Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Unión Obligada por Adid

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

---


 

Una fría brisa matutina peinaba las calles de konoha.  Faltaba poco para el amanecer, por lo que era el momento más frío de la mañana. La aldea estaba casi desierta, apenas unos cuantos madrugadores se encontraban tratando de prepararse para el día. Algunos shinobis estaban por partir a una misión. La mayoría de los aldeanos se encontraban tranquilamente en sus casas, disfrutando de las últimas horas de sus placidos sueños. Una fina neblina cobijaba las calles vacías y les daba una apariencia de ensueño, casi como si fuera un pueblo fantasma.


Era así como comenzaba su día. A Rock Lee, que tenía una afición casi adictiva por entrenar, le encantaba salir justo a esas horas para dirigirse al campo de entrenamiento. La paz que se respiraba en ese punto de la mañana era sin  duda de lo más reconfortante. Respirar el aire frio lo estimula y llenaba de energía. Le encantaba contemplar su aldea así, tan pacifica.  Se deslizaba sin preocupaciones, disfrutando la tranquilidad que reinaba.  Preparándose para la aventura que sin duda le traería el nuevo día. Había tantas cosas por hacer, tantos ejercicios por probar y tantas técnicas que practicar.


Se detuvo por un momento y comenzó a hacer algunos estiramientos.


-¡Yosh! Hoy será un excelente día.


Dijo pará sí con un puño en alto y una ardiente pasión en la mirada. Comenzó a trotar, sería un buen calentamiento y le permitiría llegar de lleno a su entrenamiento.


Estaba entusiasmado, como todos los días. Sin embargo en el fondo podía sentir una ligara sensación de que había algo fuera de lugar. Una sensación que se había instalado en él desde la tarde anterior, como una pequeña espina. No podría explicarlo bien del todo si le preguntarán,  era como si alguien lo estuviera vigilando. Pero era algo poco probable, quién podría estarlo siguiendo dentro de su propia aldea.


Era muy difícil que alguien burlara la seguridad y control de acceso de la aldea de la hoja, no se diga intentar espiar a alguien sin levantar sospechas. Además ¿por qué a él? No era algo que le cupiera en la cabeza. Y aun así la dichosa espinita le había hecho sentirse inhibido al momento de cambiarse de ropa, asomarse por la ventana de su departamento para asegurarse que no había nadie a la vista antes de irse a dormir,  e incluso lo había hecho despertarse un par de veces durante la noche solo para mirar alrededor de su cuarto antes de intentar auto convencerse de que todo estaba en su imaginación y que debía volver a dormir.


Sacudió la cabeza intentando despejar su mente, estaba a solo unos metros de llegar al claro que utilizaba para entrenar. Entrenaría más duro de lo que siempre hacía. De esa forma cuando Gai Sensei volviera de su misión se sentiría orgulloso de él. No debía dejar que malestares sin fundamento lo distrajeran de su noble objetivo. Siguió corriendo.


Llego finalmente a aquel lugar donde solía entrenar desde que era pequeño. Era su lugar favorito. Guardaba tantos preciosos recuerdos, ese lugar lo había observado superarse cada vez más hasta convertirse en el ninja que ahora era. Se estiro de nuevo para a continuación comenzar su primera serie de sentadillas del día, prometiéndose que si no lograba hacer 1000 de ellas, entonces haría 1500 abdominales.


Sin rastro de duda, ese  día sería bastante provechoso.


 


.....


 


De nuevo esa sensación. Estaba comenzando a fastidiarlo. Un extraño cosquilleo en su nuca que lo desconcentraba. Como si alguien lo estuviera observando fijamente desde algún lugar cercano. Lo había hecho interrumpir su entrenamiento, mirar a su alrededor y preguntar “¿Quién está ahí?”  Y al no recibir respuesta alguna volver a sus duros ejercicios de entrenamiento sintiéndose desconcertado y también un poco tonto.


Así había pasado la mayor parte de la mañana. Había momentos en que se concentraba tanto en sus ejercicios que lograba olvidarse por ello por un buen rato, pero al final siempre regresaba. Era también como un presentimiento. Algo iba a pasar pronto.


 


 ~~~~~~~****~~~~~*****~~~~~~


 


El chico pelinegro no estaba tan equivocado en sus especulaciones, como trataba de convencerse. No muy lejos de ahí un chico de flamante pelo rojo lo observaba de una manera fija y un tanto insistente. No había sido capaz de dejar de hacerlo, desde que lo había vuelto a ver la tarde anterior.


Después de verlo marchar con su compañero de equipo, al terminar de entrenar la tarde anterior, había pensado él mismo ocuparse de sus propios asuntos. Quizás ir al hotel donde se hospedaría y tratar de descansar un poco. Seguramente sus hermanos se preguntarían dónde estaba. Aunque la verdad no tenía muchas ganas de escuchar sus preguntas tontas.


Bien podía simplemente ignorarlos y encerrarse en su habitación a meditar. Porque valla que tenía mucho en que pensar. ¿Qué es lo que podía tener Rock Lee que le llamaba tanto la atención? Por qué lo había hecho de repente pensar en tener compañía cuando era algo que no le había interesado demasiado hasta entonces.


Y es que, como se había dado cuenta, a pesar de los años y de tantas cosas pasadas en el transcurso de ellos, el chico de ojos negros no dejaba de intrigarlo.  Notaba una extraña sensación dentro de él. Una sensación que lo hacía tener la necesidad de verlo. Observarlo y analizar cada uno de sus movimientos.


Así  que finalmente abandono también el lugar, pero contrario a lo que tenía planeado, al llegar de nuevo a la aldea, en lugar de dirigirse al hotel, se vio moviéndose buscando de nuevo al chico pelinegro. Lo encontró no muy lejos de ahí,  aun con ese chico castaño, dentro de un local de comida. Comieron rápido y se fueron, finalmente se separaron en cerca de un callejón y él continuo siguiendo a Lee incluso a su propio departamento. Donde el chico se preparo para terminar bien su día.


Lo observo dormir también, mirándolo desde su ventana, sin atreverse a acercarse más, pues no sabía lo que el chico haría si lo viera irrumpiendo en su morada. Maravillándose con la tranquilidad que inundaba sus facciones  y la paz  que emanaba su cuerpo tendido sobre la cama, con sus cabellos tan negros desparramados por la almohada. De vez en cuando se movía buscando una posición más cómoda. Algunas veces le pareció que murmuraba algo en sueños, aunque no estaba lo bastante cerca para escucharlo. Incluso despertó un par de veces, seguramente sintiendo la intensidad de su mirada. Pero casi en seguida volvía a recostarse para regresar a su placido sueño.


Y Gaara lo había observado toda la noche, con mil y un preguntas rondando en su cabeza, confundiéndolo y desesperándolo un poco. Por qué sentía esa necesidad de acercársele, de comprobar que sus ojos seguían tan negros y tan llenos de pasión como los recordaba.


Lee despertó de nuevo, pero esta vez se levantó. Se estiro perezosamente y se dirigió al baño. Salió de ahí después de un par de minutos y pensó que se volvería a recostar, pero en vez de eso se dirigió a su armario y saco uno de sus trajes verdes, comenzó a vestirse;  se acomodo la banda de Konoha en su cintura y se puso sus pesas y calentadores en las piernas. Por último tomo el chaleco que lo identificaba como chunnin, se lo coloco y lo abrocho hasta arriba. Tomo un cepillo y dio unas cuantas pasadas sobre su negro cabello. Se miro en un espejo de cuerpo completo que tenía en un rincón de su habitación y después de revisar varios ángulos, decidió que su aspecto estaba bien y se dirigió hacia la puerta.


Se le hizo un poco raro al pelirrojo, ya que aun era demasiado temprano. Pensó que tal vez el chico tendría que salir a alguna misión. Eso lo decepciono un poco, pues significaría que ya no tendría tiempo de verlo durante algunas hora, días incluso. Y pensó que no era justo, encontrarlo después de tanto tiempo, que despertará todo ese mar de sensaciones en él, y después tener que abstenerse de verlo.


Decidió seguirlo, aunque sea solo para asegurarse, pero se alegro interiormente al darse cuenta que no se dirigía hacia la salida de la aldea. En su lugar lo vio encaminarse a ese mismo lugar donde la tarde anterior lo había visto entrenar.


¿Así qué solo era eso? ¿Había madrugado para comenzar su entrenamiento? No había duda que era un genio del trabajo duro.  Se instalo sigilosamente en la misma rama del árbol del día anterior y desde ahí se dispuso a seguir observándolo.


Acepto entonces que le gustaba mirarlo. Su cuerpo lánguido, tan alto y fuerte se movía con cierta gracia. Sus movimientos tan fluidos, que por momentos parecían más una danza que un ejercicio, lo dejaban embelesado. Sus cabellos negros se movían mecidos por el viento al compás de esa danza, brillando por la luz que comenzaba a despuntar el horizonte. Y era mucho mejor que la vez anterior porque, esta vez, lo tenía para él solo.


Estuvieron ahí por un par de horas.  Ambos enfrascados en sus actividades, el pelinegro con su entrenamiento y el pelirrojo con su admiración. El sol había salido finalmente y la clara luz del nuevo día lo bañaba todo.


De pronto observarlo ya no era suficiente. Debía acercarse, hablarle quizás, escuchar su voz de cerca. Necesitaba hacer que notara su presencia, y ya no solo la intuyera. Decidido finalmente salió de su escondite.


~~~***~~~***~~~


Finalmente su cuenta llegó a la patada numero 500, la luz del sol que brillaba cobijando todo a su alrededor le indico que el día se había instalado formalmente. Se detuvo pensando que esa era un buen momento para su primer descanso. Después te todo no había desayunado aun. Un fuerte gruñido salió de su estomago como para querer reafirmar este hecho.


Sonrió y se acaricio su abdomen. Era hora de un delicioso y juvenil desayuno. Tenía un buen tiempo para ello antes de juntarse con Neji y Tenten para continuar con su entrenamiento.


Se puso tenso de pronto. De nuevo esa sensación. No. Esta vez era diferente, más nítida. Alguien se acercaba. Volteo bruscamente listo para atacar de ser necesario.


Y lo que vio no dejo de sorprenderlo. Saliendo de entre el follaje estaba ese chico pelirrojo al que habría reconocido en cualquier parte. Pues jamás podría olvidarse de él


El kazekage de la arena. El chico que casi había aplastado su sueño de ser un ninja.


-Ga… ¿Gaara?


Pregunto el chico quedamente y bastante sorprendido. Sin terminar de explicarse qué es lo que hacía Gaara ahí. Es decir, había escuchado que estaría visitando la aldea en esos días por asuntos diplomáticos. Pensó que seguramente terminaría encontrándoselo, pero no pensó que sería así. En mitad de su campo de entrenamiento y a altas horas de la mañana.


Sonrió.


Si era sincero consigo mismo, se alegraba bastante de verlo. Caminó para encontrarse con él.


Había cambiado un poco desde la última vez que se vieron. Cambios comunes de la adolescencia por la que ambos pasaban. Sus facciones habían madurado por lo que su rostro ya no era infantil como antaño. Las oscuras ojeras que delineaban sus ojos le daban un aire adusto y misterioso, y ¿por qué no? también bastante atractivo. Había crecido bastante, aunque al acercarse más a él se dio cuenta que seguía siendo varios centímetros más bajo que él.


Sus ropas eran más elegantes y le sentaban bastante bien a decir verdad. Seguía cargando la gruesa calabaza a la espalda. Que, debido también a su crecimiento, se veía más pequeña ahora a cuando tenía 12 años.


Pero lo que más le sorprendió, sin duda, fueron sus ojos. Esos ojos verdes cual espuma de mar. Lo miraban con tanta intensidad. No recordaba que fueran tan hermosos. Seguían siendo fríos y calculadores, pero ahora desprendían un brillo que no recordaba y que no pudo identificar.


Finalmente llegó junto a él y, sonriendo, le dedico un alegre saludo.


-Gaara-kun ¿Cuánto tiempo sin verte?... ¡Oh!  …perdón … Kazekage sama


 


~~~***~~~***~~~


Lo observo darse vuelta mientras se acercaba a él. Lo había notado ponerse alerta, pero en cuanto lo había identificado, a pesar de la sorpresa inicial, se había relajado notablemente. Sonrió internamente  a este hecho.  Y más aun cuando lo vio caminar, sonriente, a su encuentro.


Verlo de cerca, sin duda, era mucho mejor que solo vigilarlo entre las sombras.  Seguía siendo más alto que él, fue lo primero que noto. Su cuerpo estaba más desarrollado que antes, y su rostro había madurado también, sus espesas cejas le daban un aspecto muy varonil, que contrastaba con sus ojos, tan redondos y negros, que le añadían un toque infantil a su cara. Y que, como había comprobado satisfactoriamente, despedían la misma calidez y determinación de siempre.


 Tal vez Rock Lee raramente sería considerado atractivo por muchos, especialmente a primera vista. Pero sin dunda, su rostro tenía un cierto encanto que era bastante notorio, una vez te detenías a observarlo.


Al tenerlo finalmente frente a frente, no estuvo muy seguro de cómo debía actuar. Cómo debía saludarlo. Pero fue el pelinegro el que hablo primero. Y su voz, tan clara, tan cerca, dirigiéndose a él, diciendo su nombre. Hizo que una sensación de calidez se instalara en su pecho.


Lo escuchó dirigirse a él, primero informalmente, para después retractarse, con un ligero sonrojo, y corregirse de manera más formal, haciendo una reverencia. Le pareció que seguramente  ese acto era lo que las demás personas llamaban adorable.


-Rock Lee.


Hablo con su tono bajo y grave que siempre lo había caracterizado. Y se sorprendió que su voz saliera tan nítida y sin tartamudear. No es que alguna vez lo hubiera hecho, pero por un momento pensó que el vorágine de sensaciones que lo inundaban terminaría por traicionarlo.


-No tienes por qué ser tan formal.  Puedes llamarme por mi nombre.


Le indico, la verdad es que escuchar su nombre en sus labios le había gustado bastante.


Lee bacilo un momento, pero termino aceptando sonriente.


-Como tú quieras Gaara-san – Seguía utilizando el honorifico, pero bueno. Algo era algo.


Se quedaron en silencio durante un rato. Como esperando que el otro dijera algo, pero después de un par de minutos comenzó ser un poco incomodo, ni uno ni otro estaban muy seguros de cómo seguir la conversación.


-Y, ¿qué te trae por aquí? – Preguntó Lee finalmente.


-Vine a tratar asuntos oficiales con tu Hokage.- Respondió  enseguida.


- Oh, sí algo de eso había escuchado. A lo que me refiero es qué haces aquí – miro a su alrededor para indicar que se refería al campo de entrenamiento – a estas horas.


De haber sido otra persona, Gaara se habría sonrojado. Sin duda era de lo más extraño que hubiera aparecido de pronto, tan temprano y sin más  ni más. Confesarle que lo había estado siguiendo desde ayer no le parecía muy viable.


Y de haber sido otra persona, Lee habría recibido una repuesta mordaz y cortante indicándole que no era de su incumbencia.


Pero en lugar de eso simplemente respondió, encogiéndose un poco de hombros.- Quería dar una vuelta.


Lee pareció satisfecho con esa respuesta.


-Ya veo- asintió, de pronto pareció ocurrírsele algo – Oye, ¿ya desayunaste? – preguntó con repentino entusiasmo.


-No – fue la simple contestación.


- Yo estaba por ir a buscar algo para el desayuno, ¿quieres acompañarme?


- ¿Por qué no? – No hubo que pensarlo mucho.


- ¿En serio? Fantástico. Ven conozco un lugar donde cocinan delicioso – Dijo aun con mucho entusiasmo e hizo algo que provocó en Gaara un ligero estremecimiento. Lo tomo del brazo y comenzó a caminar con él de regreso a la aldea. Muy sonriente y sin ninguna preocupación aparente.


La verdad, Gaara estaba bastante sorprendido. No pensó Lee lo tratará con tanta familiaridad, como si fueran viejos amigos, especialmente por el pasado que compartían. Pensó que seguramente le guardaría aun algo de rencor. Si bien, cuando lo salvo en la batalla contra Kimimaru le había asegurado que no, no podía concebir que realmente le hubiera perdonado tan fácilmente. Sabía muy bien que un daño como el que él le había causado al pelinegro era difícil de olvidar.


Y sin embargo ahí estaba. Hablándole con total naturalidad, e invitándolo como si nada. Incluso lo estaba tocando, algo que aun muy pocos se atrevían a hacer.  Eso solo le reafirmaba de que era un chico demasiado peculiar, sino es que raro. Pero no podía negar que era algo que le agradaba. Lee no dejaba de sorprenderlo.


Sintió una agradable calidez extenderse desde el lugar donde Lee lo estaba tocando, era como si le quemara, y aun así se sentía agradable. Y fue así, mientras caminaba junto a él y escuchaba su amable voz tratando de hacerle platica, que finalmente comenzó a comprenderlo.


Lee. A él le gustaba Rock Lee.


 

Notas finales:

.

.

.

.

.

Volví ^^U


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).