado a su costado, con las ramas rotas. Pisoteó los adornos en la alfombra, luego cayó de rodillas, llorando porque había asesinado el árbol de Chen Le. Ji Sung quería tanto a su madre que todo su cuerpo dolía. Cómo se atrevía Travis siquiera a mencionarla. Quería ir a la ciudad y estrangular a su tío por traer toda esta mierda.

La puerta se abrió, dejando entrar una ráfaga de aire frío. Ji Sung no se molestó en mirar por encima del hombro. Si era el intruso, no podía importarle menos.

—¿Ji Sung? —Chen Le lo rodeó con un brazo y lo levantó a sus pies—.¿Qué ocurre, gatito?

Los hombros de Ji Sung se sacudieron mientras lloraba, y cuando comenzó, no pudo parar. Derramó años de frustración e ira, impotencia y soledad. Ni siquiera estaba avergonzado de que Chen Le lo viera llorar.

Chen Le presionó a Ji Sung contra su pecho. —Déjalo salir, cariño.

—Lo siento. —Lloriqueó Ji Sung—. Si-siento ha-haberme desmoronado.

—Nunca te disculpes por eso —dijo Chen Le—. Estoy aquí para eso.

Tengo unos hombros muy grandes y pueden manejar tus lágrimas.

Chen Le levantó a Ji Sung y lo llevó al sofá. Se sentó y lo colocó en su regazo. Ji Sung se recostó sobre el pecho de Chen Le, luchando por calmarse. No podía creer que hubiera llorado así. Pero las lágrimas lo habían purificado ~ como si hubiera dejado ir una parte de él que había estado devorando su alma.

—¿Te sientes mejor? —Chen Le le besó la sien. Ji Sung suspiró con un estremecimiento. —Sí.

 

 

Chen Le apartó el cabello de los ojos de Ji Sung. La acción fue simple, pero removió algo dentro de Ji Sung. —¿Quieres decirme qué ocasionó esto?

—Lamento lo de tu árbol. —Ji Sung miró la destrucción y quería disculparse de nuevo—. Espero que nada de eso fuera sentimental para ti.

—Nah, no lo era. Sólo algunas cosas que compré en la tienda.

Ji Sung frunció el ceño al darse cuenta de que Chen Le no estaba usando ropa. —¿Por qué estás desnudo?

—La ropa de los shifters no cambia con ellos. Cuando regreso a mi forma humana, estoy desnudo. —Chen Le meneó las cejas—. ¿Por qué?

¿Te gusta algo de lo que ves?

—Mi tío.

Chen Le parecía confundido. —¿Cómo has dicho?

—Él es quien comenzó esto. —Ji Sung le dijo a Chen Le sobre la llamada 74

telefónica—. Me enojó tanto que perdí la cabeza y me lie a golpes con

lo primero que encontré.

Ji Sung hizo una mueca cuando dijo las palabras en voz alta. Sonaba como un verdadero guerrero atacando a un estúpido árbol. Más como un cobarde. Sentía que necesitaba encontrar un oso con el que luchar para recuperar su virilidad. O tal vez una ardilla. o un conejito. Ji Sung

nunca había sido un tipo rudo. No tenía miedo de admitir eso... a sí mismo.

—Deja que me ponga algo de ropa y podemos limpiar este lio. — Chen Le le dio unas palmaditas en la cadera a Ji Sung—. Aunque me pregunto si no asesinaste al árbol sólo porque lo odiabas.

Ji Sung sonrió. —Esa podría ser la razón.

Rodando los ojos, Chen Le apartó a Ji Sung. —No me hagas que te prohíba acercarte a la sala de estar también.

—Entonces me quedaré atrapado en mi habitación —respondió Ji Sung.

—Sobre eso —dijo Chen Le—. Creo que es hora de que te mudes a nuestra habitación. Esto no es Los Picapiedras No me gustan las habitaciones separadas, mucho menos camas separadas.

—Yabba-dabba-doo —dijo Ji Sung mientras se reía. Sólo unos minutos con Chen Le y Ji Sung ya se sentía mejor. Sí, Chen Le estaba definitivamente derribando sus muros.

—Gracias por venir. —Chanyeol estrechó la mano de Chen Le cuando Chen Le y Ji Sung entraron en la Guarida—. Jongin te está esperando en su oficina.

Chen Le miró a su alrededor, impresionado con el lugar. Esta era la  primera vez que estaba aquí, y sinceramente, su reunión con el alfa le tenía un poco nervioso.

—¿Dijo Jongin por qué quería verme? —Chen Le y Ji Sung le dieron sus abrigos, y Chanyeol los colgó en un enorme armario en la entrada.

—¿Tienen pasadizos secretos y una mazmorra en este lugar? —Ji Sung preguntó—. Apuesto a que se necesita un mapa para moverse por aquí.

Chanyeol le sonrió a Ji Sung. Por lo que Chen Le había aprendido sobre los centinelas y el alfa, tenían un punto débil por los compañeros. — Puedo conseguir que uno de los compañeros te de un tour. —Ofreció Chanyeol.

—Mientras podamos explorar cuartos secretos. —La mirada de Ji Sung rebotaba de un lado a otro. Chen Le estaba feliz de verlo de mejor humor. Después de la crisis de Ji Sung, luego su ataque de risa, estuvo serio por el resto del día. Chen Le no tenía ni idea de cómo sacar a Ji Sung de su estado de ánimo pensativo, pero parecía que este viaje a la Guarida le levantaría el ánimo.

—No estoy seguro de los pasadizos secretos y las mazmorras, pero hay mucho para ver. —Chanyeol sacó su teléfono y envió un mensaje de texto rápido. Segundos después, Baekhyun bajaba corriendo los escalones, con una gran sonrisa en su rostro.

Hizo una reverencia y soltó una risita. —¿A quién hay que mostrarle el lugar?

Chanyeol tomó a Baekhyun en sus brazos y le dio un beso. —Hermoso bebé, estos son Ji Sung y Chen Le.

Baekhyun agarró la mano de Ji Sung y se marcharon antes de que Chen Le pudiera decir una palabra. Arqueó una ceja.

—Ji Sung estará bien. —Le aseguró Chanyeol.

Chen Le lo sabía. Se había encontrado con Baekhyun en más de una ocasión en The Café y le gustó el chico un poco peculiar. Estaba un poco en su mundo, pero Chen Le era muy bueno juzgando a las personas, y Baekhyun era inofensivo.

Era Luhan quien le preocupaba.                                      

—Sígueme. —Chanyeol lo condujo por un largo pasillo, luego indicó con la mano a Chen Le que entrara en un cuarto a su derecha. Entró en una gran oficina con estanterías detrás de un escritorio de caoba que tenía dos sillas delante de ella. Un sofá de cuero negro desgastado se encontraba a su izquierda, pero lo que atrajo su atención fue Jongin, que estaba sentado con las botas apoyadas en el borde del escritorio. Bajó los pies y se incorporó cuando Chen Le se sentó en una de las sillas.

—¿Te importaría decirme para qué me llamaste? —Chen Le se inclinó ligeramente, cruzando los tobillos y descansando las manos sobre su estómago.

—Quiero saber qué pasó en casa de Ji Sung —dijo Jongin—. Cuando Hae Chan fue atacado.

—¿No deberías haberle preguntado a Jeno? —preguntó Chen Le—. Mi hermano estaba allí. Todo lo que sé es lo que me dijo.

Chen Le se volvió cuando alguien entró a la oficina. Era Jeno.

—Les preguntaré a los dos —dijo Jongin—. Tu hermano puede darme información sobre la lucha y el asesinato de ese agente del gobierno, pero alguien está detrás de ti, Chen Le, y quiero averiguar quién es. —Deslizó un trozo de papel sobre su escritorio.

Chen Le lo levantó y lo miró. Sólo había dos nombres en él, y reconoció uno de ellos. —¿Qué es esto?

—Los nombres de dos personas que no pudimos verificar —dijo Chanyeol mientras se sentaba en el sofá de cuero. Jeno se sentó al lado de Chen Le en la otra silla.

Antes de que Chen Le pudiera decir que conocía uno de los nombres, Jeno le dijo a Jongin cómo alguien llamado Alan McGee fue a su casa y lo atacó, luego se presentó en la casa del tío de Hae Chan y Ji Sung en la ciudad, donde ellos vivían. Después dijo que el agente le había hablado del espionaje que sus padres y su hermano mayor habían cometido, y cómo Jeno había matado a Alan, justo después de que Alan hubiera disparado a Ji Sung.

Chen Le había escuchado la historia antes, pero aun así hizo que su estómago se apretara. Odiaba que su hermano hubiera estado en peligro, y cómo no había estado allí para ayudarlo. Chen Le era el segundo hijo, y siempre cuidó de Jeno y Jae Han.

Estaba agradecido de que Jae Han no hubiera sido arrastrado a este lío. No que él supiera, al menos.

—¿Y no eran conscientes de que sus padres y hermano vendían secretos a un gobierno extranjero? —preguntó Jongin.

—No —dijo Jeno—. Si algo de eso es cierto, eran malditamente buenos manteniendo oculto lo que hacían.

—Pero tu madre y Yun Soo están desaparecidos —dijo Chanyeol—. No me gusta asumir nada, pero eso tiene escrito culpable por todos lados.

Chen Le pensaba lo mismo, aunque no quería creer que fuera verdad. Mierdas como el espionaje sucedían en las películas, no en la vida real. Toda la situación era demasiado surrealista para él. Si fuera cierto que su madre y Yun Soo estaban involucrados, ¿por qué la agencia que les acusaba de esto no había mandado interrogar a Chen Le y sus hermanos? ¿Por qué la agencia que iba tras su familia no estaba intimidándole a él ni al resto de sus hermanos?

 

 

Las palabras de Jeno aún resonaban en la cabeza de Chen Le desde la noche que Alan había disparado a Ji Sung. Había dicho que la muerte de su padre no fue un accidente. Que Alan lo había sacado a propósito de la carretera. Sabía que Jeno se culpaba por el accidente porque él se encontraba en el coche en ese momento.

Pero, a pesar de que su padre había sido distante con ellos, Chen Le todavía no quería pensar que era un traidor a su país. Tampoco quería pensar eso sobre su madre o Yun Soo.

Jongin se volvió hacia Chen Le. —¿Los nombres?

Chen Le agitó el papel. —No estoy seguro, pero conocí a un tipo llamado Sung Chan en el restaurante. No sé su apellido.

Jongin le entregó dos fotos. Chen Le supuso que ellos eran los dos hombres en la lista y miró ambas imágenes. Un hombre no le era familiar, pero el otro lo hizo gruñir.

Giró una hacia el alfa. —Ese es el tipo del restaurante. ¿Crees que tiene algo que ver con lo que está pasando?                               

En cierto modo, Chen Le lo esperaba. Quería patearle el culo a Sung Chan por coquetear con Ji Sung y ser un completo imbécil.

—No estamos seguros —dijo Jongin—. Encontramos equipo de vigilancia en su apartamento, pero Sung Chan Jung ha desaparecido.

Chen Le no sabía por qué se le vinieron a la cabeza las galletas de avena con pasas. Entonces comenzó a repasar las cosas sucedidas los últimos días. Miró fijamente a Jongin. —Creo que ha estado en mi casa.

Jongin volvió la cabeza hacia Chanyeol. —Toma a Niel y que busque micrófonos en la casa de Chen Le. —Volvió a mirar a Chen Le—. ¿Has hablado de algo que no deberías?

—No estoy seguro. —Chen Le pensó en todo lo que había dicho y hecho desde la muerte de Alan, pero no podía recordar todas las conversaciones que había tenido.

Si Sung Chan había puesto micrófonos en su casa, daría caza al bastardo y le rompería la columna.

 

Ji Sung había aprendido todo sobre la vida de Baekhyun en los primeros veinte minutos del recorrido. Si hubiera sabido que el chico iba a derramar sus tripas, se habría quedado con Chen Le.

Pero ahora que conocía a Baekhyun, Ji Sung sentía pena por él y se alegraba de que ahora estuviera mucho mejor. Nadie merecía ser maltratado, mucho menos por su propio hermano. Los antecedentes de Baekhyun hacían que los de Ji Sung parecieran un juego de niños.

—Y este es Xiumin —dijo Baekhyun cuando entraron en la cocina—. Es muy inteligente y ayuda a un montón de gente.

El hombre sentado en el mostrador tenía los mismos ojos color avellana que Ji Sung. Su cabello era marrón, y su cuerpo delgado. Por alguna razón, le gustó al instante.                                              

—Hola, Ji Sung. —Xiumin le estrechó la mano. Un hombre alto con el cabello rubio arena estaba en el fogón, cocinando algo que olía a pollo frito. Se volvió, le sonrió a Ji Sung, y luego volvió a lo que estaba haciendo.

—Me tengo que ir —dijo Baekhyun—. Chanyeol y yo tenemos una cita. Ji Sung vio a Baekhyun salir corriendo de la cocina, luego se volvió hacia

Xiumin. —Es, uh. agradable.

Xiumin se rio. —Baekhyun es tan sencillo como puedes ver. No hay nada falso en él.

Ji Sung había recibido esa vibra sobre Baekhyun. Inocente y un poco ingenuo.

—¿Cómo va tu recorrido hasta ahora?

Ji Sung frunció el ceño. —¿Cómo sabías que me estaba dando un recorrido?

 

—Nadie puede guardar un secreto en esta casa. —Xiumin se levantó y le hizo señas para que lo siguiera. Ji Sung miró al hombre que estaba cocinando, deseando poder conseguir algo de ese pollo. Estaba muerto de hambre. La Guarida era enorme, y después de tanto caminar, le vendría bien un poco de comida.

Xiumin lo llevó a una gran biblioteca. Ji Sung giró en círculo, mirando con asombro estante tras estante de libros. No creía haber visto tantos en un lugar en toda su vida.

Xiumin se sentó en el sofá. —El Dr. Jaejoong me dijo que fuiste herido.

Le tomó un segundo a Ji Sung recordar quién era el Dr. Jaejoong. Hizo una mueca. —El hombre al que golpeé.

Xiumin sonrió. —Sí, él.

La mención de su herida hizo palpitar el hombro de Ji Sung. Se sentó en una silla junto a un escritorio, mirando las estanterías a su alrededor. —¿Hay algún pasadizo secreto en esta habitación?

—No, pero hay uno en la oficina de Jongin, pero tienes que prometer no contarle a nadie sobre eso.

Eso despertó el interés de Ji Sung. —¿Podemos explorarlo? —Giró en la silla, luego se detuvo cuando se mareó. Tal vez no debería haber hecho eso. Con el estómago vacío y el hombro lastimado, se sentía como si estuviera a punto de vomitar.

—Es solo un túnel de tierra —dijo Xiumin—. No es nada emocionante, y dudo que Jongin nos permita bajar allí. Enloquece cuando se trata de proteger a los compañeros.

Ji Sung miró al escritorio, echando de menos a Chen Le igual que cuando se había ido a correr con sus hermanos. Necesitar a alguien así se sintió extraño. Ji Sung nunca se había permitido apegarse a alguien antes, y la vulnerabilidad le asustaba.

—¿Qué ocurre? —preguntó Xiumin.

 

 

Ji Sung se encogió de hombros, luego lamentó el movimiento cuando el dolor se extendió por su él. —Supongo que todavía me estoy acostumbrando a todo esto.

—¿Todo qué?

Ji Sung miró a Xiumin antes de volverse y mirar por la gran ventana al bosque detrás de la casa. —Nada. —No iba a derramar sus tripas a un completo extraño, aunque fuera fácil hablar con él. Tenía ojos amables y una voz suave, y algo en él hacía que Ji Sung se relajara.

—Lo entiendo. —Xiumin asintió—. Yo pasé por lo mismo.

—¿El qué?

—No quería que nadie supiera nada sobre mí. Era un estudiante de matrícula que comenzó a usar drogas. Estaba completamente destrozado cuando CHen me encontró.

Ji Sung escuchó a Xiumin contarle sobre su vida antes y después de conocer a su compañero. Ji Sung no deseaba a nadie todo por lo que Xiumin había pasado. Por suerte, nunca había recurrido a las drogas. Ni siquiera le gustaba el olor del alcohol. Le recordaba demasiado a su tío y al conductor que había matado a su madre y a su padrastro.

—Es mi culpa que mis padres estén muertos  —dijo   Ji Sung, sorprendiéndose a sí mismo.

Xiumin lo miró con curiosidad. —¿Cómo es eso?

—Ni siquiera debían estar en el coche esa noche. —Su pecho se contrajo y un bulto duro y ardiente se formó en su garganta. Apartó la vista de Xiumin, el dolor era demasiado para soportar—. Tuve una pelea con mi mejor amigo, y el padre de Stan llamó a mis viejos y les dijo que vinieran a recogerme. —Ji Sung se secó las lágrimas—. Nunca aparecieron. Después, mi tío llama y dice que tuvieron un accidente, colisionaron de frente con un conductor ebrio, e iban en camino para recogerme.

Una parte de Ji Sung odiaba a Stan por esa noche, pero había seguido yendo a casa de su amigo, una parte retorcida de él esperando que, si lo hacía, podría retroceder a esa noche de alguna manera, y evitar que sus padres subieran al coche.

 

 

Esa era la razón por la que Ji Sung odiaba tanto a Travis. Cada vez que olía alcohol, la culpa le devoraba. Había desahogado su ira en Travis, y en todos menos en Hae Chan. Su hermano era la única persona a salvo de la ira de Ji Sung porque Hae Chan había sufrido la misma devastadora pérdida.

Y Hae Chan nunca había culpado a Ji Sung por el accidente.

—¿Cómo es eso tu culpa? —preguntó Xiumin—. Si alguien tiene la culpa, es el conductor que chocó contra su coche.

Ji Sung sabía que eso era cierto, pero la culpa aún pesaba sobre él.

—¿Crees que ese tipo en la cocina compartirá su pollo?

La sonrisa de Xiumin alivió parte del dolor en el pecho de Ji Sung.

—Rasa es un chico dulce. No desaprovecharía la oportunidad de mostrar sus habilidades culinarias.

Para cuando Ji Sung se reunió con Chen Le en la puerta principal, estaba bien alimentado y había hecho un nuevo amigo. Xiumin había prometido ir de visita así podrían pasar el rato.

Pero Ji Sung no era idiota. Baekhyun había dicho que Xiumin ayudaba a muchas personas, de modo que Ji Sung asumió que Xiumin era una especie de consejero. A juzgar por su conversación en la biblioteca, Xiumin quería ayudar a Ji Sung a liberarse de su dolor y estaba listo para dejar atrás ese dolor. Echaba de menos a sus padres con un dolor que le desgarraba el alma, pero estaba listo para seguir adelante.

 

continuará...


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