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Capítulo 6 Inesperado
El tiempo parecía correr sin detenerse. Lo que para el doncel habían sido minutos, para la vida real solo eran unos cuantos segundos. Esos minutos en los que había corrido a la habitación que compartiría con su “esposo”. Aquel esposo que lamentablemente solo lo tomaba como un juego que en cualquier momento terminaría para bien o para mal.
La cuestión era simple.
No podía estar todo el tiempo triste solo como un débil doncel. No señor!, él había prometido no llorar más por “pequeñeces” como esa, pequeñeces que poco a poco destrozaban aquel puro corazón. Así que sin más preámbulos salió con pasos decididos para explorar lo que sería su establecimiento por un mes, un mes completo lleno de ¿amor? Lo dudaba, pero de lo que si estaba seguro era que iba a ser posiblemente una dolorosa tortura.
- Disculpe, ¿a dónde va?- preguntó tímidamente un doncel pelirrojo, de ojos aqua y con un extraño tatuaje en su frente.
- Solo saldré a tomar aire- respondió con la mayor calma del mundo. No espero la respuesta del otro y partió rumbo a la entrada principal de aquella “casa de campo”, que sin lugar a dudas era una mansión por la mitad.
Caminó lentamente rodeando la casa hasta toparse con un establo. Inevitablemente los recuerdos de lo que alguna vez fue una gran infancia se adueñaron de su mente.
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Flash Back
- Oto-san!! Apúrate!!- grito mientras corría por el gran campo verde que se extendía ante él.
- Jajaja- Kushina rió levemente.
- De que te ríes ahhh??- pregunto Minato mientras se ponía frente a ella y le robaba un pequeño beso haciéndola sonrojar.
- Es solo que se parece tanto a ti- suspiro- cuando éramos más pequeños, jejeje saco tu hiperactividad- y antes de que su esposo lo pudiera negar corrió para alcanzar a su pequeño hijo.
Minato suspiro, estaba seguro que se arrepentiría por la absurda tontería que iba a cometer. Aun no sabía cómo mierda había hecho ese estúpido trato. Todo por el idiota de su padre Jiraya, quien no acepto que su primogénito fuera un doncel. El nada pudo hacer. O mejor dicho, no intento nada. Realmente estaba feliz con esa hermosa familia que tenía. Pero no todo es como lo pintan en los cuentos de hadas.
- ¿Estás seguro de que puede montarlo?- pregunto Kushina
- Claro!! Porque no ira solo, ustedes son mi más preciado tesoro que jamás me gustaría perderlo- hablo mientras tomaba a la pelirroja de la cintura y la elevaba para sentarla justo atrás de su hijo en aquel caballo que tenía; blanco como la más pura nieve, después de cerciorarse de que estuvieran bien, subió y se posiciono detrás de su esposa. Mientras depositaba un suave beso en el cuello de la pelirroja.
- Que-que es lo que ha-ces- suspiro por la leve caricia que le proporciono su esposo.
- Oka-san, oto-san te está haciendo daño??- pregunto inocentemente.
- Nada de eso pequeño- hablo Minato- estoy haciendo sentir bien a tu mami, porque eso hacen las personas que se quieren- sonrió.
- Jummm entonces cuando yo sea grande quiero que me hagan sentir bien ttebayo- hablo con esa muletilla que decía.
- Eso jamás lo permitiré- hablo en un tono un tanto lúgubre- será sobre mi cadáver. Aun sin darse cuenta que más tarde entregaría a su hijo “literalmente” en bandeja de plata al mejor postor.
- Eres demasiado posesivo- rio nuevamente la mujer que se adueñaba de cada uno de los pensamientos del rubio. Se maldijo internamente. No sabía cómo sería capaz de sobrevivir sin aquella mujer a la que tanto amaba lejos de él. Quiso desesperadamente poder huir con ella y su pequeño hijo a algún lugar lejos de todos. Donde nadie los conociera y hacer de nuevo una vida. Una vida en la que solo ellos fueran dueños de su existencia. Una vida que por su mera cobardía dejo ir.
Fin del Flash Back
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Una vez lejos de su casa bajo de su caballo, un perfecto corcel blanco. Uno de sus preferidos. Pero al que realmente apreciaba era al negro que se encontraba reposando en el establo, por una enfermedad. Los veterinarios dijeron que posiblemente no sobreviviría, aun así deseaba poder montar sobre él aunque fuera por última vez.
- Porque todo tiene que ser tan complicado- hablo con una notoria preocupación en su voz- solo quiero volver a tener mi libertad como lo era antes.
- Y ¿para qué?- una voz a su espalda lo sobresalto- ¿para volver a revolcarte con cada puta que se te atraviesa por las narices? ¿Porque eso es a lo que te refieres o no?
- Deidara ¿qué es lo que haces aquí?- pregunto
- Eso a ti no te concierne- respondió enojado mientras miraba a su tonto cuñado- ¿acaso no te das cuenta de las estupideces que vas a cometer?
- No es ninguna estupidez!!- respondió furioso. Odiaba que se metieran en la vida de él. Como si realmente supieran lo que él quería.
- Si claro- rodo los ojos- ¿Casarte con la plasta rosa? Realmente eres el idiota más grande del mundo. Nadie en su sano juicio dejaría ir a ese doncel con un cuerpo de infarto o es ¿Qué acaso me equivoco?
- Tú no sabes nada- gruño.
- Bueno te dejo porque Itachi de seguro me estará buscando como loco. Espero que no te arrepientas de lo que sea que vayas a hacer- y sin decir más desapareció de la vista del azabache dejándolo completamente confundido.
¿Y si empezaba de nuevo? No claro que no. Su orgullo jamás lo permitiría.
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[Holis ;) aquí empieza lo que edite lamento las interrupciones xD]
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La noche caía lentamente, cubriendo con su inmenso manto negruzco a toda la región. Tapando cualquier rastro de lo que había sido el día.
Itachi suspiro por enésima vez, ¿dónde rayos estaba aquel doncel que ponía su mundo de cabeza? Sabía que tardaría un poco más para encontrarlo. Se dirigio a los establos para ver si se encontraba ahí. Al no ver a nadie decidió regresar por donde había venido, aquel lugar le daba escalofríos y como no si todas las luces estaba apagadas y no se veía a ni una sola alma por ahí. Claro ¿a que loco se le ocurriría ir a ese lugar justo cuando la noche había caído? Posiblemente un loco de la misma categoría que el por estar ahí.
Se giró y comenzó a caminar rumbo a la casa. Solo dio tres pasos cuando escucho un leve llanto. Un largo escalofrió recorrió su cuerpo no sabía que era pero estaba seguro que fuera lo que fuese no le gustaría estar ahí para averiguar si quería la compañía de él. Giro lentamente la cabeza sin esperarse que fuese el quien se encontraba allí.
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Necesitaba calmarse, necesitaba despejar su mente de esas imágenes que ahora abundaban en su cabeza.
Sintió como poco a poco era envuelto por una oscuridad letal, como su alma abandonaba su cuerpo y aquel “otro yo” se apoderara de su ahora inerte cuerpo. ¿Qué había pasado?
Minutos antes estaba visitando el establo. Después vio a un hermoso caballo negro postrado sobre la paja. Vio a la muerte justo detrás de él. Esa era una de sus “extrañas cualidades”. Se lamentó porque aquel hermoso caballo estaba a punto de morir. No aguanto con la culpa como siempre que se presentaban ese tipo de situaciones se pinchó el dedo y dejo que una gota de su sangre cayera justo en el ojo del corcel. Aquel ojo que veía con luz plena como se le iba la vida, aquella parte del cuerpo que era un claro puente entre la vida y la muerte.
El ángel de la muerte desapareció y su mente se llenó de imágenes tortuosas.
Daba lo mismo lo que hiciera, aquello jamás se iría, jamás lo dejaría en paz y solo por eso nadie lo quería, todos lo aborrecían. Por ser el niño raro que juraba día a día ver al ángel de la muerte tras algunas personas, por decir esa y unas otras cosas más. Aquellos dones que el poseía eran maldiciones para muchos otros.
Y ahora su “otra alma”, al que él había llamado Kurama poseía completamente su cuerpo.
¡No! ¡No! No quería aquello otra vez, no lo quería, no quería que su otro “yo” se apoderara plenamente de él. Realmente no quería aquello de nuevo, no lo soportaría nuevamente. No quería que su otra alma de nueva cuenta hiciese lo que quisiese eso debería de parar en aquel momento. Era el cuerpo de él, no de otra persona, alma o lo que sea que tuviese en su interior por lo que haría lo que quisiese con su cuerpo y por lo tanto no de dejaría domar por aquella bestia que ni siquiera escuchaba sus suplicas cuando le pedia parar. Con todo el poder mental que tenia en esos momentos logro parar aquella extraña fuerza que comenzaba a surgir de lo mas profundo de su ser y observar solo por unos pocos minutos aquella brecha que se teñia de un rojizo asombroso.
El miedo embargo cada uno de sus sentidos, se sentía solo, como casi siempre lo había estado más sin embargo mas miserable no podía ser extrañaba a su mamá aquella persona que le brindaba todo el amor que él necesitaba cuando tenía miedo de algo no supo cuando ni como pero las lagrimas resbalaban por su rostro, nada impedia que estas escaparan y solo por una milésima de segundo deseo no haber existido.
- Naruto- una voz irrumpió con sus pensamientos- que es lo que tienes?
- Na…nada- tartamudeó- solo quería un poco de aire fresco
- Bien se que no me tienes confianza, pero Deidara estará encantado de que hables con el
Lo intentare- susurro mientras limpiaba sus mejillas por las lagrimas que anteriormente habían mojado parte de su acanelada piel.
Contínuara...
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