Caminaban por los pasillos apurados, sabían de sobra que llegar impuntuales luego de una reunión como aquella era casi delito, aun mas considerando quien era su jefe. No querían ni siquiera saber que les diría luego de llegar con más de cuatro horas de retraso al haberse quedado estacionados fuera de la mansión haciendo cosas más “interesantes”.
-Dios ¡Sanji esta vez si que nos mata!- profirió angustiado un pelinegro con tatuajes en los brazos, caminando lo mas rápido que le daban sus piernas -¡Hey, espera!- exclamo asustado al ver que su acompañante abría la puerta de la alcoba del rubio sin la mas mínima contemplación, cerrando sus ojos y preparándose mentalmente para el regaño de su vida.
Pero los volvió a abrir desconcertado al sentir una risita de parte del chico que le acompañaba, quien le señalo la cama de aquel cuarto donde dormía plácidamente su jefe abrazado al peli verde, mostrando ambos una pequeña sonrisa y un ligero sonrojo en sus rostros.
Law contagiado por aquella escena dejo que una sonrisa curvase sus labios mientras daba un último vistazo antes de cerrar la puerta con suavidad. Se giro algo consternado al ver la cara que tenia el otro hombre junto a él, quien volvió a reír al ver su cara de confusión.
-no te entiendo para nada Kidd- gruño el ojeroso al ver el semblante relajado del pelirrojo- hace tan solo unos instantes estabas maldiciendo a Sanji y ahora parece que estuvieses de lo mas alegre-
-no se a que te refieres…-contesto con calma mientras abrazaba posesivamente al pelinegro-
-justamente a esto- dijo refiriéndose al comportamiento cariñoso que Kidd tenia en esos momentos, algo poco usual en el-
-es que no puedo evitarlo, Law. Sabes que ni tu, ni yo, ni nadie puede evitar sentirse feliz al ver a Sanji finalmente cumplir su promesa- le miro a los ojos con la mas pura decisión plasmada en ellos- y también deberías saber que le debo mucho a ese hombre, que si no fuese por hubiese perdido a mi vida… te hubiese perdido a ti Law…-estrecho con aun mas fuerza su delgado cuerpo entre sus brazos- por eso es que se gano mi respeto y el lugar como jefe que tiene ahora-
-Kidd, de verdad, hoy estas raro- declaro el pelinegro sin saber muy bien que postura tomar-
La verdad es que entendía al pelirrojo en ese aspecto, le entendía quizás mejor que nadie. Si no hubiese sido por la ayuda del cocinero el no estaría en esos instantes siendo besado con pasión por aquel hombre que definitivamente le volvía loco, no podría ser uno de los doctores mas reconocidos del mundo ni tampoco haber podido conocer el verdadero significado de un hogar… todos le debían tanto a Sanji que inclusive a veces se preguntaba si su esfuerzo por ayudarle alguna vez seria suficiente para pagar aquella deuda con la que cada miembro de esa peculiar familia había aceptado desde que habían ido salvados…
Se dejo llevar por aquello suaves labios que tan bien conocía hasta que, sobresaltado, se separo del pelirrojo al sentir a una de sus manos colándose bajo su camisa mientras que la otra aun se mantenía posesivamente en su cadera.
-ammmm ahora no Kidd, estoy ahh cansado- profirió como pudo el pelinegro al sentir una de las piernas del mas alto rozando levemente su entrepierna- ya mmm lo hicimos muchas veces en el ahhhh auto-
-pero me dijiste que después de que habláramos con Sanji lo volveríamos a hacer ¿no?- beso con lujuria mal contenida su esbelto cuello, lamiendo una marca que el mismo había dejado minutos atrás y retirando la sangre seca de esta-
-yo nunca dije eso ¡¡Que haces Kidd, bájame!!- pataleo el doctor al verse cargado sobre el hombro de su amante y sin poder evitar que un masivo sonrojo se instalara en su rostro al ver que no eran los únicos en aquel corredor- Mi-Mihawk ¿Qué haces aquí?-
-yo solo iba a hablar con Roronoa, pero tal parece que esta tan ocupados como ustedes ahora ¿o me equivoco?- pregunto con cierto tono de burla en su voz-mas te vale que estén presentes al almuerzo o el jefe esta vez si que los mata ¿entendiste Kidd?-
-claro, nos vamos Law- y empezó a caminar hacia su recamara ignorando monumentalmente los reclamos del menor mientras una sonrisa pervertida se instalaba en su rostro-
-Niños- bufó el oji miel dirigiéndose a su habitación mientras que una ligera mueca se formaba en sus labios- así que al fin lo lograste ¿eh, Sanji? Espero que esta felicidad no se acabe tan pronto como tu estimas que durara. Ahora solo queda que seas capaz de decirle la verdad cuando recuerde y confiar de que sea capaz de poder sobrellevar el peso de toda la culpabilidad que seguramente sentirá –la imagen de un hombre pelirrojo sonriente se formo en su mente, logrando que esa ligera mueca se transformara en una sonrisa completa- mientras que yo me encargaré también de mis asuntos pendientes tal y como te lo prometí hace ya tantos años atrás… no te volveré a perder de nuevo Shanks….-
Mientras esta escena ocurría, en cierta habitación un peli verde empezaba a despertar luego de sentir los primeros rayos del sol en su cara. Se removió algo incomodo, intentando volver a dormir, cuando se percato de la presencia de su adorado rubio, quien se encontraba dormido sobre su torso y le tenia tomado una de sus manos.
Entonces fue que recordó todo lo acontecido la noche pasada, la forma en la que se habían entregado el uno al otro y como es que Sanji, aquel chico que había admirado y amado en secreto desde pequeño, había sido su pareja en otra vida y en la actual.
Lentamente recorrió sus cejas espiral con la yema de sus dedos, perdiéndose en la hermosura del rostro ajeno sin notar que el mentado en cuestión ya había despertado y disfrutaba de las caricias su espadachín, quien tomo con delicadeza su rostro y deposito con suavidad un casto en sus suaves labios, saboreándoles a conciencia mientras le abrazaba y enredaba sus dedos en sus dorados cabellos lacios.
-buenos días mi niño-le saludo Sanji, besando con pasión su moreno cuello- ¿has dormido bien? Te noto preocupado-
- Sanji yo… no se como decírtelo exactamente pero…- sus palabras fueron cortadas por un nuevo beso de parte de su amado-
-¿recordaste todo, verdad?- el cocinero acaricio con cariño sus suaves mejillas mientras de sus azules orbes caían ligeras lagrimas- lamento no habértelo dicho antes, pero no me atrevía a contártelo… sé que debes estar enojado conmigo por ser un cobarde pero…-
-no digas eso- le corto Zoro mientras que con sus dedos limpiaba los finos ríos húmedos que descendían de sus enrojecidas mejillas- entiendo tus motivos, y no te culpo por ello ¿así que no te preocupes por eso, si? Pero aun así necesito que me cuentes y expliques algunas cosas ¿crees poder hacerlo, cejas de sushi?- pregunto con un deje de risa en su voz al ver como las mejillas del rubio se encendían aun mas-
-te contare todo lo que quieras saber marimo- tercio con gracia ante la cara de desconcierto de su amado- pero primero déjame explicarte como es que todo empezó…-
A kilómetros de esta mansión, mas específicamente en un instituto, cierto profesor de literatura se encontraba esperando pacientemente junto a la puerta principal cuando vio a un hombre pelirrojo llegar junto a él. Venia con la respiración algo entrecortaba y denotando que hasta hace unos minutos se encontraba entrenando. Después de todo, además de ser el subdirector también era el encargado de impartir las clases de educación física.
-Vaya, que sorpresa encontrarte tan temprano por aquí Mihi- comento con complicidad el recién llegado- el instituto abrirá hasta dentro de una hora ¿ocurre algo malo?- pregunto con preocupación al ver el semblante abatido de su acompañante-
-necesitamos hablar seriamente, Shanks…-
Tsusuku (o tal vez no)