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Tres para las doce. por LeonSmith

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Notas del fanfic:

Especial de Año Nuevo del Team Red. Espero les guste.

Notas del capitulo:

Lo prometido es deuda. En éste fic, conoceremos cómo fue la última noche del año para nuestros héroes favoritos. Éste capítulo se centra en la experiencia de Spiderman, meses antes de los acontecimientos del fic “El Héroe”.

Espero sea de su agrado. 

 

Mis fics del Team Red:

El Justiciero. (Daredevil)

El Mercenario. (Deadpool)

El Héroe (Spiderman) 

Ya está anocheciendo, no sé cómo se pasó tan rápido el tiempo. Me encuentro en mi lugar favorito de la ciudad, observando las luces, desde la punta del Empire State. Hace cada vez más frío, creo que debí abrigarme.

El último día del año, cuantas cosas han cambiado . . . Hace un año, me encontraba en casa, bromeando con mi tío sobre lo emocionada que se pone mi tía por las fiestas. Pero ahora ya, él  no está aquí, todo por mi estúpida actitud de “rebeldía”, sólo era un patán.

¿De qué me sirve poder trepar muros y tener “fuerza”, si él tuvo que dar su vida? Tuve que verlo morir ante mis ojos para darme cuenta de lo imbécil que era, de lo irresponsable que me volvía.

Ahora ya no lo tengo a mi lado, lo que más duele es el dolor que le hice pasar a  mi pobre tía. Ella siempre ha visto por mí, no se merecía sufrir tanto.

Siento las frías lágrimas, humedeciendo mi máscara. Me siento tan culpable, si tan sólo hubiera escuchado las enseñanzas de mi tío, si tan solo lo hubiera obedecido aquella noche . . . El sonido de mi celular me distrae de mi tristeza, es mi tía, debe estar preocupada . . .

 — ¿Qué pasa, tía?

 — ¿Dónde estás? Hace horas que saliste, necesito las cosas que te encargué. No deberías andar sólo por las calles, te podrías resfriar o algo así.

 — Lo siento, me distraje un poco.

 — Peter, ¿estuviste llorado? Tu voz se escucha extraña.

 — ¿Qué?, no. Es sólo el ruido de la calle, ya voy en camino.

 — Está bien, no tardes mucho. Y por favor, compra otra lata de piña, siento que faltará.

 — Sí tu lo dices . . .

 — No me contradigas. Anda, te espero.

 — Sí . . . adiós.

No entiendo porqué necesita tanta piña . . . En fin, tengo que bajar de aquí y ponerme mi ropa. Bajo hasta un pequeño callejón y me cambio sin que alguien se dé cuenta. Me dirijo al supermercado, ni siquiera había hecho las compras que me encargó . . .

. . .

Estoy por llegar a mi casa, apenas sobreviví al frenesí de compras. Casi me matan por tomar la última bolsa de nueces, eso fue peor que luchar contra Doc. Oc.

. . .

Entro a la cocina, y observo a mi tía con su clásico delantal de ocasiones especiales. Se ve bastante apurada, parece que ha metido algo al horno, debe ser el pavo con el que jugaba por la mañana, eso sí fue desconcertante.

 — Ya llegué – dejo las bolsas del super sobre la barra de la cocina.

 — Me tenías muy preocupada, ¿dónde te habías metido? – ella está muy concentrada en unas ollas que están sobre la estufa, creo que ni siquiera me está mirando.

 — Estaba caminando . . . - ¿y qué quieren que le diga, que estaba sobre uno de los edificios más altos de la ciudad?

 — Per mírate, casi no te abrigaste – es cierto, sólo salí con una chaqueta marrón y mis jeans – Vas a atrapar un refriado.

 — No me enfermaré . . . – me incomoda cuando se pone en plan sobreprotector, me siento como un niño pequeño.

 — Eso no lo sabes, deberías ser más precavido.

 — . . . – me cruzo de brazos y evito su mirada, no es para armar tanto alboroto.

 — Peter . . .

 — Lo siento, pero no deberías preocuparte tanto, sabes que casi nunca me enfermo.

Ella sólo niega con la cabeza, continúa preparando la comida, por lo menos ya no continúa regañándome. Me siento en el comedor, me quedo mirando todo a mí alrededor. Hay varias verduras sobre la mesa, parece que está preparando pasta y no sé qué cosas más.

 — ¿Por qué preparas tanta comida?

 — Es una noche especial, Peter, quiero que tengamos una linda velada – termina de revisar las ollas y se voltea hacia mí - ¿Ya no te gusta mi comida?

 — No, bueno, sí. Pero, siento que es demasiada, ahora que sólo somos . . . – oh no, metí la pata.

 — . . . – ella se sienta, sin siquiera mirar la silla. Se queda bastante pensativa y agobiada, sus ojos comienzan a enrojecer.

 — ¿Tía May? – trato de mirarla a los ojos, pero parece que su vista está perdida.

De pronto, suelta libremente en llanto. Lleva sus manos a su rostro y tapa sus ojos, tan hinchados. Me levanto y la abrazo, soy un idiota, acabo de arruinar todo.

 — Lo lamento mucho, no debí . . . – poco a poco se calma y limpia sus lágrimas.

 — No es tu culpa, Peter – en vez de reconfortarme, sus palabras me duelen mucho, me recuerdan que todo lo que ella ha llorado, es por no haber escuchado a mi pobre tío.

 — No, sí lo es . . . – aprieto mis dientes con fuerza, mis labios se fruncen y comienzo a soltar lágrimas - ¡Sí fue mi culpa! – la suelto y camino un par de pasos, no merezco su compasión, no merezco nada - ¡Todo fue mi culpa! ¡Fui un idiota, un irresponsable! ¡El tío Ben estaría con nosotros, si no fuera por mi maldita culpa!

Ella se acerca rápidamente a mí, y sin siquiera pensarlo, me abofetea con gran fuerza. Poso mi mano sobre mi mejilla izquierda, no puedo creerlo, ella nunca me había golpeado . . .

Trato de decir algo, pero el llanto y la sorpresa me impiden hacer algo más que balbucear. Ella me abraza con toda sus fuerzas y vuelve a llorar, no puedo moverme, son demasiadas cosas que atormentan mi cabeza.

 — ¡Nunca, escúchame bien, nunca vuelvas a decir que fue tu culpa! – no para de llorar, tardo en comprender sus palabras.

 — Pero . . .

 — ¡Nunca!

Me mira a los ojos y besa mi frente, puedo ver la tristeza que le causa mi actitud, mi pesar. Sonrío al sentir su apoyo y nos abrazamos con calidez, haciéndonos sentir acompañados.

 — Eres lo único que me queda, Peter. No quiero verte que te atormentas tanto, por algo que no tiene remedio.

 — Pero, si esa noche no hubiera . . . – sujeta mi cabeza y me hace señas para que me calle.

 — Mi cielo, no resuelves nada lamentándote, debes ser fuerte y honrar la confianza que él tenía en ti. Estoy segura que no le hubiera gustado verte así – quiero, pero no puedo controlar el llanto.

 — Lo . . . lo siento, he sido un tonto, Tía May.

 — . . . – me vuelve a abrazar y a besar, es tan lindo tener a alguien tan comprensiva – Peter, no podemos hacer nada para cambiar lo que pasó, pero nos tenemos el uno al otro . . . – acaricia mi cabello y me sonríe – Tenemos que ser fuertes, y hacer lo que a mi Ben le hubiera gustado . . .

 — ¿Qué?

 — Vivir, Peter.

Sonrío más tranquilo y le agradezco con un gran abrazo, casi me olvido de mis poderes y estuve a punto de levantarla. Por suerte, no lo notó. Nos separamos y secamos nuestros rostros, ambos con la manga de nuestra ropa. Reímos por la sincronía de nuestros movimientos, nos parecemos tanto.

. . .

Ya más tranquilos, regreso a mi asiento, y juego con mi móvil. La tía May sigue preparando la cena, le ayudaría pero, siempre termino haciendo más desastres que cosas bien hechas. Mucho ayuda el que no estorba . . .

 — Oh no – parece preocupada.

 — ¿Qué pasa?

 — Mi ensaladera . . . – parece que le hubiera sucedido una tragedia – está rota.

 — ¿Y? – es sólo una ensaladera, no es la gran cosa.

 — Y . . . no tengo donde poner mi ensalada de col y zanahoria – si no fuera tan cómico el asunto de la bendita ensaladera, creería que le pasó algo malo, su rostro parece tan preocupado.

 — ¿No podemos ponerla en otro tazón?

 — No, hoy es víspera de Año nuevo, no podemos usar los feos trastes de siempre.

 — ¿Entonces? – no puedo evitar reír un poco.

 — No te burles, Peter, esto es serio.

 — Lo siento – no lo siento.

 — ¿Dónde puedo conseguir una ensaladera a ésta hora de la noche. . .? – queda pensativa unos segundos, luego me observa, como planeando un crimen en el cual seré su cómplice – Peter, cariño . . .

 — Me harás ir a casa de Harry, ¿verdad? – diablos, ya sé para dónde va todo esto.

 — Eres un amor.

. . .

Estoy en un divertido viaje en autobús, camino a la casa de mi amigo. Está helando, no hay personas en el transporte, excepto un extraño con cara de pocos amigos. Si no fuera por mis poderes, estaría bastante preocupado.

Bajo a unas cuantas cuadras de la mansión, camino por las desoladas calles. Son las nueve de la noche, pero parece de madrugada. Toco el timbre exterior y le pido a Roland (chofer y mayordomo de la familia) que me deje entrar.

 — Joven Peter, qué sorpresa su visita – abre la puerta y pide mi abrigo.

 — Hola, Roll-and . . . – lo sé, mal chiste - ¿Cómo te trata el último día del año?

 — No me quejo – caminamos hacia la sala – Y si lo hago, me despedirían.

 — Eres todo un bromista – mientras yo río, el me observa serio, creo que no bromeaba – Ehm . . . me preguntaba, ¿tendrán una ensaladera que no ocupe el Sr. Osborn?

 — Claro, enseguida vuelvo.

 — Gracias.

Me siento en uno de los bellos sillones, parecen más viejos que mi tía (no le digan que dije eso). Muevo mis piernas con algo de ritmo, no me gusta esperar. Por suerte, el buen Roland no tarda mucho en regresar, con una enorme y ostentosa ensaladera de vidrio. Espero no romperla de camino a casa.

 — Wow, ¡es enorme!

 — Sí gusta, puedo llevarlo a casa - ¿acaso quiere matarme?, el viejo conduce como Toretto, pero con miopía.

 — No te preocupes, tengo tarjeta del bús . . . – ya que estoy aquí - ¿Y Harry?

 — El amo Harry está en su habitación.

 — ¿Puedo subir a saludarlo?

 — Claro, el amo Norman me ha encargado que lo atienda con toda la hospitalidad.

 — Pues, gracias. Subiré a ver al amo . . . ¡Digo! Subiré a ver a Harry.

Subo las escaleras, obvio dejé la ensaladera en la sala. Camino por el enorme pasillo del primer piso y llego a la cuarta puerta. Abro con cautela y encuentro la pose típica de mi amigo, acostado boca arriba, con la cabeza colgando del borde.

 — Amo Harry, ya está servida la cena – le hablo con el acento más inglés que me sale.

 — ¡Peter! – casi salta de la cama y me abraza con toda su fuerza.

 — Harry, me asfixias . . .

 — No seas princesa. ¿Qué haces aquí? – nos sentamos en la enorme cama.

 — Mi tía estaba de luto por su ensaladera, así que vine a pedirles prestada una – el no deja de sonreír, está bastante arreglado. Un elegante traje gris oscuro, sobre un suéter negro.

 — ¿Ya te la dieron?

 — Ya, gracias.

Nos quedamos un tanto silenciosos, moviendo nuestras piernas, casi con el mismo ritmo. Odio los silencios incómodos.

 — Y, ¿qué harás? – el voltea de inmediato, creo que esperaba que rompiera la atmósfera.

 — Pues, mi padre me dijo que iríamos a cenar, ya sabes – aunque no le gusta demostrarlo, parece bastante emocionado con la idea.

 — Genial, con razón estás tan elegante.

 — ¿Verdad? – claro, señor modesto – Aunque, creo que el pantalón me queda un tanto justo.

 — . . . – se levanta y me muestra como le queda en el trasero. ¡Demonios! - ¡Harry!

 — ¿Qué pasa?

 — Nada . . . – no podré quitarme esa escena de la cabeza.

El timbre de su celular nos saca de la pasarela, parece que su padre le ha llamado. Supongo que es para avisarle que se aliste.

 — ¿Papá?

 — ¡¿Qué?!

 — ¡Pero me lo prometiste! – cierra su puño y comienza a gritar, creo que algo malo está pasando.

 — Sabes qué, ¡olvídalo! Gracias por nada . . .

Azota su celular contra la pared, queda hecho añicos. Su rostro está bastante rojo, parece que echa humo. Sus ojos se ponen vidriosos, no me gusta verlo así, decepcionado. Me levanto para poner mi mano sobre su hombro.

 — ¡Suéltame! – quita mi mano y me empuja sobre la cama. Azota las cosas que están sobre su escritorio, y golpea la pared repetidas veces - ¡Idiota! ¡Idiota! ¡¡¡Soy un maldito idiota!!!

 — Harry, cálmate – trato de sujetarlo, pero es bastante terco y fuerte.

 — ¡¿Calmarme?! ¡Pero si estoy calmado! ¡¿Por qué carajos no habría de estarlo?!

 — En serio, estás muy alterado – trato de usar más fuerza, pero él me avienta al suelo e intenta golpearme.

 — ¡¿Alterado?! ¡¿Sabes cuántas malditas veces he creído sus promesas?! – aprieta su quijada y trata de ahogar el evidente llanto - ¡¡¡Soy un imbécil!!!

 — . . . – poco a poco, se le va la fuerza y se desploma sobre mí, aferrándose a mi ropa. Su llanto moja mi pecho, yo lo abrazo con fuerza, no sé cómo ayudarle.

 — Siempre termino así, ¡sólo como un vil perro! – lo sujeto por la cabeza y lo acerco más a mí, acaricio su cabello y comienzo a llorar también.

 — Harry, escúchame . . . – no me hace caso, sigue desconectado del mundo - ¡Escúchame! – al fin me ve a los ojos – Tú nunca estarás sólo, yo siempre estaré para ti.

 — No hagas promesas que no cumplirás – comienza a calmarse, a secar sus ojos.

 — No estoy jugando, tú eres mi mejor amigo, yo nunca te dejaré sólo – me nace besar su frente, justo como lo hizo mi tía conmigo.

 — No sé qué haría sin ti . . . – me sonríe y me ayuda a levantarme.

 — Seguramente, serías un duende gruñón.

Me abraza con fuerza, siento su respiración en mi cuello. Algo que siempre me ha parecido . . . ¿tierno?, de él, es el olor de su colonia. No la ha cambiado desde la secundaria, huele tan . . . especial.

 — Gracias, y perdón por el golpe – se separa de mí, frota su nuca con algo de vergüenza.

 — No te preocupes, no fuiste el único . . .

 — ¿Cómo?

 — Olvídalo. Sabes, deberías acompañarme.

 — ¿A dónde?

 — Obviamente, a mí casa. La tía May se emocionó con la cena, se alegrará al verte.

 — No lo sé, Pete . . . – lo piensa demasiado – Nunca he pasado las fiestas con ustedes, no quiero causar molestias.

 — Vamos, ¿más molesto que en clases? Eso es imposible . . . – comienzo a reír, él me golpea en el brazo.

 — Pero . . .

 — Pero nada, no dejaré a mi mejor amigo, sólo en Año Nuevo.

 — . . . – me mira fijamente y me sonríe con abierta alegría – Gracias, Pete.

. . .

Acabamos de llegar a mi casa, casi morimos en el viaje (Roland se emociona mucho al volante). Entramos y caminamos a la cocina, ya huele al delicioso pavo del horno.

 — ¿Por qué tardaste tanto? – parece preocupada, su expresión cambia por la sorpresa de ver a mi amigo - ¿Harry?

 — Hola, señora Parker – tímido saluda mientras sostiene la ensaladera.  

 — Que sorpresa verte aquí . . . – está próxima a hacer una pregunta incómoda, le hago señas para que no lo haga. Por suerte, entiende lo que trato de decir – Espero que te guste el pavo.

 — Claro, me encanta, señora Parker.

 — No me llames así, tú eres como de la familia. Dime, Tía May.

 — Sí, señ . . . Tía May – todos sonreímos.

 — Bien chicos, se está haciendo tarde. Subiré a arreglarme, ¿les encargo la ensalada?

 — ¿La ensalada? – no, nunca me sale como a ella.

 — Sí, se los agradecería mucho.

 — No tenga cuidado, Pete y yo nos encargamos – puede ser tan cortés . . .

 — Eres un encanto, Harry. Vuelvo en un rato.

Sube hacia su habitación, yo le reclamo a Harry, él ni se inmuta con mis quejas. El se encarga de rayar las zanahorias, yo de picar la col. Mientras lo hacemos, nos aventamos pequeños trozos de verduras, su castaño cabello parece parte de la ensalada.

. . .

 — Regresé, muchachos – nos encuentra llenos de la ensalada, parece zona de guerra. Ella está bellísima, aún no se le notan los años (de nuevo, no le digan que dije eso).

 — Señora . . . Tía May, se ve despampanante – ahí va de nuevo, don modales ataca.

 — Ay, Harry, eres un galante – sonríe, aunque parece que el desastre que hicimos, no le tiene muy contenta – Chicos, recojan su tiradero, ya casi es hora de cenar, éste comedor se debe ver reluciente.

Limpiamos toda la verdura tirada en el suelo, y las gotas de crema que cayeron sobre el comedor. Colocamos el mantel más elegante que tenemos, y ponemos la mesa, cual restaurant de lujo (o por lo menos eso creemos).

Mi tía pone algo de música, sólo para amenizar. Coloca el pavo al centro de la mesa. Alrededor, acomodamos las guarniciones (entre ellas, la poco estética ensalada que hicimos).

Nos sentamos y sonreímos por el delicioso banquete que nos espera. Mi tía se encuentra en el asiento principal, mientras Harry y yo nos encontramos juntos.

Comemos con bastante ánimo. Platicamos de lo bueno que nos ha pasado en éste año, también de lo malo, que nos ayuda a aprender de la vida. El rostro de Harry demuestra lo feliz que se encuentra, ahora sabe que nunca estará sólo.

. . .

 — Chicos . . . – hace sonar su copa, llegó la hora del brindis – Quiero agradecer por un año más, ha sido duro, pero sé que estaremos unidos, pase lo que pase – tiene esa sonrisa de comercial, creo que la quinta copa de vino la puso muy alegre – Hagamos un brindis, por la familia – me observa y vuelve a sonreír – y los amigos – Harry le responde el gesto.

 — ¡Salud!

 — Yo quiero agradecer por estar aquí, y honrar a los que se nos fueron . . . – lo sé, soy un tanto serio, pero mi intención no es deprimir el ambiente – Quiero hacer un brindis por la vida, por todas las sorpresas que nos aguardan – sonrío para mostrar mi intención.

 — ¡Salud!

 — Yo . . . – Harry duda un poco, lo animo con una pequeña caricia en su hombro – Yo, quiero agradecer por lo que nos depara el destino, que sea próspero y lleno de felicidad. Quiero hacer un brindis, por el futuro, que siempre sea dichoso, a su lado – hermosas palabras de mi amigo, nosotros le sonreímos con calidez.

 — ¡Salud!

Doce en punto, nos levantamos del comedor. Nos abrazamos con emoción, compartimos la alegría de estar juntos, de recibir una nueva oportunidad de vivir. Seguramente, será una año bastante interesante, lo siento en mi corazón. 

Notas finales:

Muchas gracias por leer, cómo saben las personas que me han leído, ahora toca la lista.

1. Espero lo hayan disfrutado.

2. No duden en hacerme saber sus dudas, comentarios, sugerencias y demás aclaraciones en un review. Son de suma importancia para conocer su opinión.

3. El próximo capítulo, será estrenado el 30 de éste mes. ( o sea, en dos días)

4. He tenido varios problemas los últimos días, me duele mucho decirles que dejaré los fics del Team Red. Espero que no me odien. En verdad me siento muy triste por tomar esa decisión, ojalá comprendan.

Soy León Smith, les deseo muy felices fiestas.

 

Mis fics del Team Red:

El Justiciero. (Daredevil)

El Mercenario. (Deadpool)

El Héroe (Spiderman) 

 


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