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Cabaña de Verano -2min- por perv_muse

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Notas del capitulo:

 

 

 

¿Alguna vez has sentido los rayos del sol golpeando suavemente a tu rostro mientras las lágrimas caen?, depende la situación en la que estés si el sentimiento será de felicidad o tristeza. Yo me sentía melancólico, mirando las olas golpear la costa mientras el crepúsculo marcaba el final del día, marcaba el final de otro largo día.

Me llamo Taemin, yo solía ser un chico testarudo y arrogante antes del verano. Odiaba estar con mis padres, fumaba todo el día mientras escuchaba rock pesado o salía con mi mejor amigo Kibum. Nunca llegue a interesarme demasiado en algo, mi padre me daba todo, siempre dije que terminaría trabajando en su compañía, pero mientras fuera joven disfrutaría sin remordimiento alguno de cada uno de mis movimientos. Recién terminaban las vacaciones cuando mi padre decidió que iríamos a la isla Jeju a pasar unas vacaciones de total confort. Yo estaba completamente de acuerdo. La escuela me tenía hostigado y necesitaba algo de bronceado en la piel.

El vuelo fue relajado, pase la mitad de camino dormido y la otra jugando en mi iPad, mi madre trataba de hablar conmigo a veces pero se rendía cuando subía el volumen de los audífonos hasta el tope. No me interesaba en absoluto escucharla, mientras me dejara tranquilo yo lo le causaría problemas. El hotel en el que estábamos hospedados era cinco estrellas, daba vista al mar y tenía alberca, barra de bebidas, antros a menos de un kilómetro. Estaba en el paraíso. «Iremos a conocer la isla», fue lo que dijeron antes de marcharse mis padres, yo estaba metido en el Jacuzzi con las burbujas escurriendo por todo el piso mientras la música erotizaba mis sentidos. Debía hacer algo divertido aquella noche, aun no oscurecía cuando salí cual salmón hervido del baño. Tome una camisa deje algunos botones abiertos y unas bermudas, tome mis sandalias y salí a caminar por la playa.

Caminaba al borde del mar cuando a lo lejos vi a un chico caminar mirando al mar, era alto, cabello oscuro, labios gruesos y profundos ojos marrón. Llevaba una camisa de lino blanca, pescadores color piel y sandalias de cuero. Se veía tan tranquilo caminando por ahí mientras miraba la línea de horizonte donde el sol comenzaba a esconderse. No note cuanto tiempo me quede mirándolo, pero lo siguiente que percibí fue una sonrisa por su parte, nuestros ojos se cruzaron y baje la mirada sonrojado ¿Por qué lo hacía?, enseguida levante la barbilla, con aire autoritario y se plantó frente a mí. Era tan alto, por lo menos media cabeza más que yo.  Se veía tan amable que dude un poco en parecer arrogante.

—     Hola — dijo con una voz gruesa. Se me erizo la piel.

—     Hola — sentí que la voz me vacilo y carraspee tratando de disimilarlo —, ¿te hospedas por aquí cerca?

—     No, yo vivo aquí.

—     ¿En serio? — me mordí los labios, no sabía de qué hablar. Él era un completo extraño y estaba ahí mirándome como si nos conociéramos de toda la vida.

—     ¿En dónde te hospedas?

—     No tengo por qué decirte — dije en un tono ligeramente arrogante —, no te conozco ¿Qué me dice que no querrás secuestrarme?

—     ¿Tengo cara de secuestrador? — pregunto divertido. Sus ojos soltaban un brillo tan genuino que no podía imaginármelo como un maleante —, porque tu pareces un niño rico.

—     Lo soy, no lo negare. Mi padre es dueño de la compañía de vinos de Corea — presumí —. Habrás oído de él.

—     No, no en realidad.

—     Debes estar bromeando ¿Qué no tomas nada de alcohol?

—     No.

—     Debes ser muy «sanito» — dije burlándome. El solo sonrió.

—     No me describiría con esa palabra en realidad.

—     Entonces ven conmigo, quiero pasar un buen rato y tú pareces conocer bien el lugar — sonreí —, llévame a un lugar de completa perdición, quiero terminar muerto.

—     Eres muy joven para pensar en la muerte.

—     Es en sentido figurado. No creas todo lo que digo.

—     Sígueme.

Aquello era genial, había conseguido un guía turístico sin pagar un solo centavo, aunque bien me importaba muy poco pagar por uno. Al menos el parecía de confianza. Caminamos a unas tres cuadras del hotel y entonces quedamos frente a un antro llamado «Infernus», lucia exótico y tenía un diablo sosteniendo una margarita. La música era tan estridente que aun fuera se escuchaba; era el lugar perfecto para mí. Tome al chico del brazo y lo hice entrar contra su voluntad. Yo pague las entradas, dentro el ambiente era frentico, cientos de cuerpos bailando al ritmo de la electrónica. Las luces parpadeaban dando efectos sobre todos aquellos que bailaban en la pista. EL olor era entre perfume y tabaco, todo mezclado con sudor.

—    Tienes buen gusto — grite tratando de que me escuchara por encima de la música, pero parecía algo distraído —. Vamos, no me vas a dejar bailar solo.

—    Prefiero buscar un lugar donde sentarme.

—    No seas ridículo — le tome las manos y las alce, moviéndome con mis mejores pasos frente a él.

—    Esto no es lo mío. Ni siquiera se tu nombre.

—    Taemin ¿y tú?

—    Soy Minho — sonrió y yo seguí bailando alocadamente. Todo me parecía agradable junto a él, en cierta forma su seriedad y poco entusiasmo me hacían por dentro sentir una explosión, deseaba impresionarlo.

—    ¿Cuánto llevas viviendo aquí?

—    Casi dos años ¿Te quedaras mucho?

—    Solo las vacaciones de verano, espero que podamos encontrarnos seguido.

Ante mi propuesta asintió, luego de un rato comencé a beber, el calor me tenía casi a punto de desnudarme cuando tuve que ir al baño a refrescarme. Minho me esperaba en una de las butacas frente a la pista, ya estaba cansado de “bailar” conmigo. Me eche un montón de agua en el rostro y luego me seque con una toalla. Un hombre entro al baño y se metió enseguida a uno de los bidets, lo escuche devolver el estómago un par de veces. Luego salió y se enjuago la boca en el lavabo. Lo mire con asco y pareció percatarse, porque en seguida me dirigió una mirada hostil. 

—    ¿Qué miras niñita?

—    ¿Disculpa? — me volví a él enfurecido, me había llamado niñita —, no creo que sepas con quien hablas pedazo de cebo gigante.

—    ¿A quién llamas cebo? — me estrello contra la pared, me tenía sujeto del cuello de la camisa —, será mejor que te disculpes o me voy a enojar.

—    O que miedo, un cerdo piensa golpearme.

—    Te voy a enseñar a respetar.

—    Hazme algo y te arrepentirás toda tu vida — amenace, pero a juzgar por su mirada le importaba muy poco lo que yo dijera. Sentí terror —. No sabes quién soy, mi padre puede hacer que te manden a matar.

—    No me importa quién seas, después de esta noche conocerás el dolor. No importa si alguien me mata, la marca que dejare en ti será algo que ni tu padre ni todo su dinero podrán borrar — me estrello contra el piso y se montó sobre mí —. Suplica perdón.

—    ¡Muévete cerdo asqueroso!

No sabía qué hacer, comenzó a desabrocharse el pantalón ¿planeaba violarme?, el pánico me lleno la cabeza impidiéndome buscar una salida, no podía, era un hombre. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin control.  Sentía algo abultado bajo el pantalón del hombre, quise gritar pero la voz se me ahogaba. Cerré los ojos, resignado a esperar que todo pasara, él tenía razón, lo que me hiciera esa noche me marcaria la vida entera. Su peso se desvaneció, abrí los ojos y vi a Minho golpeando frenéticamente al sujeto. Ya todos comenzaban a abultarse dentro del baño para mirar la pelea cuando lo más horrible pasó; alguien había disparado, todos corrían despavoridos fuera del local. Minho estaba sangrando del costado, se me nublo la vista y lo siguiente que sentí fue un golpe en la cabeza.

—Maldita sea… — susurre levantándome de una cama. Mire a mi alrededor ¿Qué había pasado?, estaba en el hospital. Recordaba haber entrado al Infernus y luego… ¡Minho! ¿Dónde estaba?

Marque el indicador de enfermera frenéticamente, una chica entro y se acercó a la camilla.

—    ¿Necesita algo?

—    Si, señorita, por favor dígame ¿Qué paso anoche? — estaba intranquilo, recordaba la pelea, la sangre ¿Y si él había muerto?, seria culpa mía.

—    Recibiste un golpe con una carcha, te fisuraron el cráneo pero no hay nada más. Tu acompañante entro en cirugía a las dos de la madrugada, salió del quirófano a medio día. Aun no despierta.

—    Quiero verlo.

—    No creo que sea posible, el aun esta en recuperación.

—    Quiero verlo — volví a decir, esta vez más hostil. Tenía los nervios a flor de piel y lo último que quería era que me negaran verlo —, si me vuelves a decir que no hare que te despidan.

—    Está bien — bajo la mirada con angustia.

Al poco rato llego con una silla de ruedas y me ayudo a subirme, aun no podía caminar bien, todo me daba vueltas. La habitación de Minho era la 1320, estaba acostado en una camilla que lo conectaba a varias máquinas. Pedí a la enfermera que me diera algo de privacidad y enseguida salió. Mire a Minho, aún conservaba esa expresión de tranquilidad y amabilidad. Me acerque con la silla y tome su mano, las lágrimas cayeron por si solas mientras sollozaba, me sentía tan culpable por ello. No era el quien debía estar en esa cama sino yo, yo había comenzado el pleito y él había pagado las consecuencias. Él era diferente a mí, una persona tan pura y yo lo había mandado a una camilla de hospital, él me había ofrecido su amistas y yo había dejado que le dispararan.

—    Lo siento tanto… es mi culpa que estés así — el reloj marcaba las seis y media de la tarde —, perdóname.

—    ¿Taemin? — mascullo y lo escuche respirar con algo de dificultad —. Estas bien…

—    Minho — exclame y me levante de la silla, sentí un fuerte mareo pero me aferre a la camilla —, ¿Cómo te sientes?

—    Estoy bien —tocio ásperamente y levanto su mano para acariciarme el cabello —. Lamento haberte dejado solo, si no lo hubiera hecho esto no hubiera pasado.

—    No, soy yo quien te llevo a ese lugar — acaricie su mano y apreté los labios —, tu no querías ir y te obligue. Yo inicie la pelea y tú saliste herido.

—    Me alegra que no te hicieran nada.

—    Pero tu estas herido — bese sus nudillos —, me siento tan mal…

—    Tranquilo — susurro con esos gruesos labios que hacían suplicar a los míos, la atracción que sentía por él, la preocupación, sus palabras; me enloquecían —. Todo va a estar bien.

—    Yo quiero que estés bien — chille y sin pensar un minuto más lo bese. No sabía que reacción le provocaría pero tenía el corazón hecho pedazos. El correspondió mi beso, sentía que la piel me ardía y que tenía el corazón en la mano. Instintivamente me subí a la camilla, teniendo cuidado de no tocar su costado izquierdo. Sus manos se movían hábilmente por todo mi cuerpo. El frenesí con el que lo besaba era el mismo con el que me correspondía mientras mi bata se dejaba caer por mis hombros.

—    Debemos… parar… — susurro, pero yo no entendía de razón. Mi deseo había aumentado un 200 por ciento, ya no tenía control de mí mismo y el tampoco parecía tener mucho, solo lograba articular algunas palabras que después se perdían con el sonido de mis suspiros. Él ya estaba con la bata abierta cuando escuche el perno de la puerta girar. Prácticamente caí de la cama con la bata medio abierta y apenas llegue a la silla cuando la puerta se abrió.

—    ¿Papá?  — me sorprendió verlo ahí, pero si buscaba una explicación, lo más razonable era que la enfermera le hubiera dicho dónde estaba.

—    Te estaba buscando — miro a la camilla y luego me miro inquisidora mente, yo acomode mi bata. Mi padre estaba al tanto de mis preferencias sexuales, pero eso no significaba que las aprobara y menos en un hospital —. Disculpa el estrago que mi hijo te ha hecho pasar. Ya me he hecho cargo de las cuentas, no debes pagar nada por tu cirugía o estancia en el hospital.

—    Gracias señor — Minho tenía la cara encendida de vergüenza. Se veía tan lindo que apenas podía controlarme de verlo —. Lamento ser una molestia.

—    La molestia no eres tú, créeme — sonrió —. Taemin regresa a tu habitación, déjame a solas con este joven.

—    ¿Disculpa? — lo mire con furia, no quería apartarme de Minho —. ¿Qué es tan importante para que tengan que discutirlo a solas?

—    Sáquenlo — pidió a unos enfermeros. Yo me retorcí cual gusano tratando de librarme, ¿Por qué quería estar a solas con mi Minho?, si ahora era mío, mío y de nadie más. Y no dejaría que nadie, ni siquiera mi padre me separara de él.

Esa noche no me dejaron salir de mi habitación, mi padre la había mandado a cerrar con llave y habían dicho que al día siguiente me darían de alta. Minho tendría que pasar más que un par de horas ahí, por la delicada cirugía a la que había sido sometido (por mi culpa), estaría un par de días más.

La enfermera dejo una camisa y un pantalón sobre la cama cuando salí de bañar, los tome e inmediatamente me fui al cuarto de Minho, él estaba anotando algo en una libreta que en seguida guardo cuando entre. Sonrió al verme, me encantaba esa sonrisa, acaricie su mano y bese sus nudillos, estaba tan frio y pálido. Di un beso rápido a sus labios, quería ver su reacción, se sonrojo y bajo la mirada, mirándome de reojo. Era tan adorable, esta vez volví a besarlo acariciando su mejilla y luego su cuello. Debía controlarme, no permitiría que nadie volviera a encontrarnos en una escena como la del día anterior.

Las semanas siguientes Minho no salió del hospital, yo iba a verlo diario y aunque ante mis ojos veía mejoría los médicos decían lo contrario. Era imposible que el disparo le produjera tan grave impacto en el cuerpo, para mí era simplemente ilógico. Tras casi un mes de tratamiento mi padre lo traslado a una cabaña cerca de la playa, yo me fui junto con él. Le había dicho a mi padre que lo atendería cuidadosamente y que no me separaría de él hasta verlo mejorar. Yo veía a mi padre acceder en todo, no sabía si sentir alivio o terror. Sentía que estaba siendo excluido de algo importante, pero no sabía a quién preguntar, ni siquiera sabía que preguntar.

—    ¿Cómo te sientes? — pregunte una vez que acabaron la instalación en la cabaña. Él se veía un poco mejor, ya podía levantarse de la cama pero lo veía más delgado.

—    Estoy bien, solo… admiraba el atardecer — estaba parado frente a la ventana.

—    Minho… — tome su mano —, quiero que sepas que nunca te voy a dejar solo.  Estaré siempre a tu lado.

—    Te quiero Taemin — me abrazo pero se le quebró la voz ¿Por qué? ¿Por qué sentía anta tristeza en sus palabras? —, gracias por estar conmigo.

—    ¿Por qué siento que me ocultas algo? — susurre sobre su pecho —, ¿no confías en mí? — no respondió, solo se limitó a abrazarme con más fuerza.

Pasada la cena él ya estaba en el cuarto. Compartíamos una cama matrimonial, yo entre en boxers debido al calor que sentía, él se sonrojo al verme, me senté a su lado y lo vi guardar su siempre fiel libreta. Acaricio mi cabello y beso mi frente, yo busque sus labios y me senté sobre su regazo abriendo las piernas para rodear su cintura. Lo bese con dulzura mientras sus manos acariciaba suavemente el borde del elástico de mi ropa interior, enlazo sus dedos con mi cabello. La temperatura de mi cuerpo subía mientras me llenaba una oleada de calor, su tacto era como una corriente que me electrizaba cada molécula. Lo amaba, más que a nada en mi vida. Él era tan importante que no creía poder vivir un día sin él. Me recostó sobre la cama y se quitó la pijama, me miraba con tanta ternura y amor que sentí una lagrima resbalar por mi mejilla. El aparto un mecho de mi cabello y lo coloco detrás de mí mejilla.

El sudor perlaba mi frente mientras sus labios recorrían mi cuerpo, me acariciaba como si sus manos estuvieran hechas para moldear cada fibra de mí. Me sentía como un muñeco de delicada porcelana, todo el amor que me transmitía con cada caricia. Y sus besos que me enloquecían, que me quemaban, y sus lágrimas… ¿lagrimas?

—    ¿Minho? — habíamos hecho el amor y el ahora lloraba, yo abrazaba su pecho.

—    Te amo Taemin. Te amo tanto.

—    Y yo te amo a ti.

Durante la noche no dijo nada más y poco después dormimos profundamente.

Las semanas siguiente yo ya no soportaba, cada noche lo mismo, Minho me hacia el amor y terminaba llorando ¿Por qué?, me mortificaba y me daba inseguridad ¿No me quería? ¿Había alguien más?, las preguntas atormentaban mi mente mientras con el paso del tiempo lo veía empeorar. Cada vez más delgado, cada vez comía menos. Él estaba enfermo y no iba a decirme de que.

Mis padres ya habían regresado a Seúl y yo no planeaba volver, al menos no en aquel momento. Visite el hospital donde nos habían atendido y pedí el historial médico de Minho. Tenía varias citas programadas para los últimos dos meses en que habíamos vivido juntos. No había asistido a ninguna. Su medio era Park Yoochun, pedí hablar con él.

—    Buenas tardes ¿en qué puedo ayudarlo? — me pregunto en cuanto entre al consultorio. Era un hombre apuesto, alto y de cabello oscuro, llevaba gafas de marco grueso y se veía joven.

—    Soy… un amigo de su paciente Choi Minho.

—    Oh, el joven Minho, si — su mirada mostro preocupación —, el no vino a sus sesiones de tratamiento. No es algo habitual en él pero ¿sabe que pudo pasarle?  

—    ¿Tratamiento? ¿Para qué?

—    ¿No se lo dijo? — se rasco la barbilla —, bueno el suele ser reservado, quizá no deba decirle. Estaría traicionando la confidencialidad de doctor paciente.

—    ¡Soy su pareja! — exclame —, él está muy enfermo y no me quiere decir de qué. No sé qué hacer, últimamente lo veo más delgado, esta tan mal…

—    Está muriendo — dijo apenas audible.

—    ¿Qué?

—    Su fase ya es terminal, tiene tuberculosis — no me miraba a los ojos. Sentí una explosión por dentro —. Me sorprendió que durara tanto tiempo más, por eso le hice las citas. La última vez que lo vi su enfermedad ya le había acabado los órganos por dentro, fue antes de la cirugía.

—    ¿Qué quiere decir?

—    Antes de la cirugía nosotros lo habíamos desahuciado, calculamos que no viviría ni un mes más. Al ser yo el que lo atendiera en el quirófano dude de operarlo pensando que no lo soportaría, pero él se aferró a la vida. Tenía un motivo para vivir, pero la enfermedad ya lo ha desgastado demasiado. Él debe venir.

—    ¿El morirá?

—    Eso es indiscutible.

Salí del hospital temblando, no podía ni sostenerme en pie. Minho, mi Minho iba a morir, no, no podía, no me podía dejar solo. Tome un taxi, sentía algo en mi corazón, algo no andaba bien, Minho no estaba bien, pedí que me esperara fuera de la casa y al entrar encontré el piso manchado de sangre, corrí a la cocina y ahí está hecho bola tosiendo ásperamente un montón de sangre.

—    ¡Minho! — rápidamente lo cargue, era más pesado de lo que soportaba, pero no importaba, no lo dejaría morir, no ahí. Cuando el taxista me vio inmediatamente corrió a ayudarme. Lo metimos con cuidado en la parte de atrás y luego nos dirigimos al hospital. En el camino llame al médico Yoochun y  cuando llegamos ya nos esperaba una camilla —, él está muy mal — dije sollozando —, lo encontré bañado en sangre en el piso de la cocina — exageraba, lo sabía pero no estaba en mi juicio por completo y verlo así me tenía con los nervios a flor de piel, a él se le estaba yendo la vida y yo no podía hacer nada.

Recuerdo como su mano me sujeto antes de entrar al hospital. Recuerdo ese beso que le di antes de que me lo arrebataran, antes de que mi mundo perdiera su brillo y se sumiera en un dolor tan agudo, tan fuerte y profundo que apenas logre salir de él. Habían pasado ocho años de eso y yo aún lo recordaba. Minho no había pasado la noche, el funeral había sido lo peor, mi padre lo había sabido desde que lo internaron. Lo odie por no decírmelo, deje la compañía y trabaje para pagar mis estudios, ahora era médico cirujano, trataba pacientes con la misma enfermedad de Minho y aunque sabía que no podría hacer que vivieran para siempre, al menos trataba de prolongar un poco su vida. A veces suelo preguntarme ¿Cómo habría sido mi vida si él no hubiera entrado en ella? ¿Seguiría siendo igual o no?  

—     Doctor, lo buscan — me dijo la enfermera.

—     Que pase — estaba revisando un expediente de una mujer en etapa terminal.

La puerta se abrió, escuche los pasos llegar hasta mi escritorio y vi la silueta de un hombre sentarse de frente. Levante la mirada del expediente y luego se me resbalo de las manos.

—    Hola, Taemin.

Notas finales:

Sin comentarios, no sé, solo puedo decir que me pase medio Fic llorando, estaba triste al escribir... solo dire que transmiti mis emociones u.u

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