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Notas del capitulo:

Ni Yu-Gi-Oh! ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran master Takahashi-sama♥

 

Hoy sin más os dejo que lean y disfruten :D

 

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“Que nadie le diga lo que tiene que hacer a alguien que ya ha decidido cuál debe ser su destino.”

 

El día se les había pasado como agua a los tricolores, Yugi le había prometido a Atem que lo ayudaría a volver al palacio, sabía lo que estaba a punto de pasar y eso lo hacía sentirse muy preocupado, él sabía que no podía dejarlo solo, no estaba dispuesto a dejar que a Atem le pasara algo o peor aún… que muriera.

—Estás demasiado pensativo -Atem se había dado cuenta de la preocupación en el rostro de Heba y eso lo ponía algo inquieto.

—No es nada -Yugi sonrió nervioso, no podía dejar que su oscuridad se diera cuenta de su estado de ánimo -Solo pienso en mañana, sabes… no quiero que te pase nada -Bajó su rostro ocultando sus ojos entre su flequillo mordiendo su labio inferior, el pequeño tricolor sentía un gran nudo en la garganta que no lo dejaba en paz, Atem aún no estaba recuperado del todo y el mañana estaba llegando demasiado rápido, al escuchar esas palabras el tricolor mayor sintió su corazón estremecerse.

—Heba acércate por favor -Pidió tendiéndole su mano para que este se acercara a él, el ojiamatista así lo hizo y le tomó la mano mirándolo con preocupación.

Atem haló la mano del tricolor para que este quedara entre sus brazos apoyando su cabeza en su pecho.

—A…tem -Musitó el menor algo contrariado, no sabía porque su oscuridad lo estaba abrazando, pero para él ese simple gesto se sentía muy bien, pequeñas lagrimas brotaron de sus orbes amatistas.

—Si tú estás conmigo sé que no me pasará nada -Las palabras de Atem eran sinceras, una vez más se reprendió mentalmente por imaginar que Heba era su Yugi, sin quererlo una lágrima silenciosa bajó por su mejilla canela apresando mucho más al chico entre sus brazos -Perdón Heba, perdóname por todo -Yugi al escucharlo no entendía a qué se refería, no estaba seguro de lo que pasaba.

—¿A qué te refieres? -Cuestionó intrigado y algo consternado, sus lágrimas se detuvieron y se separó un poco de su oscuridad para mirarlo a los ojos.

—Siempre fui débil, siempre necesité a Yugi, sabía que si lo tenía a él a mí lado no importaba que tan difícil fueran las cosas, siempre íbamos a salir bien de todo solo por el simple hecho de estar juntos, solo por saber que él siempre iba a estar ahí tendiéndome su mano en la oscuridad, siendo esa luz que mi alma tanto necesitaba, pero ahora que él ya no está no puedo evitar mirarte a ti y sentir que él eres tú… Mi corazón me está cegando y no me permite ver la realidad, solo está feliz de poder tenerte frente a él y querer creer fervientemente que eres Yugi y no Heba, aunque eso solo sea una locura, aunque mi cabeza sepa que eso es un imposible… -Los ojos del tricolor menor se abrieron abruptamente al escuchar todo eso, y sí le decía a Atem que, si se trataba de él, ¿qué pasaría?, esa preguntaba daba vueltas en su cabeza.

Yugi no supo cómo reaccionar, solo atinó a abrazar fuertemente al tricolor mayor sintiendo como su corazón se hacía pequeñito, el no poder decirle la verdad le carcomía el corazón, no le parecía justo esa pauta para poder estar ahí con su oscuridad.

 

~*~

—Siamun, todo está listo, mañana será el día en que Anum ocupe el trono -Mahado bufó ante las palabras de Karim.

—¡Todos en esta sala sabemos que ese es un grave error! -Exclamó Seth molesto.

—Pero no tenemos otra opción… -Siamun se mantenía calmado ante la disputa de los sacerdotes.

—Faraón Atem… -Musitó Mahado algo consternado, él tenía un mal presentimiento de todo esto, sabía que la desaparición del faraón y de la propuesta de Anum no habían sucedido solo porque sí.

—¡Atem idiota! ¡Cómo se atreve a dejarnos solos! -Un grito de cólera inundo la sala.

—¡Mana! -Regañó Mahado a la chica haciendo que esta saliera corriendo del lugar -No tiene remedio, iré tras ella -Los demás sacerdotes asintieron a sus palabras viéndolo marchar tras la castaña.

Mana había salido corriendo de la sala real hacia los aposentos de Atem, pero antes de llegar a la puerta de este se dio cuenta que la puerta de los aposentos de Anum que estaban a un lado de los del faraón, estaba un poco abierta, se acercó cuidadosamente y miró por la pequeña rejilla que se había formado tratando de ser lo más silenciosa posible para que no se dieran cuenta que estaba ahí.

—Mañana quiero un gran número de soldados rodeando el palacio, si ese estúpido de Atem se aparece enciérrenlo en el calabozo, ya después yo me encargaré de él -La apalabras de Anum eran ácidas y con un gran odio incrustada en cada una, sabía que esta vez no permitiría que Atem se interpusiera en su camino.

—Pero mi señor, como podría el faraón aparecerse de un momento a otro -Akhenaden no comprendía sus palabras, sabía que el faraón no había aparecido en varios días así que no entendía como ahora aparecería simplemente de la nada.

—No seas idiota Akhenaden, eso no necesitas preguntarlo, ese estúpido de Atem siempre encuentra la forma de mandar al diablo mis planes, así que debo estar preparado para cualquier cosa, también recuerden si no queda de otra manera para detenerlo quiero a Atem muerto -Akhenaden asintió ante las palabras de Anum mientras una estupefacta Mana no podía creer lo que estaba escuchando, se alejó un poco de la puerta dando un paso hacia atrás topándose con algo que la hizo gritar.

—¡Ahhhhhhg! -El grito bien podría haberse escuchado por todo el palacio, por un segundo la castaña había pensado que se trataba de otro sirviente de Anum y que la había descubierto escuchando sus maléficos planes, grata sorpresa se llevó al darse cuenta que no era lo que ella pensaba mientras sus piernas temblaron lentamente por la conmoción del momento.

—¡QUÉ ES LO QUE SUCEDE AHÍ AFUERA! ¡AKHENADEN! ¡VE A REVISAR IDIOTA! -Gritó Anum encolerizado, él sabía que nadie podía saber de sus planes, no a un día de que todo estuviera por fin en sus manos.

—¡Mana guarda silencio! -Regañó Mahado a la morena quien ya no se pudo sostener en pie cayendo de rodillas al piso alegre de ver que solo se trataba de Mahado.

—Mahado, ¿qué es lo que pasa aquí? -Cuestionó Akhenaden con voz firme.

—Solo es Mana haciendo drama, sabe que la castigaré por su comportamiento, acaba de salir corriendo de la sala real, eso es todo -Respondió cruzándose de brazos.

—¿Qué es lo que pasa? -Cuestiono Anum saliendo de sus aposentos.

—Solo fue la señorita Mana huyendo del castigo del sacerdote Mahado, mi señor -Respondió Akhenaden rápidamente.

—¿Llevas mucho tiempo aquí? -Cuestionó mirando detenidamente a la chica que seguía de rodillas en el suelo.

—Como ya le dije a Akhenaden, acaba de salir corriendo de la sala real y yo venía tras ella, así que solo hemos estado un par de minutos -Mahado rápidamente contesto sin dejar que Mana pronunciara palabra.

—Bien, entonces puedes llevártela, solo no seas tan duro con ella, mira su rostro, está horrorizada, eso no habla muy bien de ti como maestro -Mencionó Anum volviendo a entrar a sus aposentos cerrando la puerta.

—Yo también me retiraré, mañana será un largo día, con su permiso -Después de esas palabras solo quedaron Mahado y Mana en el pasillo, esta se levantó rápidamente para tomar a Mahado de la mano y llevarlo al jardín del palacio, sabía que debía decirle lo que había escuchado, antes de que fuera demasiado tarde.

Al llegar al jardín Mahado haló la mano de Mana para que esta se detuviera y le dijera lo que había pasado, al ver el rostro de la castaña sabía que no había pasado nada bueno.

—¿Qué es lo que pasa Mana? -Cuestionó algo contrariado al seguir mirando el rostro de la castaña.

—Anum no es lo que parece, él quiere matar a Atem, mañana durante la coronación soldados rodearán el palacio y si Atem llega a aparecer lo capturarán para llevarlo al calabozo y si llega a resistirse ante eso, ¡lo matarán! -Mahado se impresionó ante las palabras de la chica, pero conocía a Anum y sabía que él era capaz de eso y más.

—Tenemos que avisarles a los demás sacerdotes y detener esto, esa coronación no se puede llevar acabo -Mana asintió a las palabras de Mahado.

—Yo creo que eso no se va a poder… -Mencionó una voz conocida por ellos, de las sombras apareció Akhenaden junto a tres solados, Mahado y Mana no se habían dado cuenta que los habían seguido hasta ese lugar por órdenes de Anum ya que este había sospechado de la actitud de la castaña.

Rápidamente los soldados se abalanzaron sobre Mahado para capturarlo intentando de la misma forma capturar a Mana, pero Mahado había sido más rápido y había intentado luchar contra los soldados dándole tiempo a la chica para que escapara.

—¡Sal de aquí Mana y avísale a los demás! -La chica asintió mirando como Mahado forcejeaba con los soldados, sin pensarlo se subió a un árbol que estaba al lado de la barda tras ellos para cruzarla y salir del palacio, por el momento debía escapar antes de ser capturada como su maestro.

—¡Qué están esperando idiotas, vayan por la chica! -Al escuchar esas palabras Mana corrió hasta llegar a la ciudad, sabía que ahí estaría segura, no podía dejar que la detuvieran.

Los solados comenzaron la búsqueda de la castaña, aparentando que solamente estaban haciendo el rondín típico de cada noche para que así los pobladores no sospecharan nada.

Mana había recorrido el pueblo rápidamente llegando a las afueras de este encontrándose frente al Nilo, varios recuerdos de ella y Atem de niños llegaron a su memoria, recordaba las tardes de verano junto a su mejor amigo en ese mismo lugar, sonrió nostálgica al mirar como la luz de la luna se reflejaba en el agua del río Nilo.

—¿Dónde estarás Atem? -Cuestionó tratando de evitar que lagrimas amargas cayeran de sus ojos color chocolate, de repente una imagen más pasó por sus pensamientos, recordó la vez que había seguido a Atem hasta una pequeña choza que se encontraba algo lejos de ahí.

Sin pensarlo mucho decidió ir hasta ese lugar, sabía que Atem no había vuelto a parase ahí desde hacía mucho, pero al menos en ese lugar podía buscar algo de pistas para saber dónde encontrarlo.

La caminata le llevó un largo rato, entre la oscuridad había olvidado un poco el camino, se sintió afligida, pero no se dio por vencida, sabía que debía seguir la rivera del río, eso no podía haber cambiado para nada en esos años que no había regresado a ese lugar, después de unos minutos pudo divisar una pequeña choza, al mirar luz proviniendo de esta se emocionó, sabía que Atem podía estar ahí, corrió todo lo que pudo hasta llegar a un lado de la choza, antes que nada, ella sabía que debía asegurarse que no fueran otras personas las que se encontraban dentro, no era tonta y también había pensado en la posibilidad de que alguien al ver el lugar solo hubiera decidido tomarlo.

Con cuidado asomó su cabeza por el marco de la ventana llevándose la mejor sorpresa de su vida, Atem estaba ahí, sin pensarlo más entró como si nada más le importara al lugar, al verla el faraón se sorprendió, nunca pensó que la chica conociera ese lugar.

—¡Mana!, ¿qué es lo que haces aquí? -Cuestionó el ojirubí impresionado mirando a la chica frete a él que se encontraba al borde del llanto.

—¡ATEM IDIOTA! -Gritó comenzando a llorar arrojándose a los brazos del tricolor mayor, Yugi solo miraba la escena impresionado, tanta era la conmoción de la chica, que había pasado por alto que él también estaba ahí.

—Vaya no me quieras tanto -La voz de Atem se escuchaba algo extraña, Mana levantó su cabeza para mirar un gesto de dolor que el faraón estaba haciendo.

—¿Qué es lo que haces aquí? -Cuestionó ella incorporándose para sentarse a su lado.

—Atem estaba lastimado, por eso está en este lugar -Mencionó Yugi llevándose la atención de Mana por primera vez en la noche.

—¡Yugi! ¿Cómo puedes estar aquí? -Exclamó la morena impresionada.

—No, él no es Yugi, su nombre es Heba y me ha ayudado estos días que he estado aquí, como puedes ver el curó mi herida y gracias a sus cuidados me encuentro mucho mejor -Atem sonrió melancólico señalando la curación que tenía.

—Vaya que sí se parece a Yugi, son como gotas de agua -La morena sonrió mirándolo al tricolor menor -Pero por Ra Atem, ¡esto pudo haberte matado! -Exclamó impresionada.

—Sí, pero no pasó nada más y Mana, aún no has respondido mi pregunta, ¿cómo has llegado hasta aquí? -Atem no entendía como la morena había llegado hasta ahí, él nunca le había dicho nada a nadie de su lugar secreto.

—Una vez te seguí hasta este lugar, no sé, solo quise creer que aquí te encontraría y fue así, estaba huyendo de los soldados del palacio, querían llevarme al calabozo junto con Mahado por querer decirle a los demás que Anum quiere matarte y quedarse con tu trono -Atem abrió grandemente sus ojos al escucharla, sabía que su primo no era de confianza, pero nunca se imaginó que llegaría a tanto, él querer matarlo era algo que se salía de todo control.

—Sabía que ese idiota intentaría algo contra mí algún día, era obvio que aprovecharía mi ausencia para ocupar mi lugar, no puedo permitirlo -Poco a poco intentó levantarse del lugar donde estaba sentado agarrándose fuertemente de la pared.

—¡Atem! -Exclamó Heba preocupado mirándolo con sus orbes cimbrando levemente.

—Lo siento Heba, es hora de marchar, antes de que sea muy tarde -Yugi sabía que no había forma de detener a Atem y para procurar su bienestar debía acompañarlo.

 —Está bien, saldremos en este momento hacia el palacio, detengamos a tu primo -Las palabras del Yugi mostraban gran seguridad, el tricolor mayor y la morena sonrieron al escucharlo, era momento de comenzar la fase final de la misión.

 

----Continuará----

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Notas finales:

¡Holitas! :3 Ya había pasado algo de tiempo desde la última actualización y por eso aquí está un capítulo más >u</ espero que les guste, ya comenzará lo bueno, o sea que no deben faltar muchos capítulos para que se acabe esta historia, eso me hace feliz x'D ya quiero ver otra de mis historias terminadas :'D en fin, me voy, espero leerlos pronto, espero no morir entre mi servicio, practicas y la uni :'D regalenme buenos deseos y ánimos para no morir en el intento de terminar mi carrera :'D Cya.♥


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