Cuenta la leyenda que un principio los dioses de las diferentes culturas se mezclaban y compartían en un solo reino.
Más que dividirse por creencias, lo hacían por sus atributos, así fue como un día los grandes dirigentes se percataron que la felicidad de su mundo se perdía por la carencia de algo, que al parecer era deseado por los dioses menores sin poder darle un nombre.
Reunidos en una gran conferencia, Zeus tomó la palabra preguntando a los demás la causa de su preocupación.
Fue Tláloc, dios de la lluvia, quien explicó la pesadumbre que les embargaba, la obra que hicieron en los diferentes universos se desperdiciaba porque no existía quien la apreciará.
Esto dejó pensativos a los líderes, que tras horas de cavilaciones, ofrecieron a sus súbditos alternativas de solución.
La primera era enviar a los hijos de los dioses a los mundos creados para que los disfrutarán, hubiese sido bueno si eso no estuviera ocurriendo, además, la progenie era también divina y equivaldría a revueltas que pondrían en riesgo la estabilidad porque se sentirían rechazados o excluidos.
Así siguieron hasta que Loki, el dios de la ambigüedad, cansado de las divagaciones, habló al oído de hija Hela, divagando sobre la creación de una raza de seres sin divinidad, que los reconocieran como sus superiores, protegieran su obra y disfrutarán de ésta.
La suerte no estuvo de su lado, ya que una de las deidades superiores le oyó, proponiendo ella la idea que sus iguales escucharon con atención y avalaron, no sin antes seguir su recomendación de aislar a aquellos dioses problemáticos, embusteros y discordantes, Loki pronto se encontró aislado junto a Hécate, Anubis, Ahuiateteo, Tiengou, mientras Isis disfrutaba los honores.
Pasó el tiempo hasta que una nueva reunión fue citada, habían elegido a los perfectos, la copia de los dioses hecha por el artesano del panteón griego, llamándolos humanos.
Los demás dioses aprobaron lo hecho, sólo quedaba darles el soplo de vida y distribuirlos en el mundo, sin embargo, Loki interrumpió solicitando —ya que fueron excluidos— el permitirles a él y sus iguales otorgar dones ya que no se les dejó participar en la creación.
La sala se llenó de murmullos, asumieron que se habían alejado por voluntad propia, ante una posible rebelión o solicitud de rehacer la tarea, Ra transmitió la decisión de los mayores accediendo a la petición.
Con una sonrisa, los cuatro recitaron el hechizo.
«A quienes sean los más aptos, yo Hécate les otorgo la magia, serán capaces de controlar los elementos y disfrutar de mi capacidad siendo yo la única capaz de suprimirlo.
Yo Ahuiateteo les doy la herencia del lobo, serán divididos por castas y organizados en jerarquías, porque el orden será parte de la necesidad de vida.
Yo Loki, concedo a los más aptos mi capacidad de transformarse en su lobo, siendo llamados cambiaformas, protectores de su pueblo.
Por último, yo Anubis les doy la capacidad de decidir, el libre albedrío.
Los cuatro representamos el norte, el sur, el este y el oeste, somos al Ying y el Yang de la creación, sellamos los regalos, por el robo y la traición de la que fuimos víctimas, ninguno será capaz de quitar el hechizo».
Las deidades mayores sintieron la magia fluir y cubrir a los individuos recién creados a su imagen y semejanza, el castigo por su deslealtad había sido impartido, y los cuatro dioses desaparecieron.
El universo debía adaptarse y con este, una nueva era de cambios para los dioses se aproximaba ... con resultados inesperados para la mayoría.