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-Eso es… muy malo. Lo siento, hablare con mis padres y les pediré que te dejen quedarte.
-No quiero ser una molestia pero no tengo otra opción.
-Ven, te buscare una habitación. En serio, que suerte que sea viernes porque no podrías ir así a clases -¿Qué tal mal me veía?- mis padres viajaron y volverán mañana, así que tendré que esperar a hablar con ellos.
Su casa era de dos plantas, la primera exclusivamente para la sala, el comedor, la cocina y la biblioteca. Y obviamente, una oficina de su madre y su padre.
En el piso de arriba, estaban los cuartos. Subimos y abrió una puerta, dentro de la habitación había muchos libros.
-Esta no –cerro y abrió la del frente, es estaba recién pintada y sin muebles- esta tampoco, ¡esta! –Abrió una y ahí si había muebles y todo estaba bien- mamá ha estado ocupada, ven, aquí estarás cómodo.
-Gracias –susurre.
-Ya sabes dónde está todo, duerme y más tarde veremos que hacer, no te preocupes por nada.
Me tumbe en la cama y mis cosas se quedaron en el suelo, me quite los zapatos como pude y suspire. Al menos estaba seguro esta noche. Mis padres me habían echado de casa, tendría que ver cómo iba a seguir… podría conseguir un trabajo, no era algo difícil.
No quería torturarme con la discusión que había tenido con mis padres pero justo en ese momento se me vino a la cabeza los insultos de mi padre y la poca valentía de mi madre al no enfrentar a mi padre. Ni siquiera había movido un dedo, ni una palabra, solo lágrimas.
Lágrimas de cocodrilo, seguramente.
Las cosas que le dije a mi madre no eran algo que llevaba pensando días o que se me habían ocurrido en aquel momento, sino años y años. Mi padre le había sido infiel muchas veces a mamá, creo que lo sabía y solo lo dejaba pasar ¿Por qué? Acaso… ¿le gustaba el ser humillada y reemplazada por alguien que se vendía al mejor postor?
El pensamiento de que el matrimonio es para siempre… era falso, que te peguen y te humillen no podía ser amor. Entonces, ¿Por qué seguía al lado de aquel monstruo? Mi madre era una persona muy capaz, eso lo sabía. No podía creer que se dejara pisotear, era horrible. Con esos pensamientos, me dormí o quizás un mejor termino sería era adormecer.
Como a la medianoche me desperté, no podía dormir, todo lo que había pasado me torturaba. Baje a la cocina por agua, cuando estaba por tomar un vaso escuche como si alguien se hubiera tropezado.
-¡Auu! –se escuchó. Una voz algo familiar, no recordaba donde la había oído pero me sonaba.
-¿Quién está ahí? –pregunte.
-Soy Derian, acabo de llegar –oh, el hermano de Daniel- ¿Quién eres tú? –el chico avanzo y quedo frente a mí, no veía seguido al hermano de Dani así que me costó reconocerlo. Lo que sabía era que se había ido unos meses de vacaciones, pero parecía que se había ido más tiempo.
Estaba más bronceado y no solo eso, más fuerte. El cabello un poco más largo y era tan guapo… exactamente ¿porque pensé eso?
-Kenneth, un amigo de Daniel.
-Oh sí, lo siento, no te vi bien. Hacía mucho no te veía.
-Si… ¿Estas borracho? –bromee. En realidad, lo parecía. Sabía que él ya estaba en su primer año en la universidad, seguramente venía de una fiesta.
-¡Oh, no! es que umm no vi bien, mamá otra vez cambio todo –se masajeo levemente la rodilla y luego se sentó- no me digas que crees que estoy ebrio.
-Un poco.
-Adivinaste –murmuro- no lo vuelvo a hacer –dijo poniendo sus manos en su rostro, como si algo estuviera allí y se lo intentara sacar- me ayudas a subir, creo que las escaleras no tienen final.
-Lo tienen, créeme –se apoyó en mí y empecé a oler su aliento a alcohol.
Poco a poco logre subirlo, para mí era muy pesado, cada vez que se reía de nada me hacía cosquillas en el cuello. Para cuando subí arriba, no tenía idea de donde quedaba su cuarto.
-¿Cuál es el tuyo? –el hizo una seña con la mano, me señalo el cuarto que estaba al lado del mío y que pensé que estaba desocupado- bien podrías ayudarme ¿sabes?
-Lo intento pero estoy muy mareado.
Abrí la puerta, su cuarto era parecido al de Dani excepto que los colores de las paredes eran marrones. Los afiches en la pared eran de bandas que conocía y que no pensé le gustarían a Derian: Green Day, AC/DC y otros que no vi por la falta de luz. Estaba una cómoda, un escritorio, bastantes libros y… la cama. Adorado mueble, lo tiré a la cama, sentía los brazos blandos. Ahí se acomodó y se quedó mirándome, susurro un “gracias” casi inaudible.
-De nada –dije para mí.
-Ven aquí, deberías dormir.
-Por eso tengo mi cuarto pero gracias –conteste.
Me tomo del brazo y quede encima de él, se rió y me acarició la mejilla.
-Eres lindo –sus ojos eran muy bonitos, así de cerca, muy cerca.
-Y tú estás borracho.
-No tanto.
Aunque la propuesta era tentadora y muy interesante, debía decir que no.
Sus manos estaban moviéndose sobre mi ropa y eso no me dejaba pensar del todo bien. Mi cuerpo estaba reaccionando y me estaba muriendo por responderle. En esa posición, si alguien entraba… nadie pensaría que lo estaba intentando ayudar.
Si alguien era inocente podría pensarlo.
Pero obviamente, no sería así. Por lo menos sabía que en la casa solo estábamos nosotros dos y… Daniel. Esto definitivamente no estaba bien. Me había dado asilo en su casa luego de que prácticamente, me echaran de la mía.
No era una forma de agradecer su buen trato.
Aunque…
Sus labios estaban a centímetros de los míos y ahora solo podía pensar en ello, sus labios eran bastantes carnosos y algo rojos, bueno no rojos. Era uno de esos colores entre ¿lila? Y rojo. ¿Existía ese color? No sé pero ahora se veía tan… bien.
Cuando menos lo espere, ya estaba debajo de su cuerpo, el peso que su cuerpo ejercía sobre el mío no llegaba a aplastarme pero era una cómoda, era agradable.
-Esto no –intente decir pero alcanzo mis brazos y los puso arriba de mi cabeza, imposibilitándome de moverme- no es buena idea –complete.
-Aun no has probado nada, no digas nada –susurro. Esto empezaba a gustarme, demasiado- solo déjate llevar…
Sabía que estaba ebrio y que probablemente no recordaría esto mañana.
Siguiendo lo que dijo, me deje llevar. Intente soltarme pero no me dejo, sino que me beso, fue tan intenso… tan apasionado que simplemente busque sus labios. Mordió suavemente mi labio inferior y soltó un poco su agarre, entrelace sus dedos con los míos y respondí al beso.
¡¿Cómo llegue a esto?!
Casi nunca lo veía, solo venía por Dani, ahora me encontraba besándolo con ganas y estaba borracho. Me dije a mi mismo que debía parar, así no debía pasar, ese pensamiento me sorprendió.
-Ya… detente.
-¿Por qué? –cuestiono, se alejó un poco y lamió mis labios.
-Soy menor de edad, puedo acusarte de violación –dije no muy convencido y sabiendo que, mis acusaciones eran falsas porque primero, estaba a unos meses de tener dieciocho y… me estaba dejando, era consensuado.
-Quiero ver como podrías probar eso –susurro, se separó y me soltó- umm tienes razón.
-¿En qué? –pregunte curioso.
-Estoy muy ebrio, tengo sueño y quizás, solo quizás… esto no esté bien.
-Al fin me haces caso –la verdad, la sencilla verdad era que en el fondo obviamente, quería que siguiera, pero los borrachos me daban asco y repulsión. Un trauma reprimido, gracias papá. Definitivamente Derian tenía algo, usualmente tendía a alejarme de cualquiera que oliera a alcohol.
-Nos vemos mañana –me despedí.
-Lo que digas –mascullo.
¿Por qué justo ahora se me venían a la cabeza moralidades?