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No basta mi eternidad para amarte por lady_chibineko

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Título: No basta mi eternidad para amarte

Autor: chibineko

Nota: Los personajes de esta historia, pertenecientes a la serie "Saint Seiya", son propiedad de su respectivo autor Masami Kurumada

Nota2: Este es un fic yaoi, lo que quiere decir relación chico-chico; si no es de su agrado este tipo de lectura por favor no sigan

Dedicatoria: =^.^= a mi amigo Vilo, porque yo sé que te gusta la pareja que será la central de este fic.

Capítulo 2: Despertares

Santuario de Athena, tres meses después de la última batalla contra Hades

Había sido cruenta, había estado llena de decisiones de vida o muerte, y en efecto la mayoría había muerto ante esas decisiones.  Muchos caballeros habían perecido, entre estos todos los dorados... entre los cuales él mismo se incluía a todas luces... ahora andaba en un mundo aparte, uno donde se debatía entre estar y no estar.  Y es que se sentía atrapado de pronto, lejos de toda esa tranquilidad que hasta hacía unos instantes lo embargaba; como si alguien tratase de jalarlo hacia algún lugar.  Pero aquello era imposible, él estaba muerto, positiva e irrevocablemente muerto esta vez ¿No era así?... entonces QUIEN infiernos andaba molestado ¿Hades? No, imposible; él había vuelto a su sueño eterno, sellado de nuevo.

 Hmph... Ojalá lo dejasen tranquilo... ya BASTANTE había tenido con ese pequeño molestoso de Hades... mmmm... como que no debería estar pensando así de un dios ¿De donde había venido ese pensamiento? ¡Otra vez ese jalón! ¿Que no podían dejarlo en paz?.

- "Milo..."

Hmph... y ahora encima le molestaban el silencio.

- "Milo..."

NADIE respeta hoy en día a los muertos.

- "¡Caballero de Scorpio!..."

- "De-jenme... cansado... mucho..."- de pronto su voz hizo eco en el violado silencio de su mente... ¿Desde cuando los muertos hablan?.

- "¡Si! esta reaccionando ¡Esta vivo!."- una vocecita femenina sospechosamente parecida a la de Athena se escuchó alborozada.

- "Así es señorita Saori, pronto todos volverán."

Las voces se hacían cada vez más claras, así como el molesto dolorcito que lo inundaba a veces, y ese zumbido en sus oídos.  Entonces escuchó un quejido... era su voz la que lo emitía... y pequeños flashes de luz que no deberían de estar allí lastimaban levemente sus ojos, aunque luego comenzaron a lastimarlo más cuando hizo el intento de abrir dichos ojos... ¿Donde estaba?, definitivamente no en ese tranquilo y maravilloso lugar donde había estado hasta hace poquito.

Una silueta con una gran mancha lila en la cabeza se presentaba ante él, pero la verdad no tenía ganas de prestarle importancia, ni a la mancha ni a la vocecita que la acompañaba.  Sintió su cabeza girando sobre su sitio, algo blando... quizás una almohada; solo quería hundirse en su quietud otra vez... pero entonces algo como que lo llamó... era una sensación extraña, como de nostalgia.  Y abrió los ojos.

A su lado, en lo que suponía era la cama contigua por lo que parecía, estaba un joven que se le hacía vagamente familiar... un castaño de tez clara y cremosa... alguien que hizo que el corazón le saltara en el pecho.

- "Mi... troyano..."- murmuró bajito, tanto que nadie pudo entenderlo, pero eso ni le importaba... el asunto es que se entendía a si mismo... o eso creía él.

Era raro, no podía ver el resto del lugar con claridad, pero a ese sujeto lo veía tan claro como nunca había visto nada en su vida.  No quería despegar su mirada de él, no quería dejar de beber esa imagen.. pero un dolor nuevo lo embargó y cerró los ojos, y al abrirlo de nuevo en el mismo lugar se hallaba una silueta borrosa donde antes se hallaba aquella visión de dioses, una silueta con un gran manchón oscuro donde suponía estaba la cabellera... y sin embargo la silueta le parecía extrañamente familiar también.

Escuchó de nuevo voces llamándolo pero no le importó, cerró los ojos buscando descansar. La verdad era que estaba MUY cansado, y pronto ya no supo nada mas.

~.~.~.~.~.~

Una semana después

Todos los dorados estaban mortalmente aburridos... llevaban la mayoría entre 3 y 4 días de conciencia, pero no les habían dejado salir de la cama más que para ir al baño o para su aseo personal, y siempre con ayuda y/o compañía.  Era denigrante.

Milo refunfuñó por enésima vez mirando al techo, ODIABA estar así de encerrado.

- "No es tan malo."- escuchó a su lado, como siempre Kamus trataba de calmarlo un poco.  Suspiró y lo miró.

- "Estamos encerrados aquí desde hace días... ¡Y lo estaremos aún por solo sabe Athena cuanto tiempo más!."- señaló medio bravo, Kamus solo sonrió.

- "Estamos en recuperación, y tu solo eres un muy mal paciente."

Milo gruñó bajito de nuevo y cerró los ojos.  Tenía una sensación muy extraña en el estómago.. como maripositas revoloteándole y solo por haber escuchado a Kamus sonreír, por ver aquella sonrisa preciosa en sus labios...

Un momento ¡¿Sonrisa preciosa?!.  Aaaaaw... eso no estaba bien, nada bien; en realidad todo había estado de cabeza los últimos días.  Visiones extrañas, recuerdos de situaciones no vividas y un castaño sonriente ocupaban su mente.  Un castaño que de alguna manera seguía siendo el mismo a pesar de ser un pecoso pelirrojo, un rubio adorable de tez curtida o un imponente moreno de piel dorada por el sol y ojos negros como la noche... Eran sueños extraños, sueños que lo asaltaban tanto dormido como despierto, recuerdos sin sentido; y todos venían a él cuando Kamus lo miraba de aquella manera, le hablaba de aquella manera suave y le sonreía pristinamente.

- "¡Milo!."- una voz lo sacó de sus pensamientos.

El peliazul miró al Santo de Acuario y frunció el entrecejo.

- "Estás como ido de nuevo, creo que deberías de dormir un poco."

*Mi Señor debería de descansar un poco, se ve cansado.*

Milo parpadeó y suspiró... esas voces de nuevo, familiares y desconocidas, esa sensación de deja vú.

- "Si... tienes razón, creo que dormiré un rato..."- Milo suspiró y se acomodó entre las sábanas, ignorando olímpicamente a la amazona que había ido a atender esa tarde a los dorados y ahora le preguntaba coqueta si deseaba un masaje... o algo más.

Y es que con lo casanova que era, aún era tan solo un ser humano... uno con el cosmos despierto y poderes increíbles, pero humano al fin y al cabo; uno cansado y sin ganas de aventuras románticas por el momento... sobre todo porque desde que aquel castañito poblaba sus sueños, el pensar en las aventuras usuales le sabía como que mal.

Cerró los ojos y el sueño le llegó de manera rápida, aunque infortunadamente distaba mucho de ser un sueño tranquilo y apacible.

Milo se vio de pronto a si mismo mirando desde algún lugar en el cielo... ¿estaba acaso volando?... es que por más que buscaba a su alrededor solo veía nubes, no había ningún artefacto que lo ayudase a estar tan alto... raro sueño, sobre todo por la sensación de deja vú que una vez más se posesionaba de él.

Entonces lo vio... era el muchacho más apetecible, el más deseable que hubiese visto nunca... más que cualquiera de las mujeres de sus tantas conquistas... más incluso que su... ¿esposa?.  Pero él no estaba casado... ¿o si lo estaba?.

*¿Que es lo que mira mi señor con tanta insistencia?.*- una voz femenina y demandante se escuchó, en un tono obviamente celoso.

* No es nada querida mía... solo mi revisión de rutina al mundo mortal.*- respondió una voz que no era la suya, y sin embargo por algún motivo sintió como suya... una voz mucho más madura e incluso más grave que la suya propia.

*Mmmmm... estaré con Hestia, Demeter y Perséfone en el salón de descanso... solo por si se te ofrece alguna cosa.*

Era extraño... ¿que tenían que ver los nombres de esas diosas en la conversación?.  Pero de alguna manera sus pensamientos los sentía de más, sobre todo porque la mayor parte de su conciencia estaba ocupada por aquella visión... aquel muchacho que le había robado el aliento.  ¡Tenía que hacer algo!... ¿ero como?, ella SIEMPRE lo estaba vigilando, era asfixiante.

Por supuesto... siempre había una manera, y aunque tuvo que esperar casi dos lunas, consiguió deshacerse de la vigilia sobre si por parte de ella... pero ¿quien era ella?... de alguna manera sentía que tenía la respuesta a esa pregunta en la punta de la lengua, pero la muy esquiva se le escapaba a cada rato. Sin embargo, como ya había sido dicho... eso no importaba.

Aprovechó la ocasión y escapó... de donde fuese que estuviera escapando; y entonces saltó... y por increíble que pareciese no cayó, sino que comenzó a volar.  Se sentía ligero y en cierta forma majestuoso, y por alguna razón le pareció que eso era lo correcto.  Y en su mente solo una cosa se daba constante... su destino, Troya... el castillo de Troya... raro, sabía que al parecer el lugar existía por hallazgos en excavaciones recientes, pero definitivamente nunca había viajado hacia allá.  Sin embargo su extraño viaje lo llevaba hacia aquel lugar, y hacia el joven príncipe que de pronto una excelente vista llegó a divisar; joven que al verlo sorprendido comenzó a correr como queriendo escapar de él, pero que sin embargo fue igualmente capturado y llevado a las alturas, mientras un profundo chillido retumbó en el cielo, uno demasiado parecido al mejor grito de guerra de un águila que acaba de atrapar a la mejor de las presas.

Subió y subió haciendo oídos sordos a las súplicas de su preciada y cautiva presa, hasta llegar a un lugar tan alto como para que ningún mortal pudiese subir, y tan escondido como para que ningún par de ojos, por divinos que fuesen lograsen dar con su paradero, y allí dejó a su cautivo con infinita suavidad, y se paro delante suyo... y sintió una especie de cambio, pero no supo aducir a que se debió... solo que se dio.  Aunque pudo notar como el muchacho lo veía con muda sorpresa.

*Eres hermoso, mi querido príncipe troyano.*- nuevamente aquella voz tan suya y tan extraña se hacia presente, y de alguna de pronto toda la emoción que sintió por aquel joven al verlo por primera vez volvió a él, y el deseo invadió su ser.

*Muy hermoso*- corroboró sus propias palabras mientras avanzaba hacia el muchacho y una mano comenzaba a desprender de la piel cremosa la túnica que lo cubría.

Poco a poco el joven quedaba desnudo ante sus ojos, elevando su libido a niveles insospechados; y algo en su mente le dijo que teniendo en cuenta la cantidad de libido que era usual en él, esos niveles eran más que divinos... aunque la verdad no tenía ni idea una vez más del porque de ese pensamiento.

Pero en esos momentos pensar era lo último que deseaba hacer.  Lo que en verdad quería era disfrutar, sentir y saborear ese platillo que se extendía ante él.

No estaba seguro de como, pero de pronto se supo tan desnudo como el muchacho que tenía en frente; y con manos ágiles y conocedoras comenzó a recorrer su pecho y las facciones de su rostro; deteniendo una mano en los labios del muchacho, los cuales dibujó con maestría, así como en las ya duras tetillas, las cuales delineó con delicadeza describiendo suaves circunferencias que llevaron obvias olas de placer al cuerpo que poco a poco comenzaba a arquearse bajo el suyo.  Pero aquello no era suficiente... deseaba más... deseaba...

*Tócame.*- no fue una petición, fue una orden; quería sentir esas bellas y seguramente suaves manos sobre su cuerpo.

El muchacho bajo él lo miró sorprendido y mudo, como si aquel pedido fuese lo más irreal del mundo.

*¡Tócame!*- volvió a ordenar, ahora con más énfasis; y como corroborando que su palabra era ley, tomó una de las temblorosas manos y la llevó de improviso a su propia y endurecida hombría; maravillándose al descubrir que la sensación de aquellas manos sobre sí superaba todas las expectativas; y con el muchacho aún sinceramente sorprendido comenzó a masturbarse, o más bien dicho hizo que el muchacho comenzara a masturbarlo... era enloquecedor; delicioso y enloquecedor, y quería más.

Volvió su vista al momentáneamente olvidado rostro del excitado, asustado y sorprendido hijo de Tros y un deseo lo invadió, el deseo de sentir el sabor de esos labios bajo los suyos propios, y de dominar en una batalla sensual la lengua que se refugiaba en la húmeda e invitante cavidad de aquella boca.  Por supuesto no esperó una invitación, y pronto estaba sorbiendo, mordisqueando y saboreando con real éxtasis aquellos labios que si antes lo tenían loco, ahora le arrebataban por completo la razón.

Sin ninguna contemplación más echó su cuerpo sobre el de su nuevo amante y comenzó a restregarse, a comenzar a preparar el cuerpo debajo suyo por medio de aquella intrincada y sensual danza que correspondía saber a un amante tan experimentado como lo era él.  Sus labios se separaron de los otros cuando sintió que la boca que invadía necesitaba un poco de aire para respirar, pero no por ello dejó de lado su ataque, con la misma presteza su boca comenzó a explorar el cuello y la clavícula descubriendo que el sabor ahora salado de aquel muchacho superaba incluso el dulce sabor del néctar de la eternidad.

Sus manos inquietas pasaron de las torturadas tetillas que hasta hace poco sensibilizaba con delicadas caricias y certeros pellizcos, ahora recorrían ansiosas el vientre y viajaban hacia la parte baja del mismo, deseosas de explorar y descubrir nuevos caminos y curvas no tan pronunciadas, pero no por ello menos excitantes... dejaron el pene endurecido y suplicante de alivio de lado y fueron directo a las nalgas bien formadas que temblaron ante su arrebatado contacto.  Acarició, amasó e incluso rasguñó hasta sentirse saciado de aquel cuerpo, por lo menos de momento... por lo menos lo suficiente como para sentir que el momento para reclamar finalmente lo que era suyo había llegado.  Se había saciado de los gemidos y pequeños gritos del muchacho, pero quería más, quería escucharlo gritar de placer, suplicar por más y luego sentirlo desfallecer entre sus brazos al alcanzar el punto máximo de gloria.  Y sin ninguna ceremonia se dispuso a hacerlo, separando las nalgas que con tanto afán había explorado y posicionándose en la ansiada entrada a aquel cuerpo deseado.

Y entonces entró, de una sola embestida y sintiendo en carne propia el grito de dolor exhalado por su amante... y por primera vez en su larga vida se arrepintió de sus procederes.

*Lo siento... lo siento mi pequeño... lo siento tanto...*- exclamó mientras se quedaba quieto esperando que el dolor causado por su intrusión cesara, y la oportunidad de reparar el daño con caricias y placer se diera.

Y se dio; besó suavemente las sienes y acarició con delicadeza la espalda hasta sentir aquel cuerpo relajarse bajo el suyo y comenzar a exhalar pequeños gemidos de placer.  Y cuando eso sucedió, comenzó a moverse con una delicadeza mostrada pocas veces de su parte, de él que por lo general se dedicaba a obtener placer y a brindarlo de manera que sus amantes enloquecieran por la pasión del momento, él que como las mismas tempestades causaba estragos en el lecho... él ahora buscaba con la delicadeza de una brisa de verano el calmar y dar un disfrute dulce a su amante.

El vaivén de su movimiento al entrar y salir fue pausado de principio a fin, las caricias y los suaves besos entre gemidos entrecortados no cesaron en ningún momento; y cuando ambos amantes alcanzaron el clímax la experiencia fue una nunca antes vivida por su ser.  Casi se sintió vaciado de algo en su pecho al tener que salir del cuerpo de su ahora amante... amante que no deseaba dejar ir ni en ese momento... ni tal vez nunca.  No estaba seguro del porque, pero algo le decía que no se saciaría de ese muchacho ni con un segundo encuentro, ni con un tercero... tal vez nunca.

*¿Estás bien?.*- se escuchó a si mismo preguntar con delicadeza mientras alzaba el rostro perlado de sudor, y su recompensa fue como ninguna otra cuando vio al muchacho sonreírle- *Me alegro... me alegro mucho mi pequeño Ganímedes... mi hermoso troyano... mi amante...*- comenzó a enumerar entre besos suaves en los labios y rostro del otro..

*Mi... Señor...*- el muchacho cerró los ojos extasiado dejándose llevar por el momento, más los abrió pronto al sentir el cese de los besos, mirando extrañado a quien yacía a su lado.

*Di mi nombre... quiero oírlo en tus labios, recitado con tu hermosa voz.*- se escuchó a si mismo decir... aunque dudaba que el tal Ganímedes lo supiera, no recordaba haberse presentado como Milo, Santo Dorado de Scorpio.

*Yo....*

*No tengas pena, concédeme ese capricho... nombrame, quiero escuchar mi nombre en tus labios, quiero saber como suena... solo mi nombre... nada más.*

*Mi Señor....*

*No... no así, quiero que digas mi nombre; sin adjetivos, sin títulos.  Por favor...*

El muchacho miró al otro con sus enormes ojos brillantes y con una sonrisa en los labios procedió a cumplir el capricho pedido.  Abrió los labios, el sonido comenzó a emerger de ellos, y con una dulzura que comenzaba a despertar de nuevo sus más primitivos instintos escuchó....

*Zeus....*

~.~.~.~.~.~

Despertó sobresaltado, haciendo de pronto que un cosmos mayor al que nunca había experimentado se disparase con una velocidad impresionante... la misma velocidad con la cual prácticamente ocultó por completo aquel cosmos que sin duda superaba el de cualquier Santo Dorado.

- "¡¿Milo?!... ¿Estás bien?."- una voz a su lado lo sacó de su ensismamiento, y al voltear vio a Kamus mirándolo con preocupación.  Pero para su completo desconcierto tras del Santo de Acuario se presentaban otros presencias... las de los hombres que lo habían asaltado insistentemente uno tras otro durante los últimos días, y al final de todos estaba él...

- "Ganímedes..."- susurró bajito mientras de golpe entraban en su cabeza mil y un recuerdos juntos, memorias de vidas pasadas que habían, al parecer, estado dormidas en su interior y habían despertado de pronto atontándolo y dejándolo un tanto en shock.

- "Espera Milo, llamaré a alguien y..."

- "¡NO!... no llames a nadie."- apuró a decir Milo tratando de salir de aquel momento y normalizando como fuese su cosmo al nivel normal que tenía como Santo Dorado.

Kamus lo miró como analizándolo, e ignorando los 'Shhhhh' que eran lanzados contra ellos los demás habitantes de aquella improvisada enfermería para dorados que debido a que querían dormir, se sentían malitos y cansados no prestaron mucha atención a los sucesos acontecidos.  Suspiró en alivio.

- "Tu cosmos volvió a la normalidad... supongo que tuviste una pesadilla Milo, porque estabas murmurando y gimiendo; y cuando iba a despertarte lo hiciste de improviso... y tu cosmos se disparó... y luego desapareció y... Olvidalo, supongo que estoy exagerando.  Pero me preocupaste."

La sonrisa de alivio de Kamus en ese momento hizo sin duda alguna estragos en el peliazul, quien devolviendo la sonrisa como pudo, trató de tranquilizar a su compañero.

- "Si, fue... un sueño bastante inusual..."- Milo dijo sin mirar completamente a Kamus y suplicando a quien lo escuchase que la oscuridad de la noche cubriese sus, más que seguramente, sonrojadísimas mejillas- "Yo... aún tengo sueño... creo que... voy a dormir otro poco."- dijo finalmente Milo volteándose en su sitio, tratando de evitar cualquier contacto visual con Kamus.

- "Bien... supongo. Buenas noches Milo."- Kamus dijo con un suspiro, y unos pocos minutos después podía sentirse su respiración acompasada y calma, sinónimo de que estaba en los brazos de Morfeo.

Una ola de celos inundó a Milo ante este pensamiento, y suspiró en resignación.  La verdad era que no tenía nada de sueño, y algo le decía que esa noche iba a ser verdaderamente una muy, muy larga noche.

Y efectivamente lo fue.  Esa noche todos esos recuerdos en su mente tomaron un orden lógico de manera muy lenta.  No solo tuvo que reorganizar más de doscientos años de reencarnaciones, no solo tuvo que recordar toda una eternidad como dios, NO solo tuvo que aceptar que ese dios que no era otro que él mismo era ni más ni menos que el mismísimo Zeus señor del Olimpo y para colmo de males padre de la diosa que había jurado proteger de otros dioses incluyéndose a si mismo... NOOOOO; sino que para empeorarlo todo, estaba allí ni más ni menos que en busca de su amado copero, su pequeño troyano, su dulce Ganímedes; el cuál estaba a menos de 10 metros de distancia y para quien no era más que Milo su mejor amigo y el más grande casanova del Santuario, a quien le había contado con orgullo TODAS sus aventuras (la mayoría de una noche) y a quien incluso le había buscado una que otra vez alguna chica (a pesar de las protestas de Kamus, quien la mayoría de veces por no decir siempre, simplemente llevaba a la chica a cenar y la dejaba en la puerta de su casa como todo un caballero y que como más daba un casto beso en los labios como despedida).

ESTÚPIDO, ESTÚPIDO, ESTÚPIDO.

Si Milo no se pateó más que mentalmente esa noche fue porque de hacerlo físicamente hubiese causado mucho alboroto... y él no quería eso.  Más bien se la pasó toda la noche pensando, tratando de resolver las mil preguntas que acudían a él por minuto y reorganizando el rompecabezas que representaba ahora toda esa nueva información en su cabeza.

Y fue por eso que durante días todos miraron preocupados a un ausente Milo, quien no fue hasta casi dos semanas después que despertó de ese sopor en el cual parecía continuamente envuelto, a pesar de haberse recuperado ya y haber vuelto a su rutina normal.  Pero por lo menos ese tiempo le sirvió al Santo.. . o debería de decir al dios para responder a su propias interrogantes y trazarse algunos planes y metas para el futuro.

Entre sus primeras preguntas, como era de esperarse estuvo sin duda alguna... ¡¡¿¿PORQUE DEMONIOS SE OLVIDÓ ASÍ DE TODO??!!... la respuesta fue simple en realidad.  Hera.  Durante casi un siglo Hera buscó sin cesar a su esposo perdido... o por lo menos Zeus (pasando de una reencarnación a otra) solo se enteró de que estuvo siendo buscado durante un siglo, porque más o menos por ese tiempo se le ocurrió al dios la GRAN idea de que Hera tal vez le perdiese la pista si él mismo se perdía un poquito.  Así que medio durmió su divina conciencia o por lo menos eso pretendía hacer y tan solo durante un tiempo, teniendo, eso sí, en cuenta siempre el seguir buscando a su amado Ganímedes; ya que aún, para su desgracia, no había logrado dar con él.

Pero las cosas no le salieron como él quería.  Al final su divina esencia no bajó un poquito, sino que fue enterrada con todo y las azucenas encima; pues Zeus terminó dormido por completo, y lo hizo en el peor momento.  Justo cuando el destino ponía a Ganímedes de nuevo en su camino.

Primero lo encontró en su camino bajo la apariencia de un adorable pelirrojo pecoso de ojos verdes y sonrisa traviesa.  Era un muchacho alegre e inocentón de quien su reencarnación del momento se enamoró si dudar a pesar de ser un chico mas de 15 años menor que él mismo; y con el arte de la seducción por delante lo hizo su amante... un amante para toda la vida, vivieron juntos por más de 50 años y fueron felices.  Lamentablemente la llegada de Thánatos trayendo consigo la llegada del fin de aquella vida mortal finalizó con esa época llena de felicidad... y no fue hasta dos reencarnaciones después que volvió a encontrar a Ganímedes, quien ahora estaba representado como un imponente rubio de tez curtida por el sol, el hijo de un hacendado que no dudaba en ensuciarse las manos con trabajo, pero no por ello dejaba de ser un hombre alegre e incluso adorable en cierta forma.  Un hombre que lo atrajo mucho cuando él mismo no era más que un viajero en busca de conocer el mundo y con el cual tuvo un idilio amoroso que marcó su vida a tal grado que cesó sus viajes y se asentó en aquel pueblo... pero no formó una relación con la nueva reencarnación de Ganímedes, aunque si una gran amistad que dio lugar a veces a encuentros esporádicos durante los años que estuvieron juntos ambos amigos.  Y finalmente estuvieron juntos de nuevo una tercera vez... pero ya no como amantes, sino como hermanos; ambos nacieron del mismo vientre y al mismo tiempo; gemelos idénticos nacidos bajo la protección de una aldea nómada de gitanos, traviesos y seductores, sin duda los mejores amigos y confidentes... pero no amantes, se contaban todo y Zeus una vez más fue el seductor, mientras que su príncipe troyano fue el hermano que trataba de ponerle un poco el freno, aunque de vez en cuando secundaba a su hermano, y conquistaba también a hombres y mujeres con su encanto.  Fue sin duda toda una vida juntos... pero no de la manera en que él lo hubiese querido.

Y en esta nueva vida se hicieron amigos, de manera inconsciente siguió buscando a Ganímedes y lo encontró, pero cada vida lo alejaba más y más.  Quien sabe que hubiesen sido en la siguiente reencarnación... o si tan solo se hubiesen conocido. Tuvo suerte en despertar, lo malo era que volver sobre sus pasos era imposible.  Ahora tenía mucho por hacer.

Ahora que lo recordaba todo tenía que replantearse su propia vida... primero que nada, se acabaron los juegos de seducción, las citas con mujeres desconocidas, las aventuras de una noches y... bien; tenía que cancelar todas las citas que tenía pendientes... desde antes de su muerte.  Cogió la libreta negra que tenía junto a él y suspiró, iba a ser un trabajo arduo.  En esa libreta habían citas para los próximos ocho meses; pero es que... ¡¡¡Lo que se hereda no se hurta!!!, ya sea de vidas pasadas o caracteres familiares, no podía evitar ser lo que era y él era un seductor por naturaleza. Claro que ahora se concentraría en seducir a su copero... aunque para eso primero tendría que limpiar su reputación, no podía ir a coquetearle a Kamus de la noche a la mañana y esperar que el Santo de Acuario le creyese que sus intenciones iban en serio. Ni modo.

Cogió el teléfono y marcó el primer número... era su cita para el lunes de la próxima semana.

- "Buenas, ¿se encuentra Stella?... Si, de parte de Milo. Gracias..."- definitivamente... iba a ser un proceso laaaaaaargo.


Fin del segundo capítulo

Notas de la autora:

:D Yay!, he aqui el segundo capítulo... =n.n= y creo que el siguiente será el último O.o bueno... digo creo porque espero poder meter todo lo que falta en tan solo un cap mas, creo que si.

A quienes sepan que el motivo por el cual Zeus buscó a Ganímedes (aparte por su puesto del hecho de que le gustaba y quería hacerlo su amante) se dio porque el dios de dioses se molestó con Hebe, la copera oficial y buscó un reemplazo... bueno o.O este es un fic, tomo lo que me es necesario y me conviene, NO voy a poner todos los mitos tal como son, así que no esperen que este fic sea una enciclopedia de mitologia n.n solo espero que lo disfruten.

Entonces, como ya dije desde un principio, este regalo es para Vilito así que espero Vilo amigo mío de mi que te haya gustado.

Y en cuanto al resto, gracias por leer y por los bellos reviews que recibió el primer capítulo en las diferentes páginas T_T fue muy lindo de su parte.

Un beshito felino para todos y una vez más GRACIAS!, cualquier comentario como siempre será bien recibido.

Nosh andamosh viendo.

chibineko chan
(Miembro de la Orden Sirusiana)

~.~.~.~.~.~

Campaña de NO AL PLAGIO

Digamos NO al plagio, este mensaje va dirigido al público, para que el trabajo de cada uno como autor sea tratado con el respeto que se merece.  Recuerden que cada obra es como el bebé de cada uno de los que creamos dichas obras; y como tales amaremos y protegeremos esas obras dándole lo mejor de nosotros para que el resto del mundo pueda disfrutar con el resultado final.  Por eso, si sabes de algún caso de plagio, denúncialo al autor del respectivo trabajo, ten por seguro que dicho autor te lo agradecerá.  Gracias


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