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Los pecados de un Ángel. por SouMizerable

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Notas del fanfic:

No soy muy buena para los resumenes. Así que espero y les haya gustado. Se les agradece de antemano a todos quienes hayan sido genitles en leer esta historia que me ha costado bastante desarrollarla en mi cabeza.

Ah, y bueno, la imagen es de Angel Sanctuary pero se asimila un tanto al desarrollo de mi historia por lo que por eso la tomé n.n

 

De antemano. Muchas gracias. 

Atte: SouMizerable 

 

P.D: En este mundo he de destacar que habrán ángeles de sexo femenino y masculina ;)

Notas del capitulo:

Bueno, aquí comenzaré. Espero y les guste este primer capítulo, pero he de advertir que contiene Lemon. 

Si, quizás sea muy rápido al haber eso en el primer capítulo, pero es necesario. En serio, muy necesario e.e

Prefacio

 

El mundo de los humanos es solo una pequeña parte del universo, y su mundo tan solo es algo pequeño, tan pequeño como insignificante. ¿Pero quién imaginaria que cerca de ellos se encontraría un mundo tan superior, encargado de velar por esa “insignificante” humanidad?

Ese mundo es llamado “El Reino de las Cuatro Cruces”, el mundo divino.



Prologo.

Primer Pecado

 

Dan, siendo un pequeño humano, enfermo y devastado por la segunda guerra mundial, aún intentaba sobrevivir en el mundo ya en decadencia que le había tocado vivir, estando completamente solo.

Faith le observaba en medio de la lluvia nocturna, el pequeño dormía refugiado en una caja echa de cartón, sufriendo horribles espasmos a causa del inmenso frío.

Lo único bueno que hacia la lluvia en esos momentos, era llevarse el desagradable olor a cadáveres que invadía la ciudad de Berlín, ya devastada.

-          Ya no podemos interferir más –hablaba un hombre, que correspondía a Faith. Su mirada se veía llena de congoja, fija en el pequeño que intentaba dormir- El mundo ya buscó y encontró su destrucción. Ahora son ellos los que deben salir adelante.

Él avanzó hacia el muchacho.

-          Pero eso ya no te concierne a ti pequeño ángel. Es un milagro que tu sangre Noble no se haya obscurecido. Tus padres debieron ser fuertes guardianes, lograron engendrar a un niño antes de quedar impuros por el pecado del Caído.

Tomó en brazos al pequeño que parecía no percatarse de lo que sucedía. Faith lo acurrucó en sus brazos para brindarle calor divino.

-          Tú irás a donde en verdad perteneces.

El ángel, de cabello castaño y ondulado, poseía unos ojos de un dorado intenso. Vestía un abrigo largo, que parecía ser de cuero, teniendo un color mostaza. Desplegó sus deslumbrantes alas blancas llenas de brillantes plumas que cubrieron al niño. Las alas de un ángel guardián.

 

Danells pronto cumpliría su mayoría de edad. Muy pronto él podría o ser un guardián o un guerrero. Él tenía tantos deseos de conocer el mundo que su tutor, Faith, visitaba cada tres meses (en el mundo de los ángeles). Faith siempre se encargaba de contarle entretenidas historias de los humanos, que cada vez crecían más y más.

-          ¿Cuántos años son en el mundo humano, Faith?

-          ¿a qué te refieres Dan? –le preguntó el ángel mayor-.

Ahí estaban ambos, cenando juntos. Dan había crecido mucho, y ya no recordaba que alguna vez había sido humano. Faith disfrutaba ver como la hermosura de Dan había llegado una vez que lo trajo al Reino de las Cuatro Cruces.

Recordaba muy bien como era Dan cuando aún su cuerpo era el de un mortal. Su cabello corto y liso, era castaño oscuro, acercándose al negro, y sus ojos, opacos y casi sin vida a causa del infierno vivido por la guerra mundial, eran color miel. Su piel había poseído una palidez enfermiza, y su cuerpo en sí, estaba demacrado. Pero una vez que su vida como un inmortal comenzó, todo cambió.

Y ahora que él tenía diecisiete años de edad, su apariencia era la de un verdadero ángel Noble, o quizás la apariencia e un ángel mayor. Para muchos otros ángeles, Dan parecía un Purasangre, los de mayor nivel en la jerarquía de los ángeles. Los más puros, hermosos y poderosos. Su cabello había crecido hasta llegar a la mitad de su espalda, tomando un tono negro con reflejos violetas. Su piel ahora era de una palidez resplandeciente, y sus ojos se habían vuelto dorados, como los de todos en el reino.

-         Tú vas al mundo de los humanos cada tres meses ¿no? –Habló el joven ángel-. Bueno, ¿cuánto tiempo son esos tres meses en el mundo de los humanos?

-         Ah, ya entiendo. La última vez que fui era el año 1890, y actualmente están en el año 1950. Ósea que, tres meses aquí equivalen a 60 años en el mundo humano.

-         Eso es… mucho tiempo –murmuró el menor, sorprendido.

-         Para los humanos si es mucho. Ellos no son inmortales como nosotros –con eso él se puso de pie, habiendo ambos terminado de cenar.

-         Ósea que… en cualquier momento pueden morir –murmuró para sí, para luego ponerse de pie. “El tiempo es el peor asesino para ellos” pensó.

 

Finalmente había llegado el tan ansiado día. Dan finalmente cumplía su mayoría de edad. Desde ese día sería un ángel completamente inmortal. Se había organizado una pequeña fiesta para celebrar aquel día tan importante. El día en que Faith le había encontrado y llevado al Reino de las Cuatro Cruces. Aunque Dan no recordaba nada de aquello, quedando en su ignorancia que en realidad aquel día su madre, la cual desconocía, le había dado a luz.

De repente, Faith captó la atención de todos los presentes para dar una importante noticia.

-         Bueno, queridos invitados –habló arriba de una silla, para que todos lograran observarlo-, querido protegido –habló refiriéndose a Danells- Hoy debo darles una noticia realmente importante, y este, para mí, es el mejor momento –acarició la cabeza de su protegido quien se encontraba junto a él, observándolo ansioso desde abajo, además de estar sonriente.

-         Me casaré –dijo al fin, soltando un largo suspiro.

El lugar, por unos segundos quedó en completo silencio, poniendo nervioso al ángel guardián. Pero entonces todo estalló en felicitaciones y sonrisas, felicitando a quien pronto se casaría.

-         Y… ¿quién es la desafortunada? –preguntó en risas uno de los ángeles invitados.

-         Que gracioso –le regaño Faith-. Su nombre es Tia, es una Purasangre del Reino de las Cuatro Cruces del Norte (puesto que habían cinco reinos diferentes).

-         ¿¡Purasangre!? –exclamaron todos al unísono.

Mientras todos hablaban de la reciente noticia, había solo un ángel que no era capaz de disfrutar todos los festejos del momento. El reciente cumpleañero, Danells, hundido en sus pensamientos, no podía creer que su querido guardián, su tutor, fuese a casarse. No quería creerlo. Aquello le partía el corazón.

Estuvo apunto de estallar en llanto, pero justo en ese instante la voz de Faith le habló:

-         Dan, tú… ¿qué opinas de la noticia? ¿No estas feliz? –parecía asustado al mirar a Dan, asustado de que a su protegido, casi su hijo, rechazara aquella noticia.

-         ¡Te felicito mucho Faith! Ojala y pueda conocerla pronto a ella –dijo él, fingiendo una encantadora sonrisa.

Faith pareció relajarse al oír aquello, por lo que se acercó al menor y le abrazó.

-         Ya verás que seremos más felices que nunca, pequeño –le susurró al oído el mayor.

Pasaron varios minutos, casi una hora en donde Dan lo único que quería hacer era llorar. Le habían roto el corazón. Sentía una presión en su pecho que le dolía, mientras el nudo en su garganta cada vez se hacía más intenso. Aprovechó un momento en donde nadie parecía estar pendiente de él, para desaparecer del lugar. Y así era, nadie se percató de su desaparición, excepto aquel ángel pelianaranjado que mantenía su vista fija en el pequeño ángel.

Caminó solo por los pasillos del reino, mientras las lágrimas caían por sus mejillas. Así se mantuvo un buen rato hasta que de repente una mano tomó su brazo y lo empujó hacia una oscura habitación.

Se quejó al caer al suelo helado del lugar. Trató de ver quien le había tirado pero la puerta también había sido cerrada, dejando todo el lugar en penumbra.

Lo único que logró ver fue una sombra que se movía a su alrededor.

-         ¿Quién… Quién es? –preguntó con voz temblorosa.

Pero no recibió respuesta alguna, sino que la sombra continuó caminando a su alrededor.

-         ¿En dónde estoy? –volvió a hacer una nueva pregunta.

-         En una bodega –dijo el otro.

El menor inmediatamente reconoció la grave voz de quien le había encerrado.

-         ¿¡Rhee!? –se puso de pie sin ser capaz de ver nada más que sombras.

-         Te ha roto el corazón, ¿no?

-         ¿Qué dices? –el se desconcertó-. Mejor abre la puerta y déjame salir.

-         Claro que no –rió.

Rhee era un ángel guerrero que había cumplido su mayoría de edad hacia ya dos años, por lo que conoció a Danells siendo un niño también.

-         ¿Qué quieres? –le preguntó el menor.

Dan sabía que Rhee lo detestaba, pero nunca supo la razón de aquello, por lo que nunca pudo mantener un vínculo cercano con él ya que, de alguna forma, le causaba temor su presencia, o mejor dicho, su mirada.

-         ¡Déjame salir! –gritó exasperado Dan, recibiendo un fuerte golpe en la mejilla, lo que provocó que cayera pesadamente al suelo.

-         ¿Para seguir lloriqueando? ¿Para eso quieres salir? –carcajeó burlón el otro.

-         Eso… Eso no es de tu incumbencia –dijo Danells, acariciando su mejilla herida que ardía.

Esa era la primera vez que alguien le golpeaba, por lo que el dolor fue gigantesco. Estaba atontado.

-         No dirás nada de lo que pase aquí, ¿entendido? –le ordenó el mayor.

-         ¿Y qué te hace crees que te voy a obedecer? Yo solamente sigo las ordenes de Faith y de nadie más –le dijo el otro, desafiante.

Entonces el otro rió.

-         Faith, Faith, Faith. Nunca te cansas de repetir su nombre ¿no? –Dijo con un tono de sarcasmo y de burla Rhee-. ¿Acaso quieres que le diga la verdad a ese ángel? ¿De que lo amas?

Hubo un buen rato de absoluto silencio, en donde solo se oía la respiración de cada uno de los ángeles. Una más agitada que otra, la cual correspondía a la de Dan.

-         Eso no es verdad –masculló él, tembloroso.

Rhee volvió a reír.

-         Por favor, a mí no me puedes engañar, con esos ojos con los que le miras. Conozco bien aquellas miraditas. Además, ¿cómo explicas el llanto hace un rato? Nadie llora el día de su cumpleaños, a menos que la causa sea terrible –soltó un suspiro y caminó, en medio de la oscuridad, a donde se encontraba Dan tirado en el suelo-. No quieres que se case, ¿verdad?

Dan no dijo ninguna palabra hasta después de un rato. Nuevamente las lágrimas humedecieron las mejillas del menor, quien yacía inmóvil en el suelo helado, sintiéndose derrotado. Ya no se sentía capaz de mentirle a Rhee.

-         ¿Qué quieres? –le preguntó apretando con fuerza sus dientes.

-         Simplemente que guardes silencio –murmuró el otro, agachándose para quedar a la misma altura que Dan.

-         ¿Qué guarde silencio? –en ese momento el ángel menor sintió como sus manos eran aprisionadas por otras más fuertes, sintiendo el peso de alguien sobre él.

Rhee se hallaba sobre Dan, teniendo sus piernas una a cada lado de la cintura del menor, sujetando fuertemente las manos de este último sobre su cabeza.

-         ¿Qué pretendes… Rhee? –preguntó temeroso el pequeño ángel, tratando de liberarse-. ¡Suéltame! –exclamó.

-         Te dije que debías guardar silencio –le dijo serio el mayor, mientras acercaba su rostro al de Dan, para estampar sus labios sobre los de él, introduciendo su lengua a la fuerza en la cavidad bucal del pelinegro.

-         Rh-Rhee… -trató de oponerse sin lograr mucho. Al ser Rhee un guerrero, y Dan solo un ángel con su mayoría de edad recién cumplida, el mayor tenía mucha más fuerza y poder que Dan.

-         No podrás conmigo angelito –le susurró al oído Rhee, para luego lamer y morder el lóbulo de la oreja de Dan.

La sensación que Danells logró sentir ante ese contacto lo hizo estremecerse de pies a cabezas, haciendo que su piel se erizara y que de sus labios escapara un gemido bajo.

Rhee le soltó de las manos pero sin salir sobre el ángel menor, para rajar la camisa que cubría el torso de Dan, que por la oscuridad lo único que se lograba ver era una sombra.

-         ¡Rhee! –gritó aterrado el pelinegro, ya con su respiración levemente agitada. El ángel guerrero acarició el esbelto torso del menor, el cual era pálido y parecía tan delicado, poseyendo una hermosa delgadez. Rhee era capaz de divisarlo levemente a causa de semejante oscuridad, pero aún así logró maravillarse ante el contacto de sus dedos sobre él. Llevó una de sus manos a uno de los dos botones rosados del ángel menor, para luego, con su boca, lamer el segundo pezón.

La respiración de Dan se aceleró frenéticamente mientras él mordía su labio superior para impedir que escapara un nuevo gemido de su parte. Aunque no podía evitar erguir su espalda al sentir aquel semejante placer jamás sentido.

-         Te gusta, ¿no? –dijo el pelianaranjado, de manera triunfal, mientras se percataba de que los dos rosados botones del menor estaban completamente duros.

Besó, lamió y hasta mordió el delgado cuello de Dan mientras que una de sus manos ahora bajaba hasta la entrepierna de este. Aquello provocó que de los labios de Dan se escapara, sin poder aguantarlo, un sonoro gemido que aumentó la excitación de Rhee que empezaba a sentir una presión en su entrepierna propia.

-         Así… Así me gusta –murmuró el mayor volviendo a besar los labios de Danells, aunque haciendo de este un beso mucho más húmedo y excitante-. Oh, a despertado –añadió al sentir el pequeño bulto que se había formado bajo los pantalones de tela blanca del ángel menor.

-         Rhee… basta, por favor –dijo con lágrimas en los ojos él, mientras trataba de empujar el cuerpo de Rhee con sus manos.

-         ¿Parar ahora? –rió de medio lado-. Llegaré hasta el final.

-         ¿Hasta el final? –la inocencia de Dan hacia que este no pudiera comprender a lo que el mayor se refería, pero a pesar de eso sintió mucho más temor-. Estas… Estas cometiendo un pecado –murmuró- es un pecado hacer estas cosas… con un ángel de tu mismo sexo, por favor –le suplicó.

-         Como también el amar a alguien de igual sexo que el tuyo –añadió sonriente Rhee, despojando a Dan de sus pantalones.

-         ¡No! –exclamó el menor- ¿qué planeas hacer?

-         Lo que quise hacer desde hace mucho tiempo, cuando te volviste un hermoso ángel Noble –con eso se lamió dos de sus dedos, para introducirlos sin delicadeza alguna, en la entrada del ángel pelinegro. Este, aterrado, gimió de dolor mientras las lágrimas caían desbordantes dese sus ojos, recorriendo su rostro sudado-. Si que es… estrecho –murmuró el ángel guerrero, moviendo sus dedos dentro de Dan, ocasionando gemidos varios por parte del menor.

Mientras una de sus manos se ocupaba en eso, la otra mano masajeaba el pequeño miembro ya erecto del pequeño ángel.

Dan ya no podía más del placer, y se aterraba de si mismo al sentir aquello y que su cuerpo disfrutara, por lo que apretó con fuerza sus ojos llorosos como si no los fuera a abrir nunca más, mientras se llevaba una de sus manos a su boca para que definitivamente ningún tipo de sonido escapara de ella. No podía evitar excitarse pero al mismo tiempo asustarse al sentir ambos dedos del mayor dentro de él. Sentía todo su cuerpo arder como si dentro de él hubiera una llama encendida, quemándolo pero sin dolor, mientras las sensaciones y emociones iban y venían.

Rhee bruscamente separó ambas piernas de Dan, abriéndolas por completo al haberlas despojado de toda ropa.

-         Rhee… -le suplicó por última vez el pelinegro, observándolo lleno de pánico aunque al mismo tiempo la expresión de su rostro demostrara un increíble placer sentido. Con sus mejillas enrojecidas y sus ojos entrecerrados, aunque todo aquello fuese poco visible para el ángel guerrero.

Entonces, y sin previo aviso, sintió como Rhee sacaba sus dedos, para reemplazarlos por algo mucho más grande, y por ello, mucho más doloroso.

Dan se irguió de dolor mientras trataba de ahogar su grito mordiendo su labio superior, hasta tal punto de hacerlo sangrar. Podía sentir dentro de él algo punzante, como una estocada, que le hacía sentir un dolor horrible.

-         Du-Duele –murmuró el pequeño ángel, sollozando- duele mucho Rhee.

-         Tranquilo bebé –le dijo él, con un tono de voz suave, hasta casi gentil, mientras se acercaba al rostro del menor para besarlo y una de sus manos acariciaba el cabello del mismo, descubriendo por completo el rostro sudado de Dan de los mechones oscuros-. Ya no dolerá –murmuró.

En ese instante Rhee comenzó a mover sus caderas, para iniciar tímidamente las embestidas. Dan gemía, en un principio de dolor, pero, a medida que las embestidas se volvían más rápidas y profundas, los gemidos de dolor se iban transformando en unos de completo placer y excitación pura. Aunque trata de no emitir sonidos, por la vergüenza que sentía hacía si mismo, le era imposible ocultar el placer que aquellos movimientos le causaban.

Estaba sucumbiendo por completo ante el pecado llamado lujuria.

Notas finales:

Bueno, ese es el prologo y primer capítulo. Espero y no haya estado muy fuerte como alguien una vez me dijo uwu Y que les haya gustado mucho.

La continuación, a todo esto, dependerá del número de Reviews porque mientras más comentarios hay, eso significa que más rápido debo subir el segundo capítulo.

Bueno, con eso me despido. Byebye

Atte. SouMizerable


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