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A Love Supreme por GirlOfSummer

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Notas del fanfic:

¿Por qué inicio esta historia?, porque ya tenía ganas de volver a escribir algo largo. Utilizo los personajes de "El Rey" por dos razones: 1. Me quedé con la duda, casi no me dejaba dormir, 2. Me dio pereza crear nuevos. Es la segunda parte de ese one-shot, por eso recomiendo leerlo.


Creo que ya, si alguien lo lee, muchas gracias!

Notas del capitulo:

Lo mismo, espero que alguien lea, reviews son bien recibidas :)

A Love Supreme

 

I. La sombra de Tristán

 

Nuestro amor es como una canción de jazz, vieja y triste. Improvisada a ratos, tocada en intrincadas escalas por viejos sureños con dedos llenos de callos. Triste como blues, de color como soul y complicada como música académica. Nuestro amor es como una canción de jazz, vieja y triste, que repite una frase ad nauseam, una frase brutal. “A Love Supreme” con voz de crooner. Nuestro amor es como una canción de jazz, imposible de tararear, pero engrapada en el corazón como pedacitos de confeti rojo. Así es nuestro amor, ¿qué te digo?, duele y encanta como una canción de jazz.

 

El mismo café, en la misma calle, a dos cuadras de mi mismo y aburrido trabajo, a la misma hora, el mismo día de la semana (sábado, por si se preguntaban). Y ahí estás, a dónde se fue la apariencia de Baphomet alado, a dónde se fue Thor con toda su corte de guerreros sagrados, a dónde se fue el que desafía al Behemot y al Leviatán. Sólo queda la sombra de una barba rubia y el cabello corto color trigo que oculta las canas prematuras. Y tus ojos, azules como el hielo, azules como la sangre del rey Harald V, azules enmarcados por ojeras de una juventud despotricada. Me sonríes con esa sonrisa torcida tan tuya. Pavement canta “Crooked rain”, pero lo tuyo es más como una “Crooked smile”

 

Cómo llegamos a este punto. Improvisando, como canción de jazz, ¿cómo más?

 

---

 

1, 2, 3, 4... ¡Copa, raya, paliza!. ¡Copa, raya, paliza!, ¡carajo!. Aquella versión de Wau y los Arrrghs!!! me estaba causando jaqueca. 1, 2, 3, 4... ¡otra vez la cago!, ¡yo la cago!, nadie más. Alonso, y el otro... Gustavo, me miran feo.

 

-¿Qué me ven? -los reto agresivo.

 

-Estás distraído, chaval -me dice Gus, desde que lee a Kiko Amat tiende a usar modismos españoles, el muy vasco fariseo.

 

“Copa, raya, paliza”, qué mejor ejemplo de mi estilo de vida. Alcohol, drogas y peleas que acaban con unas cuantas narices sangrando. Es parte de esto, es parte de llevar tatuajes y ser rudo. Somos rudos. Pero rudos de aparador, la verdad no nos metemos con quien sabemos que vamos a perder, pero entre nosotros podemos sacarnos los ojos con pica-hielos. No es que alguien ya lo haya hecho alguna vez.

 

Me distraigo con mi Fender Jazz Bass que compré usado, como si tuviera para comprar algo nuevo, y los escucho murmurar. Alonso se pone de pie, y es enorme, es un gigante, es un poste con tatuajes.

 

-Pues aquí le paramos entonces -dice, sus deseos son órdenes, y está bien, digo, es el único con talento en los Scooby Doos. Vaya nombre estúpido que nos buscamos, yo propuse los Really Rottens, pero otra banda local ya lo tenía ocupado, al parecer no fui el único fan de Hannah Barbera durante la infancia.

 

Les voy a contar un poco sobre los Scooby Doos. Tocamos rockabilly, y garage, y surf, y punk, pero sobre todo rockabilly, y somos malos como nosotros solos, excepto Alonso, Alonso es Animal, el de los Muppets, Alonso es Neil Peart reencarnado... esperen, Neil Peart no ha muerto, pero esa es la idea. Alonso es el puto amo. Y sonamos a pastiche de todo, sobre todo a pastiche de dos tipos sin talento y un Les Claypool de la batería. La cosa es que Gustavo sí mejora, y cada día es más inventivo con la Telecaster, y yo sigo tocando las mismas tres notas en el bajo. Pero somos punks, bueno, rockabilleros y no importa el talento, tenemos actitud, y sonamos de la mierda, pero no estamos para complacer a nadie, los Scooby Doos nunca van a ser famosos, nunca vamos a ser famosos, pero está bien, no importa, lo que importa es el rock. Y ensayamos aquí, en un local vacío del padre de Gustavo, donde el sonido rebota por todos lados, para que sonemos peor, es parte del encanto. Yo toco el bajo, supuse que sería lo más fácil, pero fui un idiota, yo veía a Lee Rocker con su contrabajo y supe que eso era lo que yo quería hacer. Claro que no conseguí un contrabajo, y ahora lo agradezco, a penas si puedo tocar el bajo eléctrico. Alonso no toca de pie como Slim Jim Phantom, es demasiado alto para hacerlo. No me malentiendan, a los tres nos gustan los Stray Cats, pero no queremos ser una copia.

 

-Aquí le paramos -casi le contesto con tono altanero a Alonso. Nadie le contesta así a Alonso. Alonso te puede arrancar la nariz con la boca y escupirla en tu entrepierta de modo que te rompa las bolas. ¿Me entienden?, la mayoría somos rudos de aparador, pero Alonso es rudo de verdad, creo que no ha estado en la cárcel de milagro, aunque sí ha pasado noches en esa cárcel chiquita que hay en el ayuntamiento, pero nunca en un reclusorio. Es mi mejor amigo, y lo conozco, el no es rudo de aparador, es rudo-rudo.

 

Me mira con mirada de metralla y sé lo que acabo de hacer, agacho la cabezota antes que me la arranque como un Genghis Khan desquiciado, Genghis Tron con espada en lugar de guitarras. Gustavo comienza a guardar la Telecaster y supongo que iba muy en serio, pues claro que iba en serio, fue orden de Alonso, así que hago lo propio con el Jazz Bass. Las tarolas y el bombo Gretsch ahí se quedan, Alonso sólo guarda los platillos y las baquetas.

 

-La estás cagando -Alonso me toma por el hombro, pero por la fuerza sé que es en modo Mejor Amigo y no en modo Te Voy A Patear El Culo Por Pendejo.

 

-Yo... -me tallo el tabique nasal, no sé qué decir.

 

-Lara dice que también con ella has andado distraído, con que te cache poniéndole los cuernos a mi hermana, te mato -lo dice riendo, pero es capaz, es capaz de matar a su mejor amigo.

 

Y tiene que mencionar a Lara, una gran chica, la mejor. La verdad sí, no he estado muy concentrado cuando estoy con ella, ni en la escuela, ni en el trabajo, ni con la banda. Soy una mierda.

 

Les voy a contar un secreto. La culpa la tiene Thor. Pero no el de Marvel, ni el dios. Un Thor personal. Un condenado vikingo que vino desde las tundras a atormentarme con sus ojos de hielo, sus ojos de cuchillo. Cuchillos de hielo, como la canción. Este escandinavo vino, me revolvió las entrañas y se largó y luego me pregunto si seré marica, pero no, marica no soy, además creo que sería homosexual o gay lo correcto, pero toda mi vida les he dicho maricas a los maricas y en tal caso yo sería uno porque así les digo yo. Un marica hijo de puta por engañar a mi novia con un jodido nazi de casi 2 metros. Pero fue sólo una noche, y fue sólo una vez, y fue sólo una calentura pasajera. Pero entonces, ¿por qué me siento tan culpable?, ¿por qué desempolvo los pocos discos que tengo de black metal y los escucho?, como si fuera la mejor música para añorar. Malditos locos adoradores de satán. Y pienso en ese jodido vikingo hijo de la grandísima puta. Luego estoy besando a Lara y quisiera estarlo besando a él, y me llevan los mil demonios. ¡Carajo!

 

-No pasa nada – le digo a Alonso, fingiendo una sonrisa y me malmira sabiendo que la sonrisa es más falsa que un político.

 

Los tres salimos del local y el sol de media tarde me deslumbra. Alonso dice algo sobre cervezas en su casa y Gustavo secunda la moción y yo asiento para que noten que otra vez tengo la cabeza en otro lado. En el trasero, seguramente. Y caminamos, porque la casa de Alonso está muy cerca, normalmente ando a pie y en transporte público, sólo saco el Chevy Bel Air cuando es necesario, ir a ensayar no lo es, puedo cargar el bajo en la espalda, cuando vamos a tocar en un bar de mala muerte es perfecto, la batería de Alonso cabe a la perfección, y nosotros tres. Tres rockabilleros en un auto 53, qué cliché.

 

Ahí está Lara, con su cabello mitad rojo y mitad negro, y escucha a Kyuss, porque siempre escucha a Kyuss, dice que Josh Homme es Dios en persona, y yo le digo que el Elvis es el rey, el rey de todo y de todos, incluidos los dioses. Llegamos y me abraza y me besa, y yo también, y trato de ponerle algo de color a mi desangelado beso, pero no puedo. ¡Carajo, mujer!, que no eres el maldito vikingo hijo de puta al que quiero besar. Y Alonso me mira de cerca como un perro salvaje tras su presa. Soy hombre muerto.

 

Lara se una a nosotros y los cuatro tomamos cerveza en la sala de la casa de Alonso, sus padres están de viaje, como siempre, son arquitectos o algo así, y siempre están fuera, y aunque Lara y Alonso no son millonarios, no pueden quejarse, tampoco son ricos, son clase medieros, pero más clase medieros que Gustavo y yo, porque Gustavo sólo vive con su padre, que es alcohólico, y vive de la renta de sus locales, pero de diez locales sólo cuatro están ocupados, y no es suficiente para mantener la carrera de Gus y su alcoholismo, pero Gustavo se las apaña, es inteligente y su padre a pesar de todo, apoya a los Scooby Doos y por eso nos cae bien. Gus estudia Artes, como Lara, así lo conocimos. Alonso y yo estudiamos Comunicaciones, aunque ambos estamos ahí por puro trámite, para que nuestros padres no s sigan manteniendo. Porque somos punks, bueno, rockabilleros, y desde ahí ya tenemos el estigma del fracaso, qué mas da. La culpa la tiene esta ciudad de porquería, por aburrirnos, por gris, sólo con drogas la vemos de colores, y no es berrinche de niñito, bueno, tal vez sí, pero es un berrinche que hago con Alonso, y Gustavo, y Lara, y un montón de gente de la escuela y otras facultades y otras universidades.

 

Seguimos tomando mientras The Sonics suena en el sistema de audio de la casa. “Psycho”, así nos sentimos, “psycho” gritan los Sonics. Pero yo sigo en mi psicosis personal, no en la colectiva, pensando y repasando y no sintiendo si quiera el sabor amargo de la cerveza, no sintiendo la cerveza en sí, no sintiendo ni las manos ni la cara. A lo mejor Alonso ya me mató y yo ni cuenta me di, pero sé que a pesar de haber muerto en sus manos cavernarias, me dará un funeral digno.

 

Pero salgo de trance al sólo escuchar un nombre que es un aplauso que enciende una lámpara, de esas que se encienden con aplausos, mi madre tenía una y yo la rompí a los cinco años. Me giro en dirección a Alonso y lo miro fijamente.

 

-Tristán me mando un correo, dice que va a regresar -dice dándole un trago a su cerveza después y yo siento el corazón como mustang, el caballo o el auto, lo que ustedes prefieran, simplemente lo siento a mil, pero trato de disimular. ¿A qué regresa?, a volverme a violar, porque me violó, bueno, no, yo me dejé y de hecho yo se la metí, pero me violó el cerebro, y el alma, y tal vez no comparta las ideas del black metal, pero en definitiva es tan incendiario con esa música tan sórdida y violenta que tanto le gusta.

 

Lara dice algo, que qué bueno que regresa tan pronto, que ya lo extraña y comienza a contar como fue su infancia con él y Alonso y pongo atención a ratos y escucho algo sobre un vidrio roto de la vecina que salió con mascarilla a corretearlos, y también escucho algo sobre que Alonso y Tristán espantaron al primer novio que Lara intentó tener, pero escucho fragmentos aislados, partes de un rompecabezas en salón de pre escolar, con las piezas rotas o perdidas.

 

En realidad estoy otra vez en aquella noche, pero como fantasma traslucido que lo ve todo como espectador en un cine blanco y negro. Estoy con él, y me dice punk le aclaro que soy rockabillero, y nos da risa, y me pide que me lo coja y yo me lo cojo.

 

-¿No? -Alonso me mira y me pregunta con voz de trueno, porque esa es su voz, y no sé de qué demonios hablaban, miró de reojo mi entrepierna pero todo está en orden, no me vaya a delatar antes de tiempo, sólo por recordar estupideces como esa, seguro que el vikingo regresa por regresar y ni me quiere ver, por mi está bien, que se vaya a la mierda, no me interesa volver a verlo. Me violó, me violó el cerebro y el alma el muy hijo de puta.

 

Asiento titubeando, a lo mejor estoy dando la respuesta equivocada y Alonso me patea las bolas. Pero entonces ríe y sé que di la respuesta correcta, me toma del hombro en modo Mejor Amigo y me sacude un poco.

 

-Tristán dice que le caíste bien, y a ese hombre pocos le caen bien, así que ya está, el sábado llega y haremos fiesta en esta casa -dice victorioso y yo no sé dónde meter la cabeza como avestruz, porque de pronto tengo miedo y al asentir no sé en qué demonios me metí, y si Tristán es malo, así malo como los black metaleros y me rompe el corazón y me llama marica en frente de todos, y que a él de igual, porque el es un dios y eso da comienzo al Ragnarök y comienza a llover fuego. Todos morimos, pues.

 

Vuelvo a asentir, porque no sé hacer otra jodida cosa, ¡carajo!

 

Que no llegue el sábado, que no llegue, me repito los días que siguen, pero quién jodidos soy yo para detener el tiempo, el tiempo sigue y el sábado llega y como señorita me preparo para la fiesta y me pongo mi mejor camiseta a rayas y mi chamarra de cuero más nueva y mi copete de Elvis no queda como yo quiero, y luego me pregunto por qué carajos me esfuerzo tanto en arreglarme. Tristán, Tristán, Tristán, aparece como imagen, como sonido (el de sus gemidos pidiéndome más), como olor, a hombre, ese tipo olía a hombre. El disco de Electric Wizard que tenía mientras me arreglaba termina, porque ya me tardé una eternidad, escucho stoner porque me gusta torturarme, el stoner me recuerda a Lara, y hago ese extraño ritual mientras me arreglo para recibir a Tristán, que seguro ya ni se acuerda de mi, y seguro igual coge con hombres, mujeres y quimeras y yo fui otro en la lista, espero que no en el apartado de quimeras. Entonces el silencio en mi habitación da lugar a la música de la habitación contigua, la de mi hermano. El hijo bueno, el hijo que me hace quedar mal, escucha a esos negros que tocan la trompeta y el saxofón como si fueran parte de su cuerpo. Yo conozco esa canción, claro que la conozco...

 

“A Love Supreme”, conozco esa canción y después de escuchar stoner, que es la música de Lara me toca esa maldición de escuchar la canción que utilizamos Tristán y yo para nuestras deslealtades. Mi hermano, el hijo bueno, me hace quedar mal otra vez. Casi no hablo con él, él escucha jazz y música académica, porque estudia en el conservatorio, y es un snob de lo peor, y se creé superior a los demás, pero cuando fumamos la pipa de paz (que es de marihuana, porque él también fuma marihuana) compartimos música, por eso me gusta el jazz y la música académica y creo que a él secretamente le gusta la música de guitarras, ya saben, el rock.

 

Sacudo la cabeza, sin desacomodarme el copete que por fin logré peinar y salgo de la casa avisando con un grito que llegaré tarde, sin terminar de escuchar esa canción de jazz.

 

Decido irme en el Chevy Bel Air, porque ya es tarde y me dan miedo los taxis. Así nada más, me dan miedo, ¡carajo!, ¿qué ustedes no tienen miedo a las alturas o a la obscuridad o a los espacios cerrados?, pues a mi me dan miedo los taxis y punto, y si no es en bus o a pie, prefiero el Bel Air aunque mame más gasolina que un becerro lactante.

 

Sólo seríamos nosotros esa noche. Por nosotros me refiero a un círculo más cerrado, Alonso y Lara, porque es su casa, Gustavo tampoco puede faltar, Santana porque él nunca falta, la amiga de Lara, su amiga rechoncha que no sé como se llama porque todo mundo le dice Esme y no creo que se llame Esmeralda, es un nombre como de telenovela y no le queda, también está Lucy, que es la ex de Alonso, pero si él no muere antes seguro terminan juntos, y Tomás, que es un punk como de Nueva York en los 70, lleva gafas de pasta y chamarra de burócrata, pantalones entallados y casi siempre tiene golpes en la boca, dice que se cae, pero nos late a todos que su papá le pega, porque su papá está loco, pero así como es ese tipo, un día va a matar a su papá, Alonso y yo bromeamos que al menos queremos salir en la foto de primera plana de diario amarillista, y Daniel que siempre lleva converse y chamarra Adidas y escucha música de ruiditos. Somos los que debemos estar, un círculo más cerrado.

 

Suspiro antes de entrar, va a estar Lara, con un demonio, no debo estar de idiota al rededor de Tristán. Actuar, eso, debo actuar bien, disimular, si no quiero que Alonso me mate esa noche. Va a terminar matándome pero al menos que no sea esa noche.

 

Entro y ya están todos, y Tristán tiene a Alonso a un lado y a Lara al otro, y son una Trinidad que viene a castigarme, camino hacia ellos y mientras me acerco me pregunto qué obligó al vikingo a irse en primer lugar, por qué había regresado y si se volvería a ir. Pero ahí está, porque desde que se fue, desde que me dejó un mes atrás, su sombra ha obscurecido mi pensamiento y mis días, y su sola presencia provoca el trueno que enciende fuego en una fogata mal armada de scout primerizo y todo tiene luz otra vez, porque es Thor, y él puede hacer eso.

Notas finales:

A Love Supreme


http://www.youtube.com/watch?v=pcG7Vk_rzcA


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Homenaje a Kiko Amat?, totalmente, porque Kiko Amat es mi dios, le haría una religión si pudiera.


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