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Notas del capitulo:

Ni Yu-Gi-Oh! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran maestro Kazuki Takahashi♥ y algunos a mi porque yo los creé. :$

 

Vaya hasta que me digné a continuar este fic /. bueno, la verdad es que había estado con las ideas estancadas, pero por fin pude crear un nuevo capítulo y estoy feliz *w*

Espero que el capítulo de hou les agrade n.n sin más los dejo leer y nos leemos en las notas finales. :3

 

PD: Pasen a darle like a mi página en Facebook https://www.facebook.com/LizzieVidal0809/ Para estar más en contacto con ustedes mis queridos lectores♥, mi página ya se convirtió más que nada en una linda comunidad donde nos une un mismo amor Yu-Gi-Oh!♥ Me gusta compartirles capítulos diarios del manga y de los capítulos en su idioma original subtitulados a español, así como películas y esas cosas, así que si quieren formar parte de esto tan lindo que se ha creado los espero por allá.♥

 

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“El amor, para que sea auténtico, debe costarnos.”.

 

En el capítulo anterior…

—*Aibou* -Pensó el oji-rubí al ver al oji-amatista, pero al ver su color de piel pensó que no podía ser él -*No, estoy delirando, este chico no es mi Yugi* Emm… si, gracias, disculpa ¿quién eres tú? –Preguntó extrañado.

—Siento ser tan maleducado –Dijo con una sonrisa nerviosa –*Ahora qué le digo, piensa rápido Yugi, piensa rápido, ahh… Ya sé* -Después de pensarlo unos segundos respondió –Soy Heba, mucho gusto ¿y tú quién eres? -Preguntó haciéndose el desinteresado.

—Mi nombre es Atem –Dijo sin más mirándolo detenidamente, ese chico le recordaba mucho a su luz.

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—Mucho gusto Atem –Dijo dándole una pequeña sonrisa, el tricolor menor sentía que el corazón le latía muy fuertemente y que sus latidos retumbaban en todo su ser.

—Por cierto Heba… ¿Cómo conociste este lugar? –Preguntó algo extrañado.

—Bueno… No lo conocía, llegué aquí por casualidad, vengo de una ciudad muy lejos de esta y no tenía donde quedarme, caminé por mucho tiempo hasta que encontré esta pequeña choza, disculpa si te molesta que esté aquí –Dijo agachando su cabeza mientras el oji-rubí lo miraba atento.

—No… No hay problema, puedes quedarte aquí todo el tiempo que quieras –Dijo recordando momentos que pasó al lado de su luz, Heba hacía que pensara en el oji-amatista mucho más de lo que ya pensaba en él.

—Gracias Atem –Dijo sonriéndole dulcemente, Yami sintió su corazón estremecerse.

—*Esa sonrisa… ¿cómo es posible que alguien más tenga su misma sonrisa?* -Pensaba mientras lo miraba detenidamente –Bueno, creo que esta noche me quedaré a hacerte compañía no creo poder regresar a mi palacio así –Dijo quitando la mano de su costado mostrando una profunda herida, Yugi se alarmó al ver herido a su Yami, pero trató de disimular todo lo que podía.

—¿Qué fue lo que te pasó? -Preguntó sorprendido -Debes dejar que te cure esa herida -Dijo tratando de mantener su semblante calmado.

—Tuvimos un enfrentamiento con el reino vecino y aunque salimos victoriosos yo me llevé un recuerdo -Dijo riendo un poco parando a los instantes por el dolor que le había causado en su herida -No te preocupes, no es nada -Dijo sonriendo.

—¿Cómo es posible que tú ejercito te dejara solo y lastimado? -Preguntó algo molesto.

—Me desmayé después de ser herido y supongo que pensaron que estaba muerto -Dijo encogiéndose de hombros.

—¡Pero eres el faraón! -Exclamó molesto -¿Cómo pueden simplemente dejarte ahí? -Preguntó con el ceño fruncido.

—No lo sé -Respondió cabizbajo -Pero de igual manera no debes preocuparte, estoy bien -Dijo regalándole una pequeña sonrisa al oji-amatista.

—¡Nada de bien! ¡Debes aceptar mi ayuda! -Dijo mirando serio al oji-rubí, este sintió su corazón latir fuertemente al recordar las veces que su aibou lo había regañado de la misma forma así que solo asintió sin decir palabra alguna -Ahora vengo iré a buscar algunas cosas -Dijo levantándose para ir a buscar algunas yerbas medicinales que pudiera ocupar para sanar la herida del tricolor mayor.

El oji-amatista salió de la pequeña choza sintiendo que el corazón estaba a punto de paralizarse, era tan grato para su corazón poder volver a estar tan cerca de su oscuridad, Yugi no podía ocultar el gran amor que sentía por el oji-rubí, en lo que despejaba un poco su mente fue a buscar las plantas que necesitaría para formar un ungüento para la herida de Atem.

Dentro de la pequeña choza Atem sentía toda una vorágine de sentimientos, Heba le era tan familiar, aunque sabía que a pesar de todo ese chico no era su luz.

—*Heba es tan similar a Yugi…* -Pensaba el oji-rubí pesadamente mientras se mantenía en el suelo sujetando la herida de su costado con su manos -*Mi aibou al parecer nunca voy a dejar de extrañarte, tal vez por eso pienso que ese chico se parece a ti* -Había cerrado sus ojos sintiéndose afligido, era tan triste su situación.

Después de un pequeño rato el pequeño oji-amatista regresó junto al tricolor mayor llevando con el varias para la cicatrización y algunos papiros para ponerlos sobre la herida y sellarla.

—Ya… -Comenzó a decir dándose cuenta de lo que iba a hacer -Ya… volví -Dijo riendo nerviosamente tratando de componer sus palabras -Atem tendrás algún recipiente aquí para moler las hiervas para el ungüento -Preguntó sonriéndole al mayor.

—Arriba de esa repisa -Dijo señalándole un pequeño recipiente de barro sobre unas maderas colocadas como repisa en la pared.

—Gracias -Dijo sonriéndole dirigiéndose al mencionado lugar para tomar el recipiente y comenzar a moler las hierbas para la herida.

—Oye… ¿Por qué te molestas tanto en esto? -Preguntó el oji-rubí mirando lo que el tricolor menor estaba haciendo.

—No lo sé, tal vez intento ser amable -Dijo mientras seguía en lo suyo.

—Sabes… Tú me recuerdas a alguien -Dijo sonriendo levemente, Yugi volteo a verlo sorprendido.

—¿Si? ¿A quién? -Preguntó sintiendo como su corazón comenzaba una vez más a aumentar sus latidos.

—A la persona más importante para mí -Dijo cerrando los ojos bajando su mirada, Yugi sentí que el corazón estaba a punto de salirle del pecho, no podía creer lo que había escuchado, él era la persona más importante para su Yami.

—¿Y qué pasó con él? -Preguntó sonriendo con pena.

—Digamos que es una larguísima historia -Dijo afligido.

—Ya veo -Dijo sin mirarlo, volviendo a lo suyo.

 

=Ö=Ö=

 

En el palacio del faraón, lejos de donde se encontraban los tricolores se encontraba Anum, el primo de Atem, a pesar del regocijo al haber ganado la batalla algo estaba mal, el faraón no había regresado junto con su tropa y eso les preocupaba a los consejeros del reino.

—El faraón aún no regresa, algo debió haberle pasado -Dijo Siamun, uno de los sacerdotes más apegados al faraón Atem preocupado, mirando por palco real del palacio hacia el horizonte.

—¿Por qué el escandalo? Es Atem, ese inútil volverá en cualquier momento, seguramente solo se quedó por ahí festejando el triunfo -Dijo Anum llegando tras Siamun con el ceño fruncido restándole importancia a la preocupación de este -*Con suerte ese idiota habrá muerto después de haber sido herido y así podré ocupar su lugar en el trono* -Pensaba sonriendo internamente recordando que había dejado a Atem malherido en el campo de batalla.

—Puede que tengas razón -Mencionó soltando un hondo suspiro -Esperaremos unas horas más y si no mandaremos a los guardias a buscarlo -Dijo decidido.

—Sí, sí, lo que digas Siamun, iré a caminar por ahí -Dijo encaminándose a la salida del palco real -*Ese idiota de Siamun siempre preocupándose por Atem, debo hacer algo para que sus estupideces de buscar a mi querido primo no arruinen mis planes* -Pensaba comenzando a idear planes en su mente.

Mientras Anum caminaba por el jardín del palacio se encontró con Akhenaden uno de sus más fieles sirvientes y quien estaba dispuesto a ayudarlo a arrebatarle a Atem su lugar en el trono.

—Mi señor, que alegría verlo fuera del palacio -Dijo llegando a su lado haciendo una leve reverencia.

— Akhenaden tengo un trabajo para ti -Dijo terminando de pensar en qué hacer con su primo -Necesito que vayas o en su defecto que mandes a alguien al lugar donde combatimos al reino vecino y que desaparezcas a Atem a cualquier costo -Dijo mirándolo fríamente.

—¿Desaparecer? ¿Qué el faraón no regresó con usted? -Preguntó extrañado.

—Claro que no -Dijo fastidiado -Hirieron a ese idiota y decidí dejarlo ahí dando la orden a las tropas de regresar al palacio antes de que se dieran cuenta de lo que había pasado.

—Eso significa que entonces mi señor por fin podrá ser el nuevo faraón -Dijo volviendo a hacer una leve reverencia.

—Eso solo pasará si Atem desaparece del mapa de una vez por todas -Dijo comenzando a caminar -Ve lo más pronto posible y haz que ese idiota jamás regrese, el pueblo de Egipto estará desolado, pero yo podré sacarlos de su abismo al ocupar el trono -Dijo riendo.

—En seguida mandaré a mis sirvientes al lugar mi señor -Dijo encaminándose con sus sirvientes para hacer la tarea que Anum le estaba encargando.

 

=Ö=Ó=

 

—¡Atem no te muevas! -Reprendía el pequeño oji-amatista con el ceño fruncido al mayor por moverse tanto y no dejarlo aplicarle correctamente el ungüento que había hecho sobre su herida.

—Lo siento Heba, pero eso arde -Dijo frunciendo el ceño por la incomodidad.

—Pues lo siento, pero de otra forma esa herida no se te cerrará -Dijo frunciendo el ceño molesto.

—¿En verdad es tan necesario? -Pregunto afligido.

—¡Claro que lo es! Si no sirviera para nada no me molestaría en hacerlo -Dijo mirándolo fijamente, Atem sentía que estaba mirando a su hikari una vez más al mirar los ojos de Heba y eso hacía sentir triste a su corazón.

—Está bien, ya no me moveré -Dijo cerrando sus ojos volteando su rostro al lado contrario de donde estaba el tricolor menor.

—¿Te pasa algo? -Preguntó Yugi preocupado notando el cambio repentino de su oscuridad.

—Solo estoy cansado, perdóname por causarte estas molestias Yu… -Comenzó a decir dándose cuenta de la forma en lo que lo iba a llamar -Perdón… Heba -Dijo colocando su brazo izquierdo sobre sus ojos dejando que el oji-amatista terminara de curarlo.

—*Estuvo a punto de decirme Yugi…* -Pensó emocionado el tricolor menor -*Yami piensa en mí, tal vez por eso el cambio, porque con mi papel de Heba me recuerda* -Su alegría al darse cuenta de las cosas no cabía en él, se sentía querido por su oscuridad y con muchas ganas de confesarle que si era él, pero sabía que no podía hacerlo -Entonces será mejor que descanses -Dijo sonriéndole.

—Gracias, lo haré -Dijo finalmente y después ya no volvió a pronunciar palabra alguna, cerró fuertemente los ojos y miles de momentos que había pasado con su luz aparecieron fugazmente en su pensamiento, la sonrisa y la mirada de este eran las dos cosas que Atem más veía entre sus recuerdos, quería ver a su luz, quería estar con él una vez más, pero sabía que eso era algo que no podría hacer.

El tricolor menor al terminar de poner el ungüento al oji-rubí y de poner unas semillas de granada en la herida para ayudar a cicatrizarla más rápido colocó sobre estás unas hojas de papiro y encima de ellas una tela que servía como venda para que todo lo que había puesto para mejorar a su yami se quedara en su lugar.

—Eh terminado -Mencionó feliz al ver que ya estaba listo -Al parecer Atem se durmió -Mencionó feliz al ver al oji-rubí respirar quedamente, con cuidado quito el brazo de este de sobre sus ojos y lo acomodó mejor para que pudiera descansar correctamente -*Te extrañé tanto Yami, realmente quería volver a verte* -Pensaba feliz mientras ponía su mano derecha sobre la mejilla del tricolor mayor mirándolo con ternura mientras este dormía.

 

=Ö=Ö=

Mientras en el palacio, dos de los sacerdotes estaban reunidos en el palco real esperando el regreso del faraón.

—Ya es muy tarde y el faraón aún no ha regresado -Comentaba Siamun preocupado con otro de los sacerdotes.

—Deben buscar a Atem, aunque sea el faraón no debe andar solo merodeando por ahí -Dijo una chica morena de ojos azules preocupada llegando junto a los mayores.

—Mana ¿qué te eh dicho de referirte con tan poco respeto al faraón? -Le reprendió uno de los sacerdotes a la chica.

—Lo siento Mahado -Dijo apenada.

—Mana tiene razón, el faraón no debería andar fuera del palacio a estas horas -Dijo Siamun preocupado.

—Lo mejor es ir a buscarlo, le diré a los demás sacerdotes para comenzar a organizar la búsqueda del faraón -Dijo yendo en busca de los otros 5 sacerdotes del palacio.

 

=Ö=Ö=

Mientras los sacerdotes comenzaban la búsqueda del faraón, Anum hablaba con Akhenaden sobre lo que había pasado con su primo.

—Y bien Akhenaden ¿qué pasó con lo que te encargue? -Preguntó con el ceño fruncido.

—Mi señor deberá disculparme, pero no pudimos encontrar al faraón -Dijo arrodillándose frente a Anum bajando la cabeza.

—¡¿CÓMO ES POSIBLE QUE NO LO HAYAN ENCONTRADO?! -Preguntó enojado -¡ESTABA HERIDO! ¡NO HAY MANERA DE QUE HAYA PODIDO MOVERSE POR SU PROPIA CUENTA! -Gritó encolerizado después de recibir tal noticia.

—No se preocupe mi señor, mis sirvientes lo encontrarán y lo desaparecerán -Dijo sin mirar a Anum muy apenado.

—Quiero a mi primo muerto y lo quiero lo más pronto posible -Dijo tomando a Akhenaden de la túnica levantándolo unos centímetros del suelo, este solo asintió atemorizado.

—A si será mi señor -Dijo con la voz entre cortada, en ese momento Anum lo soltó dejándolo caer en el suelo.

—¡Lárgate! ¡Quiero estará solo! -Dijo enfurecido, Akhenaden solo asintió.

—Si mi señor, que pase buenas noches -Dijo finalmente saliendo de la habitación de Anum.

—¡Estúpido Atem! -Siempre tiene que hacerme la vida tan complicada -Dijo furioso botando al suelo las cosas que estaban sobre un pequeño buro.

 

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Notas finales:

¡Buenas noches chicos! ¡Ra! Al fin pude actualizar esta historia :3 espero que el capítulo de hoy les haya gustado, a mi me gustó *w*

Bien, no tengo mucho que decir esta noche así que solo me iré así, nada más porque sí jaja n.n

Cuídense mucho y nos leemos en el próximo capítulo ¡Hasta pronto!♥


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