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Notas del fanfic:

como diría bae, this shit is getting serious

este es mi primer angst y no sé cómo sentirme ni qué decir al respecto... no me MATEN, es muy malo pero.. sí ;;

edit: bae escribió la secuela (encantadora), por si quieren leer: Quererte

Jongin estaba cansado. De verdad que lo estaba. Sólo podía pensar en finalmente llegar al dormitorio y echarse a dormir, su cama recibiéndole con todo el cariño del mundo. Podría casarse con su cama, si es que eso era posible.

Despertó de su ensoñación cuando el celular dentro de su bolsillo empezó a vibrar sin parar. Probablemente se trataba de Sehun, con quien muy a menudo se mensajeaban. O quizá Taemin, quien quería arreglar para juntarse.

Sin embargo, cuando comprobó que se trataba de otra persona, no pudo evitar sorprenderse. Como acción reflejo, su corazón se aceleró.

—¿Minseok hyung...? —murmuró con extrañeza abriendo la aplicación de Kakaotalk.

Lo primero que leyó le hizo ahogar con su propia saliva.

 

Jongin-ah, ¡hyung te quiere!

 

Jongin tartamudeó torpemente. El manager, quien conducía la van, le preguntó si estaba bien.

—Sí, todo en orden —aseguró con nervios. Volvió a la lectura de los mensajes.

 

Nini... Necesito amor
Quiero vomitar...

 

Jongin tecleó rápidamente en respuesta.

 

¡¿Estás bien, hyung?! ¿Qué pasó?

 

Pero entonces lo entendió. Minseok estaba borracho. Se sintió repentinamente decepcionado, por más que intentase evadir esa clase de pensamientos.

 

Te quiero, ¿sabes? Eres precioso y podría abrazarte el resto de mi vida

 

A Jongin se le escapó una triste sonrisa. A pesar de que sabía que Minseok no hablaba de verdad, le seguía pareciendo lindo el hecho de que le buscase para darle el cariño que se tenía guardado.

Se guardó el celular. Ya lo vería en cuanto llegase al departamento.

 

+

 

Ni bien llegó, fue directo a la habitación del mayor, su puerta estaba abierta y el hombre se encontraba sentado, con la espalda doblada y la mirada perdida.

"¿Qué te hiciste?" pensó Jongin con dolor, para sus adentros, "¿qué te hicieron?"

—Hyung —empezó, meticulosamente poniéndose a su altura. Incluso si Minseok le escuchó o vio, no dio signos de respuesta. —¿Cuánto tomaste? Es muy raro que te emborraches —bromeó, pese a que su rostro no sonrió.

—Ah, hola —dijo entonces. Se enderezó, como quien nota que alguien viene a saludarle. —¡La noche es muy bonita! ¿Verdad? Hay un viento muy refrescante, ¿verdad?

La verdad era que ese día hacía un calor de muerte, pero Jongin no lo comentó. —¿Qué pasa? ¿Estás bien? —lo dijo con voz suave, como si temiera asustarlo.

Los ojos felinos se anegaron de lágrimas. Jadeó, su rostro cada vez más desfigurado por el dolor. —No. No lo estoy. Yo... Luhan...

Jongin se mordió el labio inferior, reprimiendo una bocanada de aire, o quizá un sollozo, ya no estaba seguro. Se precipitó hacia él y le arropó entre sus brazos.

—No pasa nada, hyung. Puedes llorar. No te lo guardes más.

Y Minseok, quien parecía tener meses sin llorar con honestidad, lo hizo.

Se pasaron la noche entera así. Sabían de sobra que en la mañana tendrían práctica, pero ninguno de los dos lo mencionó, y el mayor estuvo aliviado de eso. Jongin simplemente se dedicó a abrazarle, a acariciarle la espalda y los brazos, tratando de que sus dulces palabras sirvieran un poco como sostén. Quizá lo hicieron, porque al cabo de un rato Minseok pareció recuperar su compostura, y se apartó de él con expresión avergonzada.

—Siento que tengas que lidiar con este lado mío —murmuró con sinceridad—. No me pasa seguido, pero...

—No tienes que darme explicaciones. Lo entiendo, y en el fondo agradezco que me busques cuando estés mal.

De pronto Minseok recordó lo que había pasado con anterioridad. —Oye, lo de los mensajes, en realidad...

El más joven volvió a interrumpirlo. —Tampoco hace falta que me expliques eso. —Esta vez, el avergonzado era él—. No hay problema —aseguró.

—No —negó con firmeza—. Es que me estás malinterpretando. No te mentía, en verdad te quiero. —Parecía a punto de agregar algo más, pero no lo hizo cuando Jongin desvió su mirada con gesto apesadumbrado.

—Para —gimió con dolor—. No te atrevas a decir algo más.

Minseok fue incapaz de articular palabra. La imagen tan vulnerable del muchacho le había agarrado desprevenido y una incómoda angustia empezó a crecer en su interior. Trató de tocarle, rozándole el rostro con los dedos, pero entonces lo comprendió. Entendió lo enamorado que estaba Jongin de él. Entendió lo dañado que estaba, y que esto era principalmente por su culpa. Algo en su interior se movió, pero de una manera que lo dejó paralizado.

Alejó su mano lentamente, dejándola en su regazo y mirándola sin expresión alguna.

—¿Ves? Sabía que esto pasaría. No quería soportar que me vieras con lástima y te alejaras de mí. Por favor, pretendamos que no pasó nada. —Lo dijo con tanta pena que Minseok no se sintió con ganas de contradecirle. Asintió sin energías.

Se puso de pie para mover las sábanas, invitando a Jongin a que entrara a su cama. Esto era cada vez más usual, eran cada vez más las noches que ambos dormían juntos, en la cama del mayor, donde la calidez los embragaba.

El alto obedeció a su mirada, quitándose el abrigo y los zapatos y acostándose sin molestarse en hacer el aseo personal. No le importaba si el manager luego se lo reprochaba.

—Todavía me siento horrible, así que me voy acostar a tu lado —murmuró en la oscuridad—. Todo el tiempo que me permitas.

—Puedes quedarte cuanto quieras —contestó con la voz ahogada.

Minseok no se lo pensó mucho, y allí, frente a los diez centímetros que lo separaban de Jongin, se inclinó para darle el cálido tacto que hacía tanto que se debían. Como se lo esperaba, el chico no se lo negó. Es más, le correspondió con la misma necesidad. Fue un beso un poco roto, un poco cansado y desgastado, ambos lo estaban y lo anhelaban con urgencia. Quizá podrían sanarse mutuamente, de a poco, de caricia en caricia.

—Luhan... —musitó el mayor con los ojos cerrados, en el borde de la inconsciencia.

Sobresaltado, Jongin se hizo a un lado. Observó el pequeño rostro de su hyung, que ya descansaba profundamente. Le escocieron un poco los ojos, pero lejos de alejarse, ignoró el dolor de su pecho y volvió a inclinarse para besar los últimos rastros de lágrimas. Tras eso, imitó al mayor e hizo su mejor esfuerzo para poder dormir.

Sin embargo, aquella noche, cuando sus manos sin querer se tomaron, un pequeño milagro nació.

Notas finales:

posdata: definitivamente yo tampoco entiendo cómo puede ser que haya subido dos fanfics en un solo día, ese tipo de cosas pasa como una vez cada dos siglos. es toda la culpa de la fiebre, y de que siempre hago las cosas desordenadamente, si me preguntan


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