14. BEBÉ
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-Ahora si que estás verdaderamente muerto Leo Aomine.
Leo estaba escondido, de verdad que no iba a salir hasta que a su papá se le quitara la rabia, quizás cuando naciera su bebé… en cinco meses más.
-¡Sal de donde estás, Leo! ¡Será peor si estoy más molesto!
Oh, no, y ahora su padre también lo estaba buscando.
-Creo que no está aquí -dijo Taiga.
-Sí está -dijo Daiki convencido-. Los estúpidos pedófilos huelen a mierda y hasta aquí lo huelo.
Bien, era oficial, estaba literalmente muerto.
-¿Puedo decir algo a favor de Leo? -preguntó una voz suave y a Leo se le heló la sangre ¿Qué demonios estaba haciendo su novio en la boca del lobo?
-Tezuka, te amo, eres el mejor ahijado que puedo tener -decía Daiki,-, pero no hay nada que puedas decir que salve a Leo de un calabozo.
-Y de la paliza que le daré.
Leo ya se imaginaba a su papá Taiga arremangándose la camisa y sacándose el cinturón.
-En ese caso yo también debería ir con él, pues yo también fui participe del delito.
¡Tezuka! No era momento de sacar su pasión por la abogacía justo ahora.
-Tezuka, mejor llamamos a tus padres para que vengan por ti.
-No quiero irme, quiero quedarme con Leo.
-Leo irá a prisión.
El americano escuchó un sollozó y fue suficiente, salió del sucio escondite en el que estaba para pasar de largo ignorando a sus padres y abrazando a Tezuka.
-Ey, no llores -dijo apretujándolo.
-No quiero que te encierren -dijo escondido en el pecho del mayor.
-Demonios, Leo, por tu estupidez quedamos nosotros como los malos -dijo Taiga pasándose la mano por el cabello echándoselo para atrás.
-No voy a decir que lo lamento -dijo mirando a sus padres, viendo como Daiki se hacía tronar los dedos de los puños-. No voy a decir que este bebé es un error.
Auch.
El matrimonio Aomine se vio entonces a los ojos, ellos tampoco podrían decir nunca que se arrepentirían de sus hijos. Amaban a ambos. Aunque el imbécil de su hijo de veintiún años hubiera embarazado a un chico de diecisiete.
-Ustedes no lo entienden -dijo Daiki-. Te advertí que no podías tocar a Tezuka hasta que fuera mayor de edad.
-Son tecnicismos, padrino -dijo Tezuka-. Un par de días, o semanas o meses, no harían la diferencia -Sí que el rubio tenía agallas-. Puedo tomar las riendas de mi vida hace mucho, mis padres me educaron para ser independiente y no creo que unos meses de verdad hicieran la diferencia en lo que hago o no con Leo.
-Tezuka, por favor, calma -le dijo a su novio que parecía estar a punto de hiperventilar.
-Ey, tranquilo -dijo Taiga caminando a la pareja y quitándole al chico de los brazos de su hijo-. Lo principal es que estés tranquilo.
-No me quiten a Leo.
-Demonios, idiota -dijo Daiki dándole un golpe en la cabeza a su hijo antes de ser el quien abrazara a su ahijado-. No le haré nada al imbécil, Tezuka, pero tienes que estar tranquilo.
Leo se sobaba la cabeza y vio algo que sus padres no, su novio le envió una mirada por sobre el hombro de Daiki, le giño el ojo con complicidad. Tezuka sería un gran abogado, eso era claro.
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Fin