Él me miró y yo lo miré.
¿Amor a primera vista tal vez?
|POV JongIn|
Nuestras miradas hicieron contacto de inmediato y cupido hizo su trabajo. Una flecha no tardó en atravesar mi corazón, aunque más parecía un bombardeo de flechas.
El era chiquitito y de cejas pobladas, tenía algo peculiar que hasta ahora no había visto en otra persona, sus inmensos ojos, al parecer ese par de luceros podían hipnotizarte con tan solo un vistazo.
Profundo, es la única palabra que podía descifrar el mensaje oculto de aquellos globos inquisitivos intensos.
Su mirada dejaba expuesto sus sentimientos, y lo supe la vez que lo invité a salir. Me gané uno que otro golpe y esta más decir que una negación por parte del pigmeo pero sus orbes reflejaron todo lo contrario, brillaron como dos monedas de plata hasta cuando me pateó en la entrepierna. Se dio la vuelta al dar por finalizada su hazaña y yo me quedé contemplando su diminuta figura hasta que ésta despareció por el pasillo. Tirado en el suelo sonreí desbordando felicidad y escupí sangre por inercia, prácticamente fui su saco de boxeo pero uno que a él le gustó y sus ojos me lo habían confesado, ese simple gesto fue un indicio para darme cuenta que no debía darme por vencido.
Do KyungSoo, así se llamaba el dueño de esos maravillosos faroles. No fue fácil en un principio descubrir su nombre...
<Flashback>
Luego de haber sido rechazado le pregunté a mi amigo ChanYeol si sabía algo respecto del pequeño pelinegro, él por supuesto bramó cuestionándome sobre los hematomas que comenzaban a notarse en mi cuerpo, ya que no era tan fácil de ocultar por la holgada remera que llevaba.
Cabe destacar que a pesar de ser bajito el homúnculo que se había adueñado de mi mente y mi corazón golpeaba como todo un luchador de la "WWE" y eso que los de ese programa eran de agresión actuada.
Ignoré olímpicamente los sermones del poste que tengo como amigo y seguí interrogándole sobre el chico de ojos cautivadores, éste suspiró levemente y soltó un alarido dramático:
-¿Hablas de Do KyungSoo?, eso explica tu deplorable condición. JongIn, por lo que más quieras no te vuelvas a acercar a él. Es conocido por ser el matón de mi universidad aparte de odiar a todo el mundo, los rumores dicen que la última persona que lo hizo enojar no terminó vivo para contar... ¿JongIn me estás escuchando?, ¿hey negro sigues aquí? ¡Kim JongIn!
Sí, ese era yo suspirando cuan bobo por ese bellísimo nombre, le quedaba como anillo al dedo.
"KyungSoo", 8 letras, 3 sílabas y 3 vocales, sí, me tomé la molestia de contarlos mentalmente.
Susurré su nombre por lo menos diez veces y todo un futuro juntos se proyectó en mi mente, desde nuestro noviazgo hasta nuestra boda y los Kyungies Juniors que tendríamos como hijos, claro, serían 10 mínimo, con esos adorables mofletes, labios abultados y sobretodo ojos como los de él, KyungSoo, llegué a la conclusión que serían perfectos.
<Fin del Flashback>
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Tras transcurrir el tiempo mi acoso no se hizo esperar, es decir, iba constantemente a la universidad de ChanYeol pero no para verlo a él sino para ver a Kim KyungSoo, así se llamaría a partir de ahora puesto que es obvio que nos casaremos y Kyungie bebé debe llevar el apellido de su marido para aclarar al mundo que es mío, de mi propiedad.
No, no soy un sasaeng si eso es lo que están pensando, solo soy un joven ilusionado y encantado por el muchacho de ojos bonitos.
Y esos mismos días retornaba a mi casa con el ojo morado o la pierna fracturada o peor aún sin un diente, pero siempre con una sonrisa inmensa adornando mi adolorido rostro.
Chanyeol decepcionado como de costumbre, al percatarse del estado en el que me encontraba comentaba:
-Creí que con los días te darías por vencido pero déjame decirte que eres el peor masoquista que he conocido y sobretodo un terco empedernido. ¿Al menos te das cuenta que KyungSoo jamás te dará una oportunidad? Solo mírate...
Negué rápidamente mientras fruncía el ceño engorroso por la actitud de Yeol, él no conocía la especial relación que teníamos Kyungie y yo, se dejaba llevar por mi piel coloreada de violáceo pero no de mi felicidad, lo que sentía por dentro. Sí, Kyungie me pegaba pero cada golpe era una muestra de amor, ¿me dejo entender? El quería marcarme como suyo, y nada mejor que a su manera.
La jordana había acabo y me llevaba consigo una fractura de húmero, una hinchazón de labios producto del puñetazo que recibí pero nada que no se pueda arreglar con una visita al médico y una cremita humectante. Aún así no cambiaría en lo absoluto esa mañana en la cual sus pupilas ocupaban toda la totalidad del iris, mientras el fulgor de sus ojos volvía a resplandecer al darme su tosco pero peculiar afecto causante de mi dicha en este momento de regocijo.