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Elementary School por -Mikunami-

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El ambiente

 

Muchos lo pensaban flojo; la única verdad es que su desinterés general por la vida lo orillaba a quedarse por horas estancado en la cama, no es que le tuviese un amor especial al descanso o a la tibieza de su lecho, en absoluto, simplemente la realidad era tan aburrida que prefería quedarse recostado, esperando por la inconsciencia que quizás le diese algo más de sabor a sus expectativas. Ya saben un agradable sueño donde fuese un detective famoso, un millonario en búsqueda de su amor perdido, o un dragón de dos cabezas que come niños.

Y hablando de los mostritos.

Para que engañarse, su primer día fue un asco; luego de que la veintena de críos lo rodeasen, comentando lo genial que era poseer cicatrices y lo mucho que ya lo "querían", prefirió mandarlos a todos a su lugar y ponerlos a repasar el curso anterior con la excusa de un examen regresando del descanso. Hasta ahí todo perfecto ya que los niños no cuestionan; pero vayan que arman un ajetreo monumental por cosas tan banales como "me está viendo feo" o "me quitó mi pluma favorita", especialmente si no sabes que no controlándolos a tiempo el riesgo de golpes y lloriqueos es inminente.

Vale la situación todavía podía ser salvada.

Estaba a tiempo de reconquistar a esos niñitos y llevarlos por el buen camino de la enseñanza; de fomentar valores y educación, de hacer que fuesen adultos productivos, pero sobre todo estaba a tiempo de mostrarles quien mandaba para ganar esa maldita apuesta del demonio; ningún adulto le impedía llegar a sus metas y por supuesto que unas molestias miniaturas tampoco lo harían.

Así que ya no existían las escusas; era su segundo día y ya había llegado junto con el resto de los docentes -tampoco es como si fuese a madrugar demasiado-; quizás sus nuevo compañeros no se sorprendiesen, es decir aún no lo conocían, pero estaba seguro que de estar en la universidad, tal acontecimiento quedaría grabado a fuego en la memoria de muchas generaciones.

Luego de aparcar el auto y registrar su hora de entrada, se dirigió al salón para dejar el portafolios, en los veinte minutos que tenía de sobra quizás tomaría un café y…

— ¡Hola Sensei! —¡Dios santo! En la vida le habían dado tal susto. Apenas estaba deslizando la puerta del aula y ese crío del demonio ya estaba saltándole encima, por un segundo sintió que iban a atacarlo, ya que el niño fue tan rápido -y ruidoso- que no tuvo oportunidad de poner ninguna defensa—. ¿Se encuentra bien? Lo noto algo palido-ttebayo —dijo el rubio poniendo un dedo en sus labios, esperando impaciente a que su maestro le contestase cualquier cosa.

¿De verdad el chiquillo no se daba cuenta de que casi le causaba un infarto? Durante su carrera le habían intentado jugar infinidad de bromas, la mayoría caían antes de que siquiera estuviese terminada la planeación, y la otra mitad simplemente no resultaban. Era un sensei demasiado cool para dejarse embaucar por un grupo de estudiantes acomplejados o rencorosos. Y un niñito con la única intención de saludarlo, le causaba que la sangre se le fuese a los pies. Vaya que las miniaturas podían ser terroríficas.

— Buenos días… ehh… Uzumaki-kun —respondió recomponiendo su firme porte—. Sí me encuentro perfectamente, pero para la próxima, no le saltes a la gente cuando quieras saludar —indicó autoritario, abriéndose paso al salón.

— ¡Claro sensei! —¿Ese niño tenía que ser tan entusiasta? Si mal no recordaba el día anterior estuvo cual gato lambiscón pegado a su persona. Al principio pensó que el chiquillo le había cogido cierto afecto, seguramente a causa de la similitud con alguna persona que admiraba; inclusive se había permitido recordar cuando sus alumnas de bachillerato intentaban coquetear con él ¡Pero por favor! Le era tan difícil creer que ese niñito -cuya estatura estaba por debajo del medio- intentaba seducirlo. Vaya que leer porno estaba afectándolo más de lo que creía.

Lo más probable es que sólo quisiese ganar créditos con su persona, para asegurar una buena calificación en el examen, pero estaba muy equivocado si sus cavilaciones iban por tal rumbo; ya que Kakashi no soportaba a los lame botas.

— Y dime Uzumaki-kun ¿A qué se debe tu pronto arribo? —si le contestaba algo como "es que quería saludarlo antes que nadie" o cualquier oración que llevase un alago implícito, ya sabría entonces por donde iban los tiros.

— A mi papi le queda de paso mi escuela para llegar a su trabajo, y como él no puede salir tarde de casa, siempre llego temprano-tteba —contestó feliz tambaleando sus piernas levemente. Bueno eso fue un alivio para el profesor, de verdad que odiaba tratar con lambiscones.

Al ver que el niño comenzaba a hacer danzarines muñequitos de papel, se permitió relajarse un rato y descansar la vista. Aún debía de tener unos diez minutos antes de que el resto de la criaturitas llegasen.

Sintió como la puerta era ligeramente abierta, así que enfocó su mirada hacia ese lugar, advirtiendo a un niño de obscura cabellera que se adentraba al aula, Uchiha Sasuke si mal no recordaba, se llamaba el chiquillo.

— ¡Sasu-teme! —exclamó entusiasmado el rubio desde su puesto, agitando sus brazos eufórico, seguramente eran buenos amigos, para despertar tal alegría en el blondo.

— Naruto —contestó simplemente el serio chiquillo. Desde la presentación el Hatake se había dado cuenta de la madures y parquedad destilada por ese niño, además de que fue de los pocos que ni siquiera se acercaron a "interrogarlo" durante el incidente del cubre bocas, y por lo que vio en su examen podía asegurar que era todo un cerebrito ¿Cómo es que habían dos personas tan disparejas -el rubio y el moreno- terminado siendo amigos?

Ahora que lo observaba mejor ese tal Sasuke tenía algo muy familiar, un no-sé-qué que estaba seguro de haber visto antes; antes de que terminara de inspeccionarlo, el chico volteó el rostro clavando su dura mirada en él, arrugó ligeramente el entrecejo y sin siquiera saludarlo se acomodó en un puesto junto al rubio.

OK, eso había sido extraño. Ese niño lo estaba viendo con mucho resentimiento para ser normal, no recordaba haberle hecho nada, quizás…

Un porrazo a la puerta lo espabiló, descubriendo a un chico pelirrojo que respiraba agitado, con las mejillas decoradas en vivo granate y los ojos fuertemente cerrados

— ¡Odio a mi hermana! —gritó antes de cualquier cosa, dejándose caer contra la pared, mientras daba grandes bocanadas con las que intentaba recuperar el aliento. Seguramente el pobrecito no se había percatado de que el aula ya estaba ocupada.

— ¿Qué ocurre Gaa-chan? Temari-san ha vuelto con las orejas de mapache —comentó Sasuke sarcástico, alertando al bermejo. Eso ocasionó que abriese sus verdes gemas y las enfocara directo a su público; que no sólo consistía en dos de sus compañeros, como bonus su nuevo profesor también estaba presente.

Quería morirse ahí y ahora, de cualquier manera.

Y quizás lo lograría, ya que sentía su cara arder con tal magnitud, que con algo de suerte terminaría por reventarle la cabeza. Lo más rápido y silencioso que pudo, corrió ocultando su vergüenza con su mochila y se acomodó en el último puesto junto a la ventana, una vez que estuvo en territorio seguro, luchó por arrancarse esa estúpida diadema de la cabeza, la cual tenía una vistosas orejitas afelpadas. Hasta ese instante Kakashi no se había dado cuenta del llamativo accesorio que coronaba al bermejo; todos se quedarían observando primero al niño que entra armando berrinche, que a lo que vestía.

Se limitó a suspirar cansado; esperaba que el chico no terminara por arrancarse el cuero cabelludo, ya que en su lucha contra la diadema, él estaba perdiendo.

Cuantas cosas y apenas eran las ocho veinte y cinco.

 

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

 

— El curso de matemáticas consistirá en que puedan ir desarrollando pensamiento abstracto; para esto las primeras lecciones se enfocaran en fracciones, espero que todos ya tengan bien claros los conceptos básicos de multiplicación y especialmente división, ya que también ahondaremos en esos temas subiendo el nivel de dificultad de ambos —Kakashi se dio cuenta de las cosas tan elementales que tenía que impartir, era una vergüenza que el plan de estudios estuviese limitando de esa forma el desarrollo de los niños; si por él fuese los críos saldrían de su clase sabiendo ecuaciones básicas; después de todo si a él lo obligaron a aprender eso a los diez años, nada le impedía repetir el procedimiento—. Todos abran sus libros en la página trece.

Contrario a todo lo que Sasuke esperaba, Naruto se estaba esmerando mucho por entender las clases; para empezar poniendo atención y realizando un apunte decente y todo para matemáticas ¡Números aburridos del demonio! En palabras del güerillo. No podía creer que ese profesor tuviese tal poder sobre su amigo tan sólo porque se parecía a un personaje de un Anime.

"Es que me gusta mucho Sasu-baka" le había confesado el día anterior. El mero recuerdo de tales palabras le hacía hervir la sangre.

Ahora veía lejano cuando el blondo chiquillo le dijo, que en cuanto encontrara a una persona parecida al idiota espantapájaros de esa caricatura de ninjas, la convertiría en su pareja. En ese instante creyó que tenía toda la situación bajo control, es decir, el que entrara en el perfil de Naruto definitivamente sería uno en un millón ¿Quién diría que ese uno invadiría tan intempestivamente sus vidas?

Ahora no le quedaba nada más a Sasuke que cortejar desde ya a Naruto; porque sí, nuestro negro neko estaba idiotamente enamorado de su mejor amigo. Desde kínder había quedado prendado del angelito revoltoso; había hecho todo para convertirse en su mejor amigo -de forma muy sutil entre insultos, peleas y gritos, así nadie sospechaba-, había invertido más de cuatro años para que el dobe dependiera en muchos sentidos de él, lo había acompañado en las buenas y en las malas, había tirado su innato orgullo a la basura al rogarle a sus padres para qué lo inscribiesen en la misma escuela que al kitsune, y ahora llegaba ese tipo y conquistaba al rubito en cinco minutos.

¡Que Naruto era suyo carajo!

Ya vería ese tal Kakashi-sensei que los Uchiha eran de cuidado, pero sobre todo que eran posesivos, enfermizamente posesivos.

— Hyuuga-kun, podrías pasar a resolver el ejemplo —ajeno a las cavilaciones vengativas de Sasuke, el Hatake seguía tan tranquilo impartiendo cátedra. Vio como un chico de larga cabellera castaña se levantaba sereno de su lugar, dispuesto a contestar a la pregunta en un dos por tres—. Perdón, olvide que tienen el mismo apellido, me refería a Hinata-kun —indicó dirigiéndose a una niña que en cuanto escuchó su nombre, la blanca carita de porcelana que poseía se vio siniestramente abochornada; dejó su puesto temblando de pánico y llegó al frente con pasos tan inseguros, que el profesor apostaría por que se iba a desmayar.

— Sensei, de verdad que yo puedo resolver el problema —insistió Neji, intentando cubrir a su prima, no es que dudara de los conocimientos de Hinata, pero no se podía arriesgar a que la niña sufriera otro ataque de nervios.

— Lástima Neji-kun; yo quiero que la pequeña Hinata se haga cargo del ejercicio.

— Pero…

— Dije Lás-ti-ma.

Niñato pendenciero, era hora de que aprendiera quien tenía el control en ese lugar. Invitó a la cría a comenzar con el procedimiento, poniendo un trozo de tiza en su mano. Hinata sentía que su corazón reventaría en cualquier segundo; de hecho el resto de la clase aguardaba en silencio para ver como la Hyuuga, terminaba gritando y encogiéndose, poniendo sus manos cual barrera sobre su cabeza. Era un espectáculo macabramente divertido.

La de cabello negro, aun tiritando, se dio coraje para llegar hasta el final; quizás para la mayoría el pasar al frente no era la gran cosa, pero ella sufría de pánico escénico, simplemente se petrificaba si alguien la estaba observando.

Hasta ahora.

Se prometió a sí misma, que ese año iba a cambiar, sería fuerte, decidida, valiente. Dirigió sus perlas al pizarrón, notando que tenía que identificar entre un grupo de fracciones cuales eran equivalentes. Con trazos muy mal hechos, debido a que su mano aún se negaba a responder de forma correcta, finalizó la tarea. Para asombro de todos, sin terminar inconsciente.

— Muy bien Hinata-kun, yo sabía que podías hacerlo —si a los niños tan sólo había que presionarlos correctamente—. Ahora ¿Qué te parece resolver otros cuatro problemas? —comentó en tono de broma.

— ¡Ahhh! —antes de que se diera cuenta la niña estaba hecha bolita en la esquina junto a la puerta, cubriéndose con sus manos; tan bien que iba. Kakashi no pudo evitar sentir una pisca de miedo por tal incidente, esperando que no lo demandaran por daño psicológico. A Neji no le quedó más alternativa que explicarle la "delicada" personalidad de su Hinata-sama al sensei, para poder llevarla donde la enfermería a que se recostara un rato, al fin que la hora del almuerzo estaba muy próxima, así que no perderían realmente clases.

— Buenos los demás ejercicios pónganselos a revolver en silencio, quien tenga dudas que pase conmigo —¿Por qué nadie le avisaba que lo niños podían ser tan delicados? Esperaba por su propio bien, que no tuviese a ningún otro crío tan acomplejado bajo su tutela.

— ¡Kakashi-sensei! —sus tímpanos reventaron por segunda ocasión, sintiendo como su brazo era dispuesto cual perchero—. No entiendo este problema ttebayo —se quejó Naruto casi montándose a su espalda; para que se molestaba en repetirle que eso de llegar asaltando a la gente estaba mal, si el niño iba a pasar de él de todas formas.

— Veamos —dijo queriendo terminar con el asunto lo más rápido que fuese posible —. Te pide que identifiques cuál de estas proporciones es mayor; considera el entero luego repártelo y el que posea el porcentaje más alto es la respuesta correcta.

— Ehh… ¿Qué? —bueno bueno, los chiquitines eran algo más lentos que sus estudiantes en universidad; tan sólo era conservar la calma y encontrar otra manera para abordar la cuestión. Así es como heroicamente Kakashi intentó durante los próximos diez minutos, hacer que la cabeza dura del Uzumaki comprendiera fracciones básicas ¡Qué diablos no era de piedra! Ni un santo para resistir las ganas de darle una hostia a ese cerebro lento que se cargaba el infante; estaba a punto de llegar a sus límites y terminar gritando, cuando fue turno de la duodécima explicación.

— Imagina que es pastel —se escuchó una vocecilla tras el blondo, en la que ambos, alumno y profesor pusieron la mayor de las atenciones—. Aquí divide el pastel en tres pociones exactas y aquí en cuatro porciones, ahora ¿Qué preferirías; una de las tres porciones y dos de las cuatro? —indicó Sasuke haciendo un dibujo en el que detallaba incluso fresas, sobre cada una de las imaginarias porciones. Naruto observó atentamente, menos de diez segundos, imaginando el delicioso alimento.

— ¡Dos! —enunció entusiasta y sin titubeos para asombro del Hatake; únicamente volvió sus cielos en busca de la aprobación de su sensei, que afirmó silencioso—. Gracias Sasuke.

Por una parte se sentía como un idiota, al no habérsele ocurrido que sustituyendo los números por algo tangible y del gusto de los niños, resultaría más efectivo el ejemplo, y por otro lado estaba orgulloso de poseer un niñato tan dispuesto a ayudar a sus compañeritos.

— Muy bien Uchiha-kun —premió intentando revolver las negras hebras de Sasuke, que evitó de inmediato cualquier contacto con la mano del adulto. Quizás y al mocoso no le gustaba que lo despeinasen—. ¿Ya terminaste?

— Porqué otra razón vendría —contestó toco para asombro de Kakashi—. ¡Ohh ya sé! También puedo aparecerme para ver como fracaso en su tarea sensei —escupió burlón, básicamente diciéndole al mayor que era un inútil. Con eso bastaba para sacar boleto. En todos sus años nadie se había atrevido a desafiarlo y no toleraría tal grosería contra su persona ¡Que no por nada se le consideraba un genio! Ese impertinente escuincle no tenía ni idea de en donde se metía.

Estaba a punto de decirle algunas dolorosas verdades, con la única finalizad de destruir un tantito del magistral ego que se cargaba el de negra cabellera, cuando el estridente sonido del timbre lo interrumpió.

— Perdón, pero es hora del almuerzo, me supongo que bastara con que le deje mis ejercicios sobre la mesa sensei —comunicó Sasuke dejándolo con la palabra en la boca. Poco sería decir que el Hatake estaba de piedra con un notorio tic en el ojo y los puños tan contraídos que se le blanquearon, y usando de base su puro orgullo para no golpear a ese malcriado niñato; que tampoco es como si le apeteciera terminar en la cárcel por intimidar -asesinar- a un menor.

La avalancha posterior de criaturitas que lo volvieron a distraer bastó, para menguar sus delirios homicidas. Recibió el trabajo de todos sus alumnos, dispuesto a trasportar los cuadernos al salón de profesores, que no era muy común ver a los maestros convivir con los niños durante el almuerzo; vamos que los críos también se cansaban de soportarlos todo el día, y esos escasos cincuenta minutos de tiempo libre eran su respiro para tolerarse mutuamente lo que restaba de la jornada.

— Nee Sasu-baka ¿Qué le dijiste a Kakashi-sensei? —preguntó Naruto al ver la inmensa cara de alegría en el de ojos negros; entiéndase estaba sonriendo.

— Que debía explicarte muy bien las cosas porque eres la mar de dobe.

— Eres un teme —respondió ofendido el rubio, inflando sus mejillas—. Ahora no te daré de mi almuerzo y conste que hoy Oto-chan me preparó carne enrollada y pie de limón —dijo mostrándole lo que contenía su caja de bento al Uchiha, esperando que Sasuke le rogase por algo de esos deliciosos alimentos.

— Pues yo tengo croquetas de atún y sé que te encantan dobe —rebatió el de los ónices, enseñando como quien no quiere la cosa el suculento pescado, por el que de inmediato comenzó a babear el Uzumaki; era tan fácil manipular, que hasta sentía una pisca de culpabilidad—. Venga no te pongas de nena usuratonkachi —comentó mostrándole un delicioso pedazo de atún empanizado, el cual acercaba tentativo a la boca de Naruto; no tuvo que rogarle más para que el niño sol engullera la comida de los palillos de su amigo. Sí, a Sasuke le encantaba darle de comer en la boquita a Naruto, pero eso tampoco lo admitiría.

Mientras tanto en un lugar diferente del colegio.

Ese niño del averno ¿Quién se creía que era? Todo chulo como si pudiese contra cualquier cosa en la vida; con su actitud cargante, el orgullo a flor de piel y la mirada de superioridad con la cual pasaba sintiéndose el rey del mundo. Ya le demostraría al principito que seguía siendo poco más que un insignificante niñato, dependiente al cien por ciento del mundo de los adultos.

— Ese Uchiha —siseó molesto, una vez que llegó al aula de profesores para comenzar a recoger los temas de sus próximas clases.

— ¿Sasuke Uchiha? —se giró al escuchar el nombre de su primer enemigo declarado; encontrándose con un hombre castaño y sonriente que poseía una curiosa cicatriz atravesándole el puente de la nariz—. Hola.

— Hola.

— Perdona, pero te escuche hablando de Sasuke-kun —confesó el extraño, sin poder evitar una risita culpable.

— ¿Lo conoces? —cuestionó interesado en la información que pudiesen darle del diablillo.

— Tú debes de ser Hatake Kakashi —pronunció seguro —. Mucho gusto, mi nombre es Umino Iruka y en realidad si conozco muy bien al niño, de hecho el grupo que ahora tienes fue mío los tres años anteriores.

¡Tres años! ¿Había escuchado correctamente? Ese pobre hombre había soportado durante tres largos años a todos esos mocosos, desde que eran más pequeños e insufribles, a la edad en la que lloraban por todo, y en donde no comprendían siquiera el alfabeto o los números, cuando por cualquier golosina se les subía la azúcar volviéndolos imparables. Vaya que tenía que poseer una resistencia mental digna de un monje.

Quizás se debía a su juventud e inexperiencia, se notaba varios años menor que él; la chispa de la vida lo acompañaba y seguramente tenía un montón de sueños hermosos para el futuro. Era tan lindo ser joven e iluso.

Sin perder el tiempo se decidió a entablar una animada charla con el castaño; quizás y por ahí se sabía algún truquillo truculento para mantener en paz a los mostritos; digo una persona sensata ya se hubiese desquiciado con esa criaturitas del infierno.

— Pues Hinata-chan es sumamente tímida, es preferible que la trates con cuidado; pero tampoco te preocupes demasiado que por algo su primo cumple con el rol de su guardaespaldas —vaya que había notado que la niña tenía problemas—. El pequeño Gaara es demasiado lindo para su gusto, pero no para su hermana —Iruka no podía evitar los ligeros ataques de risa ante tantos recuerdos—. Sasuke siempre es algo tosco con el resto de los niños, tiende a despreciar muchas cosas, pero dale tiempo y veras lo buen muchacho que en realidad es —en realidad lo dudaba —.Y Naruto, se encariña muy fácil con todos, pero eso no es problema ya que los demás también tienden a quererlo mucho. Quizás haya una que otra cosa que le cueste trabajo entender pero al final siempre demuestra sorprendernos de verdad a todos.

A Kakashi no le gustaba entablar relaciones afectivas con sus estudiantes, lo consideraba algo en contra de sus principios. Para que el juego se llevara tranquilo, lo mejor era distanciarse desde el primer momento, y mantenerse formalmente cortante durante todo el trayecto del curso. Así se evitaba muchos problemas, en los que la mentecillas de los jóvenes se permitían divagar sobre las oportunidades que les podría ofrecer el profesor; además de que la falta de respeto iba de la mano con la confianza.

Pero completamente contrario a todos sus estándares, parecía que al Umino le encantaba interactuar con sus niños, y volver del aprendizaje otra forma para consolidar lazos. Una verdadera estupidez si se lo preguntaban.

— Las dudas que vayas teniendo no dudes en acudir a mí; quizás ya no son mi grupo pero de verdad que les guardo cariño, y si puedo hacer algo por ayudarlos lo hare con mucho gusto —se lo confirmó antes de lo esperado. El trigueño se veía muy buena persona para su propio bien.

— Claro, Iruka-sensei —era mejor darle al hombre por su lado; no era su culpa ser ingenuo y si le estaba ofreciendo ayuda, que bienvenida fuera.

— Vaya, ya queda poco tiempo para que termine el almuerzo —comentó checando la hora, le desagradaba la informalidad con los horarios—. ¿Ya comió algo Hatake-san?

— La verdad no —contestó desinteresado. Estaba muy ocupado planeando que le haría al chiquillo Uchiha al regresar a clases.

— Pues venga hombre, que en la cafetería sirven un ramen delicioso —antes de que lo notara el moreno ya estaba tironeando de él, arrastrándolo a quien sabe dónde; así que de ahí había sacado el mal hábito el enano blondo eh—. Yo sé que necesita fuerzas para el resto de la jornada así que no se haga del rogar —en realidad el tal Iruka parecía un tipo muy atento, gentil y agradable, muy agradable.

Ahora el horizonte de la primaria se veía algo más entretenido. Sólo un poquito.

 

Notas finales:

Me retrase, no puedo decir nada en mi defensa. Pero más vale tarde que nunca.

Espero que les haya agradado el capítulo, me esmere mucho para que saliera lo más decente posible, así como también para que fuese más largo de lo habitual, que a mí me van mucho mejor los episodios cortos, pero como lectora los entiendo, y sé que a la mayoría le encantan -casi siempre- esos capítulos kilométricos, claro cuando el fic lo amerita; espero algún día ser capaz de escribir algo así.

Muchas gracias a todas las personas que leen hasta aquí, especialmente a quienes se toman la molestia de dejar review;

Nekomata Uchiha; Marker-san y tsuki no neko.

Cuídense mucho y espero leernos pronto.


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