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Stop the clock por Sawako_chan

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Notas del fanfic:

¡Hola! Este pequeño one-shot habla, más que nada, sobre el amor. El amor que traspasa barreras, y que aunque no puede parar el tiempo, éste no pesa sobre él. Mis sentimientos salieron con este fic, así que espero no haya quedado muy cursi xD

No suelo leer los fics cuando los termino de escribir, así que perdonen si hay alguna falta de ortografía. Y si no les gustó háganmelo saber, ya que lo he escrito en este momento y mi reloj marca las 3:30 am. xD

Notas del capitulo:

No me maten por hacer un one-shot y no actualizar mis dos historias pendientes, pero se me ha ocurrido escuchando na bella canción y quise transmitirles mi concepto de amor y tiempo :33

 

 

 

 

 

Recordaba perfectamente todo. Desde la primera vez que lo conoció en el jardín de niños, la separación y el reencuentro años más tarde. ¿Desde cuánto tiempo había estado enamorado de él? La verdad eso no lo sabía. Pero el amor es así, ¿no? Uno nunca sabe desde cuando se enamora. Solo un día, de repente, comienzas a sentir algo. Y después ya no puedes soltarlo. Después estás perdido. Perdido y feliz.

 

 

Escúchame,

sólo hay una cosa que no puedes ver

cada vez que hablas.

 

 

Caminó a paso lento, andando entre nubes y pasos largos y sagaces hasta la puerta de la oficina. Recogió su maletín de piel, y ajustó el saco de su impecable traje negro. Entre sus morenas manos, tomó la corbata azul y la acomodó. Se miró una última vez en el vidrio, y salió.

 

     —¡Buenas noches, ttebayo! — se despidió con una gran sonrisa y un ademán de mano. Sus empleados, que a esas horas de la noche también regresaban a casa, le devolvieron el gesto. Así que sin perder más tiempo, se metió al elevador y presiono el botón que lo llevaría hasta el estacionamiento. Comenzó a tararear una canción, mientras veía con paciencia su reloj de mano. Las manecillas de oro marcaban las siete en punto de la tarde. Sonrió. Seguramente Sasuke lo esperaba en casa.

 

Encendió el motor de su convertible amarillo del año, y salió por la avenida principal. En el primer semáforo, encendió la radio. Sonriendo, cantó un par de estrofas que se sabía de memoria. Sabía cuál era la canción que se tocaba ahí, ¿Cómo no conocerla? Si con ella Sasuke y él se habían declarado. Sonrió como estúpido al recordar la vergonzosa situación que ambos habían causado.

 

Él jamás había creído en el destino ni en predicciones. Simplemente se dedicaba a vivir día a día, como si fuera el último, sin importarle lo que pudiera pasar mañana. Tampoco creía en las casualidades, ni mucho menos en las coincidencias. Los astros y horóscopos formaban parte de la gran lista de cosas que no le gustaban consultar. Se dedicaba a especular la vida. ¿Quién puede predecir el futuro? Nadie. Cada persona es dueña de sus pensamientos, de lo que hace y los caminos que toma. Y es que al final, todo desemboca al mismo mar, no importa qué corriente tomes. No. Nunca lo creyó. Jamás confió en las casualidades. Hasta ese día. Ese día en que había vuelto a ver al engreído de Sasuke Uchiha.

 

Y es que ellos habían sido amigos en el jardín de niños, prestándose sus colores y  saliendo a jugar en tiempos libres. Su amistad de niños pequeños había sido maravillosa. Después la familia Uchiha se mudó a otra cuidad, y con ellos, los bellos recuerdos de la niñez. Él nunca había olvidado a su primer amigo de aventuras, peleas y risas. Tiempo después, se habían vuelto a encontrar en la secundaria. Ambos con quince años; pero lejos de retomar la amistad, creció un profundo rencor que ninguno sabia de dónde provenía. Solo sabían que se odiaban. Y trataban de demostrar siempre quién era el mejor, haciendo retos y apuestas idiotas. Luego Sasuke había vuelto a marcharse de su vida, cuando estaban a punto de entrar a la universidad. Entonces fue cuando pensó que ya no volvería a verlo. Que Sasuke se había marchado de su vida, y esta vez para siempre.

 

Y ahora, con treinta años, lo había vuelto a encontrar en Starbucks, ambos refugiándose de una tormenta abrasadora. No había podido asimilar todo, hasta que Sasuke y él habían hecho el amor esa noche. Y la siguiente. Y las veces que pasaron. Pero no eran nada, solo compañeros de cama y rivales eternos. Y asi sucedió durante algunos meses, en que su relación se basaba en sexo y peleas. Peleas que terminaban en la cama. Pero sabía que ninguno de los dos quería eso, que entre ellos exitía algo más profundo, algo más sincero. Algo más fuerte que una relación carnal. Y entonces, en una fiesta muy importante para la familia Uchiha, a la que Naruto fue invitado, se declaró frente a todos. Sin importarle lo que pudieran decir, ni los prejuicios de la gente. Sin importarle las ansias asesinas refulgiendo en los ojos de Itachi, las lágrimas cayendo por el rostro feliz de Mikoto… y mucho menos el ceño fruncido de Fugaku.

 

Se sintió estúpido cuando Sasuke lo rechazó, alegando que él no era gay. Después lo sacó de la fiesta por tal alboroto y lo corrió. De la velada y de su vida. Le ordenó que jamás volviera a buscarlo ni intentar acercársele. Rompió su amistad. Eterna amistad y rivalidad.

 

 

Hay millones de cosas,

Pero sólo hay una que lo cambia todo

Cada vez que te derrumbas.

 

 

Apretó el volante con fuerza y un poco de dolor. Recordar eso aun dolía. Todo estaba perdonado, pero aún seguía habiendo cicatrices que vuelven a renacer cuando se les recuerda. Y esa, era quizás, la más dolorosa después de la muerte de sus padres en un accidente de avión. El accidente que vino cuando él dejó de ver al Uchiha.

 

No había vuelto a buscarlo, como éste se lo había ordenado, y trataba de seguir su vida como si jamás lo hubiese visto. Porque su vida no dependía de nadie más que de él mismo, y quería sentir que así era. Que no le dolían las palabras de Sasuke, ni el rechazo en sus ojos. Ni la decepción de saberse no correspondido.

 

Ese día, había sido la peor tragedia de todas. Sus padres habían salido de viaje a Egipto, queriendo llevarlo con ellos, pero él se había negado por el trabajo. A sus treinta y dos años, ya no era un niño de casa al que todavía llevan cuando salen. Durante la noche había llovido muy fuerte, y un mal presentimiento se instaló en su pecho. Recordaba todo eso como si hubiera sido ayer. El sonido insistente del teléfono, la mala noticia del accidente causado por la tormenta, el olor nauseabundo del hospital, las enfermeras y el doctor… y finalmente, la noticia que hizo trizas su vida: la muerte de sus dos padres.

 

Recordaba a la perfección su rotunda negación ante ese hecho, el no querer asimilar que ahora estaba solo en el mundo. Más solo que como había empezado. Porque no tenía a Sasuke, y ahora, tampoco a sus padres. Y la soledad, el dolor, y el sufrimiento, parecían acrecentarse a cada paso que daba, a cada soplo de su corazón. Y cuando pensó que ya nada tenía sentido en la vida, cuando quiso acompañar a sus padres en el cielo y dejar de existir, llegó su salvación. Sasuke Uchiha se apareció en el entierro de sus padres, con un impecable traje negro y un ramo inmenso de rosas blancas.

 

Y lejos de arrojarse a sus brazos para llorar y buscar consuelo, se dio la media vuelta y le pidió que se marchara. Justo como él lo había hecho. Y Sasuke, con las palabras en la boca, la garganta seca, y sorprendido por esa acción, se dio media vuelta y se perdió en el sendero por donde había llegado. Justo como Naruto había querido. Justo como siempre debió ser.

 

 

Escúchame,

sólo hay una cosa que no puedes ver

cada vez que hablas.

 

 

Estacionó su coche en el aparcamiento que le correspondía, y tras poner la alarma y asegurarse de cerrar todo, bajó y tomó su maletín en mano. Silbando una melodía, contento por el hecho de volver a casa, sonrió. Ahora tenía todo lo que siempre soñó.

 

Porque después del entierro y del amargo encuentro, sus miradas chocaron una vez más en un antro. Y es que a sus treinta y cuatro años, Naruto no era un jovenzuelo, pero tampoco era un anciano. Y aunque no tenía una pareja estable, y le encantaba tener noches de sexo y después olvidarlo, no gozaba de fama de un don Juan. Y al contrario de lo que mucho pensarían, él era feliz. Porque la vida le había sonreído con un buen empleo en las grandes instalaciones de una reconocida constructora. Porque él era arquitecto. Arquitecto de casas, de sueños de otros, cumpliendo expectativas y ganando dinero por ello. Pero nunca, nunca había construido su propia vida. Sus propios sueños estaban abandonados, porque no tenía los cimientos para levantar su hogar. Le faltaba cariño, dulzura, amor en su vida. Le faltaba Sasuke.

 

Y aquella noche, entre las luces del bar, entre copas y miradas, bailaron juntos hasta desfallecer. Hasta que no pudieron soportarlo y se besaron sin importarles nada. Ni la gente, ni las alarmadas miradas por ver a dos hombres besándose. Solo les importaba el tiempo que se había detenido. El tiempo que ambos compartían. Y eso era lo único que bastaba.

 

Las llaves tintinearon suavemente cuando dio un paso dentro de su hogar. Las luces se encontraban apagadas, y no había movimiento alguno que pudiera avisarle si Sasuke estaba en casa. Miró su reloj de mano. Las ocho en punto de la noche se hacían presentes. Caminó hasta el sofá, donde arrojó su maletín sin ningún cuidado, y aventó su saco y la corbata. Un papel brilló pegado al teléfono y se acercó para leerlo. Era de Sasuke. Avisaba que llegaría más tarde.

 

Hizo un gesto, parecido a una sonrisa de alegría y dolor. Ambos se habían hecho muchas heridas, tantas que pesaba recordarlas todas. Pero al final de cuentas, estaban juntos. Después de esa noche en aquel antro no pudieron seguir guardando sus sentimientos. Esos que habían surgido desde tiempos remotos. Y no supieron cuándo, ni cómo ni por qué. Pero estaban enamorados. Y solo eso era suficiente.

 

Con iniciativa, y celebrando que era viernes y podría descansar el fin de semana, se dirigió a la cocina a preparar algo rápido para cenar. Tal un ramen, y una de tomates para su pareja. Pareja oficial hacía ya tres años. Muchas veces ambos habían pensado en adoptar a un niño, para sentirse una familia completa, pero habían desistido de la idea. No porque no quisieran a alguien más en su vida, simplemente así eran felices. Así se querían. Así se habían aceptado. Y eso seguiría siendo siempre.

 

 

Hay millones de cosas,

Pero sólo hay una que lo cambia todo

Cada vez que te derrumbas.

 

 

Cuando terminó, acomodó todo en la mesa y se sentó a esperar a su marido. Sasuke trabajaba de administrador en la empresa de su padre, y eso lo molestaba un poco. Porque Sasuke no podía despegar sus alas y volar lejos de sus ataduras, y es que su apellido de renombre en todo Japón, pesaba mucho. Quizás demasiado. Pero él lo enseñaría algún día a ser libre. A volar por sí mismo. Pero es que el pelinegro tenía un carácter especial, sumamente desagradable. Y de hecho, él era casi la única persona que podía soportarlo y aun así, seguirlo queriendo.  

 

Miró nuevamente el reloj. Las nueve en punto de la noche. Y Sasuke no aparecía. Su ceño se frunció con impaciencia, y con tentación tomó su celular, dispuesto a marcarle. ¿Pero y si venía manejando? Lo mejor sería dejar pasar un tiempo más. Sus manos comenzaron a sudar, y sus dedos se movían nerviosos. ¿Y si le había pasado algo? Un sonido parecido al que él había hecho al llegar, resonó en el cruel silencio. Y una figura alta y delgada entró. Sus facciones se ablandaron. Por fin estaba en casa.

 

     —Llegas tarde, Sasuke-teme. —regañó. Se levantó de su asiento y caminó hasta donde se encontraba en susodicho. Éste lo miró con eso profundos ojos negros, y sonriendo de medio lado, se acercó a su rostro lo justo para rozar sus labios.

 

     —Había mucho tráfico, señor Uzumaki. —susurró, para luego besarlo. Con pasión, con deseo, con sentimiento. Un beso que transmitía cuán largo se les había hecho el día y la espera para verse por fin. Naruto sintió las pálidas y frías manos deslizarse por su espalda, y llegar a su trasero cubierto por los pantalones, apretujando esas dos duras carnes entre sus palmas. El rubio gimió entre bocas y separó a su caliente esposo.

 

     —¡La cena se enfriará, ‘ttebayo! —pero la mirada que le dirigió Sasuke, lo hizo entender que no tenía hambre de comida. Así que sin pensarlo dos veces, y sintiendo su excitación crecer por los simples pensamientos que estaba formulando, llevó de la mano al pelinegro por el pasillo, hasta encontrar la recámara. Lo besó con lujuria, iniciando entre ellos una danza rítmica de sus lenguas, mientras poco a poco se deshacía de la ropa que sobraba en esos instantes.

 

Eran presas del placer, del momento y la rudeza de sus cuerpos. Pero amaban sentirse unidos, cálidos, comprendidos. Porque ambos se tenían solamente el uno al otro. Y cuando las embestidas comenzaron a sonar fuertes, y Sasuke sintió que Naruto lo partiría en dos, se sintió querido. Querido y amado por ese idiota falto de cerebro con el que se había juntado y por el que había dejado todo. Su familia, sus amigos, su vida y sus prejuicios. Porque no sabía desde cuando lo amaba, solo sabía que había sucedido y punto. Solo sabía que lo necesitaba más que al aire.

 

Y mientras sus respiraciones se calmaban después de la sesión de sexo que habían tenido, se abrazaron. Porque el sexo no era perfecto, pero si único e irrepetible. Bajo las blancas sábanas, con los cuerpos sudorosos, se transmitieron todo lo que no podían decirse, todo aquello que se habían perdonado sin necesidad de hablarlo. Porque sus heridas dolían, pero no era nada que el amor que sentían no pudiese superar.

 

Naruto observó a Sasuke detenidamente, mientras éste reposaba cansado sobre su pecho, acariciándole los pezones con las yemas de los dedos. Sopló sobre sus húmedos mechones negros, y comenzó a jugar con ellos. Era muy curioso, que justo sus cabellos y su personalidad arisca fueran similares a las de un gato. Un gruñón gato que jamás se domestica, pero que se llega a comprender y mimar.

 

 

Todo sucede demasiado rápido.

Y ahora es parte de mi pasado,

pero escúchame ésta vez…

 

 

Y recordó entonces, cuánto tiempo había tenido que transcurrir para llegar a donde estaban, cuántos hechos, cuántas lágrimas y cuántas dolorosas palabras habían tenido que soportar. Cuantas veces habían querido abandonarlo todo. Cuantas veces se habían abandonado ellos mismos. Y la vida era tal cosa, un pañuelo tan enorme, que los había juntado al final. Y en ese preciso momento no le importó que la cena se enfriara, o que la lluvia comenzara a caer afuera. No deseo nada más que el tiempo se detuviera. Que todo se congelara y que la eternidad los apresara en sus brazos. Pero eso era imposible, porque el tiempo jamás se detenía. Pero agradecía que al menos, sus caminos se habían juntado en las horas del reloj de la vida.

 

 

Detén el tiempo por mí

Detén el tiempo por ti

Detén el tiempo por los dos

Detén el tiempo para que pueda amarte siempre…

 

 

     —Sasuke-teme… —susurró entre las penumbras de la habitación, con un débil murmullo, temiendo lastimar al viento, temiendo cortar la atmósfera tan tranquila que respiraban.

 

     —¿Qué quieres, usuratonkachi? —preguntó en un susurró.

 

     —Detén el tiempo… para ti y para mí.

 

     —Dobe, no hace falta eso… el tiempo no transcurre cuando estamos juntos. —y tras esa frase, sintió un apretón fuerte en la mano. Sonrió como un niño recibiendo un dulce. ¿Desde cuándo, el tiempo había decidido juntarlos? ¿Desde cuándo el tiempo se había detenido para que sus caminos se cruzaran? Solo sabía, que agradecía cada segundo que podía ver a Sasuke, que podía sentirlo cerca. Solo agradecía que después de todo, aunque el tiempo deteriorara sus cuerpos, jamás pesaría sobre sus corazones.

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

¿Qué tal? ¿Muy cursi? xD lamento si quedó así, y si la narración está horrible también lo siento e.e pero a estas horas ya nadie escribe algo coherente xD aunque no podría dormir sin escribirlo antes. Como pudieron leer no hubo mucho lemon, pero sí mención. Aunque ésta vez decidí no ponerlo explíciito, ya que me pareció que este one-shot era para demostrar la fuerza que ejerce el amor sobre el tiempo, no sobre el sexo. 

 

Muchas gracias por leer, y ya saben que se aceptan todo tipo de comentarios, que rpeviamente responderé :33

 

Actualizaré pronto "Indomables" y "La voz de la sangre"

 

 

Sawako_chan


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