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Elementary School por -Mikunami-

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El conocimiento

 

— Vaya… este lugar es impresionante —confesó con cierto pánico transmitido por su dulce voz, tan pronto como descendieron del bus que los había transportado, al recinto que tendría el privilegio de ser la sede de aquel célebre encuentro. El puñado de niñatos no podían estar más de acuerdo con la afirmación de la pequeña Haruno, puesto que la infraestructura de Konoha estaba a años de luz de distancia de la de Oto, para completa repulsión de su histérica directora.

Los elegantes jardines magníficamente cuidados, las instalaciones con arquitectónicos toques vanguardistas, las artísticas decoraciones en las fuentes o quioscos afrancesados, las áreas de cinco estrellas para descansar, comer o jugar; cada espacio destilaba superioridad y riqueza ¡Aquellos críos tenían plasmas en todas las esquinas que les avisaban los cambios de horarios!

Kakashi, poseía una creencia símil a la Senju, y siempre opinó que el nivel de vida no tenía que ser determinante en el éxito escolar o profesional, muchos menos en el desarrollo de las capacidades intelectuales de cada individuo, pero al ver como aquellos chiquillos se paseaban cotorreando de sus vacaciones en algún exótico punto del globo, que sus estudiantes sólo conocería mediante fotografías, intimidaba un tanto.

— ¡Muy bien! La competencia comenzará en treinta minutos para el grupo de sexto, en una hora para los niños de quinto y en hora y media para los de cuarto —pronunció Tsunade con cierto matiz militar, captando la atención de todos sus docentes y estudiantes—. Anko, sígueme. Gai, Kakashi, ustedes puede ir a turistear un rato pero los quiero a tiempo… —en este punto hace una discreta pausa, para dirigirle su mirada atestada de crueles advertencias al Hatake—. La competencia se desarrollará en el teatro principal, está pasando el área de equitación, junto al invernadero de… ¡Busquen un maldito mapa y ahí lo ven, que esto parece más un jodido parque de atracciones que una escuela!

Y así se marchó, furibunda, con Shizune rogándole por calmar su carácter, Anko ignorando su mala leche y sus estudiantes de sexto calándoles repentinamente la inferioridad.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— Hay que admitir que este sitio mola bastante —expresó Shikamaru, con un timbre de interés que la mayoría podía asegurar que jamás había transmitido, por lo que los acusadores ojitos del resto de sus compañeros no tardaron en transmitirle la muda advertencia para que se callara ¡Genial! Justo cuando se le ocurría opinar algo, acababa de recordar la razón de su perpetua apatía—. No es como que piense transferirme, mis padres jamás invertirían tanta plata en mi educación, ni aunque lo deseasen.

— Pero ya crees que el Sonido es mejor que la Hoja —lo acusó Sakura, quien desde el arribo parecía destinada a entrar en pánico.

— Las niñas, siempre haciendo conjeturas precipitadas.

— Y tú siempre desmotivando a todos con tu cara de hastío, Shikamaru.

— No peleen, si nuestro destino es la derrota, nada tiene que ver con que ellos sean ricos y nosotros no.

— ¿Cómo que nuestro destino? ¡¿Por qué no piensas en el triunfo, Neji?!

— Porque hay cosas que son simplemente inevitables, Haruno.

— Que fastidiosos son ustedes; me cansa sólo verlos.

— ¿Qué tal si comemos algo antes de la competencia? —dijo Kakashi, tratando de que sus competentes estudiantes no se descuartizaran a destiempo, porque de que aquellos críos comenzaban con un pelea, era aplacar cualquier rencilla o prepararse para la guerra. Todos asintieron furibundos ante la sugerencia de su maestro, quien descubrió extrañado que el único que se había mantenido en paz hasta el momento, era su arrabalero niño de cabello carbón.

Encontraron un pequeño apartado cerca del auditorio, donde en aquel instante seguro que su dirigente rubia rogaba por una aplastante victoria, y comenzaron con la tranquila merienda, rodeados de preciosas flores ornamentales y exóticas estatuillas distribuidas entre verduscos paisajes. Mocosos elitistas.

— Voy por un jugo —dijo Sasuke, hablando por vez primera desde su arribo al Sonido, e indicándole escuetamente a Kakashi, que había visto una máquina expendedora unos metros al frente, logró conseguir algunos minutos de maravillosa soledad.

— ¿Sasuke? —o al menos eso creyó. Estaba a punto de ordenar su amargo té verde, cuando una voz, peligrosamente familiar, pronunció su nombre. Viró ligeramente la cabeza encontrándose con unos tintineantes irises violáceos.

— Suiguetsu.

— ¡Amigo que sorpresa! —¿Cómo era posible? Tenía entendido que el Hozuki estudiaba en aquel lugar, pero dadas las dimensiones del mismo, jamás creyó encontrárselo—. Los otros también se alegraran enormemente de verte.

— ¿Qué?

— ¡Sasuke-kun! —y entonces lo sintió, al tiempo en que su tímpano reventaba, como su cuello era comprimido por unos firmes brazos que se colgaban de él.

— ¡Karin, suéltame! —¡¿Qué esa niña jamás hallaría otra forma de saludarlo, que arrojársele?! ¡Ya le encantaría que cierto blondo tuviese ese tipo de tratos con su persona!

— No puedo creer que mi amado Sasuke-kun, haya venido a visitarme.

— ¡Que te apartes de…!

— Sasuke, hola —al escuchar aquel tono de eterna armonía, supo que el grupito de fenómenos había sido completado.

— Juugo.

Ahí rodeándolo yacían sus… digamos amigos de alcurnia, el tipo de chicos con los que su padre insistía en que hiciera migas, puesto que su brillante futuro cubierto de oro, le proveería estatus y posibilidades que escasos chiquillos contemplarían a esa tierna edad. Para ser francos no le desagradaban del todo, eran de los pocos niños con los que soportaba hablar durante las aburridas fiestas de gala que realizaba o a las que era invitado su clan, y pese a que les tenía cierta empatía, para nuestro minino negruzco la única compañía, externa su estirpe, imprescindible era cierto bocón de sedoso cabello claro y ojitos como pozos de agua pura, todos los demás se podían ir al demonio.

— ¿Por qué no nos dijiste que finalmente te transferirías? —inquirió el de cabello blancuzco, picándole un moflete al tiempo en que acababa con su paciencia; Suigetsu jamás entendería que violar su espacio personal era equivalente a un golpiza.

— ¿Es verdad Sasuke-kun? —tan terco con eso de magullar su pulcra piel, como Karin lo estaba con usarlo de percha.

— No me cambié de escuela, sólo estoy de visita —indicó dedicándole a ese par una airosa mirada, que exigía el que se apartasen al menos un metro de su estampa sublime—. Vine a la competencia —tan rápido como aquellas palabras cobraron coherencia para sus inesperados acompañantes, una risilla, sínica y escandalosa, logró que el semblante aun milagrosamente pacifico del Uchiha frunciera sus delicadas cejas.

— ¿Entonces vienes de parte de Konoha? —preguntó Suigetsu todavía sin poder contener la bulla—. Oh Uchiha, no tienes oportunidad.

— ¡Cállate, retrasado! Deja que Sasuke-kun conserve las esperanzas el tiempo que él guste.

— ¿Ustedes saben contra quien nos enfrentaremos? —no era habitual que Karin lo infravalorara.

— Los estás viendo —respondió orgulloso el Hozuki, era momento de regresar la burla.

— Entonces creo que no habrá mayor desafío.

— ¡Eres un mugroso petulante! —, sí, seguía siendo igual de divertido encrespar el mocoso con mandíbula de tiburón; estaba a punto de despedirse del trio, mejor ahora que cuando estuviese parcialmente sordo por culpa de los insultos desproporcionados del albino, casi tan fuertes como los reclamos y alabanzas de la pelirroja, y regresar a terminar sus alimentos como correspondía, cuando notó que efectivamente la información que acababa de obtener aún era incompleta.

— ¿Quién es el cuarto? —preguntó a Juugo, a quien parecía que jamás abandonaría la tranquilidad, y supo que las cosas comenzaban a pintarse problemáticas cuando la serena sonrisa del de cabello anaranjado se cubrió de presunción.

— Soy yo, Sasuke-kun —un timbre completamente irritante para su psiquis.

— Kimimaru.

¡Ja! Más le valía a Naruto el que lo recibiera con otro beso al finalizar aquel tedioso día, porque tolerar al Kaguya* realmente era un tarea épica; aquel niñato insufrible poseedor de un terrible complejo de superioridad, quien catalogaba estrictamente la excelencia y para quien el noventa por cierto de los individuos no eran otra cosa que mediocres predestinados a ser desechables. Toda una caja de monería el pequeñín, y pensaban que Sasuke tenía una autoestima cargante.

— ¡Pero que grata sorpresa! —y para causarle más nauseas, ahora arribaba la pútrida cereza del pastel—. El ilustre Sasuke Uchiha finalmente se ha dignado a pisar mi noble institución —avanzando con un paso sutil, escudriñándolo con su ambarina mirada y luciendo una venenosa sonrisa, el sujeto que si bien era sólo el causante indirecto de su incomoda jornada, podría ser el total responsable de que su idílica infancia terminara en desastre. Orochimaru llegó donde sus niños trofeo, y pasando de ellos intentó palmear el sedoso cabello de aquel Uchiha; el último vástago de aquella ilustre familia, el mocosuelo que se resistía a ser preparado en su glorioso plantel, prefiriendo los tratos irresponsables de cierta Senju. Claro, como era de esperarse aquel niñato repelió su acción dentro de los límites de la cortesía retrocediendo un par de pasos antes de siquiera rozarlo, sin despegarle su furibunda mirada ónice en ningún segundo—. Vamos pequeño no sea tan arisco; que diría tu padre si viese tal hostilidad en contra de un buen socio.

— Lamento el no poder fingir cordialidad con quien no me simpatiza, Orochimaru-san —tan encantador como Itachi. Pero estaba muy equivocado si pensaba que lo dejaría tranquilo tan fácilmente.

— De cualquier forma espero que tu estadía sea grata, mi querido Sasuke-kun —dijo haciendo chasquear los dedos, dejándole en claro a sus alumnos que era momento de retirarse, componiendo una burlesca reverencia para aquel crío del averno, al cual le fascinaría tener bajo su vigilia—. Y no te preocupes, le haré llegar los resultados de hoy a Fugaku; quizás asi entienda lo mal que ha hecho en mandar a su precioso retoño a un lugar de tan baja categoría.

No se molestó en emitir otro dicho, puesto que las cosas eran claras en su pueril mentecilla; era ganar o despedirse de la única persona que hacía vibrar su existencia. A él nadie lo amedrentaba y salía airoso.

 

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Sus pequeños eran buenos, excelentes, todo un orgullo que rejuvenecía su gastado espíritu; lastimosamente su competencia seguía por arriba de ellos.

Ahora mientras sus estudiantes de quinto año quedaban descalificas frente a los chicos de Kumo*, las esperanzas comenzaban a incinerarse. Apenas y habían llegado a cuartos de final, al menos el grupo de Mitarashi perdió en el último encuentro frente a Oto. Un suspiro cargado de impotencia abandonó sus labios bermellón ¿Cuándo Konoha recuperaría su prestigio?

— No es tu culpa, Tsunade —¡Perfecto! Lo que necesitaba; los irónicos comentarios de cierta víbora justo detrás de su oído—. De cualquier forma, no está en el futuro de aquellos chiquillos ser personas de éxito.

— Cállate de una buena vez, maldita serpiente rastrera —jamás volvería a sentarse en la grada de docentes y directivos; ahí únicamente era un blanco fácil para las infecciosas burlas de Orochimaru, al cual no se le despegaba aquel mohín de enfermiza alegría de su pálida tez.

— Vamos vieja amiga —insistió el de largo cabello azabache; fastidiar a la Senju era un verdadero placer—. Después de todo el único milagroso éxito que has tenido es tu propio hijo —aquel brillante hombre, que se había encargado de arrebatarle la plaza que siempre aspiró en la universidad del fuego hace tanto ayeres—. Es una lástima que aquellos extraordinarios hechos no estén destinado a repetirse —y por lo cual tendría que mortificar hasta el cansancio a la mujer que lo había parido—. He escuchado que tu nieto no es muy brillante que digamos.

Podía decir lo que quisiera de ella, de su escuela, de cualquier otro mocoso insignificante ¡Pero que no osara a mencionar a su solecito, porque su cadavérica cara iba a colorear de morado y azul intenso!

— No te atrevas a hablar de ni niño —dijo, y aquellos dedos finos se fueron directo al cuello del traje sastre, estrujándolo lentamente. Vaya, estaba incluso más ofendida que cuando invitó a Jiraiya a beber, regresándole un impertinente salido por esposo, cuya abominable cantidad de licor en el cuerpo impedía el flujo de cualquier atisbo de decencia.

— ¿No es algo primitivo y vergonzoso recurrir a la violencia? —expresó irónico, pese a que en realidad temía porque el nacarado puño de la rubia terminase impactando en su rostro, aunque… sería tan hilarante que expulsaran a Konoha por culpa de la temperamental Senju.

— Tsunade-sama —escuchó la blonda, aquel tono aburrido que ahora destacaba por el ligero toque de reprimenda que incluía, y el cual logró que finalmente dejara de amedrentar a la serpiente ¡Kami, le urgía un calmante!—. Orochimaru —y ante el segundo llamado, aquella viperina mirada se dignó a apreciar finalmente al sujeto que evitó el que fuese masacrado por la de almendrados irices.

— ¿Kakashi? —aquello debe ser un chiste, uno que le hace soltar una inoportuna risa de satisfacción, especialmente cuando aprecia el emblema de la hoja en el gafete del Hatake—. ¿No me digas que lo tienes a él dentro de la nómina? —¿Así que ese era el viejo conocido de Tsunade? Vaya que la vida se divertía dándole maquiavélicos escarmientos—. Dime ¿Ha cuantos pequeños has hecho llorar? —rio, y con ello el semblante del de cabello platinado adoptó un mueca de ira homicida equiparable a la mujer de coletas; era hora de la retirada—. Es tan divertido estar con ustedes, pero es hora del espectáculo, por lo que si me disculpan —mejor desaparecer ahora y seguir burlándose luego de la completa derrota de la Hoja, cuando la cólera de ese par fuese aplacada por la vergüenza, a clausurar el evento con un el labio reventado.

— Ese hombre es peor para mi hígado que la reserva de mi despacho.

— No se preocupe Tsunade-sama —calmó Kakashi—. Por suerte, alguien aún más insufrible está compitiendo —y por primera vez el profesor sintió aquella malsana necesidad de arrasar con la competencia.

— ¿De verdad crees que tu grupo pueda salir victorioso? —definitivamente aquella triste sonrisa de resignación no iba para nada con la inquebrantable voluntad de su directora. Era momento de animarla un poco.

— Créame, cierto participante preferiría asesinar a todos antes que perder.

 

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— …Yamagata, Yamaguchi y Yamanashi* —contestó en perfecto orden alfabético, aquella pregunta con la que se embolsaban cinco puntos extras, dejando una brecha con sus rivales a cada segundo más amplia. Aniquilarlos no era una opción, era el único camino—. Siguiente —dijo altanero.

Cada vez que se disponía un encuentro, un representante de ambos colegios pasaba para realizar las preguntas en conjunto. Y Shizune, quien fungía como la anfitriona de su escuela, todavía no salía de su estupor pese a que ya era la última prueba de aquello críos, una extrañeza en la que se había sumergido igualmente Kabuto.

La sorpresa del día, los pequeños de cuarto año de Konoha eran verdaderamente dotados.

A Sasuke no se le despegaba su fatua mueca, disfrutando de la tirria que ensombrecía los albinos rasgos de Kimimaru al otro extremo del escenario; Suigetsu y Juugo no le quitarían la palabra únicamente por derrotarlos en un certamen insignificante y Karin, bueno ella seguramente celebraría con un énfasis enfermizo su victoria, por lo que sus relaciones interpersonales no se verían afectadas. Volteó ligeramente apreciando a su propio equipo, al cual también se le reflejaba la satisfacción en sus tiernos rasgos.

Las reglas eran simples; cada cuestión tenía un valor distinto que oscilaba desde uno hasta los cinco puntos, tras finalizar ochenta preguntas quien tuviese el puntaje mayor, ganaba. Y para no depender únicamente de uno o dos de los participantes, todos los críos debían contestar al menos doce preguntas y ninguno más de dos veces seguidas. El Uchiha, quien se había encargado de analizar las fortalezas de su propio equipo, tenía muy presente que las cuestiones de lógica y números eran para Shikamaru, sociales para Neji y lengua para Sakura, y todo en lo que ellos se trabaran él se encargaría de responderlo. Eso no era complicado luego de haber memorizado sus libros de texto… estudiar con Naruto podía ser magistralmente repetitivo.

Kakashi suspiró victorioso ante sus prodigiosos estudiantes -primera vez que sentía alguna sensación benigna respecto a ellos, que raro-. Sí, al principio le había importado un comino un evento tan insignificante y banal, pero ahora que sabía que la competencia no era otro que Orochimaru, las cosas se tornaban interesantes. Él, quien se negaba a creer en el karma, destino o alguna ilógica suerte cósmica, apenas podía concebir que otro improbable encuentro ocurriese por el mero hecho de trasladar su plaza a aquella mugre primaria. Aquel hombre de largo cabello tan negro como su alma, llegó a impartirle clases cuando apenas era un mocoso arisco pero inseguro, que transitaba temeroso por los amplios y tétricos corredores de su facultad. El tipo de personaje cuyo incentivo para despertar dichoso cada mañana, es saber que haría de la experiencia de sus alumnos un infierno; especialmente de los predilectos de Minato.

¡Ja! Mira que presenciarlo tantos años después, con una seriedad en su perfil que intentaba camuflar desesperadamente el coraje por saberse inferior, gracias a un puñado de chiquillos pobretones ¡Vaya deleite! Con razón su jefa ya comenzaba a alistar el sake para el brindis, aunque esa vieja… seguro que de fracasar igual sería excusa para perderse en el alcohol ¿Y cómo había ingresado semejante botella a un colegio?

Pero los minutos pasaban y el evento comenzaba a emparejarse, logrando que el pulso de todos los presentes se tornase insufrible. Sasuke arrugó sus finas cejas, cuando Juugo se achacó cuatro puntos por saberse cinco especies autóctonas de Hokkaido*, y ahora luego de la interrogante setenta y nueve, la victoria se limitaría al trepidante desenlace.

— Pregunta final —expuso la parca voz de Kabuto, aún incrédulo de que los estudiantes de su exclusiva institución no hubiesen destrozado a esos mocosos mugrientos—. Por tres puntos, cuatro equivalentes a cuatro dieciseisavos.

Tan pronto como la última silaba abandonó la boca del de gafas, el agudo sonido de la campanilla que daba el derecho a responder inundó el espacio. Sasuke tenía básicamente la mano pegada al mugre timbre. Él no podía responder, había agotado sus oportunidades, por lo que en milésimas de segundó digirió sus obscuros pozos a Shikamaru, él que hasta ese momento parecía más interesado en analizar la compleja y carísima estructura de iluminación que se costeaba esa elegante estructura, a participar en la competencia. Las miradas se encontraron, y Nara siendo el brillante niño que era, entendió de inmediato la homicida advertencia que le dirigía el de cabello negro.

— Que problemático —chasqueó, pero prefería gastar saliva a lidiar con el enojo de ese maniático obsesivo—. Un cuarto, dos octavos, ocho treintaidosavos y dieciséis eh… ¿Sesentaicuatroavos? —pronunció con dificultad y luego vislumbró a los jueces del evento, la inestable sonrisa de Shizune lo confundió por un instante.

— Konoha es la ganadora en la categoría de cuarto año —dijo oficialmente la morena y los gritos de alegría no se hicieron esperar. Especialmente los de Sakura, quien para absoluta cólera de Karin, se arrojaba sinvergüenza al Uchiha, apretujándolo insaciable.

— ¡En tu cara, reptil infeliz! —¡Oh Senju, siempre tan madura!

— Tsunade, creo que se te ha olvidado que únicamente saliste victoriosa en uno de tres encuentros, los otros fueron logros para el Sonido —precisamente los que menos le interesaban, al parecer aquel mocoso siempre se resistiría a estar bajo su tutela. Lo mejor era retirarse, disfrutar de sus logros y de los bipolares gestos de la blonda, antes de que ésta descubriese la verdadera envergadura de su frustración—. No esperes otra confabulación divina, que conjunte chicos que obviamente escaparon de tu retrogrado sistema educativo, el próximo año —y sin más, se perdió rumbo al pódium donde en algunos minutos se haría la entrega de trofeos.

— Ese maldi…

— Seguro que nos irá mejor —antes de que pudiese comenzar a soltar la soez jerga que se le antojaba cada que Orochumaru estaba presente, aquel alentador comentario la hizo dirigir sus cuentas de caramelo al Hatake—. Hemos destrozado su principal fortaleza —declaró con una pequeña sonrisa que su indispensable cubrebocas de encargaba de ocultar—. Ahora nuestros niños no se sentirán inferiores, y la seguridad, juega un papel vital en este tipo de eventos.

Era verdad; sus pequeños nunca más se trabarían, no dudaría y no caerían en la desesperación.

— Tsunade-sama —escuchó el gozoso timbre de Shizune, la cual corría hasta su ubicación en compañía de sus victoriosos querubines.

— ¡Oh mis pequeñas adoraciones! No tienen idea de cómo han glorificado mi existencia hoy —expresó para aquellas criaturitas cuya devoción por el estudio y por su escuela habían dado sus precioso frutos y…

— Entonces ¿Nos darán algún premio? —Sasuke, aquel demonio pendenciero le tenía que hacer recordar que no estaba ahí precisamente por gusto ¡Vaya que el mocoso sabía arruinar el momento!—. Y no me estoy refiriendo a ese inservible pedazo de metal pintado de dorado —y el cual se encargaba de esparcir su ponzoñosa mentalidad entre sus inocentes compañeritos. Los ojos de todos los infantes brillaron de ilusión.

— A mí me gustaría una muñeca ¡O un vestido! —propuso Haruno, adornando su cara con una inmensa sonrisa que complementaba sus coloreados mofletes ¿Ignoraba que se podía pedir algo mono de ganar?

— Acaba de salir un juego estupendo —Neji no era ambicioso o convenenciero, pero le pareció por demás justa la propuesta del Uchiha, en el mundo todo debía tener un equilibrio.

— ¿Qué tal un pase para poder ocupar una cama de la enfermería por un mes? —preguntó Shikamaru.

Un peligroso tic comenzaba a vibrar incansable bajo el ojo izquierda de la rubia ¡Críos del averno! ¡Lo único que iba a recibir era un buen porrazo!

— Mis pequeños colibríes, esa no es la forma de actuar —dijo con una aplaste seriedad Kakashi y todo los niños callaron, no por el tono del mayor, sino por el insólito mote cariñoso que les había dedicado. La directora sonrió nuevamente al ver como los había tranquilizado su capacitado sensei. Era una fortuna contar con maestros que se encargaran de inculcar humildad—. Deben de pedir las cosas por favor, para que los podamos recompensar por su increíble participación —por la cara descompuesta tanto de la morena como de su jefa, estaba seguro que luego pagaría con creces aquel chascarrillo, pero por el momento lo único que deseaba era torturar un poco a la áurea—. Tsunade-sama estará gustosa de invitarlos, únicamente con sus honorarios, a un buffet de postres —ahora que se atreviera a retractarse frente a la carita ilusionada de sus insufribles pupilos. Dulce venganza.

 

Notas finales:

*Kaguya, es el apellido de Kimimaru.

*Kumo, significa nube.

*Yamagata, Yamaguchi y Yamanashi, son prefecturas de Japón, en orden alfabético serían las últimas tres.

* Hokkaidō es la segunda isla más grande de Japón.

¡Y finalmente retomo este fic XD! Espero que le haya agradado el capi, que con suerte pronto volveré a actualizar, a ver qué tan productivo resulta el mes, que ahora el tiempo -o la falta dé- no va a ser un aparente obstáculo. Muchas gracias a todos los que me siguen mandando su invaluable apoyo en forma de review:

DanikZigma; leidihuchiha; enigma; Inphy; Angelus_2305; Bloody_Kat; Sayurayaoista; Anónimo; Izumi Beloved; drew_yaoi y Eruka Frog.

¡Cuídense mucho y cualquier error me avisan!


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