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LAZOS por takeohigurashi

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Notas del fanfic:

Una historia corta, llena de romance, magia y acción.

 

Notas del capitulo:

Empezando con una nueva historia corta. Mientras creaba a los personajes y el escenario donde se desarrollaría toda la trama, se tranformó en lo que es hoy; algo completamente diferente.

 

No olviden pasarse por el BLOG

[Parte 1 —GUARDAESPALDAS]

 

 

Las tiendas de la calle estaban tan activas como otro domingo común y corriente. Los puestos de frutas y verduras brillaban de colores y los puestos de comida rebosaban de clientes que habían venido desde lejos solo para probar un bocado de la sazón de la región del puerto, mientras los vendedores nómadas trataban de embaucar a un pobre tonto con chácharas y artilugios que nadie en su país realmente quería.

Era un día normal. Tranquilo.

O eso parecía.

Las ventanas del viejo edificio donde solía estar la única imprenta del puerto estallaron, provocando gritos y disturbios entre los transeúntes y algunos oficiales comenzaron a movilizarse con dirección al edificio.

En el interior, las cosas no iban mejor. Los responsables huían por sus vidas.

La puerta de una de las habitaciones se abrió de golpe y dos figuras salieron del interior de la habitación, apresurándose por el pasillo, tratando de escapar y huir de los hombres que vestían túnicas negras.

―                  ¡Te dije que debíamos esperar! —gritó la chica, casi al borde de desfallecer, levantándose el enorme vestido con grandes holanes que le impedía moverse a voluntad, al menos no sin estrellarse de lleno contra el suelo.

A pesar de que sus movimientos eran restringidos por la prenda, sus piernas eran fuertes y podía llevar al vestido y a si misma fuera del peligro, aunque podía sentir a sus enemigos acercándose detrás de ellos.

La nube de polvo se disipó y un hombre de piel oscura salió de ella, agitando los brazos y provocando que el techo del pasillo cayera sobre uno de los hombres que lo había cogido del brazo.

Continuó corriendo, igualando el paso al de su amiga, quien realmente unas buenas piernas, casi dejándolo atrás por mucho.

Dolan rodó los ojos, sin ralentizar su paso. Sabía que Ariel tenía razón, pero no se lo admitiría, ni en un millón de años.

―                  ¡Continúa! —le ordenó a Ariel, dejándola pasar y quedándose él en el centro del pasillo.

Ariel le miró, pero él negó, indicándole que TENÍA que continuar a como diera lugar.

Finalmente, ella asintió y continuó corriendo a través del pasillo.

Dolan se giró hacia las tres figuras encapuchadas que aparecían delante de él. Dos fueron hacia él, mientras el otro se quedaba en la retaguardia, y, cuando estuvieron cerca, sacaron unos largos cuchillos de debajo de sus túnicas, intentando clavar alguno de ellos en el moreno.

Los cuchillos solo alcanzaron a rozar a Dolan, pero ninguno logró su objetivo. Sonrió, arrogante por haber esquivado su ataque. Cuando la tercer figura apareció, atravesando la pared con todo su cuerpo y empuñando el cuchillo en su mano, el cual dio justo en el blanco; el pecho de Dolan.

Dolan apretó la boca, sintiendo el peso del otro hombre empujándolo hacia atrás, hasta que su espalda tocó la pared del pasillo. Le miró, con los ojos bien abiertos y después de ver la sonrisa del hombre, Dolan cerró los ojos, escupiendo algo entre jadeos, hasta que se quedó completamente inmóvil.

Los tres hombres se reunieron, satisfechos con su ataque y después fijaron su curso hacia donde había ido la chica, no iban a dejarla escapar con su tesoro.

Pero antes de que alguno de los tres, siquiera, pudiera hacer algo, un cuchillo impactó en el pecho del que había apuñalado a Dolan. Los dos hombres se miraron entre sí y después hacia donde había venido el cuchillo, encontrándose con Dolan, totalmente sano, que jugaba con una daga en cada una de sus manos, pasándola entre sus dedos como una moneda.

Las giró una vez más y antes de darles tiempo de reaccionar, corrió hacia ellos, tomándolos desprevenidos. Los hombres atacaron, alargando sus cuchillos, pero Dolan se deslizó debajo de ellos y, en un rápido y mortal, movimiento, clavó ambas dagas en sus cuellos.

―                  Ardan. —ordenó y de las dagas salió una chispa y ambos encapuchados fueron envueltos por el fuego. Gritaron, buscando apagar el fuego, pero las llamas los consumieron rápidamente, hasta hacerlos cenizas.

Dolan miró a su “asesino” y le sonrió, tomando la empañadura del cuchillo que éste había usado para asesinarlo, presionando sobre la herida.

―                  Siempre asegúrate de que estén bien muertos. O de lo contrario pasará lo que acaba de pasar. —el hombre le miraba furioso, con los ojos inyectados en sangre y cólera. Dolan presionó, empujando el cuchillo en su pecho, hasta sentir como éste traspasaba y la tensión del cuerpo desaparecía. —Mejor suerte la próxima vida.

Aunque si su oponente era él, estaba completamente seguro de que volvería a ganar sin ninguna dificultad.

Temblor.

Creyó que se lo había imaginado cuando sintió la construcción agitarse, pero cuando escuchó el fuerte crujido, supo que no era su imaginación de la que se trataba.

―                  ¡Dolan! —la voz de Ariel resonó en el pasillo y todos las alarmas en su cabeza se encendieron de inmediato.

Salió corriendo sin pensarlo, dejándose guiar por el instinto. Todo en su cabeza era que tenía que llegar con su amiga y protegerla, de quien fuera a como diera lugar.

Encontró a su amiga siendo apresada contra una pared, mientras su agresor la tomaba del cuello, levantándola del suelo.

―                  ¡Ariel! ¡¡Hijo de perra! —gritó Dolan y se lanzó hacia el encapuchado, tacleándolo y estrellándolo contra la pared.

Lo golpeó repetidas veces, tomándolo del cuello para que lo encarara cuando caía contra el suelo y después golpeando su rostro con su puño. Se sentía tan bien golpearlo que ni siquiera sentía el dolor en los nudillos cuando estos comenzaron a sangrar, al igual que el rostro del agresor—aunque no estaba seguro si era su sangre o la del hombre—.

Se detuvo de seguir golpeando al hombre cuando se dio cuenta que no tenían mucho tiempo. Algo se estaba acercando hacia ellos, podía sentirlo y Ariel igual. El hombre solo estaba ganando tiempo antes de que llegara a ellos, ese era su plan.

Bien, él no iba a caer en eso. Pero primero, tenía que sacar a su amiga de ahí.

Las manos de Dolan tomaron al hombre del cuello, levantándolo del suelo y colocándolo contra la pared de concreto del viejo edificio. Toda su magia comenzó a fluir de sus manos hacia el hombre, hasta que cubrió por completo el cuerpo del otro hombre. En cuestión de segundos el hombre fue tragado por la pared, como si la superficie solida se hubiera ablandado y lo engullera, similar a las arenas movedizas.

Gritó un par de maldiciones en otro idioma, pero Dolan lo silenció clavándole un puñal en el corazón. Dejó el cuerpo del hombre ahí, aun enterrado en la pared y se dirigió hacia su amiga, ayudándole a levantarse.

Chasqueó la lengua al ver el molesto vestido y le arrancó el pedazo de tela que sobraba y estorbaba.

Ariel estaba por protestar, ya que era un vestido muy caro, cuando lo vio. Aquel responsable de que el edificio estuviera temblando. Una enorme bestia corría atravesando las paredes de todos los cuartos y, por la forma en que se movía, Dolan podía decir que se dirigía hacia ellos.

―                  Oh, no lo harás, maldito animal. —dijo, tomando a su amiga del brazo, y comenzó a atravesar paredes, jalándola con él. Envolviendo su cuerpo con magia de cimentación, a Ariel y a él mismo.

Atravesaba paredes como si estas fueran aire, sin ninguna dificultad, incluso con la gran cantidad de escombros esparcidos por todas partes. Aun así, le estaba cobrando una gran factura a su cuerpo.

Con Ariel ahí, con él y esa bestia suelta, poco podría hacer. Tenía que asegurarse de que ella estuviera bien, a salvo.

―                  ¿Tu magia de cimentación aun funciona? —preguntó, agitado y Ariel asintió, confundida, mirándole con ambas juntas. Dolan sonrió. —¿Estás lista?

―                  ¿Q-Qué…?

Sin darle tiempo a que protestara—porque sabía que lo haría—, Dolan la tomó del brazo y en un movimiento, demasiado brusco para considerarse adecuado para una dama, lanzó a su amiga con todas sus fuerzas hacia la pared más lejana.

Por suerte, para él, Ariel había entendido muy bien lo que pretendía, ya que había atravesado la pared sin ninguna dificultad. Tal vez. O había sido que no quería estrellarse contra una pared y terminar como papilla.

La bestia se detuvo delante de Dolan, a solo unos metros, observándolo. Era casi igual a un lobo, pero con el pelaje azul oscuro y en lugar de dos ojos, tenía cinco y de su hocico una lengua viperina se agitaba, chorreando un líquido negro.

Él no era un experto en el campo de criaturas, pero esa que estaba ahí era un demonio en toda la extensión de la palabra. ¿Quién lo habría convocado?, esa era la verdadera pregunta. Solo un loco.

Había hecho bien en sacar a Ariel de ahí. Ya que las cosas estaban a punto de ponerse interesantes.

Se quitó el abrigo y sacó dos largas espadas de su cinturón a ambos costados. La bestia pareció entender su hostilidad y le gruñó, mostrando sus afilados colmillos y sacando sus garras, que arañaban el suelo del pasillo.

―                  Enfrentamiento cuerpo a cuerpo, ¿eh? Buena elección. —dijo, esbozando una media sonrisa, al mismo tiempo que empezaba a correr hacia la bestia.

La bestia rugió y le imitó, yendo hacia adelante, con toda su fuerza que el viejo edificio temblaba con cada zancada que daban sus poderosas patas.

Justo cuando se encontraban a menos de un metro de distancia, Dolan se deslizó por debajo de la bestia, clavando ambas patas delanteras al piso y, tomando las patas traseras y usando su magia para hacer que la enorme bestia pudiera atravesar la superficie del piso, fue que logró inmovilizar a la bestia, dejándola atrapada—la parte superior de la cabeza en el tercer piso y el resto en el techo del segundo piso—.

Sacó una larga daga del cinturón y lo clavó en el pecho de la bestia, oyéndola aullar de dolor y agitarse, tratando de liberarse y atacarlo, pero sus intentos fueron inútiles, ya que era imposible por el hechizo.

―                  Eso fue fácil. —dijo Dola, sonriendo al ver el trasero de la bestia y sus intestiono colgando del techo, de los cuales emanaba un pútrido aroma. —Ariel va a matarme. —dijo, apretando la boca en una mueca, recordando lo que había hecho a su amiga. Matarlo sería poco a enfrentar su furia.

Pero aun no era tiempo de hacer una huida perfecta, pensó cuando vio como dos figuras encapuchadas aparecían al final del pasillo y otra más del lado contrario, sosteniendo unas largas cadenas  y a dos bestias más como la que acababa de asesinar.

No, no sería tan fácil como creía.

*****

 

El cuerpo de Dolan salió volando después de que terminó de asesinar a la segunda bestia, pero la tercera lo había logrado atrapar en sus garras y lo lanzó hacia las escaleras.

Intentó sujetarse de los barandales cuando caía, pero la bestia saltó encima de él, clavando sus afiladas fauces sobre su hombro con furia.

Dolan clavaba su cuchillo, haciéndolo chillar, en su cuello, repetidas veces al ver que la fuerza del hocico no cedía ni un poco con cada estocada por parte de su arma.

Finalmente, ambos cayeron, impactando contra el suelo, provocando que todo el edificio se tambaleara por la fuerza del impacto. Dolan apretó fuerte la empañadura de su cuchillo y lo giró, penetrando el cráneo de la bestia y, tras un leve gruñido, ésta dejó de morder.

Sintiendo como los colmillos perdían su fuerza y la carne de su hombro era liberada, Dolan empujó a la bestia lejos de él y se descubrió la herida. La saliva de la bestia había ingresado en su cuerpo y ahora la sangre no paraba de manar, al igual del fuerte ardor que recorría su piel. ¿Acaso la bestia tenía veneno?

Maldición, ¿Por qué no sabía eso? Al menos habría cobrado más a su empleador.

Todo comenzaba a darle vueltas, su vista se hacía borrosa, como si le pusieran un lente que distorsionaba todo y sentía un dolor desgarrador, como si el veneno de la bestia estuviera destruyéndolo desde adentro. Quemaba y su mente iba apagándose poco a poco, en pequeños intervalos.

¿Este sería su final? ¿Así es cómo iba a morir, siendo nada más que un simple mercenario que había fracasado en su misión, asesinado por una maldita bestia del infernus? ¡Vaya final! Nada mejor para un perro como él.

No necesitaba verla para saber que había algo más ahí, junto a él.

Levantó la mirada, más que nada por acto relejo, no porque realmente pudiera verla. Pero podía escucharla. Sus grandes pisadas sobre los escombros que provocaban que el piso crujiera y el leve ronroneo de un gruñido en ascenso.

Aun en su somnolencia, podía distinguir la enorme mancha oscura y otras dos figuras detrás de ella que observaban sin hacer ningún movimiento.

La bestia abrió su hocico, mientras clavaba sus garras en la vieja madera del edificio, lista para devorar a su presa, cuando la figura, simplemente, se desvaneció en el aire, desapareciendo de la mirada borrosa de Dolan.

Parpadeó varias veces, confundido, agitando la cabeza, pero el movimiento le provoco un leve mareo y volvió a caer sobre los escombro, sintiendo el cuerpo completamente entumecido.

Los dos hombres se giraron hacia una puerta que era abierta, levantando sus armas, pero sufrieron el mismo destino.

Antes los ojos de Dolan, los cuerpos solo se desvanecían, y en parte era verdad, solo que los encapuchados no desaparecían, solo se convertían en polvo ante la magia de un mago diferente. Uno que no mostraba piedad alguna cuando se trataba de cumplir con su labor.

Más encapuchados aparecieron, pero ninguno resultaba rival para el joven hechicero que aparecía delante de ellos. Todos cayeron.

Sus compañeros comenzaron a inspeccionar el edificio, creando una barrera alrededor del mismo para evitar que algún criminal escapara de ellos, mientras los demás trataban de calmar a la multitud que se acumulaba fuera del edificio, los típicos curiosos que no querían perderse nada.

Dolan bufó cuando supo que se trataba del Cuerpo Policial de Amysa.

Alguien se paró delante de él, Dolan levantó la mirada y solo por un segundo, sin saber si eran alucinaciones suyas o porque estaba muriendo, juraría que había visto un ángel.

Tan hermoso.

Él no era un creyente, ni siquiera le había rezado a Dios una vez después de sus padres habían sido asesinados o cuando había estado en el campo de batalla para que lo protegiera. No, pero él estaba seguro que si el cielo existía, y tal vez Dios, los ángeles se verían como aquella persona.

Cabellos dorados, una piel tan blanca que le hacía recordar el marfil, unos labios rosados entreabiertos y unos ojos, que por unos segundos pensó destellaban, del mismo color que el Sol. Era una lastiman no verlo vistiendo una túnica como era costumbre ver a los ángeles, aunque el ceñido traje que llevaba puesto tampoco estaba nada mal.

De repente, ya no quería irse, quería seguir admirándolo. Todo su cuerpo, malherido y al borde del final, quería ir hacia él. Le imploraba que fuera hacia él.

Es él.

Tócalo.

Bésalo.

Protégelo.

Amalo.

Mío.

No sabía de dónde provenía todo aquello, pero no podía luchar. Él lo quería con toda su alma, aun cuando él no tenía derecho a desear nada.

Alargó la mano, en un intento pobre por alcanzarlo y, por primera vez en tanto tiempo, Dolan lloró de frustración al no poder lograrlo, como un niño pequeño que esta tan cerca de conseguirlo, pero que se le escapa de las manos, por tan solo unos centímetros, que parecen kilómetros.

Solo un poco más… se decía a sí mismo, estirando los dedos, pero era inútil.

Justo cuando estaba por bajar su mano y darse por vencido, un par de manos pálidas tomaron la suya, apretándola suavemente. Dolan miró al dueño de éstas y suspiró, esbozando una sonrisa. Su calidez se esparcía por todo su cuerpo, lentamente y podía jurar que su corazón había suspirado.

Ya no tenía miedo de morir. No con él sosteniendo su mano. Podía enfrentar todo, siempre y cuando él sostuviera su mano.

Una imagen apareció detrás de sus parpados cuando cerró los ojos, concentrándose en el calor que emanaba de su ángel.

La forma no era uniforme, era un revoltijo de colores y destellos, pero luchaba por tomar una forma en específico, hasta que lo logró. Era un atrapa sueños, de esos que veías en las tiendas de chucherías hecho por los chamanes nómadas para ahuyentar las pesadillas. La imagen no tenía sentido, él no tenía ningún interés por esas cosas, pero tenía el presentimiento que era importante.

Suspiró, dejándose llevar por el torrente de sensaciones.

—                    Estoy listo.

Y Dolan perdió el conocimiento.

 

 

Notas finales:

Nuevamente, disculpa por dejarlos picados. Espero sus comentarios y dudas. Todo es bien recibido. 

Nos leemos pronto.


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