Tomo con cuidado su mano, dejando que el rubio les guiara hacia el destrozado castillo donde debían encontrarse los demás a su espera. Fijo su vista en sus esplendidas alas, ya teñidas en sectores por aquellas horribles tonalidades carbón que algún día acabarían por consumir su alma, convirtiéndole en un demonio completo.
El espadachín sabía que no podía dejar las cosas así, que Sanji cargara con toda la culpa una vez más. Sabía lo que debía hacer, estaba decidido a arriesgar el todo por el todo por el rubio que había robado su corazón.
Roronoa Zoro, ya había tomado su decisión…
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-¡¿Por qué Sanji?! ¡¿Por qué hiciste eso?!- exclamaron un coro de voces al unísono, viendo con los ojos bañados en lagrimas al cocinero de la tripulación Mugiwara, intentando no caer en el abismo de desesperación y amargura-
La alegría y la felicidad que los había embargado cuando vieron aparecer desde la lejanía al rubio y al espadachín luego de aquella horrorosa batalla en contra de Ikasaka había sido rápidamente sustituida por la sorpresa y la incredulidad, viendo asombrados como el alma de Sanji había sido capaz de escapar de las garras del enemigo y las magnificas alas que portaba en su espalda.
Los vitoreos y gritos de júbilo no habían tardado en oírse, pero cuando el espadachín con la voz serena pero teñida del más puro dolor empezó a relatar la verdad y los secretos que por tanto tiempo el oji azul había soportado por su cuenta, la impotencia había llenado el corazón de cada uno de los presentes, conscientes del sacrificio que este había hecho para mantenerlos con vida y la impotencia de no poder hacer nada para ayudarle ni revertir la maldición que había desencadenado con sus actos.
Con lentitud Zoro se agacho junto al cuerpo inerte que poco tiempo antes había albergado el alma del cocinero, acariciando su mejilla con suavidad mientras sentía como la vista se nublaba por las múltiples lagrimas que luchaban por salir, deslizándose libremente por sus mejillas sin ya poder soportar la presión y el dolor que sentía en lo más profundo de su alma y de su corazón.
-¿acaso no hay otra opción, Sanji kun?-pregunto la navegante con la voz rota, tapando su boca con sus manos ante la negativa del oji azul- ¿es que acaso…no hay nada que podamos hacer para ayudarte?-susurro mas para sí misma que para el resto, sollozando entre los brazos del rubio que la abrazaban con fuerza contra su pecho, intentando calmar aunque fuese mínimamente su dolor-
Un triste silencio embargo el lugar, totalmente opuesto al ambiente de alegría y paz que se todos habían disfrutado tan solo momentos antes, tan solo roto por los llantos y gritos de los presentes hasta que, la voz del peli verde, interrumpió sus lamentos.
-claro que hay otra alternativa, no pienses que te dejare solo de nuevo cocinero-comento el moreno en tono serio, poniéndose de pie ante el desconcierto del resto- no tienes por qué ser el único que se sacrifique, sabes perfectamente que si te encargas de enviar a los demás a su mundo tu condena no hará más que aumentar-su voz fue subiendo gradualmente de tono, mostrando la desesperación que sentía en aquellos momentos- ¡¿o es que acaso creíste que me quedaría de brazos cruzados otra vez sin intentar luchar por ti?!-
Ante el grito del espadachín Sanji abrió los ojos asombrado, cayendo de rodillas al suelo con el rostro desencajado. Nunca habría esperado escuchar aquellas palabras salir de la boca del peli verde, no era idiota y sabía a la perfección el significado oculto en ellas. Apretó los puños con fuerza, vacilante, ya sin fuerzas para volver a ponerse en pie pero sin dejarse intimidar por Zoro, mirándole directamente a los ojos mientras mordía sus labios.
No podía dejar que el espadachín hiciera eso, no podía dejar que compartiera su destino. No por nada había luchado todo ese tiempo, el era el único motivo que lo había mantenido vivo, con la esperanza de poder protegerlo y evitar que la tragedia se volviera a repetir.
-¡no puedo permitir eso, maldita sea!-grito Sanji mientras golpeaba el suelo con sus puños, sintiendo como su cuerpo temblaba por el nerviosismo y el temor- ¡no puedo permitir que hagas lo mismo que yo, marimo! ¡Sabes perfectamente que si rompes tu alma no habrá vuelta atrás! ¡te convertirás en un demonio como yo!-oculto su mirada tras su cabello, respirando agitado al saber, quizás mejor que nadie, que cuando una idea se metía en la cabeza del peli verde, no había modo de hacerle cambiar de parecer-
-claro que puedes Sanji. Ya te lo dije, no volveré a dejarte solo- el aludido sonrió con suavidad, colocando una mano en la cabeza del oji azul, acariciándola con suavidad- tu nos salvaste muchas veces, sufriste durante décadas a la deriva. Es nuestro turno, es mi turno de ayudarte aunque sea solo una vez…-susurro en tono deprimió, suspirando al ver como las lagrimas se acumulaban en los ojos del rubio-
-pero perderás tus recuerdos….nunca mas podrás volver a recuperarlos…-murmuro esta vez Sanji, tomando su mano con temor, quemando su último cartucho para disuadirle de la estupidez que estaba a punto de hacer-
-no me importa, no me importa perderlos porque te tengo a mi lado-respondió en tono cálido el moreno, agachándose a su lado mientras le abrazaba con fuerza- tú has perdido casi todos los recuerdos de tu infancia por salvarnos. Y si llego a perder alguno importante, siempre que estés conmigo podre reconstruirlos-un suave tono carmín cubrió sus mejillas, algo avergonzado por sus propias palabras-
Con sumo cuidado, y aun consciente de la situación en la que se encontraba, beso suavemente los labios de Sanji, cerrando los ojos al sentir la calidez que emanaba del cuerpo del rubio. Aun algo temeroso pero firme de su decisión, recordó vagamente parte de los recuerdos que habían vuelto a su mente lego de la muerte de Ikasaka, deseando con todas sus fuerzas que pudiese lograr, por una vez en su vida, su cometido.
- “por favor, tráiganlo de vuelta…no me importa que tenga que sacrificar, cuantos recuerdos tenga que entregarles…por favor, háganlo regresar…”-pensó mientras sentía como una suave calidez rodeaba sus cuerpos, abriendo los ojos sorprendido al ver como el cuerpo de Sanji desaparecía ante sus ojos al tiempo que un fuerte mareo le embargaba, haciéndole perder unos segundos su equilibrio y caer al suelo estrepitosamente-
Antes que alguno lograse preguntar sobre lo que había pasado, un sonido llamo su atención. Con las lágrimas a punto de desbordar nuevamente sus ojos vieron como el oji azul se incorporaba con dificultad, tosiendo un poco de sangre y con sus heridas casi recuperadas en su totalidad gracias a los tratamientos que Law y Chopper le habían dado antes de morir.
Con la vista aun nublada logro enfocar con algo de dificultad el rostro del espadachín, sonriendo en medio de lágrimas al ver que una vez más se encontraba vivo, que tenía una oportunidad más para volver al lado del moreno y de los demás.
-eres un idiota…ni siquiera yo sería capaz de devolver tus recuerdos…-murmuro Sanji con la voz rasposa, limpiando el pequeño hilo de sangre que descendía por sus labios entreabiertos-
-sabes que no me importa, cook. Porque esta fue mi decisión, y un espadachín de honor nunca se arrepiente de su palabra-respondió Zoro con una enorme sonrisa, alzando en sus brazos el delgado cuerpo del rubio entre risas, sintiéndose en paz consigo mismo luego de todos aquellos años de dolor e incertidumbre que, definitivamente, habían llegado a su fin…-
Tsusuku (o tal vez no xD)