Giro la perilla y encontró a su esposo cerrando su maleta llena de ropa. Se apoyo en la puerta cerrándola detrás del él.
Y como siempre, su esposo estaba con un cigarrillo en los labios.
Desde que lo vio por primera vez fumando le pareció de mal gusto; muchas veces quiso quitarle los cigarrillo, pero ¿con que derecho?
–Odio que fumes, BaekHo. Deja de hacerlo– dijo mirándolo. El último se incorporo y los miro a los ojos, cogiendo el cigarrillo entre sus dedos y expulsando el humo.
–No te preocupes, cuando me vaya… ya no sentirás el olor a cigarrillos en casa–
–Dime porque te vas– su esposo soltó una risita.
–Durante estos cuatro años, fui razonable, fui comprensible, pero sobretodo… fui un idiota al seguir a tu lado sabiendo que aun amas a Kwak. Quise cambiar tu vida para bien, pero pocas veces me dejabas. Me harte, Ren. Di lo mejor de mí en este matrimonio. Aquí acaba mi parte como esposo, pero comienza como padre. Nunca abandonare a mi hija.–
Las uñas de Ren empezaron a rasgar la puerta, “Acéptalo Ren, dirigiste al pelinegro a su propio infierno personal. Lo condenaste en vida.”
Era verdad. Yo lo condené.
–Tu parte como esposo en esta relación, ha terminado, pe-pero aún falta dar de mi parte. Ya es hora de que yo también coopere– dijo algo apenado.
–Te ahorrare el trabajo, cariño. Mañana vendrá mi abogado para hablar con respecto al divorcio. No quiero nada, quédate con todo. Lo único que te pediría es que no me alejes de mi hija– el rubio no pudo más y se acerco había el pelinegro dándole un fuerte abrazo, atrayéndolo hacia sí; rodeando su cuello con sus blanquecinos brazos de porcelana.
–Nuevamente quieres romper tu promesa–
–Te lo he dicho millones de veces Ren, solo tú tienes el mando de todo esto. Tú lo controlas– intentó separarse pero el rubio hizo más fuerte el abrazo.
–Entonces tomare las riendas de nuestro matrimonio. Ahora seré yo quien te cuide, seré yo quien te consienta, ahora mis pensamiento serán para ti sin importar lo que suceda. Solo tú. Pero dame esta oportunidad de demostrárselo, dámela, Kang BaekHo– se mordió el labio inferior, preocupado por la respuesta que le diera el más alto. Esta vez él había desnudado sus sentimientos y corazón hacia su esposo, solo deseaba hacer las cosas bien.
–¿Por qué tendría que confiar una vez más en ti, MinKi?– Ren se separo de su pelinegro y lo miro a los ojos los cuales amenazaban con soltar lagrimas, pero no lagrimas de dolor, sino se rabia, Odiaba que BaekHo le llamara por su nombre.
–Primero: deja de llamarme MinKi; para ti soy Ren, TU Ren. Segundo: porque sé que puedo salvar lo poco que hay en nuestra relación. Tercero: por que fuiste tú quien me salvo de mi mismo y ahora yo te salvare de cometer una estupidez. Cuarto y Último y que se te quede bien grabado: Yo te amo a ti, a nadie más; y tuvo que pasar todo esto para al fin darme cuenta que a la única persona que ame fue a ti, nunca ame a Aron y él nunca me amo a mi.
¿Sabes por qué acepte casarme contigo? Porque pensé que esa era la forma de pagar todo tu tiempo a mi lado, pero fue todo lo contrario; tú me pagabas a mí con cada beso, con cada caricia. Me hacías sentir amado, cosa que con Aron nunca se dio. Yo te amo a ti, BaekHo, entiéndelo de una buena vez… y si te vas, esta vez ya no tendría nada porque vivir. Nuestra hija crecerá al lado de un excelente padre, pero que tuvo la desdicha de tener un papá como yo. Solo dame una última oportunidad, por favor–
–Si te digo que no, serias pasas de lanzarte del edificio de tu padre– ambos sonrieron, tal vez ya era hora de se abriera el telón.
–Te amo BaekHo, solo a ti– le dio un beso lleno de amor, donde solo existían ellos dos; y MinKi volvió a probar aquellos labios con ese sabor agridulce que había extrañado; ambos profundizaron el beso y las lágrimas por parte del rubio no se hicieron esperar.
–Eres un llorón– dijo burlándose BaekHo.
–Pero es así como me quieres– contraataco el joven. –Lo dijiste cuando nació nuestra pequeña–
–Así es– MinKi guio a BaekHo hacia la enorme cama que compartían los esposos, ambos cayendo fundidos en un excelente beso. El pelinegro intercambio posiciones quedando MinKi debajo. Ren quiso quitarle la camisa, pero Kang lo detuvo. Estiro el brazo hacia la mesita de noche que había, abrió el cajón y saco algo brillante.
Una sonrisa triste apareció en el rostro del joven Choi.
–Lo recogí… cuando lo tiraste en la playa– era el anillo de compromiso que Aron le había dado estaba frente a él y en manos de su esposo.
–¿Por qué lo recogiste? Debió quedarse ahí– BaekHo sonrió tiernamente y le dio un beso en la coronilla.
–De la noche a la mañana no podrás olvidar; en eso, solo en eso tenias razón– dijo haciendo que Ren hiciera un tierno puchero. –Así que sería imposible pelear con un recuerdo– cogió una delgada cadena de plata y puso ahí el anillo; ahora sería un collar; un collar que representara la fortaleza de su pequeño esposo frente a todo los problemas que tuvo que afrontar.
BaekHo hizo que Ren se incorporara y le coloco el collar.
–Solo es un recuerdo, y quiero que lo tengas siempre; representa nuestra unión como pareja– Ren acaricio el anillo que ya colgaba en su cuello y miro a BaekHo.
–Esta vez será diferente– Ren se acerco a su esposo y le dio un beso; lo profundizaron y empezaron con la sesión de caricias y besos en cada parte del cuerpo del contrario. Ren casi había olvidado como era el cuerpo de su esposo detrás de todas esas camisas y poleras; un cuerpo bien formado y surcado que hacía que MinKi se sonrojara con fuerza.
La figura de Ren, era un deleite a los ojos de DongHo, pareciera esculpido por los mismos ángeles en homenaje a la perfección; una piel tan sueva como aquella que parecía o mejoraba a la seda misma; y aquellos rosados labios en forma de corazón.
Aquella noche, BaekHo y Ren le dieron una oportunidad más a su relación, no solo entregaron sus cuerpos al frenesí, sino que también sus corazones, Kang sintió que esta vez hizo el amor con su esposo, ya no era solo sexo; esta vez todo cambiaria para bien, no se podría olvidar lo vivido en un abrir y cerrar de ojos, pero para eso estaba el tiempo y el amor que le daba el contrario.
La familia Kang Choi empezaría de nuevo, compensarían los momentos amargos por momentos inolvidables; después de la tormenta viene la calma, eso es lo que decían y estaba vez estaban en lo cierto. Dejar el pasado atrás no muchas veces fácil, Ren lo descubrió; con el tiempo fue comprendiendo que BaekHo nunca le dejo, fue él quien dejaba a BaekHo. Pero no. Eso cambiaría.
Yo no más el Ren inseguro y débil.
No. Ahora un nuevo Ren había nacido, aquella noche que hizo el amor con su esposo, vio la luz que emitía el corazón de BaekHo y le agradecería por siempre, hasta el fin de los tiempos.