Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Príncipe de cuento de hadas por Majo Walles

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

III Capítulo: Nuestra primera y única cita

 

 

Ron me miraba con lastima, al igual que uno que otro de mis compañeros de habitación.

Había pasado una semana desde que Draco me estaba cortejando y mi habitación ya parecía pérgola. Había tantas rosas en el lugar que no pasaba mucho tiempo antes de escuchar a uno de mis amigos dar un grito por alguna espina que se ha caído y se han enterrado en su pie por andar descalzo.

Cada vez que me encontraba con Draco él sacaba una flor de entre sus ropas. Hermione ya me había dicho que era por un hechizo ¿Qué creía mi amiga? ¿Qué yo creía que Draco estaba lleno de rosas bajo la ropa? Bien, no era así, pero andaba bastante cerca.

—Deja de mirar esas flores y levántate.

La enfadada voz de Ron me dejaba claro que si no me levantaba en ese instante, me dejarían ahí.

—Dame un par de minutos y ya vengo.

Me levanté rápidamente y me fui al baño para darme una ducha y vestirme en tiempo record.

Cuando salí del baño, Ron estaba con los brazos cruzados y me miraba con irritación.

>> ¿Que hice ahora, Ron? —le pregunté soltando un suspiro.

—Tu novio vino a buscarte.

Ya me imaginaba que era algo por el estilo.

—Draco no es mi novio, Ron —le dije buscando mis cuadernos y dejándolos en mi bolso—. Sabes que quiero que esto termine lo antes posible.

—Entonces hazlo —lo miré expectante, no entendía sus palabras y obviamente él lo notó—. Dale el sí de una puta vez.

—No es así de fácil, Ron ¿Por qué crees que ha pasado tanto tiempo?

—¿Por qué te gusta?

—Deja de decir estupideces —me encaminé a la salida, pero antes de abrir me voltee a hablarle, no quería que me escuchara alguien más—. Si quieres saber por que no quiero que pase, averigua con Hermione lo que encontramos en los archivos de la familia Malfoy.

Finalmente me dirigía a mi cruel destino, recordando el maldito día en que se me ocurrió preguntarle a mi amiga por que estaba tan nerviosa.

 

Caminé rápidamente a mi clase de Historia de la magia y en cuanto llegué me senté en la misma mesa que mi mejor amiga y la noté demasiado metida en un libro que no era el de clases.

—¿Hermi?

Casi saltó cuando la llamé y me miró con intenciones de matarme, pero rápidamente cambio su semblante por uno preocupado.

—Ay, Harry. No sabes en que lío estás metido.

—Sé perfectamente en el embrollo que me metí. Ahora sólo tengo que lograr que Malfoy me pida matrimonio para que todo se acabe.  

—Es eso lo que tienes que evitar a toda costa, sino quizás se te venga todo el imperio Malfoy encima.

—No te entiendo.

—Estuve investigando en la biblioteca y encontré un libro de familias antiguas.

—Ya ¿Y?

—Aparecía la  familia Malfoy. Son uno de los linajes mas arraigados en el mundo mágico y nunca, escúchame bien, nunca han ido atrás a una pedida de matrimonio.

—No entiendo —francamente no entendía que tenía de malo.

—Eso veo —me dijo con fastidio—. Si Draco Malfoy te llega a pedir matrimonio y tú aceptas, “tendrás” que casarte con él.

—Es parte del hechizo —le dije preocupado.

—Eso no interviene en nada. En cuanto Malfoy te proponga matrimonio, se enlazaran casi inmediatamente. Ya lo que venga después son meros tramites protocolares.

—Eso no puede ser —le dije negando con la cabeza.

—No, Harry —me pasó el libro que leía tan afanosamente—, aquí lo deja claramente. Para resguardar la palabra de un Malfoy, en cuanto uno de sus miembros pida matrimonio, se enlazará a esa persona inmediatamente por medio de un antiguo hechizo que les es lanzado al momento de nacer.

Las palabras de mi amiga me estaban calando hondo.

No podía creer que todo eso estuviera pasándome a mí.

 

Como es de esperarse, investigué a la par de Hermione y no pude evitar estremecerme cada vez que leía la frase matrimonio acompañada del apellido de mi pretendiente.

Y ahora estaba ahí, como cada mañana, esperándome para ir a desayunar y luego a las clases.

Ya ni siquiera me preocupaba lo que hablaran de mí.

¿Qué pasaría con Draco si todo eso pasaba?

Estaría enlazado a mí, todo por culpa de mi descuido. Quisiera o no quisiera, estaría inevitablemente casado conmigo.

—¿Qué suceso menospreciado entristece vuestra hermosa presencia?

Como siempre con una flor en la mano y una frase capaz de derretirme más fácil que un hielo cerca de una hoguera.

—Buenos días, Draco —le dije recibiendo la flor, siempre  rodeados de los curiosos miembros de mi casa—. No me ocurre nada.

—Mi corazón grita de agonía al sentir que no me queréis decir vuestra realidad.

Sentía que estaba a punto de flaquear, hasta que llegó mi “dama de compañía”.

—Bueno días, Malfoy.

—Lady Hermione —le dijo haciendo una inclinación en modo de saludo—. Dichoso el día que amanece ante vuestra beldad.

En estos momentos era en los que más me arrepentía. No es que quisiera que Draco insultara a Hermione, pero sentía que por mi culpa estaba rebajándose a sus propias creencias. 

—¿Van a desayunar? —preguntó mi amiga y llamó la atención de mi aspirante  a novio.

—Esta vez no, mi querida dama —dijo Draco y luego se giró para mirarme—. Por razones que no logro comprender, Lord Slughorn me ha autorizado a disponer de esta fachendosa mañana, para invitar a mi hermoso sol de amanecer y disponer de una de las fastuosas torres de este esplendido lugar para proclamar a los cielos cuanto amor siento por vuestra presencia y consumir nuestros alimentos en una cita.

Aun estaba medio mareado con todo esto.

¿Una cita?

Miré a Hermione buscando una salida, pero al parecer no encontraba mucho que decir y si el director nos autorizó, no me quedaban muchas opciones.

—Creo que podríamos ir.

—¡Fantástico! —exclamó entusiasmado—Por favor, mi  ángel de media noche, acompañad a este humilde servidor y alegrad mi mañana con vuestro resplandor.

No sabía cuanto podía aguantar sin que mi rostro pareciera un farol, por lo que preferí salir en compañía de Draco. Claro, todo bajo la atenta mirada del cuerpo estudiantil de la cada de los leones en pleno.

Cuando llegamos a la torre que el profesor había dispuesto para nuestro encuentro pude ver que el lugar estaba decorado con gracia. Como las pinturas antiguas que hay en los pasillos. Era todo muy hermoso y hubiera sido genial, si no fuera todo parte de un hechizo y por ende, una mentira.

—Tomad asiento, por favor —me dijo corriendo la silla para que pudiera sentarme en ella.

Hice todo lo posible para ser lo más agradable posible, pero cada vez que nuestras miradas se cruzaban, yo recordaba el maldito libro de los Malfoy.

No podía hacerle eso. No podía condenarlo.

—Draco, tenemos que hablar —le dije con tono serio, pero logrando captar la atención de mi rubio amor. ¡Maldición, ya estoy pensando como él habla! Pero es que no puedo evitarlo y aunque me partiera el alma en el proceso, tenía que terminar con esto ahora. Yo tenía la culpa y no dejaría que por mi cabezonería él pagara por mis platos rotos—. Esto no puede seguir así.

— ¿He dispuesto algo que os hastíe? —Me preguntó con su mirada entristecida y sentía que si no calmaba todo esto, me terminaría lanzando contra él, sin importarme nada— He notado que algo os perturba y creo saber que es.

—¿Cómo?

Eso no me lo esperaba, mucho menos viniendo de él es este estado. Lo vi levantándose y arrodillándose a mi lado, encendiendo todas mis alarmas en el proceso. Esto no me puede estar pasando.

—¿Aceptaríais, Oh mi hermoso cardenal de invierno, enlazar vuestra vida a mi lado, casándonos al amanecer de un nuevo día?

—¡No!

No sé en que momento me paré, pero creo que fue más por un impulso al tratar de protegerlo que otra cosa. Salí corriendo y bajé las escaleras hasta llegar a las puertas del gran comedor, tenía que hablar con Hermione, pero al abrir las puertas, sentí como me sostenían del brazo.

—Lamento enormemente si os he estremecido con mi tosca petición.

¿Tosca? ¡Merlín! Si fue lo más hermoso que me pudo haber dicho.

—Draco, no me hagas esto más difícil.

—Quiero saber por que no devolvéis mis palabras de amor, mi bella criatura de los bosques.

—Por favor, es por tu bien.

—Mi bien sería que os casarais conmigo.

Sentí las exclamaciones a nuestro alrededor y me di cuenta de que todo el colegio nos estaba mirando.

—Draco. No sabes lo que haces —le dije preocupado.

—Claro que lo sé. Os amo y lo proclamo. Quiero que su merced permanezca a mi lado por la eternidad de los tiempos.

Vi como el profesor de pociones se acercaba y me hablaba al oído.

—Esta es su oportunidad de romper el hechizo, señor Potter —me aconsejó, apurándome en el proceso.

—No puedo hacerle esto —Le dije afligido, pero parecía no ponerme atención.

—¿Qué pasa Potter? ¿No puedes dejar de tener la atención de Draco? —esa era la voz de Zabini, la reconocería en cualquier parte.

—Vamos, amigo —me alentaba Ron—, dile que sí y termina con todo esto.

—Es que ustedes no lo entienden —les dije desesperados.

—Lo único que sé, joven Potter, es que por su culpa esta así y sólo usted puede ayudarlo.

—¡No lo entiende, profesor! Si le digo que sí nos enlazaremos automáticamente. No puedo condenarlo a un matrimonio que no buscó.

—No hay nada de vos que yo no quiera en mi vida.

—¡Draco, por favor! —le pedí angustiado.

—¡Déjate de tonterías, Potter! ¡Lo único que quieres es seguir humillándolo!

—¡Yo no quiero eso! —le grité de frente.

—¡Entonces asume tu culpa!

—¡Lo hago, pero no es justo para él!

—¡Déjate de juegos!

Sentía que todos se me venían encima, que la multitud me ahogaba y la mirada dolida de Draco me estaba matando.

Merlín. Lo amo y no puedo hacerlo sufrir más.

—¡Acepto!

 

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).