Capítulo 1
Iba desacelerando su paso, cada vez más y más, dejando que los senpais se adelantaran. Tomó la manga de la chaqueta de su compañero, quien se detuvo en seco al sentir el suave tirón.
- Kagami-kun, - le llamó en tono tranquilo, aunque sentía su lengua entumecida, podía sentir su corazón latiendo a mil por hora. Lo iba a hacer, no lo dejaría para después. Era ahora o nunca. Lo sabía muy bien.
- ¿Qué pasa? – el pelirrojo se extrañó al ver a su compañero en esa nueva actitud, a pesar de haber ganado él no había dicho nada más después de dejar la cancha y apenas le había mirado unas cuantas veces. Sabía que estaba nervioso por los partidos siguientes, pero ¿tanto así? Antes de decir algo más, el más bajo se adelantó.
- Creo que deberías ir con Himuro-san… - su voz se perdió, lo que había salido de sus labios eran palabras dolorosas, pero no podía darse marcha atrás.
- ¿Qué? ¿Por qué estas…? – detuvo sus palabras al ver como se hunde en sus hombros, su expresión se contrae en algo indescifrable, pero rápidamente vuelve a su normalidad con esa cara tan neutral.
- Es tu deber, ¿no?
- Kuroko…
- Kagami-kun, las cosas no cambiaran entre nosotros, seguiremos siendo amigos y todo eso, pero… - apretó las manos en puños, tensando su mandíbula, tenía que decirlo.
- Pero… - Kagami lo animó a continuar al verlo todo helado, dubitativo de qué decir.
- Si somos honestos con nosotros mismos, podemos decirnos que yo no soy quien ocupa un lugar en tu corazón. No como lo hace Himuro, ¿verdad? – sus manos fueron hacia donde estaba la tela de sus pantalones y apretó suavemente, conteniendo sus emociones. Kagami no supo que decir, simplemente se quedó perplejo, mudo, ¿Kuroko acababa de decir…?
- Eso no es…
- Por eso quiero que vayas. Arreglen las cosas entre ustedes dos – es en ese momento en que mete la mano dentro de su bolsillo, rebuscando con su tacto hasta que da con el objeto en cuestión. Lo aprieta, aunque sabe que es solo un objeto, el sentimiento puesto en él lo rechaza, es como kriptonita para él, un recuerdo infinito de un pasado que él no puede rehacer. Extendiendo su mano hacia Kagami, este se queda mirando su mano vuelta un puño, y la abra, dejando ver una argolla de metal. Incapaz de levantar la mirada, ahora sus ojos completamente exhortos en el aro de metal que está sujeto a una cadena, la cual ha llevado muchos años. ¿De verdad estaba diciendo eso Kuroko?
- ¿Por qué? ¿No sería mejor dejar así las cosas? Que rompiera todo lazo con él, así tú y yo…
- No. Debes ir con él.
- Kuroko, yo no…
- Sino vas, entonces no eres el Kagami-kun del que me enamoré. El Kagami-kun que yo amo no huye de sus problemas, pelea hasta el final, incluso sabiendo que todo está perdido, él me hace creer que hay esperanza en seguir adelante. Y nunca se excusaría de una manera tan tonta. – su voz se ha elevado, sabe que debe controlarse, pero no puede hacerlo, sino no lo dice Kagami-kun jamás se quitara esa piedra del corazón. Tiene que ser duro, directo, aunque eso le rompa internamente. – Yo… admito mi derrota. Lo intenté tan fuerte; ganarme tu corazón Kagami-kun, y creí que podía, pero al final de todo, fue un esfuerzo inútil. – el pelirrojo trató de decir algo, acercándose un poco, pero su compañero retrocedió un paso, colocando su mano entre ambos, aun sostiene el anillo.
Traga en seco, respirando una vez más. Esta vez, cuando levanta la mirada, las lágrimas que amenazaban con salir no dan seña alguna, su rostro se relaja y muestra una tierna sonrisa, la misma de alguien que soporta el dolor más fuerte por aquel que ama, no quiere herirlo, quiere verlo feliz
- Tranquilo, no es como si estuviera herido o algo así, son cosas de la vida. Siempre seremos amigos, ¿no? – su sonrisa se expande, haciendo verlo más hermoso de lo que es. Kagami aguanta la respiración, incapaz de decir algo correcto, sabe que todo lo que dice es que Kuroko está poniendo un ultimátum, pero deja unos puntos suspensivos, esperando la continuación.
- Kuroko… - no puede decirle que no, tampoco puede hacerse oídos sordos, así que solo queda una opción. Dejarlo pasar, por ahora. Alarga la mano hasta tomar la cadena y el anillo, juguetea con él un poco cuando llega a su gran palma, que en comparación a la de Kuroko es enorme. – Claro que si – responde entrecerrando los ojos.
- Gracias Kagami-kun. Ahora, ve con él. – Kuroko guarda sus manos detrás de su espalda, aunque realmente está impidiendo que sus manos se aferren a Kagami-kun como si su vida dependiera de ello, debe dejarlo ir.
Dolía, dolía mucho. Quería solo llorar y que todo el dolor desapareciera. Pero no podía hacerlo, si se derrumbaba ahora Kagami-kun no se reconciliaría con Himuro-san.
- Lo siento, Kuroko – diciendo esto el pelirrojo comienza a correr por el lagro corredor con dirección a Tatsuya, dándole un vistazo por el hombro, Kuroko sigue de pie, sonriendo y despidiéndose con su mano extendida.
Kuroko tiene razón, Tatsuya es especial para él, y le duele admitirlo, pero es un amor diferente, es un amor fraternal. Con él, con Kuroko, ese amor lo hace hacer cosas locas, vergonzosas y ser cariñoso con él, protegerlo de todo lo que le hace mal.
No es un amor de compañeros de clase, es como si él quisiera que solo lo viera a él, lo obliga a esforzar aún más de lo que ya lo hace, porque sabe, que cuando lo hace bien, o incluso mal, su compañero lo recibirá con una hermosa sonrisa y lo animara a seguir adelante, a luchar por lo que ama. Y Kuroko es lo que él ama.
Pero para poder arreglar su futuro, debe arreglar su pasado.
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Finalmente se ha ido, viendo como su espalda se pierde al correr y doblar a la derecha, suelta un gran y prolongado suspiro, que en lugar de tranquilizarlo produce el efecto contrario. Su rostro se siente caliente, todo su cuerpo en efecto, es como si todas sus emociones comenzaran a salir a flote, fluyendo en cada poro de su piel. Fue doloroso, pero era necesario. Kagami-kun no le pertenece, o al menos eso se trata de convencer, e incluso si así fuera él sabe que no puede crear una barrera entre esos dos. Porque uno es el presente y el otro el pasado, ambos atormentarían a Kagami-kun de alguna manera.
Sin embargo, sabiendo que ha hecho una buena acción, a costa de su mismo, no puede evitar el ardor de las lágrimas en sus ojos. Lleva la mano hacia ellos, un líquido húmedo y cálido comienza a salir, deslizándose por su rostro. Esta vez no quiere ocultar su dolor, no como la vez de Teiko, esta vez siente que puede llorar orgulloso de cada una de sus lágrimas porque lo ha intentado hasta el final. No llorara en silencio, no se esconderá.
Baja la mirada, soltando una risa tonta, que pronto comienza a convertirse en llanto. Cubre su boca con su mano, pero los sollozos son más repetitivos. Las lágrimas están cayendo más y más, pintando el piso en pequeños puntillos, como si se tratase de la misma lluvia. Finalmente se desploma en el suelo cayendo sobre sus rodillas. El dolor fluye a través de todo su cuerpo, y es inevitable que se abrace a sí mismo, buscando reconfortarse, porque no quiere parar de llorar.
El conocía ese sentimiento mejor que nadie, ser sobrepasado por alguien a quien le tienes un aprecio enorme. ¿Era egoísta querer solo él? El corazón de Kagami-kun era enorme, pero no podía alojar a dos personas al mismo tiempo.
A pesar de todo no sentía un odio, celos por él, sino sentía una gran admiración. Increíble que Himuro-san pudiera entrar en su corazón tan fácil y ser amado de la misma manera.
Suspiró, tragándose el llanto, un nudo se formó en su garganta. Se ha quedado sin voz, todo lo que sale son sonidos ahogados. Aun así el dolor no desaparece, continúa torturándolo y se rompe a llorar, temiendo el llorar sangre de acabársele las lágrimas.
Sintiendo algo cálido sobre su cabeza, se sobresaltó. Levantó la mirada, pero el roce de la mano sacudiendo sus cabellos como si fuera un niño pequeño que se acaba de raspar la rodilla se lo impide. Baja el rostro al reconocer el tacto, llorando.
- Tranquilo. Tranquilo.
- Kiyoshi-senpai. ¿Qué esta…? – trata de sonar más tranquilo, pero aún tiene la nariz mormada, por llorar demasiado. El más alto se dobla de rodillas, sin dejar de acariciar su cabeza, la mirada clavada en donde las lágrimas han caído. Suspira.
- No tienes que explicarme nada. Todo estará bien.
- ¿Usted sabe…?
- ¿Saber? Yo no sé nada, solo soy un tonto con sonrisa molesta. – iba a decir algo en protesta, pero su senpai lo abrazo fuertemente, estrechándolo contra su pecho, tan cerca que podía escuchar el palpitar de su corazón. La respiración lo fue calmando poco a poco.
- Gracias, Kiyoshi-senpai.
- Sería un pésimo amigo si te dejo así, ¿no?
- Kagami-kun, él… - el llanto amenaza con salir de nuevo, pero Kiyoshi-senpai no le dice nada, en su lugar lo anima. Acariciando sus cabellos.
- Sí, sí, sí… deja salir todo lo que tienes Kuroko, es bueno para el alma y el corazón.
- LO AMO. LO AMO TANTO QUE ME DUELE. ¿Por qué? ¿Por qué NO PUEDO SER YO QUIEN ESTE EN SU CORAZON? ¿ES MUCHO PEDIR? SE QUE ÉL SOLO ME VE COMO UN AMIGO, PERO YO… YA NO QUIERO SENTIR MAS DOLOR, SENPAI.
- ¿Renunciarás al amor? ¿Para siempre?
- Así es.
- Tal vez debas tomarte un descanso, ponerte en la banca un tiempo. Renuncia al amor, pero no para siempre, solo hasta que tu corazón se sane. Entonces, cuando este curado, podrás volverlo a intentar.
- Kiyoshi-senpai…
- Yo creo en ti Kuroko, y no solo como senpai. Todos creemos en ti. – ante esto se giró al ver como una pequeña multitud de gente los rodeaba, ahí, haciendo una circulo, todo Seirin lo miraba, con lágrimas en los ojos, sus senpais mantenían una sonrisa en los labios, pero igualmente lloraban. Riko se aferraba al brazo de Hyuga-senpai, ocultando su rostro para que nadie viera que el maquillaje se le había corrido de la cara y parecía fantasma en pena.
Nadie decía nada, pero el sentimiento reconfortante de estar juntos se extendía por su pecho, de pronto, sus lágrimas comenzaron a salir, de nuevo, solo que esta vez no eran de dolor, ni de tristeza, eran de felicidad. Aferrándose a los hombros de su senpai bajó la mirada hacia el suelo, ocultando la sonrisa de alegría que amenazaba con salir, una mano se posó en su hombro, levanto la mirada, viendo a sus senpais
- Así que no te rindas.
Finalmente todos rompieron la formación y corrieron hacia Kuroko, sosteniéndolo entre sus brazos, el abrazo fue tanto que parecía más que estaban encima de él que consolándolo. La gente que pasaba los miraba raro, pero no les importaba, todos estaban ahí para animar a su compañero, a su AMIGO.
Cuando todo termina, los senpais se limpian las lágrimas y hacen chistes tontos, seguido de una bulla que no entiende la mitad. Riko-senpai le entrega un pañuelo y se limpia las lágrimas, aunque ahora le arden los ojos por llorar tanto.
Su cuerpo pesa, es como si el llorar lo hubiera desgastado. No, no fue el llorar, fue amar. Apenas puede levantarse con dificultad, es cuando sus senpais se acercan y lo ayudan, sosteniendo sus brazos. Les dice un gracias en silencio y salen fuera del lugar.
¿Sera posible? ¿Es el final para ellos? ¿O solo un descanso?
Lo dejara al destino, ahora suena como Midorima-kun.