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Un descanso para el corazón por takeohigurashi

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Notas del capitulo:

uwu ¡Nuevo capitulo!

 

http://takeohigurashi.blogspot.com/2014/09/un-descanso-para-el-corazon-capitulo-2.html

[Capitulo 2 – Blue Shadow]

 

Algunas veces, los cambios son necesarios. Los necesitas para sanar, para crecer, para volver a empezar desde cero.

*****************

 

Todos los niños estaban tranquilos, más que nada porque la profesora los había puesto a trabajar. Aún faltaban 15 minutos para el receso, así que comenzó a pasar de pupitre a pupitre, revisando que todos estuvieran dibujando lo encargado. Motivando con un “buen dibujo”, “bien hecho”, “hermoso sol sonriente” a los pequeños Picassos.

Se detuvo junto a un pequeño de cabellos rubios que parecía estar masacrando la pobre crayola al pasarla con entusiasmo sobre el papel, a su lado un peli celeste que hacia círculos en silencio, sin dejar de colorear. La profesora se agachó, mirando lo que dibujaba en el papel.

—           ¿Qué es lo que estas dibujando, Ryou-chan? —preguntó, arreglándose el cabello que le caía por un costado. El niño levantó la vista, esbozando una enorme sonrisa. Sus pequeños y expresivos ojos brillando de felicidad.

—           Ummm, esto… soy yo. —dijo, mostrando su dentadura, donde uno de los primeros dientes se había desprendido, dándole un aire más cómico y dulce. La profesora asintió, mirando el dibujo, donde efectivamente una forma de color amarillo aparecía con una enorme sonrisa y un moño en el cuello, vistiendo un traje negro. Arrugando el entrecejo, le señaló con el dedo la pequeña mancha azul a un costado del rubio.

—           ¿Y él, quién es?

—           Es… Kurokocchi. —admitió, sus mejillas sonrojándose tenuemente. La profesora sonrió. —Cuando sea grande… ¡¡Cuando sea grande yo seré el esposo de Kurokocchi!! —cualquier adulto lo tomaría como un juego infantil, pero al ver la expresión del pequeño rubio totalmente decidida, solo se limitó a sonreír, revolviéndole los cabellos suavemente.

—           Ya veo, pero debes pedirle a sus padres su bendición, como todo buen hombre.

—           Tiene razón.

—           Y a Tetsu-chan. Si él acepta entonces todo lo demás será más fácil.

—           ¡¡Kurokocchi!! —lo llamó, el más tranquilo se giró hacia él. Dejando su labor inconclusa, la profesora se quedó mirándolos.

—           Si, Kise-kun.

—           Tu… ¿te gustaría…. digo si quieres… te gustaría ser Kise Tetsuya? —gritó a todo pulmón el pequeño, apretando las manos en pequeños puños a sus costados, bajando la mirada.

El peli celeste lo miró con los ojos completamente abiertos, el rubor subiendo por sus mejillas hasta sus orejas, provocando que él estallara en un sinfín de colores, sin embargo sin cambiar su expresión seria.

—           A-Aún somos pequeños.

—           Lo sé, me refiero a cuando seamos grandes. Mucho más grandes, así te podré llevar cargando a nuestra casa después de que nos casemos, como haría un buen esposo.

—           Kise-kun, yo… ¿sí?

—           ¿Eh?

—           Lo haré, solo si te conviertes en un adulto responsable. Si lo haces, no solo llevaré tu apellido, sino también tu hijo.

—           ¿Lo prometes?

—           Sí.

—           Bien, me convertiré en el mejor hombre adulto para que Kurokocchi, como mi esposa, este orgulloso de mi.

La profesora no sabía si reírse o llamar a sus padres, así que no hizo ninguna. Solo se limitó a indicarles que se dieran prisa con sus trabajos y dejaran los juegos para más tarde. Ambos pequeños con una sonrisa en sus rostros, la profesora se quedó mirándolos un rato más hasta que tocaron la campana del receso.

Divertida. Sería interesante ver esa promesa cumplirse.

Aunque, quién sabe.

****************************************

 

[2 años después]

 

Kise baja del coche, indicándole que debe regresar en 45 minutos por él. El conductor asiente y se va.  La ciudad nocturna le saluda cuando éste le ha dejado, las luces de las calles se iluminan, y después de ver como la ciudad se llena de luces de diferentes colores luminosos, Kise se arregla la gabardina, cubriéndose hasta por encima de la nariz, mete las manos dentro de los bolsillos, esperando que así se pueda resguardar del frio mortal y no perder la sensibilidad de los dedos.

Mirando alrededor, rostros de personas que lo reconocen instantáneamente, tomándole fotos y mandándole un beso. A pesar de ser de noche, hay demasiada gente. Parece que la ciudad vuelve a la vida durante la noche. Rueda los ojos, un poco cansado, no está ahí para tonterías de trabajo. Tiene negocios que hacer. Aunque eso no evita que corresponda con una sonrisa coqueta y un guiño.

El celular suena, lo saca de su bolsillo y contesta. Sus dientes castañeando por el frio que golpea sus mejillas, aun así se las ingenia para formular palabra.

—           Diga.

—           Oi, Kise, ¿Dónde estás?

—           Senpai, ya llegué. No te veo. —acercando su otra mano para transmitirle el calor de su propio aliento. Que no consigue efecto alguno.

—           Voltea, tonto. —se gira tal y como su senpai le indica, encontrándoselo. El azabache guarda su celular en su pantalón, esbozando una amigable sonrisa hacia el rubio. Se acerca, saludándolo con su mano mientras guarda el aparato en su bolsillo. Se inclina un poco para poder reconocerlo, aunque después de ver el ceño fruncido se da cuenta que sí es él.

—           Senpai. Dios, cuanto tiempo sin verte. ¿Estás más pequeño?

—           Oh, qué valor tienes al decirle algo así a tu senpai. —sonríe, apretando los puños frente a él. Kise niega, disculpándose.

—           Lo… Lo siento.

—           No importa. Vamos, te llevaré. —le indica con un gesto que le siga. Así lo hace. Tienen que esperar en donde está un semáforo en rojo. Kise quiere preguntar, pero los nervios son mayores, apenas puede contenerse.

Atraviesan la calle, apartándose del montón de gente, metiéndose por donde está un callejón. Bajan unas escaleras pequeñas de 5 peldaños. Oscuro, van alejándose de la gente, en el callejón solo se ve una luz de color verde al final, debajo de está esta un hombre robusto, cuidando la puerta detrás de él. Se siente como si estuviera comprando crack.

Aún tiene tiempo de preguntar antes de llegar al final del callejón. Sus nervios han aumentado aún más. Siente como si le fuera a saltar algo encima en cualquier momento. Tal vez una rata o algún vagabundo salvaje.

—           Senpai. —le llama, tocándole el hombro sutilmente. Colocándose a un costado suyo. El otro va aminorando el paso y levanta la vista hacia él.

—           ¿Sí?

—           ¿Cómo lo encontraste? —finalmente pregunta, tragando en seco. Sus dedos inquietos.

—           Yo no lo encontré, fue un amigo mío. Es detective, le mostré la foto que me diste y me dijo que se le hacía conocido. Investigó un poco y dio con su paradero. —aunque su senpai se lo está diciendo de fe propia, aun así no puede creérselo. Han sido 2 años desde que él desapareció y nadie supo más de su existencia, como si se hubiera desvanecido. Búsquedas, detectives, policías, afiches de “perdido” y nada.

Hasta ahora. ¿Por qué hasta ahora? Esa era su mayor pregunta. Quería preguntarle a su superior, pero sabía que él no sabía nada. No era la persona en cuestión.

—           No lo entiendo. Ni los hombres de Akashi pudieron encontrarlo. ¿Cómo…? —Kasamatsu se gira hacia Kise, tomándolo de los brazos, sacudiéndolo. Niega con la cabeza repetidas veces, con una expresión seria.

—           Kise, yo tampoco lo sé, ¿sí? Lo hice porque parecías decaído y es importante para ti. —suspira. —Mira, yo creo que debo advertírtelo antes, pero… él no es el mismo que conociste antes.

—           ¿A qué te refieres?

—           Lo sabrás cuando lo veas. —señalándole la puerta, dio por terminada la conversación en el callejón.

Deteniéndose frente al guardia, quien les regaló una mirada penetrante a cada uno, examinándolos de pies a cabeza con una ceja enarcada, Kasamatsu le extendió una pequeña tarjeta, que tomó entre sus dedos y después de observarla cuidadosamente, simplemente abrió la puerta y los dejó pasar. Haciéndose a un lado, no le quitó el ojo de encima de Kise, bueno, más que nada a su trasero.

Resopló, un tanto molesto. Él no estaba para esos circos infantiles y mucho menos con gorilas, después de todo estaba ahí por otros asuntos. Aunque le había halagado el gesto. Siguiendo a su senpai a través del lugar, por un momento se sintió perdido entre el aroma a tabaco (tal vez hierba) y alcohol que flotaba.

Observó el lugar a su alrededor. Tenía ese aire de bar antiguo, tal vez de un estilo inglés mezclado con detalles góticos. La barra del bar parecía ser lo más moderno del lugar. Sin embargo, una larga baranda de madera dividía el lugar en dos plantas. La parte de arriba, donde estaba la barra, donde se encontraba Kise, y la segunda que estaba tres peldaños abajo, y donde una serie de mesas distribuidas por todo el lugar reinaba, usadas por varios clientes que fumaban en compañía de sus amigos o se ahogaban en alcohol. Además de la gran pasarela que estaba en el frente, cubierta por un telón de satín rojo.

Había muy poca luz. Lámparas de tenues tonos dorados que iluminaban el lugar, las paredes tenían un papel tapiz rojizo oscuro, con estampados de flores de Iis (lirio) de color rojo un poco más claro y doradas. Algunas cortinas caían y le daban cierto toque más victoriano, acomodadas en forma de abanicos, algunas de estas cortinas (doseles) cubrían varias mesas a los costados, apartadas de la gente, dándoles privacidad a quien la necesitaba.

Era como esos antiguos clubes donde se vendían prostitutas, de aquellos que había visto millones de veces en las películas. Viendo a varios sujetos trajeados en una mesa, fumando, sintió cierta curiosidad al verlos tan animados y levantando sus copas al aire, hasta que uno de ellos le guiñó el ojo. Produciéndole un escalofrió.

Kasamatsu lo tomó de la mano y lo guío hasta la barra, donde un guapo chico los atendió, en especial al senpai, que o ignoraba el flirteo del otro o no estaba interesado en el chico. Kise rió un poco.

—           ¿Y bien? ¿Qué hacemos aquí?

—           Tranquilo, ya aparecerá. Casi es la hora. —le da un trago a su bebida, no demasiado, lo suficiente para quitarse el sabor amargo de la boca. Tiene la garganta seca. Kise niega cuando le indica si desea algo.

El mismo chico que ha atendido a Kasamatsu se acerca, recargándose en el borde sobre sus codos, mirando a ambos chicos. Una sonrisa coqueta sale de sus labios, evidenciando aquel sexy lunar cerca de su parpado derecho. Su cabello largo cae como una pequeña cortina, pero no le cubre por completo, solo la parte del costado izquierdo, y deja al descubierto su ojo derecho.

—           Oh, ya veo que tenemos más fans de Blue. Que lastima, parecías lindo. — guiñándole el ojo a Kasamatsu, quien casi se ahoga en su propio trago. Se limpió con el dorso, Kise le extendió una servilleta para que no se mojara las mangas de la camisa.

—           Senpai es muy codiciado, ¿no?

—           ¡Cállate! —bramó, con el rostro enrojecido, hasta la punta de sus orejas se ponían coloradas. Al parecer el senpai no había ignorado el flirteo anterior, solo no se había dado cuenta. Sonrió, divertido de la situación de su superior.

—           Por cierto, ¿Quién es Blue? ¿Alguna clase de estrella porno? No me digas senpai que me has traído a un prostíbulo. —bromeó.

—           ¿Qué? No, no es eso. Este es un club de strippers. —dijo el azabache como si hubiera hablado del clima, sin inmutarse un poco por lo que había dicho. Kise le miró.

—           Me voy. Sabes que eso de ver a una chica agitando sus senos no es lo mío. A mí me van más las pelotas. —levantándose de su asiento, negó con la cabeza. Un poco molesto al creer que su senpai había encontrado finalmente a su amigo. Y ahora solo resultaba que su intento de “animarlo” había sido traerlo a un club.

—           ¡Espera! No falta…

La voz del senpai fue acallada cuando todas las luces se apagaron. Kise se detuvo, más que nada por temor a tropezar con algo en el camino y terminar hecho una mierda. Aferrándose a lo primero que pudo, que fue una mesa. Estaba de pie, pero no veía nada, escuchaba la voz de su senpai, pero no podía seguirla.

En un segundo el sonido de una voz a través de una bocina resonó, acompañado por luces fugaces que iluminaban el escenario frente a él, lastimándole la vista. Entrecerró los ojos, acostumbrándose.

—           ¡¡¡Oh, parece que tenemos casa llena el día de hoy!!! ¡Espero que estén disfrutando del espectáculo, hermosos!

Los gritos desenfrenados, acompañados de silbidos y golpes sobre la mesa. Algo estaba sucediendo. Kise no sabía qué hacer, así que se sentó en la mesa y observó lo que pasaba, aunque no le fueran esas cosas. Igual podría ver porque tanto alboroto.  Ignorando lo que decía la voz, que podía asegurar era de un hombre, Kise se dejó caer sobre la silla, soltando un suspiro, cruzándose de brazos.

—           Bueno, sin más preámbulo. Con ustedes, Blue.

Anunció, las luces del lugar se volvieron a apagar. Solo una luz fue la única que quedo encendida y daba directamente al escenario. El bullicio de la gente se calmó un poco. Por alguna razón Kise también sintió que algo ocurría. Algo emocionante. Cuando la canción comenzó a tocar, su corazón comenzó a acelerarse, palpitando fuerte. No era propio de él agitarse así.

Las cortinas fueron siendo removidas, una figura delgada a mitad del escenario apareció, dándoles la espalda. Kise se removió en su propio asiento, tragando en seco. Tanto la anticipación, como el sonido de la música lo tenían inquieto, pero era más el ver como la pequeña figura comenzaba a moverse en el escenario, moviendo sus caderas a los lados.

Más rápido, el balanceo se hizo más movido y dándose media vuelta sobre la punta de sus pies, Kise sintió como si el aire de sus pulmones desapareciera. Vistiendo un hermoso uniforme de policía y unas gafas. El bailarín comenzó a moverse, levantando los brazos al aire mientras movía su pelvis en círculos, agitando el trasero al aire. Los gritos de ánimo y éxtasis no se hicieron esperar y volver todo el lugar una locura. Besos y alabanzas, sonidos de chiflidos.

El chico seguía moviéndose. Dejándose caer sobre la pista, sobre sus rodillas. Echando el cuerpo hacia atrás, doblándose de una forma que Kise tuvo que levantarse de su asiento para cerciorarse que no se había desmayado o algo peor. Pero su miedo fue remplazado por un suspiro. Viendo como el chico metía su mano entre sus piernas, acariciándose en la entrepierna, mientras su otra mano la usaba para peinar sus cabellos hacia atrás, exponiendo su frente. La sonrisa en su rostro, los labios delgados y rosados que se curvaban mientras realizaba un acto parecido a tocarse a sí mismo.

Levantándose en un solo movimiento, aun sobre sus rodillas. La camisa azul rey que portaba fue descendiendo, obviamente los dedos del chico eran rápidos o la camisa no era de botones y salía fácilmente. Aun así, obligándose a sí mismo a tomar asiento, sintiendo como su miembro tomaba forma dentro de sus pantalones. El chico continuó agitando el cabello en movimientos acompasados por sus hombros.

Poniéndose de pie en un instante, la camisa dejó de cubrirle y les mostraba aquel hermoso pecho pálido, sino musculoso, bien definido. Cuando el chico comenzó nuevamente con sus movimientos de cadera, girando, agitando la camisa al aire. Más gritos emocionados. Kise tomó su barbilla, dejándose caer sobre la silla. Admirando el espectáculo. Todos, absolutamente todos estaban atentos, hipnotizados por los movimientos y la piel desnuda que comenzaba a mostrarse debajo del uniforme.

Viéndolo contorsionarse mientras sus manos pasaban sobre su pecho, sobre su cuello, por sus hombros, atrapando los cabellos de su nuca para echar la cabeza hacia atrás, mientras sus hombros se movían hacia los lados, haciendo que su cuerpo se volviera una honda al ritmo de la música. Tuvo que relamerse los labios ante la sequedad de estos, por alguna razón saboreando algo que no tenía. Sin mencionar como el trasero de éste se movía en círculos invisibles, el pantalón bajando sutilmente con cada movimiento.

El pantalón finalmente cayó al suelo, empujándolo con el pie, el ruido fue mayor. Acarició lo que se ocultaba debajo de la ropa interior, apretando ambos montículos, sonrió al ver que todos estaban de pie de sus mesas, aplaudiendo. Continuó bailando, balanceándose, su cadera se curveaba, mientras sus manos bajaban desde sus hombros, por encima de su vientre, bajando hasta alcanzar la pretina de su ropa interior de color azul celeste. Metió ambos dedos pulgares, bajándolo hasta mostrar un poco de la mata de su vello púbico, pero tras una sonrisa divertida, volvió a cubrirla. Lanzando un beso hacia todos los presentes, guiñó el ojo. Girándose, dándoles una buena vista de su trasero.

La cortina cayó.  Y los aplausos, motivados por la excitación del espectáculo, llenaron el recinto. Kise se quedó unos segundos mirando hacia la cortina. Incrédulo, tenía una erección tan grande que el pantalón le parecía una molestia. Su corazón no dejaba de latir fuerte, casi podría decir que era similar a un ataque cardiaco. Pasando su mano sobre sus cabellos, resoplándose a sí mismo para recuperar el aliento. Una mano se colocó en su hombro. Elevó la mirada, encontrándose con su senpai.

—           ¿Y? ¿Qué tal ha sido?

—           Senpai, ese era… ese era…

—           Kuroko. 

Notas finales:

No olviden sus comentarios. 


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