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Elementary School por -Mikunami-

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Los papeles

 

— Sensei —el tenue llamado desvió la profunda mirada añil de los exámenes que estaba revisando, enfocando al instante a un joven de apagados ojos carbón e imperecederos rasgos de seriedad, que se encontraba al margen de la entrada del aula. La expresión de Minato se tiñó de alegría ante la visita de su alumno favorito, y con un movimiento de cabeza le indicó al menor que podía pasar; sabía que Kakashi era tan respetuoso que jamás se atrevería a ingresar a cualquier sala sin previo consentimiento.

— ¡Hola Kakashi-kun! —saludó animoso el novel profesor y cuando el de ónice mirar estuvo lo suficientemente cerca de su persona, despeinó afectuosamente la cabellera plata pasando del ceño ligeramente contraído que compuso el Hatake; el chico todavía no terminaba de acostumbrarse al tono jovial y los dulces tratos que usualmente el Namikaze utilizaba con él, y eso le daba cierto toque encantador.

— ¿Quería preguntarle, si podría ser mi tutor en la investigación de sistemas educativos en desarrollo? —expuso el de platinadas hebras al mayor. Realmente poco le interesaba aquella tarea, pero era una oportunidad perfecta para poder estar en mayor intimidad con su amado Minato-sensei; definitivamente no desaprovecharía que el amable docente pasara algunas noches en privado corrigiéndole lo que fuera.

— Pero Kakashi-kun, tú no necesitas un tutor para eso —exteriorizó inmediatamente el rubio, logrando que el Hatake compusiera una incrédula mirada de decepción—. Estoy seguro que por ti mismo podrás entregar un excelente trabajo, y eso inclusive te ayudará a alcanzar un puntaje mayor —ser el mejor de la clase de verdad que podía joderle la vida de vez en cuando. Estaba a punto de agradecerle de todas formas a su profesor, cuando sintió como una de las grandes manos de Minato se cernía de forma casi violenta a su cintura, haciendo que su cuerpo se precipitara sobre el duro escritorio de roble, logrando que todos los papeles en su superficie fueran a terminar directamente al piso—. Sin embargo… hay muchas otras cosas que podría enseñarte —Kakashi aún no terminaba de recuperarse de la sorpresa de verse abordado por su maestro, cuando el áureo soltó aquella pecaminosa confesión acompañada de su cálido aliento justo en el oído de su pupilo.

— Minato-sensei, yo… —quería protestar, decir cualquier cosa que le permitiese recuperar aquel control que caracterizaba tan profundamente su vida, pero la mirada llena de picardía que le dedicaba el blondo era suficiente para encender su libido al máximo, y si existía la mínima posibilidad de que el joven opusiera resistencia…

— Sólo déjate llevar Kakashi-kun —pronunció suavemente el profesor, acariciando su mejilla antes de decidirse finalmente a pasar sus labios durazno por el cuello del Hatake. Listo, ya podía hacerle lo que le viniera en gana, y él se limitaría a suspirar enamorado, olvidándose de en donde estaba, pero no con quien. Podía sentir la palma canela explorando por debajo de sus -antes- impecables ropas, arrancándole indecorosos gemidos…

— Sensei…

— Sensei…

— ¡Kakashi-sensei! —el espantoso grito lleno de agudeza, fue lo suficientemente irritante y alto como para sacarlo definitivamente de su ensoñación. Tan bien que iba perdiéndose en su idílico mundo de perversidades. Iba a dirigirle una sutil mirada de abrasivo desprecio al insolente crío a su lado, cuando sintió como el niño se estaba tomando libertades de más con su persona; su ceño terminó de fruncirse y una notoria vena adornó su cien derecha, al notar como cierto mocoso de amarillo cabello escalaba por su costado derecho hasta llegar justo a su oído. Naruto nunca dejaría de ser una lapa.

— ¿Qué ocurre Naruto? —cuestionó irritado el profesor al ver que era imposible ignorar al chiquillo de irises cielo. Y que igual el Uzumaki era lo suficientemente inocente -idiota- como para ser inmune a sus agresiones visuales.

— ¡Hola! —saludó entusiasta el pequeñín ¡De verdad quería matar a ese mocoso! Completamente ignorante de las ascias homicidas que poseía el Hatake, Naruto se arrimó más a su persona y procedió a relatarle todo su "maravilloso y entretenido" fin de semana, esperando recibir la más pequeña mueca de sorpresa o interés de parte del que sería algún día su pareja. Cuando los negros ojos del adulto se desviaron aburridos al ventanal, supo que su historia no podía ser más entretenida. Que cosa más linda la percepción de los niños.

Kakashi se limitó a suspirar frustrado, arrepintiéndose como nunca de haber arribado temprano al colegio; si de todas maneras no iba a poder fantasear tranquilamente con el padre de ese crío malcriado ¿Cuál era el punto de madrugar?... Aquello sonaba ligeramente más horrendo de lo que en realidad era.

Desde que se había rencontrado con quien fuese el dueño de sus suspiros cuando aún era un idealista estudiante universitario, simplemente no se lo había podido sacar de la cabeza, y el hecho de que su hijo lo atosigara a cada segundo del horario escolar, no ayudaba realmente. Se suponía que ya había superado aquello; estaba consiente que Minato jamás lo iba a corresponder, había perdido cualquier oportunidad con el blondo hacía más de diez años y aun así, el estar junto a él por unas escasas horas, bastó para avivar esa chispa que por tanto tiempo se negó a morir… tenemos que admitir que en parte era culpa del maldito Namikaze, ese hombre se conservaba demasiado sexy para la estabilidad mental de cualquiera.

— Y entonces Oto-chan me cargó en sus hombros y luego fuimos al cine dattebayo —terminó de relatar el querubín componiendo su cegadora sonrisilla de retrasado, justo al momento en que el Hatake se había permitido volver a la realidad. En ese segundo pudo haberle dicho al niñato que dejara de molestarlo de una buena vez; pero el contemplar la carita ilusionada, la cual todavía no se desprendía de ese horrible parche, consecuencia del incidente con la tetera, le recordó lo mucho que podía poner en juego su plaza en caso de que el engendro fuese llorando donde su abuela, acusando al mayor de malos tratos contra su persona. Maldito Uzumaki con influencias.

— Que lindo —¿Por qué se tuvo que levantar esa mañana? Ver a Naruto no era bueno para su salud, el mocoso sólo traía a su cabeza la idea de que Minato estaba a una llamada de distancia. Es decir, siempre podía telefonear a la residencia del de mirada cielo, con la excusa de que su angelito se había metido nuevamente en problemas ¿Cierto? Como que lo patético le estaba comenzando a brotar más natural que lo sarcástico.

— Naruto —el fuerte azote a la puerta, le proporcionó la motivación suficiente para girar la cabeza; últimamente estaba tan absorto que hasta las insufribles intervenciones del mocoso Uchiha dejaron de ser importantes; es más, el niñato le hacía el favor de contener aquellas manías acosadoras que tenía el Uzumaki.

Y tal como imaginó, en cuanto el güerillo escuchó el llamado de su mejor amigo, olvidó por un rato su existencia yendo donde Sasuke para preguntarle qué había hecho en su fin de semana.

— ¡Kakashi-san, buenos días! —ahora sí que el llamado merecía de toda su atención. Quizás si Iruka fuese a visitarlo más cotidianamente antes de comenzar sus clases, él podría tener una mejor incitación para desprenderse de su lecho y no conservar la cara de perro hastiado que continuamente se cargaba.

— Iruka-sensei, que sorpresa —dijo entusiasta, como quizás nunca había demostrado durante clases. Asi que al espantapájaros le llamaba la atención el delfín, que interesante.

— He venido a informarle lo que tiene que hacer su grupo en el festival de primavera —expuso el moreno hombre a su compañero, entregándole de paso un folder con todos los detalles de la divertida fiesta.

— ¿Festival… ? —¿Exactamente de que se había perdido? ¿De cuándo acá las escuelas organizaban celebraciones satánicas? Porque aquello daba toda la pinta de ser cosa del diablo ¿Y por qué una persona tan agradable como el Umino tenía que portar tan nocivas noticias? Además ¿Cuál era el punto de vitorear algo con bases en el primer equinoccio del año, si ya estaban a mediados de la estación?

Gracias al señor que Iruka captaba rápidamente las indirectas, y la cara de total desconcierto del Hatake evidenciaba que el del cubre bocas no tenía idea de que se hacía en dicho evento. Pronto el de coleta le comentó que cada salón tenía la obligación y el placer de organizar una actividad para su festival de primavera -mera excusa para "amenizar" las clases- en el cual todos los niños de la escuela podían convivir en paz y armonía, y aprender valiosas lecciones que involucraran el trabajo en equipo y la sana diversión.

Iruka tenía una capacidad de miedo de ver lo positivo de todo.

— Nunca he hecho esto —declaró el profesor al leer lo que la directora le había encomendado a su clase. Pero seguía siendo mejor el que Tsunade escogiera la actividad de cada grupo por sorteo, antes que entre salones se estuviesen peleando por realizar algún evento en específico.

— Quizás sea algo pesado puesto que es su primera vez en la primaria —comentó el Umino luego de ver lo que le había tocado ejecutar al Hatake—. Podría hablar con Tsunade-san y pedirle otra cosa —sugirió el moreno. No era por menospreciar las aptitudes de su compañero, pero aquello era algo bastante problemático de manejar aun con años de experiencia tratando a infantes.

Kakashi posó una mano en su barbilla meditando los pros y contras que acarrearía su decisión; dirigió sus ojos noche a la mirada chocolate del otro profesor, viendo inseguridad en los ojos de Iruka; aquello no le agradó en lo más mínimo. Luego pasó su vista por cada uno de los estudiantes que ya habían arribado al aula, hasta terminar enfocando a sus más detestables pupilos; Sasuke y Naruto. No tardó ni cinco segundos antes de que su perversa mentecilla terminara de tejer un plan, que lo tendría lo suficientemente atareado como para pasar de cualquier pensamiento relacionado con un rubio sensual, que casualmente era el padre del mocoso Uzumaki, y que al mismo tiempo serviría para tener finalmente controlado a esa bola de monstruitos.

— Ahora que lo analizo mejor, es perfecto para mis alumnos.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— Tengo un anuncio que hacerles —la asignatura de literatura fue la elegida para desatar la emoción entre los niños de su clase. Todos los pequeños dejaron sus libros de texto y enfocaron al sensei, que mostraba uno de los rictus más serios que jamás le habían visto componer. Una mera fachada que ocultaba su ladina sonrisilla—. Como ya sabrán, en dos semanas se celebra el festival de primavera y lo que vamos a hacer ha sido decidió —los cuchicheos no se hicieron esperar, ansiosos por realizar algo mejor que la decoración del exterior de la escuela, como el año pasado—. Nos toca la obra escolar.

Luego de las miradas de absoluta incredulidad y el mutismo que presagiaba el caos, vinieron los espontaneas chillidos de alegría ¿Qué acaso a los mocosos les agradaba la idea de ponerse ropa ridícula y humillante con mediocres actuaciones frente a sus padres? Vaya que nunca comprendería a las pequeñas sanguijuelas.

— ¿Qué obra vamos hacer sensei? —cuestionó rápidamente Sakura, con los verdes ojos resplandeciendo por la alegría de mostrarse como toda una estrella en el escenario.

— La bella durmiente —sus tímpanos estaban oficialmente destrozados; especialmente las niñas eran las que no podía contener la excitación en sus pequeños cuerpos ¡Finalmente un cuento de hadas! ¡Y ellas lo interpretarían!

Pero antes de que lo abordaran con preguntas tontas del tipo "¿Y cómo vamos a decidir los papales?" Kakashi ya se había encargado de instalar dos misteriosos y obscuros recipientes sobre el escritorio, al momento en que demandaba silencio.

— Para hacer equitativas las cosas los papeles serán elegidos al azar —todavía no era muy tarde para fastidiar ligeramente los delirios de sus increíblemente adorables pupilos. Al parecer el sarcasmo no estaba tan extinto después de todo—. En este frasco están el total de personajes y en este otro todos sus nombres, tengo que advertirles que no hay roles para cada uno, pero siempre se puede ayudar con la escenografía o con las luces —explicó luego de mostrar los contenedores, y amenazando con que no quería ningún reclamo o intercambio, puesto que lo que le tocara a cada quien, era tanto intransferible como incuestionable.

Comenzaba la diversión. Los niños callaron en el segundo en que el sensei dijo que comenzaría a repartir los papeles, y las plegarias mentales de la mayoría no se hicieron esperar; las niñas rogando por quedarse con el protagónico de la princesa, o por ver al irresistible de Sasuke-kun como el príncipe azul -la realeza le quedaba bien al crío-; y la mayoría de los chicos implorando que les tocara algo sencillo como pintar los fondos. Aunque claro, había casos como el de Naruto cuya respiración estaba al tope de lo previsto, deseando con todas sus fuerzas quedarse con el papel del príncipe ¡Que mejor forma para impresionar al Hatake, que actuar como un gallardo caballero!

— Sabaku no Gaara —el pequeño pelirrojo se sorprendió al escuchar su nombre, lamentándose de que su sueño manejando el equipo de sonido se viese truncado. Ahora tendría que aprender diálogos y pedirle a su obsesiva hermana que le confeccionara alguna ropa estúpida—. Serás la reina.

¿Qué diablos había dicho ese subnormal que tenía por profesor? Por la expresión trastocada del bermejo, era fácil concluir que el niñato se había quedado mudo. Gaara estaba a punto de saltarle con unas tijeras de punta redonda a su sensei, exigiéndole pronunciar que lo anterior era un chiste imbécil, cuando la impertinente risa de Kiba cortó el silencio incómodo del aula.

— Jajaja típico de ti, Sabaku —se burló el castaño, apenas pudiendo contener los espasmos que amenazaban con acalambrarle todo el torso. Otras risas inundaron el ambiente y Gaara sentía que era mejor opción morirse de una vez que seguir con su agonía. Pero entre todo el barullo, una inquietante duda fue exteriorizada.

— ¿Los hombres pueden interpretar personajes femeninos? —preguntó inseguro Neji, pasando de sus cargantes e inmaduros compañeros, los cuales no eran capaces de razonar la gravedad de la situación.

Al final alguien se daba cuenta.

— Dije que las cosas serían equitativas, por lo que a cualquiera le puede tocar cualquier papel —y aquello tampoco era debatible. Ahí fue donde las risas se terminaron para dar paso al miedo de que los roles más deseados, ahora eran igualmente los más temidos.

Su maestro era un cruel desquiciado.

— Prosigamos…

Bueno, no era el fin del mundo; siempre se podía intentar ver las cosas buenas de la vida tal como lo hacía Naruto, el tener que ponerse un ridículo vestido a la larga implicaría que Temari jamás volvería a insistirle el que modelara ropa de niña.

— Que curioso salió el rey y será interpretado por Amane Sai —no, ya no había nada bueno en aquella abominable situación. Con temor viró sus verdosos irises -ahora opacados por la aprensión- a su acosador, el que estaba sentado varios lugares atrás de él, y el cual tenía la sonrisa más tétricamente natural, que nadie le había visto componer hasta la fecha. El moreno luego le dirigió un vehemente saludo. Gaara volvió la vista a su banca y comenzó a golpearse la cara contra el pupitre.

— Ok, el siguiente será… —lo mejor era ignorar al de cabello carmín hasta que el daño a su cerebro fuese considerable, o alguna sustancia roja proveniente de dentro de su cabeza pintara la madera de su mesita. Entonces podía comenzar a preocuparse por él.

Y como por arte de magia parecía que a cada quien le tocaba el rol ideal; que Sakura e Ino eran hadas, no todo en la vida podía ser la gloria del protagónico, que Kiba igualmente se tendría que poner alitas y un pomposo vestido, el mocoso con complejo de mandril tenía que ser silenciado, que Shikamaru interpretaría a un árbol, su papel ideal, algo que no tiene la necesidad de moverse.

— Uzumaki Naruto… —finalmente su momento había llegado, era tiempo de que la dama suerte se atreviese a demostrar que estaba de su lado.

"Por favor el príncipe, por favor el príncipe, por favor el príncipe ¡De verdad que lo quiero dattebayo!"

Por otro lado; Naruto ataviado con un lindo conjunto que carecía de pantalón y seguramente usando doradas extensiones que le proporcionarían aquel fetichista aspecto que siempre había deseado ver, simplemente era una quimera increíble. Vaya que Sasuke tenía la mente demasiado contaminada para sólo tener diez años; pero el niño Uchiha no podía menos que sentirse agitado ante la idea de ver a su primoroso rubito con el disfraz de la princesa del malicioso y trillado cuentecito, una oportunidad única, puesto que estaba seguro que jamás el rubio permitiría ponerse ropa de dama, sino traía ganancias más altas de las que él se podía costear.

"Sería capaz de reprobar con tal de verlo con vestido ¡Que le toque la cutre princesa!"

— …serás… —ya todo el salón estaba al expectativa de cuál sería el personaje del áureo, y el maldito papelito no cooperaba, resistiendo a ser desenvuelto por el sensei. Kakashi finalmente observó el rol de su queridísimo estudiante de ojos azules, y no pudo estar más complacido con el resultado, exteriorizando toda su dicha a través de su feliz mirada—. Las rosas venenosas.

— ¿He? —y todo el brillo tanto de los zafiros como de las obsidianas desapareció al instante—. ¿Qué es eso? —indagó inmediatamente el zorrito. Aquello no sonaba importante ¡Ni siquiera parecía un papel!

— Pues en una parte del cuento un montón de rosas ponzoñosas cubren el castillo ¿No? —informó el docente a lo que tanto Naruto como Sasuke asintieron a la par—. Tú vas a estar detrás de esas hierbas y te moverás aparentando ser la maliciosa barrera de plantas.

Ahora no parecía tan exagerado eso de golpearse contra la banca en un intento por evadir la realidad. Gaa-chan sí que llegaba a tener buenas ideas.

— Pe… pero tengo diálogos ¿Cierto sensei? —vaya que el niñito era corto ¿Qué parte de planta no entendía?

— Naruto, siendo honesto ni siquiera te mueves mucho, vas a sostener más que nada la escenografía —y ahora el infante amenazaba con desbordar esas horripilantes lágrimas con las que seguramente hacía que Minato-sensei comiera de su mano—. Vamos, Shikamaru-kun aceptó ser parte del bosque sin ningún reclamo.

— ¡Por favor, déjame ser siquiera el caballo! —chilló desesperado; primera ocasión en la que le tocaba a su grupo desempeñar algún evento importante ¡Y él terminaba siendo un jodido arbusto!

— Lo siento Naruto, asi son las cosas —realmente era el papel idóneo para el Uzumaki -uno que contenía su hiperactividad y su cháchara- y no había fuerza en el mundo que hiciera cambiarlo de opinión. Finalmente el pequeño rubio se quedó en silencio, aceptando como todo un hombre su destino, si le tocaba ser un matorral ¡Sería la mejor actuación que nadie jamás observaría de una planta! ¡Si era necesario inclusive hasta haría fotosíntesis! Para que Kakashi-sensei terminara asombrado con su interpretación.

Por otro lado, Sasuke no podía estar más decepcionado tanto de la ridícula elección de personajes como de la estúpida actitud de su amigo. Seguramente si ese mugroso espantapájaros no fuese su profesor, el rubio ya se estaría revolcando mientras armaba bullicio, al punto en que su abuela arribaría para intervenir en la decreto del docente ¡Pero no! Su dorado y tarado angelito se contenía de mostrar toda la inmadurez que cargaba, únicamente porque esa aberración de cara cubierta era quien le daba cátedra ¡Maldito Kakashi y su disque atractivo!

— Hyuuga Hinata —ahora era el momento de la pequeña para implorar porque le tocara ser otro vegetal o una cosa con la que igual no tuviese que mostrar su cara, quizás podría aspirar a ser una roca, un árbol o… —. Serás el príncipe.

Vaya, hasta se podía decir que de verdad estaba interviniendo en eso de la elección de los papeles. Nada era más adecuado para la retraída chiquilla que tener un rol importante, algo que la alentara a demostrar valentía, ferocidad, determinación… sólo esperaba que no terminara desmayándose ante el público tan pronto saliera a escena, o que se quedara congelada como en ese momento permanecía, con la mirada perdida y la su nívea piel compitiendo con el color cadavérico de Sai.

El Hatake estaba a punto de sacar el siguiente papelito, cuando se dio cuenta que ya quedaba únicamente un rol, y por la mirada ansiosa de las chicas que sobraban en su grupo, podía adivinar que todas querían quedarse con aquel puesto, pese a que su sueño de ver a Sasuke-kun con el disfraz del príncipe había sido frustrado.

— Únicamente queda la princesa; a quienes no mencioné ya saben que serán los encargados de todo lo técnico —el pequeño Uchiha cavilaba que siquiera podría darle apoyo moral a su dulce niño tras bambalinas, con algo de suerte le tocaría manipular algunos de los reflectores, y con eso se aseguraría de que todo el tiempo su zorrito estuviese iluminado por su amor—. Y el afortunado es Uchiha Sasuke —y luego descubrió que antes de que finalizara la semana terminaría volviéndose un fugitivo de la ley por clavar un hacha en la cabeza de un espantapájaros viviente.

— ¡¿Qué voy hacer, qué? ! —por mucho la reacción más exagerada había sido la del mocoso de peinado de cacatúa, levantándose estrepitosamente de su pupitre y gritando furibundo mientras sus ojos se teñían de un tétrico escarlata y un aura maligna envolvía su infantil cuerpo. Cosa que no podían causarle mayor satisfacción al de platinada cabellera. Hasta eso al Uchiha le hubiese ido muy bien interpretando a la bruja colérica, pero ese personaje ya era de Neji.

De verdad que parecía que los papeles los había escogido él. Y quizás asi era.

— Es tu suerte Sasuke —declaró el Hatake, con una pronunciación por demás dichosa, divirtiéndose con la mueca de absoluto rencor que le ofrecía el enano.

Ese hijo de… Sasuke estaba a punto de ganarse una muy bien merecida ida a la dirección, por usar un vocabulario que ciertamente no es propio de un señorito como él, cuando el timbre del descanso irrumpió en su -aún no iniciada- disputa con el adulto.

— Bueno, después vemos los horarios para los ensayos —dijo presuroso el siniestro sensei, huyendo del lugar donde tantos sueños habían sido rotos. Mínimo esas semanas estaba seguro que no evocaría con tanta facilidad la atractiva cara de Minato.

La mayor parte del alumnado suspiró aliviado de que al menos su fortuna no hubiese sido tan terrible como la de algunas pobres almas que aún permanecían en shock dentro del aula. Pero en definitiva si había alguien que ya estaba sintiendo dentro de su pequeño cuerpito, los enfermizos deseos de ver cierta cabeza rodar, era el adorable nene Uchiha.

¡Ese espantapájaros iba a arrepentirse de haberlo puesto de princesa!

 

Notas finales:

Ahora no pueden decir que me tarde realmente XD.

Me han preguntado para cuando Kakashi se aventurara con Iruka, lamento decirles que para eso todavía falta, vamos que apenas lleva "algunas semanas" de convivir con el delfín y piensen que en teoría voy relatar todo el año escolar, por lo que a su romance aún le queda camino; y no se preocupen por Minato, que él ya está comprometido y no tiene ojos para nadie más que su dulce pelirroja y su adorado nene. También me preguntaron si Itachi va aparecer, si lo hará pero todavía falta un poquitín para eso.

Como segundo anuncio viendo haciéndome publicidad XD; finalmente estoy continuando con mi fic "Complejos de Padre" cuyo humor es similar a éste, asi que espero que se puedan dar una vuelta ^^.

Y finalmente, muchísimas gracias a todos los que me apoyan con sus comentarios, los cuales me levantar enormemente el ánimo en estos eternos días de lluvia;

Enigma; Izumi Beloved; Angelus; Valo; shao-kino y Marker-san.

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