Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

De siete a nueve por Sawako_chan

[Reviews - 49]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Un pequeño one-shot que se ha ocurrido escuchando la canción de Vicente Fenández que lleva por título el mismo nombre de la historia XD Nunca había echo uno, y menos siendo Naruto el seme, pero fue una experiencia linda escribirlo, sobre todo cuando el amor es imposible. E inevitable... 

Notas del capitulo:

¡Hola! Al principio quise hacer de esto una historia corta de algunos cuatro caítulos, o algún two-shot, pero me decidí por dejarlo así. Espero que les guste :33

 

 

 

 

 

 

Encontrarse cada noche, dos horas.

Encontrar entre la pasión el amor que los envolvía.

Unir sus cuerpos y sus almas.

Revolver el amor y el odio.

 

 

Embestía el cuerpo debajo de él con frenesí. En ese momento no podía pensar en nada más, no quería. Ansiaba tanto las noches, las esperaba como un niño aguarda impaciente por sus regalos de navidad. Y ahora, en ese preciso momento, tenía todo lo que podía pedir, todo lo que quería; todo lo que deseaba: Sasuke. Su mejor amigo, su más grande rival… su amante.

 

Sintió como las firmes y fuertes piernas blancas se enredaban en sus estrechas caderas morenas, y aplicando un bestial movimiento, cambiar las posiciones. Miró con picardía el cómo Sasuke se acomodaba sentado encima de él, con sus piernas a cada lado, y con su mano tomaba su excitado miembro, mandándole una sacudida de infinito placer. Poco a poco esa cálida estrechez lo volvió a consumir cuando el pelinegro bajó sus caderas para enterrarse con su pene dentro. Las embestidas comenzaron, profundas, aturdidoras. Llevó sus grandes manos a esa blanca cadera y lo ayudó a moverse, más rápido, más profundo. El sudor perlaba sus cuerpos, mezclándolos, separándolos.  Sentían el orgasmo avecinarse sobre ellos, el hormigueo recorrerlos, la mente nublada.

 

Pero Sasuke quería más. Que llegara más profundo, más fuerte, más rápido. Hasta que alcanzara su corazón. Hasta que amortiguara el dolor. Hasta que no pudieran separarse. Hasta que Naruto fuera siempre suyo... Pero lo acuchilló un atisbo de razón: eso era imposible. Y lo sería siempre.

 

Naruto presionó el pene de Sasuke en cuanto vio como su mirada se perdía entre sus pensamientos, y quiso traerlo nuevamente a la realidad. Lo apretó entre su gran palma, lo envolvió con sus dedos y lo masajeó con sus yemas. Sasuke se tensó sobre él, presa del placer incontenible, la lujuria y el remordimiento. Explotaría en cualquier momento, y Naruto también. Así que sin perder más tiempo, unieron sus labios en un apasionado beso, donde sus lenguas danzaban y luchaban por el poder, donde sus dientes mordían lo que encontraban a su paso, donde podían comunicarse sin necesidad de palabras. Y entonces llegó. Fuerte y aterrador. El orgasmo nubló sus pensamientos y solo pudieron acariciarse con las sudorosas manos, recorriendo sus cuerpos, siendo conscientes de que todo había terminado.

 

Sasuke cayó cansado sobre el pecho de su amante, con la respiración irregular y todavía sintiendo los latigazos de alcanzar el mayor placer. Acarició con las yemas de sus dedos ese musculoso pecho moreno, y paseó la lengua por un rosado pezón erecto, mandándole un escalofrío al chico rubio. Éste sonrió por la pequeña muestra de cariño que rara vez Sasuke le demostraba cuando habían terminado de tener sexo. Sin poder esperar más tiempo, acomodó al pelinegro mejor para poder dormir, aun teniéndolo encima, y acariciando sus cabellos negros, se sumieron en el mundo de los sueños.

 

A mis años el amor llega más fuerte

Es amor que da la vida y da la muerte

Pero yo tengo que volver, yo sé que tengo que volver

Aunque te amo...

 

Sus ojos se removieron inquietos cuando notó un suave movimiento a su lado. Cuando por fin pudo vislumbrar lo que pasaba, la espalda morena se erguía poderosa en un costado de la cama. Una camisa de tela suave color azul como sus ojos cubrió aquella porción de su cuerpo que al pelinegro se le antojaba arañar. Y entonces de un salto, el rubio se colocó los bóxers y sus pantalones negros. Sonrió con amargura.

 

          —Te vas. —no era una pregunta. Era lejos de serlo. Sabía que se iba… y con quién.

 

          —Sí. —fue la escueta sílaba que le mandó sin si quiera voltear a verlo. Y Sasuke lo supo. Supo que algo andaba mal, que Naruto escondía algo. Y por un momento quiso saberlo, aunque tuviera miedo, aunque miles de ideas rondaran por su cabeza. Pero no, él no sería quien hiciera la pregunta. Conocía al rubio y sabia que sería él, el primero en hablar—. Hinata me espera en casa. —

 

Sasuke lo sabía. Era ella la razón de todo. Cada noche, a la misma hora, Naruto llegaba a su departamento para satisfacer sus deseos inhibidos, y luego se marchaba para regresar con ella. A casa. A su casa. Porque Hinata era su esposa, y él un simple amante de siete a nueve.

 

Te amo.....

Pero amarnos libremente no se puede

Nuestro amor es nada más de 7 a 9

Yo sé que tengo que volver, con ella tengo que volver.

 

¿Cómo podía aceptar algo así? Era la misma cuestión que se hacía siempre, cada mañana que despertaba, cada tarde que volvía del trabajo y cada noche antes de su encuentro. Y siempre volvía la misma conclusión: era un idiota. Pero entonces, cuando estaba decidido a terminar con ese cruel sentimiento, dispuesto a terminar al rubio y decirle que no estaba dispuesto a ser solamente un acostón de dos horas, él aparecía con esa iluminadora sonrisa y esos ojos azules llenos de deseo. Y se sumía en la oscuridad, en la soledad y en la avaricia. Y deseaba que aunque fuera por dos horas, esos ojos azules solo lo miraran a él, que se olvidara de su esposa, de su vida. Quería ser todo para Naruto en ese par de horas. Y lo conseguía, claro que lo hacía. Pero los remordimientos volvían, la realidad se hacía presente. Y todo terminaba.

 

          —Me voy. —Naruto giró la vista para encontrar dos pozos profundos llenos de soledad. A Sasuke no era al único a quien le dolía esa pequeña despedida hasta mañana. Él no era el único que sufría y se lamentaba la situación. Sabía que le hacía daño, que todo era su culpa, pero no podía dejar a Sasuke.

 

No cuando después de tantos años de no verse se reencontraron y de inmediato supieron que lo que habían tenido en años escolares, volvía a resurgir ahora después de 15 años. Que lo que habían sentido jamás se había desvanecido. Que seguían queriéndose con la misma intensidad. Que aunque sus padres los hubieran separado, mandándolos a estudiar a dos partes opuestas del mundo, el destino volvía a unirlos. Pero ésta vez ya todo era diferente.

 

Naruto había encontrado a una buena mujer que ahora era su esposa. Nunca la amaría como a Sasuke, ni a ella ni a nadie. Pero era especial, ella lo había ayudado cuando sus padres murieron en un accidente de automóvil, ella lo ayudó a superar todo, a seguir adelante, a tropezar y levantarse. Ella lo enseñó a caminar. Pero Sasuke, él era un ángel negro. Lo enseñó a volar. 

 

Te amo…

Pero tengo que cumplir con mi destino

No se puede desandar por el camino

Ni podemos empezar por el pasado.

 

Era un egoísta, lo sabía y poco le importaba. Sabía que fácilmente podría dejar ir a Sasuke y que éste hiciera una nueva vida con alguien más, pero la sola idea de imaginarlo le revolvía el estómago. Jamás permitiría que alguien más tocara ese cuerpo y se revolviera entre sus brazos. Primero mataría. No dejaría que alguien más fuera la felicidad para el pelinegro. Nadie más que él.

 

          —Que irónico. —volteó la mirada hacia Sasuke, quien había pronunciado esas frías palabras—. Que después de todo, Hinata siga creyéndote. Que no se dé cuenta del olor a sexo que llevas impregnado en la piel. Que no se dé cuenta que eres gay. —el comentario mordaz hizo a Naruto hervir en furia. Y con una sonrisa ladeada, tomó entre sus manos la cobija blanca que cubría el cuerpo desnudo de Sasuke y la aventó al piso.

 

          —No lo soy. Y ella lo ha comprobado más de una vez. —el cometario dañino, hizo eco en Sasuke, aturdiéndolo. Y se sintió asqueado. Asqueado y dolido. Sus puños se apretaron con fuerza y luego solamente pudo sonreír de forma vacía.

 

          —Entonces estará esperándote en casa para abrirte las piernas como puta y que se la metas hasta el fondo. —las palabras desvergonzadas salían sin poder detenerlas. Era presa de los celos, de la furia y la decepción—. Lo que ella no sabe, es que antes de metérsela, disfrutas con otro hombre. Y casualmente, ese soy yo. —Naruto se acercó amenazante hasta donde estaba Sasuke, y tomándolo fuertemente del brazo, lo alzó hasta quedar a la misma altura.

 

          —Ella no es tan puta como tú. —y sintió el escozor correr por su labio. La sangre salir. Limpió con su legua la consecuencia de sus palabras. Sasuke lo había golpeado fuerte, con rabia, con dolor y frustración.

 

          —Tienes razón. Después de todo, no eres el único que puede metérmela. —Naruto se sorprendió—. ¿Crees que eres el único privilegiado? —sus ojos negros brillaron con maldad, bailando entre ellos un destello carmín.

 

          —Jamás lo harías. —se mofó con ganas. Sasuke lo miró con el ceño fruncido.

 

          —¿Qué te hace pensar eso? —

 

          —El único para ti soy yo. —y con esa simple frase, todo lo que Sasuke tenía se derrumbó. Se sintió perdedor. Porque esa era la verdad. Muchas veces había intentando estar con alguien más y olvidarse de Naruto, pero era imposible. Porque no había nadie como él. Y esa confesión lo dejó sin palabras. Se había empeñado tanto en ocultar lo que pasaba por su mente, en tratar de evitar que el rubio supiera cuanto lo quería, con cuanto ahínco esperaba las noches para poder verlo. Cuando lo deseaba. Todo eso se había ido a la basura. Estaba al descubierto.

 

Se dio la media vuelta para entrar al baño y no ver a Naruto marchar, pero éste lo tomó por el brazo y le dio media vuelta, pegando su desnudez a la tela de su ropa. Sabía que se habían hecho daño, y que las palabras que se habían dicho no eran la verdad. Abrazó al pelinegro con fuerza, con posesión, con cariño. Y él se dejó hacer, mientras sentía las morenas manos pasearse por su espalda hasta llegar a sus nalgas y apretujarlas. Suspiró con placer contenido y llevó sus manos al pantalón del mayor, acariciando su miembro por encima de éste. Sus delgados y perfectos labios se movieron por el cuello, saboreándolo. Sabía a canela, a ramen. Sabía a Naruto.   

 

          —Quédate un poco más… —susurró en contra de su voluntad. No podía perder la dignidad que le quedaba pidiéndole al rubio un imposible, pues bastante había tenido con las palabras que se habían dicho, pero lo deseaba. Quería que por ésta vez se quedara una hora más a su lado. Compartir besos y abrazos, sin necesidad de tontas palabras.

 

Pero en lugar de que Naruto sucumbiera a sus deseos, se detuvo. Obligó a Sasuke a soltarlo y lo miró a los ojos, negándole la petición. Con un gesto cariñoso revolvió esos sedosos mechones negros, que se asemejaban al pelaje de un gato arisco. Y le pellizcó la mejilla, haciendo al menor fruncir el ceño por el gesto tan empalagoso.

 

          —Sabes que no puedo. —trató de decirlo con gracia, como cuando a un niño pequeño se le niega un dulce. Ya no quería pelear, y estaba seguro que Sasuke tampoco. Y aunque quisiera quedarse a su lado, dormir con él y despertar por primera vez juntos, había algo que lo impedía. Ahora era más imposible que antes.

 

          —Dile que saldrás tarde hoy del trabajo. Solo una hora… —estaba mandando su orgullo y dignidad al caño, pero en esos momentos nada le importaba. No si con eso conseguía que Naruto durmiera a su lado por más tiempo. Solo por esa noche. No estaba dispuesto a exigir nada más.

 

          —En estos momentos debo estar con ella, teme. —suspiró. Sasuke era muy terco, y tenía sus maneras para hacerlo ceder, pero en esta ocasión no sería así. No se dejaría manipular por la influencia que Sasuke ejercía sobre él. Tenía que ser fuerte, incluso luchar contra su instinto.

 

          —¿Por qué? —preguntó ofendido— ¡Es viernes, joder! ¡Dile que saldrás con Kiba! ¡Inventa algo, usuratonkachi! —se escandalizó, pero luego trató de calmar las ansias asesinas que lo obligaban a apretar ese moreno cuello. Tenía que contenerse—. Sólo por hoy, dobe. —Naruto negó mordiéndose el labio.

 

Entonces Sasuke adivinó que algo andaba mal, muy mal. Naruto jamás se negaría con tanta insistencia. ¿Qué pasaba? Un nudo se formó en su garganta y en la boca de su estómago. No estaba preparado para cualquier cosa que Naruto soltara.

 

Te amo…

Pero voy a regresar, me vuelvo a casa

Hoy no puedo ni pensar, no sé qué pasa

Ha sido buena esa mujer por eso tengo que volver.

 

          —Hinata−chan está embarazada. —sin tapujos. Sin esperar más tiempo soltó la bomba. La verdad de todo y el por qué no podía quedarse. Hinata lo necesitaba a su lado en esos momentos. Y él quería estar con ella, viendo crecer a su bebé dentro de su vientre.

 

Sasuke estaba confundido, aturdido por tal declaración. ¿Ella embarazada? ¡Era una locura! Iba a tratar de decirle que no buscara confundirlo, pero al buscar la azulina mirada y no encontrarla, supo entonces que todo era verdad. Ella esperaba un hijo de Naruto. De su Naruto.

 

          —¿Cuánto tiempo tiene? —fue lo único que pudo preguntar, pues nada más salió de su boca. Aun no podía asimilarlo. Aún sentía la presión en la garganta, el escozor en los ojos, el dolor en el pecho.

 

          —Tres meses. —el pelinegro se escandalizó. Sintió impotencia, frustración.

 

          —¡¿Cuándo planeabas decírmelo?! —explotó con furia mal contenida.

 

          —Cuando fuera el momento. —miraba detenidamente al piso. No se atrevía a ver a Sasuke a los ojos y encontrar en ellos la decepción. No quería ver cómo todo había sido solamente su culpa, por no haber cuidado a Hinata la vez que lo hicieron sin protección, ya que él se había peleado con Sasuke.

 

          —¡¿Y cuándo lo sería?! ¡¿Cuándo me enterara por otra gente?! —pero Naruto no lo miraba. No se atrevía. Entonces sonrió amargamente—. Eres un cobarde. —y acto seguido se acercó amenazante y le soltó un fuerte puñetazo en la mejilla, lo que le volteó la cara, pero no se atrevió a verlo ni así. Y a Sasuke eso le dolió más.

 

          —No es momento para hablar, Sasuke. —fue lo único que pudo decir. No le regresó el golpe, ni si quiera lo impidió. Se lo merecía, pues sabía que por dentro, su amante se sentía peor que él. Herido y traicionado. Y sin poder seguir ni un momento más en ese lugar, se dio media vuelta abrochando su camisa. Tenía que darle un poco de tiempo para pensar y tranquilizarse, después hablarían como gente civilizada. Sasuke se sorprendió al ver que a pesar de todo, Naruto se marchaba. Sin pedirle perdón, sin dar explicaciones. Se marchaba con ella. Con la madre de su hijo.

 

Lo siguió a la sala, donde Naruto tomó su abrigo y se lo colocó, pues afuera llovía a grandes cantidades. Tomó su maletín del sillón y le dio una última mirada a Sasuke, pero de inmediato la retiró. Podía ver plasmada la decepción, la frustración mal contenida. Y si se quedaba más tiempo las cosas terminarían peor entre ellos dos. Se dio la media vuelta y giró la perilla de la puerta principal, abriéndola. El frio pasillo vacío se hizo presente ante sus azules ojos que ahora eran opacos.

 

          —Nos veremos mañana, Sasuke. —el mencionado se sorprendió. ¿Cómo era posible tanto cinismo junto? Entonces apretó los puños. Tenía ganas de sacar al rubio de su casa, gritarle unas cuantas cosas y luego hablarle por teléfono a Hinata para confesarle todo. ¿Pero de qué iba a servir? Naruto sería miserable, tanto como él. Lo sabía. Ambos serían miserables a su manera.

 

          —Si te vas no vuelvas. —articuló sin dudarlo. Sin tartamudear, sin pasar saliva. Habló firme y fuerte, como él y su personalidad. Ya no estaba dispuesto a dudar más, que Naruto tomara la decisión. Y esperó pacientemente, aunque ya sabía la respuesta. Quizás era eso lo que necesitaba para liberarse.

 

Naruto sintió como toda la sangre abandonaba su cuerpo. Con esa frase Sasuke estaba dándole a elegir entre Hinata y su hijo, o él. Eso era difícil. Mucho. Y aunque tratara de persuadirlo, Sasuke no cedería, porque por primera vez en todos esos meses que llevaban siendo amantes, Sasuke le había dado a elegir. Jamás le puso reglas, ni tampoco le armó alborotos, y ahora… ahora eso le confirmaba todo. Amaba a Sasuke más que a él mismo, más que a nadie, ni si quiera a Hinata. Pero ella llevaba en su vientre a un pequeño ser indefenso que no tenía la culpa de nada, a quien también amaba con igual intensidad. Cerró los ojos esperando que la respuesta llegara, pero una imagen lo atravesó con saña. Y miró a Sasuke por el rabillo del hombro, porque sentía en el fondo que quizás esa era la última vez que volverían a estar así. Que volverían a estar juntos.

 

Éste pobre corazón sufre al dejarte

Tal vez muera de dolor más adelante

Pero yo tengo que volver, con ella tengo que volver

Y a ti te amo....

 

          —Deseo que seas feliz Sasuke, en verdad… Lo siento. —y con esas amargas palabras salió de su casa. Dejándolo solo, abandonándolo después de tanto tiempo. Sasuke sabía que eso sucedería alguna vez, pero nunca pensó que sería de esta forma. Y por un instante quiso correr, alcanzar a Naruto y besarlo con pasión, pero se resistió. Su orgullo y dignidad aun eran grandes, y no se permitiría ser pisoteado. Naruto había tomado la decisión final, la que esperaba. Le dolía todo, había luchado contra su familia, contra su propio hermano, nunca se había comprometido con nadie más y jamás le había sido infiel al rubio. Y ahora él le volteaba la moneda.

 

Miró su reloj de mano y sonrió amargamente. Naruto llegaría tarde con ella, eran las 9:30 de la noche. Por fin, ella se preocuparía. Se sentía feliz al menos por eso. Y sin resistirlo más, sabiéndose solo en ese gran departamento, se permitió soltar largas y amargas lágrimas de decepción. Estaba cansando, harto, confundido. Pero al fin libre. Libre de todas las ataduras, de los falsos compromisos y las promesas rotas. Libre de volver a comenzar.

 

Y no tenía derecho ni si quiera a protestar, ni tampoco a reclamar nada. Desde un principio él aceptó a Naruto sabiendo que estaba casado, teniendo en cuenta que todo terminaría alguna vez. Porque Hinata era su esposa y la futura madre de sus hijos. Y aunque el corazón del rubio le perteneciera a él por derecho, sólo había tenido el papel de amante en la historia.

 

 

 

 

Un amante de siete a nueve.

 

 

 

   

Notas finales:

¿Les gustó? Por mi parte, adoré escribirlo, me sentí mal por ambos al final, pero después de todo un final no tiene porque ser feliz. ¿Quién quiere matarme ahora? XD 

Bueno, espero sus comentarios y en verdad, gracias por tomarse su tiempo y dejar un Rw :33

Nos veremos en la actualización de "La voz de la sangre" 

 

 

Sawako_chan


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).