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FICTOBER AOKAGA 2019 por Majo Walles

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  1. 1.       MALTEADAS

 

 

Daiki corría todo lo que le daban sus pies, sólo a él le pasaba que a su esposo le dieran antojos a las cuatro de la mañana ¿No podía ser como los embarazos normales con antojos, no sé, a las doce o una de la noche, cuando las tiendas de conveniencia aún estaban abiertas?

No, a Taiga le solían dar antojos a las horas más raras.

Esta noche eran batidos de fresa, estaba empezando a odiar las pequeñas frutitas.

Pero no, Taiga no quería que él se la comprara en algún lugar, no, Taiga quería una malteada casera.

¿Saben lo difícil que es hacer una malteada en casa sin la maquinaria necesaria para ello? Pues es difícil ¡Mucho más a las cuatro de la madrugada!

-Maldición, Taiga, será mejor que esto de los antojos se te pase rápido -pedía mientras llegaba a una tienda de 24 horas en una estación de gasolina.

Taiga estaba que pateaba algo, de verdad que era molesto esto de no poder dejar de salivar al pensar en la maldita malteada de fresa. Sabía que estaba siendo un completo cretino con Daiki, pero él lo embarazó, así que era mejor que se llevara parte de las molestias también. Por que sí, puede que estuviera deseando con el alma este bebé, que le amaría, le complacería cada pequeño pedido por ver su sonrisa desdentada que le llenaba el corazón como lo hizo Leo en su momento, pero ahora mismo no era el mejor de los momentos.

Ahora estaba en la cocina, le había pedido a Daiki que le preparara una malteada, pero siendo honestos, su esposo no era el mejor cocinero del mundo, de hecho, supo hace un tiempo que durante todos estos años en que Daiki estuvo soltero, iba a comer a casa de su madre por que la cocina y él no se llevaban bien.

Así que ahora mismo estaba preparando sus cosas, lavando la fruta y esperando por la crema. Sacó la licuadora y esperó tranquilamente a que llegara su esposo. Vio la hora en el reloj de la pared. Las 4:40.

-Demonios, no debí pedirle que fuera -dijo de repente, preocupado de que algo le fuera a pasar. La idea de que alguien le fuera a querer asaltar, que le quisieran hacer daño, ¡¿Qué pasaba si algún automóvil lo había atropellado?!

Con prisa fue a la entrada, estaba pensando locuras, pero la preocupación lo empezó a perseguir. Tenía que ir a buscar a Daiki.

No alcanzó a llegar a la puerta cuando Daiki abrió la puerta, Taiga tuvo ganas de llorar, se veía bien, no parecía que tuviera alguna herida.

-¿Qué pasó, Taiga? -le preguntó preocupado al sentir como le abrazaba con fuerza.

-Lo lamento, no debí pedirte que fueras a comprar a esta hora -decía con la cara oculta en el cuello de su esposo- ¿Qué hubiera hecho si te pasaba algo? Si te asaltaban, atacaban o atropellaban, hubiera sido completamente mi culpa.

-Ey, calma, tigre -dijo tomando entre sus manos el rostro de su esposo-. Estoy bien, no me pasó nada -dijo besándolo en la frente para calmarlo- ¿Tú crees que alguien se atrevería a asaltarme? -le dijo elevando una ceja.

Taiga entonces lo vio, de pies a cabeza, es verdad, Daiki era gigante. En todo el amplio sentido de la palabra.

-Ey, no hagas eso -dijo Daiki sosteniéndolo de la cintura al ver como Taiga lo estaba devorando con la miraba.

-Creo que ya no quiero malteada -dijo Taiga colgándose del cuello de su esposo.

-Bien… habrá que llenar tu estomago con algo más -dijo caminando a la habitación con su esposo, dejando olvidada en la entrada los ingredientes que faltaban para la dichosa malteada.

 

 

Fin


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