EPILOGO
<< Hace mucho tiempo el Sol los contuvo, pero después de permanecer demasiado tiempo en las sombras lograron evolucionar a una raza más poderosa, sedientos de sangre. >>
Primero destruyeron nuestras ciudades, nuestras familias, nuestras esperanzas, lentamente fueron apoderándose de toda a su paso y se hicieron con el poder que alguna vez creímos fue nuestro. Condenados a vagar en terreno perdido, los humanos fueron desplazados por dos razas completamente poderosas.
Aun recuerdo las viejas anécdotas del abuelo, diciendo; “Alguna vez fuimos libres, y veíamos el Sol como el objeto más bello del mundo, no como un ARMA”
A pesar del enorme esfuerzo de la humanidad por sobrevivir, ellos eran más fuertes y tenían habilidades increíbles; super fuerza, regeneración, sentidos agudos e inmortalidad.
Después de 130 años huyendo, e intentando destruirlos, por fin nos han derrotado. Ante toda la masacre de mis amigos, hermanos y compañeros, puedo decir que esto no significa que nos hemos rendido, solo tomaremos un descanso>>
Abrí los ojos, sintiendo un dolor punzante a un costado de mi cadera, llevando mi mano hasta el lugar pude sentir como un objeto de metal estaba incrustado dentro. Lo tome y jale de él, sacándolo de mi cuerpo, el dolor disminuyo. Rasgue un pedazo de tela de mi camisa e hice presión en la zona afectada.
Mire a mí alrededor, ¿Qué pasaba? ¿Dónde estaba? Había demasiada sangre y el aroma a humo en mi ropa.
“LA EMBOSCADA” “TRENT NOS ENTREGO”
Los recuerdos volvieron a mí, como imágenes fugaces.
Habíamos ido a la ciudad, por alimentos. Todo había ido bien, sin ningún problema. Hasta que… tres autos negros y 2 motocicletas aparecieron de la nada cuando íbamos de regreso. Tratamos de perderlos, pero luego aparecieron esos tipos “Fledermaus” (Murciélago en Alemán) que nos llevaron hasta donde terminaba la carretera y terminamos dentro del bosque de los Azules.
No tuvimos oportunidad contra ellos en territorio salvaje, nos superaban en número y eran más fuertes. Rápidamente cada uno de mis compañeros había sido asesinado, masacrado brutalmente frente a mis ojos. Mientras veía como Trent bajaba su arma y reverenciaba a uno de los sujetos, colocándole un collar en el cuello.
Siempre había sabido que Trent no era alguien de confianza, siempre haciendo tonterías y molestando a la gente, pero jamás lo creí un traidor. Lo único que pude hacer en ese entonces fue pensar en la Colonia, debía advertirles si Trent les había dado la ubicación de su paradero. Presionando el botón rojo que estaba oculto en mi reloj, la señal fue enviada en segundos.
Varios de los sujetos, no, VAMPIROS vieron mi movimiento y se apresuraron a llegar hasta donde estaba yo, blandiendo mi delgada y larga arma, logre derribar a los 4 rebanándoles desde la garganta al mentón. Cortando su cabeza que salía volando al sufrir la ira de mi espada.
Todo mi grupo comenzó a disminuir en número, podía escuchar los alaridos de dolor por parte de algunos que estaban siendo masacrados, trate de correr a su auxilio, pero dos figuras me tomaron de los brazos, desarmándome. Quede inmóvil, la presión que ejercían sobre mis brazos era insoportable, casi podía sentir mis huesos salirse de lugar, mientras el musculo era estrujado con gran presión.
Chille de dolor, cosa que los hizo reír de euforia, así que mordí mi labio para acallarlo, no escucharían quejidos míos. No les daría ese placer. Tome el borde de la chaqueta que traía puesta y presione el botón debajo de esta, una enorme llamarada les flameo el rostro a los tipos que me sujetaban, soltándome de su agarre comenzaron a frotarse la cara intentando apagar el fuego.
Tome la espada del suelo, agitándola en el aire, corte a ambas criaturas por la cintura. La sangre salpico parte de mi ropa y los cuerpos quedaron en el suelo, manando el líquido carmesí. Los ruidos guturales se hicieron oír detrás de mí.
Una fila enorme de más de esas cosas comenzó a acercarse, no podía con todos ellos, tal vez con unos 5 o 6, pero eran más de 15 y seguían saliendo más de entre las sombras del bosque. Rebuscando entre mi cabeza una solución, el pequeño destello de un objeto apareció; LA BOLA DISCO. Un invento mío que aun seguía siendo prototipo y que nadie más tenía. Lleve mi mano al cinturón que llevaba puesto, algunos envases con líquidos de gas pimienta y humo instantáneo, la pequeña pelotita apareció entre mis manos. La desenganche y presione haciendo un movimiento en O, activando el dispositivo por medio táctil.
Lance la pequeña esfera dentro de su pequeño círculo, cuando el pitido sonó no me dio tiempo de protegerme, pequeñas luces de colores salieron disparadas por todos lados y los sujetos comenzaron a desaparecer cuando estas los tocaban y los volvían cenizas.
El estallido dejo mis sentidos perdidos, solo escuchaba un zumbido en mis oídos y pequeños destellos cada vez que abría los ojos. Dejándome caer sobre el húmedo y barroso suelo, deje que mi cuerpo volviera a tener un segundo aire, podía sentir un dolor en mi pecho, varias de las luces me habían quemado y estaba herido, la sangre saliendo empapaba mi ropa.
La Bola Disco tenía varios mecanismos, pero hacerla más fuerte, incluso que lastimara un humano era un riesgo si estabas cerca, y una ventaja mayor en caso de ser acorralado por un gran número de COSAS.
Sintiendo mis ojos cerrarse, la escena se desvaneció y la luz de la luna me acaricio gentilmente, clamando por mí al mundo de los sueños.
Así que todo eso había pasado, revise mi pecho, no había marca de quemadura, ni dolor agudo, más que el de mi cadera, que empezaba a hacerse menos. Jamás había cuestionado mi naturaleza humana, pero siempre me había considerado DIFERENTE a los demás, mi abuelo me llamaba especial. La herida se cerró y el dolor se esfumo.
Apoyándome en el frondoso árbol, logre ponerme de pie. Mis ojos se dirigieron hacia donde se veía lo que era una escena devastadora. Los cuerpos de todos mis compañeros en el suelo, partidos por la mitad o destrozados en pedazos. Su sangre pintando el paisaje de un campo que alguna vez se había visto inmaculado más que por el color verdoso de la flora silvestre.
El sonido de voces y pasos entre las hierbas me hizo reaccionar y esconderme, no era momento para llorar por los compañeros caídos, aunque siempre permanecerían en mi mente, en mis recuerdos.
- ¿quiero saber que paso aquí?
- Fue… tratamos de atrapar a unos rebeldes, pero nos atacaron.
- ¿se defendieron querrás decir?
- …
- ¿Qué más?
- Habíamos neutralizado a casi todos, cuando…
- ¿cuándo qué? Quiero toda la información, nada de juegos de palabras. Claro y conciso.
- Uno de ellos tenía unos artefactos extraños. Mato a 4 de nuestros compañeros de una sola tajada con su espada.
- ¿lo dices en serio?
- Sí. Al parecer fue el que los alerto de que habían sido traicionados y que teníamos su ubicación.
- ¿lograron rastrear la señal?
- No. El aparato y el chico desaparecieron después de la explosión de una misteriosa granada que el traía consigo.
- ¿Qué tipo de granada?
- Aun no lo sabemos, pero el artefacto disparaba pequeñas bengalas. Estaban modificadas para funcionar como luz artificial.
- ¿alguna idea de donde pueda estar?
- Los que sobrevivieron dijeron que fue herido por su propia arma y que lo perdieron de vista después de que se metió en el bosque.
- Envíen un equipo de búsqueda. Si sobrevivió quiero algunas respuestas. Su pequeña resistencia debe caer.
- Sí, señor McGraw. Por cierto, el doctor Bateman quería hablar con usted.
- Diablos. ¿te dijo sobre que en especial?
- No, señor. Es un tema que debe ser atendido rápidamente, máxima prioridad, dijo.
- Entiendo. Llámelo y dígale que me contactare con él, tan pronto lleguemos a la ciudad. Estoy en una misión de reconocimiento.
- Sí, señor. Permiso. – dijo, alejándose del lugar por lo que oí en sus pasos desapareciendo más y más.
Por el rabillo, aferrándome a la corteza del árbol, le di una pequeña mirada al sujeto. Era un sujeto alto, con un cabello castaño y vestía ropa oscura, una camiseta sin mangas y un pantalón con demasiados bolsillos y cierres. Se agacho, doblando su rodilla contra el suelo, sus ojos fijos en el terreno, como si tratara de buscar alguna pista. Inhalando profundamente sus aletas se expandieron, dejando entrar el aroma del aire, sus ojos se abrieron de golpe y la tonalidad del verde esmeralda en ellos desapareció, volviéndose más claro.
Camino a través del lugar, deambulando, parecía más un sabueso siguiendo el… el rastro. Maldición, mi aroma. Lo había olvidado completamente. Intentando no hacer ruido alguno, fui retrocediendo lentamente, queriendo pasar inadvertido.
El ruido de una ramita siendo rota detrás de mí me hizo sobresaltar, dándome cuenta que solo había sido una rama cayendo. Suspire, sin darme cuenta donde estaba pisando resbale y caí a un pequeño charco. Al igual que caí me levante, saliendo en una huida a paso veloz, lo único que pude ver antes de correr había sido la divertida sonrisa del Buscador mientras comenzaba a correr tras de mí. Podía sentir sus movimientos sobre las copas de los árboles, balanceándose de uno a otro. Era más veloz que yo, pero no más listo, eso podía asegurarlo.
Adentrándome más en el bosque, el terreno se tornó más inestable y lleno de baches, casi había jurado de no ser por que continuaba corriendo me había dislocado algo. Los helechos se hacían más grandes y las ramas se atravesaban en mi camino, obstáculos y más obstáculos.
Iba corriendo a mas no poder, cuando una de las largas y tramposas raíces de uno de los arboles atrapo mi pie derecho. Haciéndome caer fuertemente contra el lodo.
El golpe me dolió demasiado porque fue seco, sacando el aire de mis pulmones, el dolor en mi estómago índico que había chocado contra algo sólido: una raíz enterrada, solo dejando ver una pequeña parte de ella. Me levante del suelo, sacudiéndome la suciedad de encima. Una risa grave me hizo girarme, desde la copa de uno de los arboles el sujeto se sujetaba con una sola mano, balanceándose como un mono.
- Te tengo bocadillo. – salto, como si fuera una pantera, enseñando las garras y colmillos.
- ¿quieres un bocadillo? Deberías probar primero las bolas de fuego, ese es el aperitivo. – dije dándome la vuelta, justo cuando este saltaba sobre mí, presione el botón de la chaqueta y una enorme bola de fuego salió disparada, entrando dentro de su boca, haciéndolo perder el equilibrio, cayó al suelo. Humo y sangre salían de su cavidad bucal, mientras se retorcía de dolor, aprovechando la situación continúe corriendo, sin mirar atrás.
Pasaron varios minutos para que pudiera ver algo más que pura naturaleza, había una zona donde terminaba la larga hilera de árboles y la luz del sol dominaba el terreno. Dando zancadas logre salir del lugar, recibiendo los rayos de sol en mi cara, podía sentir el aire de la carretera y la calidez del terreno seco quemando mis mejillas.
Me di la vuelta, tomando la espada entre mis manos, logre bloquear el ataque del sujeto detrás de mí. Ambas armas chocaron, haciendo un ruido metálico. El sujeto era un Fledermaus, y sostenía una larga vara de metal, de la que soltaban pequeñas chispas.
- No podrás electrocutarme con esa cosa.
- No será necesario.
- ¿Qué? – su mirada fue detrás de mí, un sujeto más apareció y antes de reaccionar sentí como clavaban algo en mi hombro, haciéndome espabilar ante el impulso eléctrico en mi cuerpo. Solté mi arma y caí al suelo, aun sacudiéndome.
- Lo tenemos. Estamos en la zona de la segunda entrada, a un lado del bosque de los Azules. – dijo el segundo sujeto por el comunicador, guardando el pequeño taser en su bolsillo.
- Entendido. Ya hay algunos miembros cerca del área, se encontraran con el doctor Bateman y algunos otros miembros enseguida.
- ¿la zona está limpia?
- McGraw no aparece, ¿alguna idea?
- No.
- Bien. Nos vemos en 3 minutos. ¿el objetivo ha sido neutralizado?
- Como lo ordenaron.
- Comprendido. Fuera.
- Fuera.
A pesar de estar inmóvil, aun podía verlos, sin decir ninguna palabra, me quede en el suelo como una piedra. El primer sujeto me levanto del suelo, aun no podía mover mi cuerpo así que no proteste, tomando mis muñecas las ato juntas con una pequeña cinta y luego fueron mis tobillos. No se molestó en poner una mordaza en mi boca, puesto que no podía decir palabra alguna de que serviría.
Dos vehículos llegaron hasta donde estábamos, al igual que unas motos se les unieron, trate de zafarme, pero era imposible sin que mi cuerpo se engarrotara como si estuviera congelado.
- Bien hecho chicos. Ahora, veamos al nuevo. – dijo un sujeto de cabello rizado y color amarillo limón, y con un traje de color purpura, mientras se acercaba hacia donde estaba yo. - ¿Cómo se llama?
- Aún no hemos iniciado el interrogatorio.
- ¿Por qué?
- Nuestras órdenes fueron capturar y neutralizar al objetivo.
- Ya veo. A ver, jovencito, levántate y dime tu nombre.
- … - no respondí, dejando la cabeza gacha mirando mis pies.
- ¿porque no me contesta?
- ¿Amo? – la familiaridad de la voz me hizo levantar la vista, era Trent.
- ¿te dije que podías hablar mascota? – frunciéndole el ceño, podía sentir la autoridad que le concedía el humano al vampiro.
- Yo… lo conozco. – dijo tímidamente, esperando ser abofeteado o golpeado por hablar sin su permiso, pero esto no paso.
- ¿entonces sabes quién es?
- Sí. Se llama Jasón.
- ¿y porque no me contesta?
- Él… no lo hará. Pero no lo lastimes, podemos necesitarlo.
- Silencio. Si él no me responde entonces no puede sernos de utilidad. Ahora tu – señalando con su largo y huesudo dedo hacia mi - ¿Cómo te llamas humano?
- ¿Por qué debería decírtelo?
- Así que puedes hablar, que bien. Me gusta tu voz y tienes una cara muy linda. Tal vez tenga espacio para un espécimen salvaje como tú en mi modesto establecimiento del entretenimiento.
- Quita tus sucias manos de mi vista. – sacudiendo mi cuerpo en protesta, los perros guardianes me sujetaron mas fuerte y me sometieron.
- Me gusta. Sujétenlo bien y avísenle al doctor Bateman que me lo quedo.
- Pero señor Dale, tenemos ordenes de…
- ¿de qué? Te he dado una nueva orden, obedécela.
- Sí, señor.
Unos hombres me tomaron de las manos de los Fledermaus que me sostenían y comenzaron a arrastrarme hasta el vehículo del sujeto, de sobrenombre “Señor Limón” puesto por mí. Trent apareció a un lado del vehículo, dirigiéndome una tonta sonrisa, que solo hizo hervir mis ganas de golpearlo hasta dejarlo inconsciente.
- Bienvenido hermano. – acercándose a mí, con los brazos extendidos en una abrazo.
- No me toques infeliz, eres un traidor. – dije apartando su mano lejos de mí.
- SILENCIO. ¿Qué pasa aquí?
- El no hizo nada.
- No te pregunte a ti. ¿Cómo te atreves a levantar la voz a mi mascota?
- ¿así que en eso te has convertido? Una mascota. De un chupasangre de ceja depilada. – una bofetada en el rostro me hizo callar, sintiendo el dolor palpitante en la mejilla.
- Quería conservarte y evitarte todo ese sufrimiento, pero veo que no eres agradecido. Espero que te destrocen. Me asegurare de que abran lentamente cada parte de tu cuerpo, y que no te pongan nada de anestesia para que sientas cada segundo el dolor.
- Eso suena estupendo.
- Oh, ya lo veras.
- Prefiero eso antes que estar de mascota. Dime ¿eso te hace sentir más importante? ¿es para ocultar un complejo de inferioridad?
- Insolente. Eres un maldito humano sin educación, por eso mismo están al borde de su extinción. Deberían ser como tu amigo.
- ¿y someter nuestra voluntad a ustedes? Jamás. Te crees superior, pero no lo eres. Amenazas, torturas y matas a gente inocente, ¿en dónde está la educación a todo eso? ¿Cómo le llamarías entonces?
- … - no respondió, viéndose confundido, una sonrisa de victoria se dibujó en mi rostro.
- Se le llama barbarismo.
- Te equivocas, es selección natural. El más fuerte se come al más débil – dijo una voz, el sujeto entro en el lugar, vistiendo una bata blanca, con una peinado a la mitad, y unos lentes que dejaban ver unos ojos grisáceos, que podían ser pasados por plateados.
- ¿y ustedes son los más fuertes? – pregunte, con un tono de repudio.
- Eso parece. Nosotros evolucionamos y logramos volvernos los más fuertes en la cadena alimenticia. ¿o me equivoco? – en eso tenía razón, por eso mismo habían logrado apoderarse de nuestras ciudades y hogares.
- … - no podía responder a ello, solo hice una mueca, desviando la mirada hacia otro lado.
- Señor, este tipo esta armado hasta los dientes. Bombas de humo, de gas, la chaqueta está conectada a un pequeño tanque portátil de gas. Y su espada, es algo difícil de creer que esta cosa haya matado a tantos de los nuestros. – uno de los que se encontraban revisando mis cosas, no me había dado cuenta al momento en el que me habían despojado de ellas. Solo vestía un pantalón de mezclilla y una camisa de color café.
- No te fijes en el peso y la forma, el que la utiliza es el que importa. Eres toda una caja de sorpresas, ¿Quién te enseño a usar la espada?
- … - no respondí, desafiándole con la mirada.
- RESPONDELE AL DOCTOR. – un tipo se adelantó, levantando su mano en señal de golpearme, pero el doctor lo detuvo.
- Déjenlo, sino quiere hablar ahora está bien. Cuando estemos en casa querrás haber tenido esa opción.
- ¿me torturara doctor? ¿a eso se refiere? – el tono gracioso en el no pudo ser ignorado, puesto que todos comenzaron a murmurar.
- Yo no usaría el termino tortura, sino más bien “te daré un incentivo para hacerte hablar”
- Que tiene que ver con usar la fuerza.
- Si gustas verlo de esa forma más bárbara. Descuide te divertirás, todos lo hacen… - pronuncio al final la última oración casi susurrándola para sí mismo, pero de igual manera había podido escucharla.
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Ambos vampiros se alejaron del humano, caminando al lado del otro, era difícil crees que semejantes sujetos fueran amigos cercanos siendo completamente diferentes, tanto dentro como por fuera. Mientras continuaban la caminata hacia el vehículo que los transportaría, Thomas se atrevió a romper el silencio.
- ¿te lo llevaras al laboratorio?
- Quiero saber algo.
- ¿Qué cosa? Solo ábrelo y ya.
- Según el reporte de los sobrevivientes, recibió varios ataques e incluso fue herido por su propia arma.
- ¿y qué?
- ¿y qué? ¿viste alguna herida o marca en su cuerpo?
- …
- No. Solo la ropa llena de agujeros y bañada de sangre.
- ¿crees que…?
- No creo. Habría muerto horas atrás. Creo que es algo más… diferente.
- Doctor Bateman, Señor Dale, estamos listos para irnos. - llamo su atención uno de los oficiales que hasta entonces había estado al pendiente de ellos.
- Ahora vamos.
- Espero que tengas razón.
- Descuida, incluso si me equivoco, sabemos cuál será su destino.
- “El Carnaval” siempre tiene sus puertas abiertas para nuevos especímenes.
- Eso he oído. Hare algunas pruebas y luego veremos que será de él.
Ambos sonrieron, mirando en dirección hacia donde el humano protestaba mientras lo metían dentro del enorme vehículo blindado. Su voz apagándose al ingresar tras las gruesas paredes.