**Lee’s POV**
El equipo Gai se encontraba en la entrada de la aldea, ese día Maito Gai, líder del equipo, se marchaba hacia la aldea oculta entre las rocas en una misión diplomática muy importante, la cual le llevaría un tiempo indefinido, pero que seguramente no sería corto, quizás unas cuantas semanas. Y por supuesto que su alumno favorito querría estar ahí para despedirse de su adorado sensei, ya que no lo vería por un buen tiempo y claro, los demás miembros del equipo los habían seguido felizmente (léase, por favor, que Lee los obligó). Habían ido a comer esa tarde a un restaurante ubicado en la plaza del pueblo y ahora se preparaban para despedir a su maestro.
-Muy bien chicos, aquí nos despedimos, no nos veremos durante mucho tiempo, pero nunca deben olvidarse del poder de su juventud, ni deben dejar que la llama de su vida se extinga…-Decía ceremoniosamente Gai-sensei con un escenario montado, en el cual se encontraba de pie sobre una roca azotada por olas del mar mientras lagrimas varoniles descendían por sus mejillas
-Gai-Sensei- Lee lo observaba con sus grandes y redondos ojos negros brillantes de admiración.
-Lee
Maestro y alumno con lágrimas en los ojos se sumergieron en un poderoso y juvenil abrazo como si fuera la última vez que estaban frente a frente. Si bien no se verían durante algún tiempo (el cual para ellos estaba multiplicado por mil) aun así no se evitaba que luciera patético a los ojos de Neji y Tenten quienes observaban a prudente distancia con tremendos goterones en sus cabezas.
-Por favor, solo serán unas semanas- Se quejo el Hyuga.
-Es increíble la cantidad de cosas que pueden ocurrir en ese lapso de tiempo, mi joven pupilo- Contesto Gai- La llama de la juventud está más ardiente que nunca, y más en esta época del año. Quizá incluso permita que algunos juveniles botones de amor se abran por fin-
Termino con una picara sonrisa hacia sus dos pupilos masculinos, provocando un ligero sonrojo en estos y una pequeña risita por parte de Ten-Ten.
-Bien, ADIOOOSS!!!
Grito mientras salía disparado hacia el bosque dejando una gran estela de polvo tras de sí, sin dejar de sonreír y despedirse con la mano de sus tres jóvenes estudiantes.
-Cuídese mucho Gai-Sensei, YOSH!! –Gritó a su vez Lee despidiendo enérgicamente a su querido maestro mientras gotas de sudor volvían a escurrir por las sienes de sus dos compañeros.
-Yo también tengo que irme muchachos- Informo la kunoichi después de un rato, en el que Lee no había cambiado su posición.
-Eh? Y ¿a dónde vas?-
- Mi mamá quiere que le ayude a hacer algunas compras esta tarde, lo mejor será que llegue temprano a casa.
-Oh, bien. Entonces nos veremos después.
-Muy bien Lee. Hasta luego Neji
-Hmn- Fue la estoica respuesta del ojiblanco, antes de que su compañera desapareciera al regresar rápidamente a los adentros del pueblo.
-Será mejor que también nosotros regresemos- Comenzó a caminar hacia la villa
-Yosh!- Contesto el pelinegro apresurándose a alcanzarlo
Caminaron durante unos minutos en silencio, uno al lado del otro, hasta que el ojiblanco hablo
-Y tú ¿tienes planes para esta tarde?
-¿Me vas a invitar a salir?- Preguntó Lee con una inocente pero juguetona mirada.
El pelilargo no contesto, solo siguió caminando como si no hubieran dicho nada. El Rock sonrió más ampliamente acercándose un poco más a él y lo tomo de la mano con un adorable sonrojo en sus mejillas.
-En realidad, esperaba pasar un rato contigo Neji-kun
Comento a su compañero. El Hyuga no contesto, pero una casi imperceptible sonrisa adorno sus facciones. Continuaron su camino uno junto al otro sin soltarse de las manos.
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**Gaara’s POV**
Caminaba por las frescas calles de la aldea. Acababa de salir del edificio administrativo y se dirigía de regreso al hotel. Aunque no tenía muchas ganas de regresar tan pronto. La reunión con la quinta había sido realmente aburrida. Y también una pérdida de tiempo, pues no había sido más que un intercambio de saludos y una bienvenida oficial de parte de lady Tsunade a los ninjas de la arena que visitaban Konoha. Lo de verdad importante se trataría mañana en una reunión oficial más larga y por supuesto más aburrida que esta.
Decidió que lo mejor era dar un paseo, de esa manera se despejaría un poco. Así que comenzó a caminar alejándose de la trayectoria que llevaba.
-Gaara, ¿a dónde vas?
Le pregunto Kankuro, al cual le extraño que de pronto su hermano se desviara del camino.
-El hotel esta por allá.- señalo lo obvio
-Ya lo sé – Su voz era igual de monótona que de costumbre.- Solo iré a dar un paseo.
-¿Quieres que te acompañemos?- Pregunto su hermana
-No- Fue su simple y fría respuesta mientras se alejaba hacia una dirección no definida. Solo quería estar un rato solo.
Los jounnin de la arena suspiraron en derrota. Les habría gustado que su hermano dejara de tratarlos con tanta tosquedad, como si fueran solo dos más de sus subordinados. Si bien eran los que más cerca estaban del joven kazekage y con quienes este más tiempo compartía, eso no significaba que su actitud hacia ellos hubiera dejado de ser fría y distante.
Aunque debían admitir que el cambio acontecido en su hermano pequeño había sido muy notable, pues se mostraba más calmado y también un poco más paciente, (aunque por supuesto su paciencia seguía sin ser mucha, al menos era más que antes). Y esto era gracias a que Gaara había encontrado una persona que lo había hecho entender que solo destruyendo vidas no lograba nada. Quizás algún día podría encontrar otra persona que lo pudiera hacer ver que no solo podía proteger a otras gentes, sino que también podía conocerlas y acercarse a ellas. Una persona que fuera capaz de traspasar la dura muralla de hielo que cubría el corazón del kazekage. La idea en realidad parecía imposible, pero bueno, siempre había lugar para la esperanza.
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Había caminado durante un buen rato sin rumbo fijo, había llegado al bosque y se había internado en él, dejando atrás las hileras de edificios con todas sus molestas luces y sonidos. Se deslizaba de rama en rama a una velocidad moderada entre los densos arboles que rodeaban la aldea de la hoja. La calma reinante en el lugar y suave frescor de la noche habían logrado relajarlo un poco.
Se detuvo sobre una de las ramas en las que aterrizaba. Un sonido le había llamado la atención. Se asomo por entre las ramas y hojas, y ahí en un pequeño claro se encontraba nada más y nada menos que el chico que había visto esa tarde cuando había llegado a la aldea. El mismo chico extraño y entusiasta que tanto le llamaba la atención. Rock Lee.
El pelinegro se encontraba propinándole sendas patadas a un tronco, sus movimientos eran gráciles y precisos. Con gotas de sudor perlando su aniñado rostro, y el cabello negro azabache pegado a su frente. Mostraba signos de agitación. Al parecer llevaba en esto un buen rato.
Tuvo el impulso de acercarse a él pero se detuvo al percatarse de otra presencia que se encontraba en ese lugar. Un chico con el pelo castaño muy largo y ojos tan blancos como la leche se encontraba recargado en un árbol con los brazos cruzados sobre el pecho, muy cerca de donde se entrenaba el pelinegro. Parecía estar esperándolo mientras lo observaba desde su lugar con una mirada imperturbable pero que despedía cierta calidez. Si no se equivocaba ese era el compañero de equipo de Lee. ¿Cuál era su nombre? No lo recordaba y en realidad no le importaba.
El chico Rock finalmente había terminado de propinar patadas y puñetazos al indefenso arbolito y ahora se encontraba tratando de regular su agitada respiración, jadeaba un poco y tenía las mejillas ligeramente coloradas por el esfuerzo. Una imagen que a Gaara por alguna razón se le antojo deliciosa. Y no solo a él, pero eso no lo sabía. El ojiblanco se acerco al niño de verde y le alcanzo una pequeña cantimplora con agua que este recibió gustoso y con una amplia sonrisa. El pelilargo dijo algo que el otro niño respondió después de dar un largo trago a la cantimplora. Desde el lugar en el que se encontraba solo alcanzaba a oír el sonido de las voces pero no lograba descifrar las palabras dichas. Después de un rato ambos chicos habían emprendido el camino de regreso a la aldea hablando animadamente, o al menos el Rock lo hacía, el otro chico solo caminaba asintiendo de vez en cuando con la cabeza. Los siguió con la mirada hasta que se perdieron de vista entre los árboles.
Ese chico, Rock Lee, tenía algo. No sabía qué, pero lo tenía. Y de una cosa estaba seguro. Ese algo le gustaba. Quizás era su espíritu inquebrantable, o sus hermosos ojos negros tan llenos de pureza y calidez. Pero lo hacía desearlo, lo hacía ansiar acercarse a él. Era algo muy raro que nunca antes hubiera experimentado.
A pesar de la posición que ahora ocupaba, y del respeto que recibía de parte de otros ninjas, el crudo y doloroso sentimiento de soledad que lo había acompañado desde su más tierna infancia no había desaparecido. Solo era algo a lo que había terminado acostumbrándose con el tiempo. Sin embargo el dolor seguía ahí y a veces se intensificaba hasta el grado de volverse insoportable. Quizás era tiempo de buscar la manera de mitigar ese sufrimiento. De buscar a alguien con quien compartir el dolor y que pudiera aliviar su soledad.
De pronto recordó algo que no hace mucho le había dicho Kankuro
**-Deberías buscarte una chica- Había comentado una tarde en que había tenido mucho trabajo y el estrés había comenzado a hacer estragos en el joven líder de la arena.
-¿De qué demonios hablas?- Le preguntó sin prestarle demasiada atención, concentrado en el papel que tenía enfrente.
-Tú sabes, una compañera… o compañero, no creo que alguien te juzgue por el género que elijas- Respondió alegremente. Claro que la fría mirada que recibió como respuesta del pelirrojo fue suficiente para hacerlo cerrar el tema y no volver a mencionarlo en un futuro cercano**
Sonrío ante el recuerdo. De pronto la idea no le parecía tan ridícula como en ese momento.
TBC…