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Elementary School por -Mikunami-

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El espectáculo

 

El ambiente cargado de brillantes colores y burbujeantes risas, se le antojaba tan disímil a su propio mundo aburrido y gris, que por un momento olvidó que se encontraba en la misma escuela llena de mocosos pendencieros que tan inoportunamente habían entrado a su vida. Hace años que no estaba en un festival, por más pequeño e insignificante que éste fuese; en sus primeras temporadas de educador apenas había sido partícipe de tales eventos, ni se diga en la universidad donde impartió clases durante la que ahora podía asegurar fue la época más tranquila de su existencia.

Pensar que de estar bajo otros parámetros, digamos al lado de cierto hombre bronceado de mirada chocolate, quizás el acontecimiento se le haría escuetamente agradable. Pero para su desgracia, tenía que asistir a un montón de chiquillos latosos con inadecuados ataques de pánico y complejos exteriorizados hasta el último y más inconveniente instante.

— ¡Niños! —gritó cansándose del insoportable ruido que producían aquellas criaturas del infierno. Todos dejaron de lado los berrinches que acompañaban a los últimos detalles antes de que se abriera el gran telón, y entonces no hubiese forma de hacer nada más—. Hoy es… su gran día, asi que por favor compórtense y no hagan nada fuera del guión —había dejado en claro que los discursos motivacionales no eran su fuerte. Pero ante el incómodo mutismo siempre había un valiente.

— ¡Tenemos que hacerlo lo mejor posible dattebayo! —de inmediato los demás pequeñines afirmaron con una efusividad que al Hatake se le antojó absurda; pero si Naruto ayudaba a levantar el ánimo y evitar desastrosos incidentes que terminarían en sala de urgencias, soportaría gustoso el mal infundado optimismo del crío.

En unas dos horas todo concluiría, y para bien o mal, aquello sólo estaba destinado a convertirse en un lejano recuerdo que no le costaría desaparecer de su mente con el número de terapias adecuadas.

— ¡Sensei! —jamás había odiado tanto esa mentada palabra, que lo definía tan ampliamente como apenas abarcaba su vida—. Sasuke baka no quiere salir de los vestuarios —informó el rubito ya enfundado en su llamativo traje de flores. Kakashi suspiró, tenía muchas cosas de las que encargarse para todavía lidiar con el mocoso Uchiha.

— Dile que si no sale para cuando le toque actuar, se puede ir despidiendo de su perfecta calificación.

— ¿En cuál materia?

— En todas.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

La obra estaba a escasos quince minutos de comenzar, había tenido que pedirle de favor a Kurenai que lo auxiliara con los niños tras bastidores un momento, puesto que parte de su responsabilidad era ir a recibir con la sonrisa más plástica y fingida de todo su repertorio, a las personas responsables de engendrar tanta locura.

— Es un gusto tenerlos aquí —decía a cada padre que desfilaba al interior del teatro de la escuela. El Hatake a duras penas aguantaba los espasmos de la risa, causada por el nerviosismo de aquellos ridículos adultos; mira que verse tan embelesados por la pobre presentación de un puñado de mocosos con nulos dotes actorales ¿Para qué llevaban tantas cámaras y equipo, pequeños letreros y bandas con el nombre de su respectivo hijo? Qué manera tan absurda de demostrar apoyo ¿Sería posible que el procrear tuviese repercusiones tan dañinas en la psiquis o alterase tanto el buen gusto? Ahora tenía otra razón por la que no se le antojaba tener mocosos propios.

— ¡Kakashi-kun! — y repentinamente recordó que faltaba un adulto ridículo, que aún lo hacía despertarse agitado y con un leve manto de sudor -y no por miedo- a mitad de la noche. Su mirada carbón inmediatamente enfocó a un hombre de llamativo porte y brillante cabellera dorada, que ondeaba rebelde a cada uno de sus sensuales movimientos.

— Minato-sensei —saludó con el tono más aburridamente desesperado que pudo surgir en aquel momento de pleno éxtasis ¡Joder! ¿Por qué el Namikaze se veía tan tremendamente sexy con aquel aspecto casual?—. Qué bueno que hayas podido venir.

— No me perdería por nada la obra de mi hijo —claro, como si Naruto fuese a interpretar un papel que no pudiese sustituir una planta de verdad—. Quizás no sea el protagónico, pero me alegra al menos verlo en escena —declaró jovial el padre. Entonces Minato soltó una chispeante risa, un gesto tan lindo que el Hatake consideró seriamente si sería demasiado impropio estamparlo contra la pared para robarle un beso. En todo caso la culpa la tendría el rubio por provocarlo.

— ¡Minato! —un gritó completamente estridente a oídos del Hatake, rompió con completa soltura la atmosfera de mágico -disque- romance que aparentemente se había cernido en la mente del de cabello gris. Gracias al cielo había llegado oportunamente la razón, por la que jamás estaría ni cercanamente relacionado en el plan amoroso con el áureo. Unos pasos atrás del Namikaze, una figura de largas mechas bermellón e intensa mirada violeta, se desplazaba coqueta atrayendo la mirada de propios y extraños. Aquella no podía ser otra más que…—. Oh era verdad ¡Kakashi-kun está aquí! —comentó la Uzumaki al arribar junto a su esposo, componiendo una mueca de sorpresa por demás exagerada. Lo primero que el espantapájaros pudo pensar de la pelirroja luego de tantos años de satisfactoria incomunicación, fue que cierto chiquillo permanentemente despeinado, había adquirido la mayoría de sus característicos mohines. La genética era una dama cruel.

— Kushina, que gusto —tanto como el de un golpe al hígado.

— Igualmente. No puedo creer que ahora seas el sensei de Naru ¡Como pasan los años-ttebane! —expuso la rojiza, ignorante del disgusto que había causado en cierto profesor. Asi que de ahí había sacado esa irritante muletilla.

Kushina; una verdadera desdicha que al final ésta se hubiese convertido en la conyugue de su dorado ángel, porque estaba seguro que de no ser asi, no podría cargarse ningún resentimiento en contra de la carismática mujer, en realidad, quizás hasta hubiesen terminado afianzando una larga y cursi amistad. En lugar de sentir como aquel rencor olvidado, burbujeaba frenético en la boca de su estómago, mientras la acaramelada parejita parloteaba de lo buen maestro que era, en palabras de su "querubín". Con que lo hablador también era de familia ¿No? ¿Acaso Naruto no era capaz de heredar nada de Minato, a excepción de la apariencia?

— ¿Qué es eso? —preguntó para romper la odiosa cháchara de la que genuinamente no era -ni quería ser- participe. Quizás porque estaba enfocado en observar la deslumbrante cara -y retaguardia- del blondo, pero de verdad no había reparado en una mochila de considerable tamaño que el hombre llevaba sobre sus hombros. Tan rápido como la cuestión fue expuesta la cara de la cobriza mutó de su jovial bronceado que destilaba dicha, a un pálido tono de terror.

Como se notaba que había perdido contacto con el áureo.

— ¡Es el equipo para filmar a ni nene! —Ok. Al parecer Minato necesitaba hacerse unos cuantos estudios, puesto que parecía que sólo esperó que a cualquiera indagara por su equipaje para ponerse eufórico. Kushiha se limitó a llevarse una mano a la frente, decir entre dientes algo ininteligible -al parecer una plegaria- y luego despedirse cordialmente de Kakashi para desaparecer entre las tinieblas del teatro, todo mientras el Namikaze explicaba algo sobre preservar la inestimable vida de su querubín.

— Tener hijos trastorna —nunca mejor expresado ¿Dónde había quedado aquel loable hombre de estoico temple? Por lo menos estaba seguro que luego de ver la actitud de su antiguo maestro, ya nada tenía la capacidad para sorprenderlo. Y no estaba muy seguro de que aquello fuese algo positivo.

— ¿Kakashi-sensei? —quizás conjeturó lo anterior con demasiada prontitud. Su cuerpo se paralizó al escuchar aquel tono grave; rápidamente giró sobre sí para confirmar que no se estaba desquiciando, lamentablemente aún seguía cuerdo. Ahí, en el pasillo que conducía al interior del recinto que custodiaba se encontraba el único estudiante, antes de ingresar a aquel antro del averno, que había podido superar con creces y sin esfuerzo aparente todas sus expectativas. Sólo que a diferencia de los monstruitos él lo hizo para bien. Orgulloso, sereno, insufrible…

— Itachi-kun —que pequeño era el mundo. Al parecer el moreno joven estaba tan estupefacto como el Hatake, sólo que a comparación del adulto, éste sabía esconder con mucha más maestría cualquier expresión que alterara la impavidez de sus facciones de porcelana—. ¿Qué haces aquí? —estaba seguro que un leve tartamudeo se escuchó en su voz, pero es que no lo había visto desde que el condenado se había graduado de la universidad como el primero de su generación, hace más de un año. Que Itachi se transportase repentinamente a una primaria simplemente se le hacía algo inverosímil.

— ¿Usted es el maestro de Sasuke? —entonces los irises grisáceos de Kakashi enfocaron el programa que el de la coleta llevaba en la mano. Iba a ver la obra. Pero ahora más que nunca su cerebro se negaba a hacer conjeturas.

— ¿Lo conoces? —vaya pregunta estúpida. Asi que ese era "¡Aquel adefesio que parece espantapájaros!" que tenía su otouto por sensei.

— Es mi hermano —aclaró el joven, sintiéndose un tanto incomodo ante la falta de sinopsis del que una vez fue apreciado como el mejor profesor de su antiguo colegio.

Uchiha, por eso le sonaba tanto aquel apellido. En un principio no lo había relacionado con nada puesto que según su entendimiento, aquella familia jamás mandaría a uno de sus retoños a una institución de tan baja categoría, pero ahora que lo consideraba ambos eran jodidamente insoportables, con un complejo de superioridad morbosamente elevado, tanto carisma con una roca y un tétrico parecido físico. Obvio que la misma sangre espesa corría por sus heladas venas.

Al parecer la obra no iba a ser lo único sorprendente aquella tarde.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

"Les damos la más cordial bienvenida…"

— Recuerden niños, pase lo que pase no estén nerviosos y si se les llega a olvidar algo, sólo diviértanse e improvisen —dijo afectuosa Kurenai, a la bola de pequeñines que tras bambalinas, por más que se hiciesen los valientes, un nudo en sus vientres se estaba formando. La mujer ya tenía algunas complicaciones para moverse debido a su embarazo, pero siempre podía arreglárselas con unos nenes tan obedientes como aquellos. Quizás no fue tan buena idea el que su esposo hiciese aquella tonta apuesta con el Hatake, manejar a un grupo tan adorable no podía ser verdaderamente un reto.

Acomodó los últimos detalles en la vestimenta de las haditas, y terminó de cepillar las largas extensiones rojo sangre de Gaara; los primeros en salir a escena tomaron posiciones y mientras la voz de TenTen los terminaba de introducir, más de uno contuvo el aire en sus pulmones para liberar un poco de tención.

"Hace mucho tiempo…"

El telón comenzaba a levantarse.

— ¡Ohh Kami! No puedo creer la suerte que tengo, finalmente mi hermanito tendrá la ropa que siempre quise ponerle —Temari ocupaba un privilegiado puesto justo en el centro; la rubia apenas podía contenerse en sí misma del gusto, por lo que no era de extrañarse que sus alaridos llamaran más la atención de lo que hubiese sido decoroso.

— Estás consiente de que le bajas el autoestima ¿No? —comentó un castaño que no se molestaba en ocultar un bostezo. De inmediato la Sabaku volteó a verlo con el ceño totalmente fruncido.

— Como dices tonterías Kankuro, lo único que quiero para Gaara es consentirlo todo lo que una madre debería —seguro, una madre trataría a su varoncito como nena—. Y más te vale que saques suficientes fotos para al menos un álbum —su hermana estaba tan loca como cualquier chica a su humilde consideración, la diferencia radicaba en sus ataques de violencia; no es que no quisiese salvaguardar la dignidad de su hermano, pero su sentido de auto preservación se imponía. Prefería ver al rojillo vestido de muñeca, que su reflejo mostrándole un coqueto ojo morado, por lo que obedecer a la rubia histeria era lo más cuerdo.

"…entonces los reyes finalmente fueron bendecidos con una niña. Aquel día, el reino se llenó de júbilo y todos sus habitantes fueron convocados a participar en el enorme festejo, ricos y pobres…"

Sentía la garganta seca y el corazón zumbándole en los oídos, sus pupilas se contrajeron en el segundo en que los reflectores iluminaron su desdichada humanidad. La realidad es que nada era una pesadilla; efectivamente estaba envuelto en uno de los vestidos más cursis que nunca hubiese tenido la desdicha de avistar y su hermana estaba gritándose un montón de sandeces desde la fila de asientos justo en frente de él. De verdad estaba postrado en un trono de papel mache, fingiendo que era una dulce dama de la realeza, que desgracia.

— ¡Ohh mi reina! Finalmente nos llegó la alegría de tener una niña —sintió un leve tirón en la larga manga de su bochornoso atuendo, Sai, quien fue el primero en pronunciar sus líneas ahora estaba incitándolo a que dijera su parte, pero la vergüenza era tal, que al parecer aquellos diálogos que tardo días en memorizarse, se terminaron perdiendo en algún confín obscuro de su turbada mente.

— Sí… que gusto —logró emitir con un matiz tan lóbrego, que sencillamente chocaba con el cursi ambiente antes descrito, por lo que una buena parte de los presentes no pudieron evitar una que otra carcajada.

— ¿Y cómo la llamaremos, mi tesoro? —Gaara estaba nervioso, o mejor dicho paralizado; era como si su mente hubiese decidido que lo mejor era retirarse por el momento dejando el cascajo de su cuerpo, un cascajo bastante mono cabe aclarar ¡Pero no iba a permitir que su amorcito de cabello rojo quedara como un retraído delante de tantos espectadores! Si el bermejo no podía con su dialogo, él tendría que intervenir—. Sabes, siempre me ha gustado el nombre de Lucy, pero creo que no es tan apropiado; también suena bien Marina, pero como no vivimos cerca de la costa… —las risas de los adultos, ahora incontenibles, finalmente lo sacaron de su entumecimiento cerebral.

¿Aquello estaba en el guion? Porque nada del parloteo simplón del Amane le sonaba. Gaara entonces percibió como su pálido acosador le daba tiempo para repasar su dialogo, mientras le transmitía todo su infantil apoyo apretando su manita.

— Sai… —susurró apenas despegando los labios—. Me gusta el nombre de Aurora, porque como la luz de la mañana ella nos brinda calor, alegría… o algo asi —dijo a tiempo, antes de que la melosa musiquilla de fondo llenara de nuevo la sala y la marcha del resto de sus compañeros se hiciera presente, como las filas de ciervos que entran al palacio dichosos de conocer a su princesa.

Quizás había juzgado muy mal a Sai estos últimos años; sí, lo hostigaba hasta el punto de querer arrancarle las extremidades y ver como se desangraba, le decía imbecilidades que hacía a su piel tomar el color de sus hebras y lo llegaba a tratar como a una niña indefensa; pero con todo, era el único que siempre lo apoyaba en cualquier cosa y le prestaba atención y… entonces cuando estaba a punto de reconsiderar seriamente su trato con el moreno, el Amane, aprovechando que mientras el resto del alumnado llenaba la escena nadie les ponía la debida atención, pensó que quizás el Sabaku no se molestaría -tanto- si deslizaba sutilmente su diestra de la muñeca de su taheño a la cintura del mismo, apresándolo. La mueca de ira del cobrizo resurgió ¡Ese maldito aprovechado!

Vaya, su grupo no lo estaba haciendo tan mal. Kakashi miraba aburrido desde el resquicio que separaba los asientos del pasillo de la salida, el cómo su esfuerzo de las últimas dos semanas alcanzaba su culminación. Tenía que admitir que se llegó a preocupar un poco cuando el pequeño rojillo se quedó tieso, pero gracias a su paliducho rey, el acto terminó casi impecable y algo más cómico. Igualmente esperaba que el "discreto" golpe que Gaara le había dado a Sai en la espalda, con su cetro, pasara desapercibido.

"…asi entre tanta dicha, inclusive las mágicas hadas protectoras de aquel cándido reino, arribaron a la ceremonia, con el propósito de llenar de bendiciones a su futura gobernante."

Durante un segundo, sus irises esmeralda se llenaron de júbilo al ver como la atención estaba centrada en ella, pero luego sintió un descortés empujón que la sacó de su ensoñación de diva. Volteó furiosa, sólo para percibir el cómo Ino salía de su lateral derecho, saludando discretamente a los espectadores, como si verdaderamente fuese una parte primordial de la obra ¡Aquella rubia desteñida, pseudo-mejor amiga diagonal rival!

— Sakura, muévete —mencionó Kiba, utilizando a su compañera de escudo contra las miradas burlonas de su prole. Mientras menos se viese de su persona él estaría más feliz, y un hada feliz hace mejores encantamiento ¿No? Pues asi debería ser.

— ¡Ohh mis reyes! Nosotras las hadas del bosque, hemos venido para presentarle nuestros respetos a la dulce princesita —articuló impecable la Yamanaka, mientras avanzaba al centro del escenario, ahí donde las luces caían directamente sobre su ilustre persona. Esperó a que sus "compañeras" se posicionaran a su altura, y con toda la galantería que la niña traía en la genética, se inclinó respetuosa ante sus "reyes", una reverencia francamente magnífica, para luego avanzar en dirección a la cuna que contenía aquel estropajo horripilante, alias la dulce bebé princesa.

De verdad que Ino se estaba llevando esa parte de la representación.

— Yo el hada de la flora, la bendeciré con el don de tener una voz sumamente hermosa —la rubia volvió a exhibir sus dotes actorales, para enseguida ensalzarse con un elaborado movimiento de manos, como si en realidad fuese algún mugre ser mítico y mágico. Pero esa desteñida ya iba a ver lo que era bueno.

— Yo el hada de la fauna —Sakura se adelantó unos pasos, para hablar finalmente, cubriendo de paso a la de ojos azules—. Siendo más generosa que otras, le bendigo con una belleza celestial —¡Ja! Con todo, su parte había quedado mil veces mejor. Esa Haruno…

— Se me olvido —improvisar no era tan malo después de todo, y mientras el desconcierto se pintaba en la cara de la rosadita, podía aprovechar para quedar como la estrella que era—. Entre mis bendiciones también se encuentra el que halle a un esposo guapo, fiel y príncipe —que supere eso.

— ¡Pues yo le otorgo el mejor caballo del reino!

— ¡Y yo el mejor castillo del reino!

— ¡La mejor ropa del reino!

— ¡Kami, cuanta generosidad! —¿Por qué Kakashi-sensei mejor no las había colocado como parte de que calladita decoración, en lugar de a Naruto-chan?—. ¿Apoco no somos afortunados mi tesoro? —preguntó sarcástico Sai, mientras seguir abrazando posesivo al bermejo, que ya no se molestaba en ocultar tan pronunciadamente la repulsión que le causaba el Amane. Sakura e Ino no podían estar más molestas de que aquel desvergonzado de cínica sonrisa se robase por completo la atención.

"Lamentablemente, había alguien, de maligno corazón, que lo último que quería era rebosar de virtudes y dicha a la princesa…"

Kiba sólo aguardaba, milagrosamente callado, a decir su parte y terminar con aquel suplicio; vio como en la esquina derecha del escenario Neji hacía su aparición, con la cara roja cual tomatillo, pronunciando su parte con un timbre tan resentido, que nadie dudaría que fuera una bruja colmada de rencor. Esa obra definitivamente era un caldo de odio.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

Escuchó aquellas risas estúpidas, provocadas por el imbécil -disponible en blanco cadavérico- de Sai, luego la fingida y áspera carcajada malévola del tarado Hyuuga, y finalmente los aplausos que indicaban el cambio de escena. Volvió a rezar porque algún cataclismo que destruyese el teatro de la escuela, pasase en aquel momento. Nada. Lo mejor era resignarse de una vez; después de todo ya le tocaba salir.

— Que divertido —comentó Kushina, aplaudiendo ante la primera escena ¡Que chiquillos más talentosos! Se notaba el esmero puesto en la obra; mira que hacer tan gracioso un clásico aparentemente soso y trillado. Kakashi-kun debió haber preparado todo con mucho cuidado.

— No estuvo mal, pero Naru no ha salido todavía —comentó ligeramente aburrido el adulto de cabello rubio. No es que menospreciara al resto del grupo, pero para ser sinceros, él iba únicamente por su angelito.

— Vamos Minato; esos niños lo están haciendo genial —al menos podría fingir interés, nunca se sabe cuándo algún padre resentido pueda estar escuchando—. ¿Verdad que sí, Itachi-kun?

— Claro.

Podían considerarlo un genio -eso en realidad no tenía mucha relevancia mientras estuviese sentado al lado de Minato Namikaze- pero aún no se explicaba, como cada vez que iba a la primaria a presenciar algo relacionado con su otouto, primero; se encontraba indiscutiblemente con los padres de Naruto-kun, y segundo; terminaba al lado de ellos. Siendo tratado como un crío por Kushina-san. No es que le molestase realmente, pero el candor emitido por aquella familia tan colorida, llegaba a ser un tanto sofocante.

— Por cierto —atrajo nuevamente su atención la mujer de cabello cobrizo, justo al momento en que el telón volvía a ser levantado—. Nunca nos dijiste que papel interpretaría Sasuke-kun.

Fue entonces cuando el joven de la coleta sudó frío. No es que ese tema se le haya pasado por alto, pero era un asunto un tanto delicado, del cual sinceramente no quería platicar. Después de todo Sasuke le había dicho que él haría todo lo posible para mantener aquel punto lo más anónimo posible, por lo que él igual se tenía que mantener callado.

"La dulce princesa Aurora, creció hasta convertirse en una bellísima dama; colmaba de bondad, gustosa de ofrecer su ayuda a los necesitados, siempre con una sonrisa…"

Era momento de demostrar que con todo, seguía siendo un Uchiha, y su estirpe exigía excelencia en cada acto.

La Uzumaki estaba dispuesta a que Itachi-kun dejara las intrigas y comenzara a hablar, cuando las luces del recinto se centraron sobre una figura, tan linda y grácil, que su atención irremediablemente terminó en ella.

— Vaya, que niña más adorable.

E Itachi se quedó estupefacto; porque aquella "chica" de largo cabello negro y elaborado flequillo, no era otra que su idiota hermano menor. Estaba seguro que si su padre viera eso, no dudaría ni un segundo en mandar a Sasuke a un internado donde se pregonara heterosexualidad.

 

Notas finales:

¡Sí, logré terminarlo!

Y siguiendo con mi ritmo de actualizaciones ¡Aquí la primer parte de la obra! Espero no tardar mucho en colgar la segunda jojojo. De cualquier forma durante el fin espero subir otro fic, pero mientras disfruten de nuestra doncella en apuros XD.

Como siempre muchísimas gracias a todos los que apoyan la historia;

Izumi Beloved; enigma; Ale Walker  e irvevabit.

Ya saben, cualquier error me avisan.


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