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Te doy mi alma por LizzieVidal

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Notas del capitulo:

Ni Yu-Gi-Oh! Ni ninguno de sus personajes me pertenecen, estos pertenecen al gran maestro Kazuki Takahashi♥

Ahora recordemos cosas feas :'c mi pobre Akefia y Heba :'c

 

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“Dejaría todo lo que poseo, hasta mi alma por ti, si eso no es amor… es lo mejor que puedo darte”.

 

Cómo te sentirías después de ver que el lugar en el que te criaste, el mismo que te vio nacer ha sido destruido, cómo llevarías adelante a la persona que más amas en la vida sabiendo que no puedes darle la vida que se merece, cómo podrías continuar si no te quedan las fuerzas necesarias, pero tratas de resistir solo por ver una sonrisa en el rostro de tu persona especial, eso es lo que rodea mi cabeza esta noche mientras contemplo la inmensidad de la luna llena, pasé por una de las cosas más terribles que pudieran pasarle a cualquiera, mi familia, amigos, conocidos y gente que me rodeaba ya no están, solo me queda mi mejor amigo de la infancia, mi gran amor, la única persona en el mundo para mí, mi amado Heba, durante este momento solo puedo hacer una cosa, levantar suplicas a la diosa que me ha acompañado en los peores momentos de mi vida, la buena diosa Isis.

Diosa lunar Isis, sé que no soy nadie para pedirte esto y sé que solo soy un maldito ladrón que no puede darle una mejor vida a la persona más importante en mi vida, pero te pido que no lo alejas nunca de mi lado, lo necesito conmigo, lo necesito porque lo amo… -Pedía cabizbajo hundido en mis pensamientos mientras miraba como la bella luna recorría la cúpula estelar iluminando con su gracia el desierto egipcio, en mi regazo se encontraba dormitando mi dulce pequeño con finas marcas de lágrimas secas en su bello rostro, había estado recordando el momento de nuestra desgracia y se había quedado dormido mientras lloraba, yo solo podía acariciar suavemente su blanca y tersa piel, y sus hermosas facciones, pasando en veces por su espalda para aminorar los espasmos de su llanto de horas atrás, él era un chico verdaderamente hermoso, era poseedor de un sin igual par de joyas amatistas y sus cabellos tricolores le daban un aire exótico, no entendía como yo siendo un ladrón tenía la encomienda de cuidar a tan perfecto ángel como lo era él, aunque a decir verdad no era algo que pudiera ser de otra forma, yo era la única persona que le quedaba, era el único en su vida después de ese maldito día, aún puedo sentir la repulsión y como se revuelve mi estómago al recordar lo que vivimos días atrás…

 

----Flashback----

—Al parecer hoy es un día agradable, ¿no crees, Akefia? -Preguntó mi único amigo desde que tengo memoria, sonriéndome, con una sonrisa tan sincera y cálida que lograba ponerme una alegría inmensa, inclusive en el día más amargo.

—Sí, lo es -Respondí sonriéndole cálidamente, como solo con él podía hacerlo, nos encontrábamos lejos de nuestro pequeño pueblo ya que mi pequeño Heba quería salir a explorar un poco los alrededores, desde hace tiempo le había prometido llevarlo y hoy había sido el día de cumplir mi promesa.

—Heba, pequeño, pronto oscurecerá, será mejor que regresemos, tu abuelo y tu madre ya deben estar algo preocupados por tu ausencia -Mencioné mirándolo fijamente mientras él seguía contemplando desde donde estábamos la magnitud del desierto egipcio.

—¿Tan pronto?, aún faltó mucho por conocer -Mencionó cabizbajo, su rostro afligido era una de las cosas que no podía ver, tenía que procurar que sus bellos labios sonrieran siempre, no podía dejarlo sentirse triste, no era propio de un ángel.

—Vendremos otro día y te seguiré mostrando cada lugar que quieras ver -Mencioné pensando en una negociación para que quitara esa cara.

—¡¿De verdad?! -Cuestionó sorprendido y emocionado, yo me alegré de ver su nuevo semblante.

—Claro, Heba, es un juramento -Mencioné tomando sus manos mirándolo fijamente a los ojos, pude notar como sus níveas mejillas se sonrojaron ante mi acto, Heba era un chico demasiado lindo, sentía como cada día algo dentro de mí crecía dejándome implantado un profundo amor que era exclusivamente para él.

—Gracias Akefia -Mencionó sonriéndome feliz, yo solo asentí prendado de sus hermosas joyas amatistas, mis ojos lilas se encontraban enamorados del brillo que irradiaban sus bellos ojos, sentía que mi corazón latía solo para verlo sonreír para mí.

—Regresemos -Mencioné soltando una de sus manos, pero conteniendo su mano izquierda para dirigirnos a mi caballo y emprender el viaje de regreso a Kul-Elna.

—Si -Mencionó él dulcemente.

Mientras regresábamos a nuestro pueblo Heba se mantenía recargado en mi espalda con sus delicados brazos rodeando fuertemente mi cintura, podía sentir su suave olor a lavanda inundando mi olfato, tener a Heba tan cerca de mi es lo que me daba las fuerzas para continuar cada día, inclusive había pensado dejar mi vida de ladrón y vivir en el pueblo siendo una persona de bien, solo para verlo feliz, solo por quedarme para siempre junto a él.

Sin embargo, las cosas no iban a ser nada fáciles, en ese punto ya me encontraba siendo un enemigo jurado del reino por robar a este en diversas ocasiones, pero quién puede quedarse cruzado de brazos cuando vez que el estúpido faraón que gobierna le quita todo lo poco que poseen a los pobres, incluso lo que no tienen también, Atem podía ser el faraón, pero no era ni siquiera la sombra de lo que había sido su padre quien murió a causa de una terrible enfermedad mientras dormía, o al menos eso es lo que nos habían informado los sacerdotes del reino, después de que él faraóncete de cuarta subió al trono las cosas cambiaron, se volvió un rey avaro y ambicioso, completamente un tirano y exactamente una tiranía era lo que hacía con el pueblo, quitarle sus bienes a todos, obligarlos a trabajar como esclavos construyendo la nueva pirámide que marcaba su reinado, estúpidas cosas que el anterior faraón Akhenamkhanen jamás hubiera hecho, eso me hacía hervir la sangre, qué tipo de vida podíamos aspirar a tener teniéndolo a él al mando, hubiera sido mil veces mejor que su primo Seth subiera al trono, pero este al no ser hijo del primogénito no tenía este derecho, no a menos que Atem desapareciera.

Por eso mismo comencé a saquear algunas tumbas de los faraones más antiguos y algunos que incluso ya estaban más que olvidados para poder llevar algo de sustento a mi pueblo, pero Atem no soportó ese hecho y sin más, ordenó mi captura y ejecución, si, maldita sea la hora en la que ese idiota había sido nombrado el nuevo faraón.

Al estar cerca de nuestro pueblo miré una imagen que nunca en la vida olvidaré, este estaba ardiendo en llamas, detuve mi caballo un momento sintiendo como mis orbes temblaban, sentí la sangre hervir en mi cuerpo de rabia, seguramente los estúpidos soldados del faraón habían venido a sacarle información sobre mí a los pobladores y habían comenzado a incendiar todo para sembrarles el pánico obligándolos a hablar.

—Heba, agárrate fuertemente de mí -Mencioné sintiendo un poco de miedo, esperaba que nada le hubiera pasado a su familia y a la mía.

—¿Qué pasa Akefia? -Cuestionó algo adormilado, al parecer aún no se daba cuenta de lo que pasaba, pero en cuanto lo hizo no supe cómo frenar el terror que sentía -¡¿Qué está pasando?!, ¡¿Por qué todo arde en llamas?!, ¡Akefia! ¡NUESTRAS FAMILIAS! -Gritó intentándose bajar del caballo.

—Heba por favor tranquilízate, en un momento estaremos ahí, por favor mírame -Pedí suplicante volteándome lo mejor que podía para quedar frente a él -Todo estará bien, ¿sí?, no debes preocuparte de nada -Mencioné tomando su rostro entre mis manos haciendo que se calmara un momento, sus ojos temblaban levemente y de estos bajaban oscuras lágrimas, al verlo solo pude abrazarlo fuertemente -Todo estará bien Heba, todo estará bien -Mencioné cerrando mis ojos fuertemente, sentía que de mis ojos también querían brotar pequeñas lágrimas, pero las contenía, además, aún no sabíamos que estaba pasando ni como estaban las personas que nos importaban -Vayamos sin hacer mucho ruido -Mencioné separándome de él, este solo me miro no comprendiendo mis palabras, sin más volví a mi anterior posición haciendo que el caballo fuera lo más rápido que podía.

Dejé el caballo y bajé junto a Heba a algunos metros del pueblo, con cuidado nos escabuímos entre las casas, podía ver a los pobladores correr de un lugar a otro, llenos de pánico.

—¿Dónde está ese ladrón malnacido? -Escuché gritar a uno de esos malditos perros falderos del faraón.

—¡Por favor, no nos hagan nada! ¡No sabemos dónde está! -Mencionó una señora que trataba de ocultar a sus dos pequeños hijos tras de ella.

—¡Confiesa! -Gritó el maldito jalándola del brazo.

—¡Ya le dije que no sé nada! ¡Suélteme por favor! -Mencionaba suplicante entre sollozos, sus hijos lloraban pidiéndole al soldado que no le hiciera nada a su madre, no pude hacer nada ante la imagen tan cruel que presencié, el maldito soldado clavó su espada en el estómago de la mujer y la dejó caer al suelo como si no fuera nada, la sangre comenzó a drenarse rápidamente de su cuerpo, pude sentir como el olor metálico de la sangre llenó mis fosas nasales, los niños se encontraban llorando abrazados a la mujer que yacía en el piso estos estaban cubiertos del líquido carmesí que brotaba del cuerpo de su ahora fallecida madre, sin tocarse el corazón el soldado realizó la misma acción que con la mujer con los pequeños, en ese momento volteé para mirar a Heba quien estaba mirando atónito la escena, su boca estaba abierta y tenía una expresión de horror en el rostro.

—¡No mires Heba! -Mencioné tomándolo fuertemente entre mis brazos -Tenemos que llegar con tu madre y tu abuelo -Mencioné alejándome de él tomándolo de la mano para seguir nuestro camino, debíamos ocultarnos, no, no era un cobarde por no salir y dar la cara para que dejar de matar a mi pueblo, simplemente no quería que algo malo le fuera a pasar a Heba, podían destrozar mi mundo si querían, les daba la potestad de hacerlo, pero no dejaría que osaran ponerle una mano encima a mi ángel.

—Akefia, mi madre, mi abuelo… Tus padres -Mencionó entre sollozos -mientras cubría con una mano su rostro, al faltar tres casas para llegar a donde vivía Heba pude ver como las casas a los costados ardían y frente a estas estaba ese idiota que se hace llamar faraón arriba de su caballo junto a varios soldados.

—¡Será mejor que nos digan dónde está ese maldito ladrón! -Mencionó Atem con molestia.

—Faraón, ¿por qué nos hace esto?, somos su pueblo -Mencionó una voz muy bien conocida por mí, era el abuelo de Heba.

—¡Un abominable nido de ladrones jamás será parte de mi pueblo! -Le respondió déspotamente mirándolo fríamente -¡Entréguenlo ya! -Gritó encolerizado.

—¡Abuelo! -Exclamó Heba tratando de salir de donde estábamos ocultos tras unas cosas viejas arrumbadas a un lado de una casa cercana para mirar la escena, yo no pude hacer más que tomarlo fuertemente mirándolo a los ojos para que se calmara tapando sus labios con mi mano.

—Faraón, ya le hemos dicho que ese muchacho no se encuentra en este lugar -Mencionó el abuelo de Heba tratando de sonar cordial.

—Si siguen con esa mentira no me queda otra opción… ¡Soldado! -Gritó mirando a uno de sus perros falderos haciendo un ademán para que este se acercara, sin hacer más este se dirigió a la casa de Heba y tiró una antorcha dentro de esta haciendo que todo por dentro comenzara a quemarse, sentí una fuerte opresión en mi pecho al ver esa escena, el maldito de Atem solo sonreía sínicamente.

—¡Su padre jamás hubiera hecho esto, faraón! -Mencionó la madre de Heba sollozando poniéndose a un lado del abuelo.

—¡Mi padre no es asunto que les incumba a sucias cucarachas como ustedes! ¡Además él ya está muerto! -Mencionó sonriendo, cómo podía sonreír, se estaba refiriendo de su mismo padre -¡Díganme donde está!

—¡Él no está en este lugar y le pido a todos los dioses que un ser tirano como usted jamás lo encuentre! -Gritó la mamá de Heba llorando.

—¡No permito que nadie me levante la voz! -Gritó Atem sacando su espada clavándola en el estómago de ella, solo pude abrazar a Heba para no dejarlo ver la escena, no podíamos seguir estando en ese lugar, sabía que las palabras dichas por su madre eran una súplica para que protegiera a su hijo de todo, para que él no pasara por lo mismo que ellos.

—Heba te-tenemos que irnos -Mencioné tratando de contener mis lágrimas, pero me era muy difícil, respirar de por sí también ya era una tarea difícil debido a la densa cortina de humo que estaba llenando todo el pueblo.

—¡No me iré sin mi mamá y mi abuelo! -Exclamó frustrado.

—No me dejas otra opción -Mencioné tomándolo entre mis brazos comenzando a dirigirme por el camino que habíamos recorrido, cada vez había más cuerpos en el suelo cubiertos de su propia sangre, no entendía como el estúpido de Atem podía ser un ser tan despreciable.

—¡Akefia bájame! ¡Akefia! ¡Nuestras familias! -Sollozaba golpeando mi pecho para que lo bajara cosa que no haría por nada del mundo.

Al llegar al caballo lo subí rápidamente, yo subí tras él y cabalgué lo más rápido que podía hasta llegar a las lejanías del pueblo, Kul-Elna había perecido, nuestras familias, amigos y conocidos, todo se había desvanecido a raíz de la ira de un tirano, sentí como finas lágrimas comenzaron a caer de mis ojos al recordar los momentos más significativos de mi infancia en ese lugar.

—Perdónenme todos… -Mencioné débilmente, Heba volteó a verme con sus ojos llorosos e irritados.

Nos detuvimos cuando estuvimos lo suficientemente lejos, bajé a Heba del caballo y este comenzó a llorar más fuertemente arrodillándose en la arena del desierto golpeándola con sus puños.

—¡Todo acabo! ¡Mi mamá, mi abuelo! ¡Ra! ¡¿Qué clase de castigo es este?! ¡¿Qué te hicimos para merecer esto?! -Gritaba entre sollozos mientras seguía golpeando la arena, solo de verlo en ese estado deseaba jamás haber nacido, solo para no causarle ese sufrimiento a mi amado Heba.

—Heba… -Mencioné débilmente llamando su atención y para que dejara de hacerse daño.

—Akefia… -Mencionó levantándose del suelo refugiándose entre mis brazos -Eres lo único que me queda ahora -Mencionó entro llantos -Prométeme que nunca te vas a alejar de mí -Mencionó mirándome con un gran dolor en su mirada.

—No te lo prometo Heba, te lo juro -Mencioné seguro mientras lo miraba directamente a los ojos, su abrazo solo se intensifico más -Te juro que incluso te daré mi alma si esta te fuera necesario -Mencioné correspondiendo fuertemente su abrazo, sentía sus cálidas lágrimas caer sobre mi hombro mientras trataba de acariciar gentilmente su cabello para calmarlo.

----Fin del Fashback----

 

Sabía que comenzar nuevamente sería muy difícil, pero no había de otra, no iba a permitir que la muerte de todas las personas de nuestro pueblo fuera en vano, algún día haría algo para vengarlos, algún día todo volvería a ser como antes.

 

----Continuará----

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Notas finales:

Pinche Atem :'v ya pues, nos leemos en el próximo capítulo, cya :')


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