[Capítulo 1 – Boda]
Hoy se celebra una boda, todo el lugar esta hermosamente arreglado con tonalidades pálidas, flores, manteles, moños y lazos por todas partes. Las sonrisas y conversaciones amenas inundan el lugar, volviéndolo más agradable y animado.
Las personas comienzan a llegar, llenando la capilla, ocupando sus respectivos lugares de acuerdo por parte de quien persona vienen presentes. Todo a cargo de una hermosa chica de cabellos castaño hasta los hombros, su vestido blanco, portando una tableta en la mano, anotando quienes ya están presentes y quienes faltan. Suspira, esbozando una sonrisa, aprieta la tableta contra su pecho y sale en busca de los susodichos, dando pequeños saltillos en su camino.
Hoy es el día.
******************************
En la habitación están todos nerviosos, pero nadie más que el chico frente al espejo, que quiere salir corriendo de ahí. Saltar por la ventana parece la mejor opción posible, pero no puede hacerlo. Sus pensamientos se debaten. Toma una fuerte respiración, justo como le dijo su amigo hace 45 minutos cuando lo vio tan rígido que podría pasar por una estatua.
Se mira en el espejo, tratando de tranquilizarse. Su rostro en pánico lo recibe, tiene que calmarse un poco, no puede llegar al altar de esa manera. En realidad no quiere llegar al altar, pero su novio (prometido) quiere hacerlo. Y eso le hace inmensamente feliz, saber que quiere dar el siguiente paso.
Honestamente hace algunos meses pensar en casarse era un tabú, no es que no lo amara o no quisiera, solo que… había habido ciertos percances que los distanciaron y ahora estaban casándose. Tragó, apretando su mano.
Basta, deja de pensar tonterías. Hoy te casas.
— Dios, hoy me caso. —hiperventilando, comenzó a abanicarse con su mano, quiso pasar su mano sobre su frente, pero desarreglaría el cabello que tanto habían tardado para dejar liso, puesto que su cabello mañanero no ayudaba mucho.
Tomó asiento, echándose aire, bebió del vaso con agua que le habían dejado junto a la mesa. Eso lo tranquilizo un momento. Luego volvió al espejo, arreglando su saco y mirándose varias veces. Hasta que la puerta se abrió de par en par, un rubio emocionado se abalanzo sobre él, pero lo esquivó, haciéndose a un lado.
— Kurokocchi, te ves… hermoso. —dijo su amigo, dando un gran suspiro, lo que le avergonzó un poco, arreglándose el cabello hacia atrás.
— Oh, gracias, Kise-kun. En realidad, estoy muerto de nervios. —admitió, sintiendo el traje más pequeño. Su amigo colocó ambas manos sobre sus hombros, sacudiéndole levemente.
— Tranquilo, todo saldrá bien. Es tu boda. Hoy es tu boda. Tuya.
— Jajajaja —rió, aún más nervioso. ¿Ese era su intento para animarlo? —Tienes razón. Hoy es mi boda. Muchas gracias por estar aquí. —eso, concentrarse en otras cosas además de caminar al altar.
— Tetsu-kun. —se giró hacia la voz chillona de su amiga peli rosa, que se le colgaba del cuello, dándole un suave beso en la mejilla.
— Kuroko, guau. —un chico de lentes camino dentro, arreglando su corbata, no se había dado cuenta que estaba mal colocada. Su senpai le sonrió.
— Hyuuga-senpai, Momoi-san, llegaron. —hizo una reverencia —Gracias.
— Claro, no me perdería esta boda. —dijo la peli rosa sacando una grabadora de su bolso.
Entre platicas y tonterías, pasaron el tiempo, Kuroko fue perdiendo más y más el nerviosismo de hacia algunos minutos. Ahora podía respirar con tranquilidad. Hasta que se dio cuenta de la hora en el reloj y supo que pronto seria la hora.
— ¿Y Kiyoshi-senpai? —le preguntó a su excapitán.
— Oh, se quedó saludando en la entrada a los invitados.
— Bien. —respondió, pero su senpai lo entendió, acariciando su pierna para calmarlo.
— Tranquilo, todo está bajo control. Riko se ha encargado de todo.
— Oh, justo como se esperaba de la ex coach de Seirin. Ella también se encargó de su boda, ¿no? —la pelirosa se dirigió hacia Hyuuga, quien no pudo evitar no sonrojarse por esa afirmación.
— Así es, aunque estaba ocupada se dio un espacio por nosotros. —sonrió.
Un pequeño golpe se escuchó en la puerta y Riko entro, con un grupo de chicos que le pedían confirmación aquí y allá. Le dio un fuerte golpe a cada uno y se fueron saliendo de la habitación. Se giró hacia todos, recobrando la sonrisa en su rostro.
— 15 minutos más.
— Senpai, muchas gracias.
— Kuroko-kun, te ves tan lindo. Kagami-kun, tiene mucha suerte.
— Gracias por hacerte cargo de todo. Realmente lo aprecio.
— Es un placer para mí. No puedo creer que se casen.
— Riko-chan, tranquila, arruinarás tu maquillaje. —le advirtió su amiga pelirosa. Ahora eran buenas amigas que compartían secretos y bebían durante los fines de semana, burlándose de los hombres, como cualquier amiga de secundaria. —Dejemos a solas a los chicos, ¿sí?
— Espera, Junpei. ¿Puedes decirle a Kagami-kun que tiene que estar en el altar ahora mismo?
— Claro, yo le digo. Regreso en un momento.
— No hay problema. Los veré en la capilla. —sonrió.
— Este… le acompaño. —dijo el rubio, despidiéndose de su amigo con un abrazo. —Nos vemos, Kurokocchi.
****************************************
Lo único que se escuchaban eran cuchicheos de algunos invitados y el sonido de sus pisadas sobre la alfombra, se estaba volviendo incomodo hablar, así que Hyuuga rompió el silencio, pero el rubio se le adelantó.
— Ufff, se ve tan feliz. —a pesar de decirlo, su expresión era contradictoria, casi como si estuviera aguantando que le clavaran una aguja en el dedo pulgar con un martillo.
— Lo sé. Por cierto, Kise, lo estás haciendo muy bien. —le miró de reojo, no hubo cambio de actitud —Creí que harías un drama porque se casa. ¿Acaso te rendiste?
— Hyuugacchi, yo… no puedo arruinarle su día, si él es feliz con Kagamicchi lo aceptaré, aunque no me guste. Lo amo, pero él ama a otro. El típico cliché.
— Lo siento.
— No hay problema. No es como si fuera a morir de soledad o algo así. Aun así no me doy por vencido, Kurokocchi se puede divorciar o enviudar, ¿no? —sonrió, con esa típica sonrisa que provocó que Hyuuga le diera un fuerte golpe.
— ¡OI! ¿Eso es algo que debas decir el día de la boda?
— Solo es una broma, Hyuugacchi.
— No digas estupideces y démonos prisa.
— Sí, sí, lo siento.
Estaban en la puerta de la habitación del pelirrojo, pero antes de poder tocar, un ruido los detuvo. Algo se había roto dentro, de cristal tal vez. Hyuuga iba a abrir, pero Kise se lo impidió, negando con la mirada.
— Oi, Taiga, respóndeme. —ambos se quedaron de piedra, esa era la voz de Aomine, fácil de identificar.
— … —al parecer no hubo respuesta, solo otro golpe seco.
— ¿Deberíamos…?
— Hyuugachi, no. Espera un momento.
— Pero… —sus palabras fueron interrumpidas por la voz de Aomine.
— ¡DIMELO, OTRA VEZ! ¡DI QUE NO ME AMAS!
— Aomine, yo… —esta vez fue Kagami quien habló, su tono de voz más apagado. Culpabilidad en sus palabras.
— ¿Realmente… realmente te casarás con Tetsu? —por el sonido se escuchaba se podía adivinar que Aomine estaba… ¿llorando? Kise era el más sorprendido, puesto que jamás había escuchado al moreno de esa forma.
— Sí. —fue la contestación rápida de Kagami.
— ¿Por qué?
— Porque lo amo.
— ¡No me jodas, Taiga! Estás mintiendo. Si amaras a Tetsu no habrías ido a mi departamento hace 2 días. —ahora fueron los dos sujetos de afuera que se quedaron de piedra. ¿Qué había dicho?
— No estaba pensando claro.
— ¿Es así? Entonces, dímelo. Quiero escuchar que me lo digas; no te amo, Daiki. ¡Hazlo!
— Yo… —hubo un largo silencio, el corazón de los chicos estaba a punto de saltar de sus pechos. ¿Cómo había dado todo una vuelta así? Hoy había una boda, ¿Cómo? —… No… No… No puedo…
— Taiga…
— Sí, te amo, Daiki. Te amo mucho. —otro ruido seco se escuchó. Kise apretó los puños.
— Idiota, realmente eres un bakagami. —sonidos extraños, que podían ser entendidos por ambos.
Kise quiso ser el primero en golpearlos, a ambos. Esos dos bastardos habían jugado con el corazón de la persona que amaba y aun así él no podía dejarlos. Le mintieron y ahora le romperían el corazón. Sintiendo esa rabia crecer en su interior dio un puntapié a la puerta y entró, encontrando a los dos susodichos abrazados y con la boca ocupando la contraria. Al ver al rubio, se separaron y desviaron la mirada.
Estaba furioso. Pero no fue él quien lanzó el primer golpe, sino Hyuuga, que se lanzó sobre Kagami, propinándole un fuerte golpe en la mandíbula, lo llevó contra la pared, tomándolo de la camisa.
— ¡Eres un hijo de perra! ¿Cómo te atreves? ¿Qué hay de Kuroko? ¿Por qué has hecho toda esta mierda si no sentías lo mismo? —a pesar de decirlo en tono furioso, sus ojos estaban llenos de lágrimas, lágrimas de dolor y de decepción. Aomine trató de quitárselo, pero se lo quitó dándole un golpe. Hyuuga estaba a neones de estar bien, quería partirle la cara a Kagami y luego a Aomine.
— Lo siento, senpai —le propinó otro golpe en la cara y lo liberó, dejándolo tirado en el suelo.
— No me llames así, tú no eres nada.
— Yo…
— Lo que digas ahora no servirá de nada. Tú ya no tienes palabra que valga, Kagami. —se limpió la mano, donde un rastro de sangre del labio de Kagami quedaba.
— ¡Tú no puedes entender que nos amamos! —dijo Aomine, enojado, detrás de él.
— Esto no es amor.
— ¿Cómo lo sabes?
— Porque yo lo conozco, lo tengo en mi cama todas las noches y las mañanas al despertar. Ustedes han jugado con el corazón de mi compañero y amigo. Tú, Kagami, debes hacerte responsable de todo esto.
— Lo sé.
— Ahora mismo. ¿Cómo se te ocurre hacerle esto? Creí que eras algo más, pero esto… es una decepción. Lo siento por Kuroko. Él realmente te amaba. —desvía la mirada, aunque no lo parezca, Hyuuga está llorando. No puede imaginarse la expresión de Kuroko y cómo reaccionará. Siente que todo esto lo destruirá. No quiere verlo así. Dios, quiere gritar y golpear a Kagami hasta que sus nudillos sangren, pero sabe que no solucionará nada así.
— Yo… no quería herirlo.
— Pero lo hiciste. Vámonos, Kise. —le dijo al menor, tomándolo de la manga del traje, pero antes de irse, una figura pequeña y delgada apareció en la puerta, su traje blanco. Los miró, un tanto sorprendido.
— S-Senpai, ¿Qué pasó? Escuchamos un ruido fuerte y nos preocupamos. —dijo. Kise no sabía que decir, ¿Por qué tenía que aparecer ahora?
— Kuroko… yo… —fue Kagami quien se acercó al peli azul.
— Dios mío, ¿Qué te pasó? Oh, no. Momoi-san llama a Riko-senpai y dile que necesitamos tiempo, Kagami-kun tuvo un accidente.
— Sí, enseguida.
— No, Kuroko, espera.
— ¿Qué sucede? Dímelo. ¿Cómo te lastimaste así? ¿Te peleaste nuevamente con Aomine-kun por tonterías? Está bien, solo te curaremos y quedarás guapo otra vez. —sonrió de la forma más inocente y enamorada, arreglándole el saco que estaba arrugado y estaba manchado con agua. El corazón se Kagami se oprimió, por lo que iba a hacer, por lo que iba a pasar, porque esa sonrisa desaparecería en un segundo. Porque heriría a alguien que lo amaba.
Ni Kise, ni Hyuuga, o Aomine se atrevía a interrumpirlo. En su lugar fue Kagami quien tomando las manos del menor contra las suyas lo miró fijamente, deteniendo su curación. Tragó en seco al ver los ojos azules mirándolo fijamente. Un nudo se creó en su garganta, pero se armó de valor.
— Kuroko, te quiero, ¿lo sabes? —besó su mano suavemente, las lágrimas comenzaron a salir, apretó los ojos y lo volvió a mirar. Kuroko estaba preocupado por la reacción de Kagami, así que extendió su mano y limpió las lágrimas. Kagami volvió a tomar sus manos y las apretó, con un poco más de fuerza.
— Claro que lo sé. Yo también, Kagami-kun. —apretó sus manos más fuerte, esto que iba a decir destruiría su hermosa sonrisa, pero debía ser honesto. El labio le temblaba.
— Yo… te… mentí. —dice finalmente, Kuroko lo miraba, aun sin entender.
— No te entiendo. ¿Sobre qué? —hubo una larga pausa, Kagami no sabía qué hacer, las palabras estaban en su boca, pero el nudo en su garganta y el dolor en su estómago era sofocante. Tragó en seco, sintiendo la lengua áspera. Mirando fijamente ese par de ojos azul celeste. Tomó una respiración larga y finalmente lo dijo, tartamudeando al principio.
— Es que… yo… amo a Aomine. —admitió, bajando la mirada para no mirar la decepción en la cara de Kuroko. Quien se quedó de piedra, casi como si el aire se le fuera de los pulmones, las palabras entraron en sus oídos, pero todo se volvió un horrible zumbido. Algo le oprime el pecho de una manera tan fuerte que siente que le desgarra. Se soltó de las manos del pelirrojo, levantándose de su asiento y salió de la habitación con pasos tranquilos, como si nada. Kagami le siguió, pasando de alto a Aomine. —Kuroko, espera. Déjame explicártelo. Por favor. —corre detrás suyo.
— ¡¡Déjame en paz, por favor!!
— Oi, Kuroko. —lo jala del brazo, pero cuando lo hace encararlo, la visión que tiene de Kuroko lo destruye. Kuroko tiene los ojos rojos, lagrimas salen sin parar, sus hombros rígidos y el pequeño llanto hace que sus labios se deformen. Se sacude del agarre de Kagami.
— ¡¡SUELTAME!! —grita, alejándose a paso veloz. Kuroko atraviesa el largo pasillo como una tromba, ignorando los gritos de los demás compañeros. Entra a la habitación y se encierra con llave. Kagami golpea la puerta con el puño varias veces.
Todos los demás invitados se dan cuenta del show, solo sus amigos comienzan a perseguirle, Momoi, Riko, Hyuuga y Kise le impiden el paso a Kagami, alejándolo de la puerta.
— Kuroko, por favor. Lo siento. Lo siento. —pero no se rinde, continúa llamando a su “pareja”. Aunque le ponen una barricada de brazos para alejarlo. El llanto en el interior, nadie se atreve a abrir la puerta. Tampoco es que puedan, el seguro está puesto por dentro. Kise intenta acercarse, siente que necesita estar junto a su amigo.
— ¡¡CÁLLATE!! ME MENTISTE… NO PUEDO CREER QUE ME HICIERAS ESTO. SOLO DEBISTE DECIRMELO… ¡¡¡AHHHH!!! ¡Soy tan estúpido! —ruidos de cosas rompiéndose en el interior, unos miembros del personal se acercan a ellos al ver la escena y preguntan si deben llamar a seguridad o algo, pero niegan. Diciendo que todo estará bien y que lo pagarán si es necesario.
Los ruidos cesan, después de unos minutos, al girar la perilla, la puerta se abre de par en par. Toda la habitación hecha un caos. Vidrios y otras cosas tiradas. Las cortinas están desarregladas, y penden de una esquina. Los arreglos florales desechos, el agua escurriendo por las paredes del impacto de haber sido arrojados ahí. Las flores pisadas y el espejo de la esquina roto por la mitad.
Todos buscan a Kuroko por todas partes, pero nadie parece encontrarlo. Kagami se tira al suelo, con la frente contra las manos, regañándose internamente. Nadie le dice nada, Aomine se mantiene alejado, pegado a la pared, queriendo acercarse a Kagami y reconfortarlo, pero algo le retiene.
Kise no espera a las instrucciones de Momoi o de Riko, sale a donde están los padrinos de Kuroko, buscándolo con la mirada. No está. Se muerde el labio, Akashi nota que el rubio está preocupado, así que el primero en acercarse es él, dejando su lugar, indicando que detengan todo. Los murmullos de los que están sentados, incluso el padre está sorprendido. Midorima les calma indicando que todo está bien.
— Ryouta, ¿Qué sucede? —Akashi le mira, indicándole que le diga rápidamente lo que está pasando. Kise se rinde ante la presión de su amigo y decide comunicárselo, también puede ayudar en su búsqueda.
— Kurokocchi acaba de escapar.
— ¿Qué? Espera, ¿Qué acabas de decir, Ryouta?
— Lo que oíste, Akashicchi. Kurokocchi no está, desapareció.
— ¿A dónde?
— No lo sé. —pasándose la mano sobre la frente, desarreglando sus cabellos. Tratando de pensar dónde podría estar Kuroko. Akashi toma el celular y comienza a llamar a medio mundo. Cuando Kagami cruza el umbral, deja el teléfono y se lanza sobre él, golpeándole, aun con el celular en la mano, que hace que el golpe duela aún más, para ambos. Kagami cae al suelo, es el día de golpear a Kagami por su estupidez.
— ¿Qué hiciste Taiga? ¿Qué le hiciste a Tetsuya? —nuevamente listo para golpearlo, pero Midorima le retiene, tratando de calmarlo. Murasakibara se coloca a su lado, por si el más alto intenta algo contra su esposo.
— Akashi, eso no cambiará nada. Déjalo.
— Puedo castigarlo por su idiotez.
El pasillo es un caos, todos están corriendo, buscando a Kuroko, Riko está que revienta a golpes a los que se le acercan por confirmaciones y que si el novio está listo. Momoi por otro lado ya no puede mantener tranquilos a los invitados. Akashi ha llamado a medio mundo, pero nadie tiene pista de Kuroko, es como si el novio se hubiera vuelto invisible.
Aomine, por órdenes de Momoi, ha levantado un comunicado a sus compañeros para que encuentren a Kuroko en la carretera si alguien lo ve.
Kise está terminando de revisar que las cosas de Kuroko tampoco están en el vestíbulo, su ropa, su billetera, todo desaparecido. Encuentra la ropa que llevaba puesta en un rincón, la ha dejado atrás a propósito.
Si se ha llevado sus tarjetas y su identificación pueden rastrearlo con ello y Akashi tiene contactos que podrían hacerlo. Salta al sentir su celular vibrando en el bolsillo. Lo abre rápidamente, deslizando la tapa hacia arriba y se da cuenta que es un mensaje de Kuroko. Llama a Akashi con la mano para que se acerque.
— Akashicchi, Kurokocchi me envió un mensaje.
— ¿Qué dice? —asiente, presionando el botón y el mensaje aparece en la pantalla.
“Lo siento. La boda se cancela. No me busquen. Me tomaré un descanso. Adiós, a todos.”
***********
Hoy se celebra una boda, todo el lugar esta hermosamente arreglado con tonalidades pálidas, flores, manteles, moños y lazos por todas partes. Las sonrisas y conversaciones amenas inundan el lugar, volviéndolo más agradable y animado.
El novio ha desaparecido tras descubrir que su prometido le engañaba con su mejor amigo. Todos han dejado de buscarlo. La boda se ha cancelado. Kuroko Tetsuya ha desaparecido y nadie tiene una pista de su paradero. Lo que se dice; “lo ha dejado plantado”.