El emperador miro con desprecio la reunión invocada por Caos ¿Cómo se atrevía ese Dios menor a invocarlo a él — al Emperador — destinado a ser más que un dios, a ser el amo del universo ¿A esta reunión con tipos tan vulgares y sin gracia? Era algo que escapaba a su refinado intelecto, aunque tenía que reconocer que algunos tenían una apariencia menos corriente y detestable.
Su lado femenino miro aprobatoriamente los musculosos pectorales, el abdomen de lavadero, los brazos fuertes y las piernas largas del guerrero de plata, ni siquiera el frío y estoico ex-general pudo resistir el largo discurso de Caos, estaba sentado en el suelo con las piernas cruzadas puliendo su espada ridículamente larga.
Unas risas femeninas atrajeron la atención de éste, Ultimecia y Nube de Oscuridad miraban con deleite el sudor que se deslizaba por el cuerpo del ojos verdes, si el emperador no tuviera tanta dignidad, hubiera puesto los ojos en blanco ante éste espectaculo denigrante, fijo su atención en los papeles del discurso del dios y contuvo una maldición, habían pasado ocho horas y la larga perorata iba apenas por la mitad.
El movimiento de una falda atrajo su atención de vuelta al peli-plateado, otro hombre más joven de cabellos color gris-lavanda, apariencia femenina, caderas anchas y ropa escasa, se dedicaba a revolotear alrededor de éste, tratando de sacarlo de sus casillas y si la vena palpitante en la sien del heroe caído era una prueba, lo estaba consiguiendo, provisto de una voz seductora y manos atrevidas, el genoma intentaba arrancar algunas emociónes del hombre normalmente estoico.
Una de las manos de Kuja acaricio suave y seductoramente uno de los omoplatos de Sephiroth haciendo que las alas de éste salieran dándole un fuerte empujón al joven mago, el emperador contuvo una sonrisa burlona, observando el intercambio muy interesado, el ala etérica parecía bastante delicada, apenas visible incluso para un ojo altamente entrenado, creando la ilusión de que el hombre, sólo tenía un ala.
Esto le recordaba un poco a su propia naturaleza, las alas del ex-general formaban parte intrínseca de su dueño, al igual que su dualidad formaba parte de él, siempre considero divertido el que creyeran que se transformaba en mujer o en hombre, era su naturaleza, sus otras formas estaban siempre presentes, listas para ser utilizadas cuando lo estimara conveniente, como le correspondía a un ser superior.
Observo con detenimiento al joven extravagante, era bastante hermoso, digno de ser su mascota, también parecía ser manipulable, en cuanto al guerrero no estaba seguro que tan confiable llegaría a ser, no parecía alguien que le temiera al dolor o la muerte, ni siquiera daba la impresión de tener algún propósito definido.
Finalmente opto por acercarse primero al muchacho, parecía una presa más fácil que el otro hombre, más fuerte, maduro y frío, la juventud e inexperiencia del chico funcionarian a su favor brindandole una fácil victoria, luego de pelear y derrotar al genoma lo haría su esclavo, obligándolo a cumplir todos sus deseos, sonriendo con suficiencia abandono la reunión.
Entre tanto ajeno, a los problemas que se avecinaban Kuja suspiro profundamente aliviado ¡La maldita reunion por fin había terminado! Lo único medianamente interesante en ese lugar sofocante y aburrido, era la impresionante semi-desnudes del guerrero de plata, su ángel había reaccionado de una forma muy interesante cuando deslizo tentativamente una de sus manos por la virilidad de éste, si alguien noto el sobresalto, probablemente creería que la reacción se debió a la caricia que le dio a la espalda ancha y atractiva.
Kuja sonrío, él no era tímido y había decido averiguar si el cabello y la espada eran una compensación por algo, fue placentero y sastifacorio descubrir que no era así, su mano pequeña y traviesa se había deslizado a través del cuero y toco con toda libertad al hombre estoico.
¡Era una lástima que por su presura hubiera arruinado la sensualidad del momento! No debió dejarse llevar por la tentación y apretar la impresionante masculinidad del ex-heroe, el cual evidentemente se dejo tocar, porque tenia curiosidad por saber hasta dónde sería capaz de llegar el mago¡Si sólo estuvieran en la habitación de cualquiera de ellos no importa cual, le enseñaría al hombre maravilloso el placer de convertirse en su amante! El genoma lanzo suspiro de resignación, lástimosamente éste no era el momento ni el lugar.
Caminando por el pasillo, completamente abstraído en sus fantasias sobre el semi-dios y lo que harían más adelante cuando ganara su confianza y el guerrero se hubiera desecho del hombre- chocobo, el peli-gris no se percato de la ominosa presencia que lo observaba, ni siquiera se dio cuenta del personaje que lo esperaba más adelante, burlandose del pequeño pavo real que estaba a punto de caer en sus redes.
Mientras tanto en una de las habitaciones más alejadas del castillo de Caos, el ex–general trataba de despejar su mente, ciertamente le había divertido el atrevimiento del hombrecito minúsculo y apetecible, pero su descaro se había pasado de la ralla, sólo una persona lo había tocado de esa forma antes, ese día sus instintos se hicieron cargo y amó al mago rojo con toda su pasión e inexperiencia, éste se marcho luego dejándolo desnudo y confundido sobre que había salido mal y profundamente lastimado por las palabras hirientes del pelirrojo, desde ese momento no volvió a permitirle a su segundo al mando, tocarlo nuevamente, Genesis jamás sería lo suficientemente fuerte para dañarlo físicamente pero el dolor psicológico era otra cosa, lengua de afilada del poeta era capaz de escaldar a los soldados más curtidos y definitivamente, no deseaba pasar por eso de nuevo.
Además no es que tuviera necesidad de sexo, era algo que se había acostumbrado que jamás tendría, su cuerpo era demasiado poderoso, tan lleno de Mako que resultaba casí imposible poder tener algun compañero y estar con él, sin peligro de herirlo gravemente, cerrando los ojos utilizó la fuerza de voluntad que le permitió dominar y acabar con el control mental de Jenova, para hundirse en una profunda meditación tratando de olvidar esas manos suaves y delicadas y a su hermoso e irritante dueño.